Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

28 de noviembre de 2009

¿EL FIN ÚLTIMO, SALIR DE CHÁVEZ?

Es necesario clarificar la posición política que debemos asumir los venezolanos con sentido histórico, en esta coyuntura que vive la nación. En mi caso puntual, a pesar de haber combatido públicamente a Chávez – siempre en el plano político - sin descanso y todos los días, desde el mismo 4F de 1992, porque soy un convencido de que gorila no evoluciona – eso es un embuste de los evolucionistas que no quieren aceptar que el humano es otro reino de la naturaleza – también critico – como lo hice en aquel entonces – a la representación partidista que usó la democracia para corromperse y coadyuvar al descalabro de la moral pública que Chávez ha exacerbado, y que no debe volver, sencillamente porque es inmoral que vuelva. Y además no es lógico pretender empatar 1998 con el 2010 obviando estos once años de interregno, en el cual parece que demasiada gente no ha aprendido nada.

La lucha inteligente no debe tener como fin último el simplismo algodonoso “salir de Chávez como sea” – “aunque haya que ponerse un trapo en la nariz”- porque esa premisa infiere, además, que el fin justifica los medios. El “deber ser” de la lucha es para “sustituir a Chávez” – una vez derrotado políticamente para bloquear cualquier posibilidad de retorno - por un gobierno eficaz, probo y democrático, que garantice el goce de sus derechos a todos los venezolanos, sin más requisitos que los exigidos por la ley.

Gerenciado en todas sus instancias por administradores de comprobada integridad y formación intelectual para la paz y para el progreso por el desarrollo de la gente, porque es estúpido y la lucha no tiene sentido, si por salir del sartén caemos al fuego ignominioso de aquellas individualidades pervertidas – no confundir con los partidos, salvo el PSUV que es un club de aduladólares – que se solapan en la oposición a Chávez aspirando volver a empantanar la república con sus desaseadas maneras, Chávez es el monstruo al que se refería Grammsi, que surge en los espacios anárquicos dejados por la agonía de un sistema que no termina de morir y la incertidumbre del que no acaba de nacer, por lo tanto quienes están destinados a vencer al monstruo pertenecen al futuro que debe surgir de este presente, una vez muerto para siempre todo vestigio de la indiferencia y la codicia que produjeron a Chávez, cuya única virtud fue reconocer la dignidad del pueblo esperanzado que aún le insufla fortaleza.

Cuánto durará esta situación

La duración de ese período depende de cuan monstruosa llegue a ser la obsesión del monstruo por el poder. En nuestro caso comenzó con la seducción, aprovechando la frustración popular y el rechazo a los liderazgos inmuebles corruptos, que confundieron burocratismo con dirigencia política.

Pasada la ilusión, apeló al soborno, a través de misiones efectistas y del paralelismo institucional que obvia la formalidad que genera efectividad en la acción pública, pero que produce la espectacularidad que anima el alma sencilla del pueblo esperanzado. Pero, una vez superado el encantamiento de las promesas conjugadas en verbo religioso, Chávez apela a la represión.

Al uso, bien de los tribunales como garrote disuasivo de las protestas sociales, laborales y de la disidencia; o de la guardia pretoriana que reprime con la violencia oficial; o con las fuerzas paramilitares urbanas, fanatizadas y armadas, provistas de la correspondiente impunidad, que siembran el terror indiscriminadamente en la población, arremetiendo contra todo quien ose alzar la voz contra la injusticia.

No puedo determinar cuál es el límite de Chávez para reprimir las libertades ciudadanas, pero sabiendo que “pueblo” para su psiquis es solamente aquel que está dispuesto a integrar el Estado de servidumbre que pretende imponer a la nación - intención que jamás ha negado - y que no le interesa en lo más mínimo el respeto a los derechos de más de la mitad de los venezolanos, puedo inferir, además por su demostrada inescrupulosidad, que ese límite es bien amplio, considerando que ya ha perdido el prurito de no ser considerado un demócrata, pues Europa entera lo considera un dictador – en mayor o menor grado – y en América Latina, cada día hay más voces que se suman al alerta contra su discurso, por considerarlo peligroso para la democracia, lo que aleja la posibilidad de ser un dirigente integracionista, así que sólo le queda mantenerse en el poder – con dietes y garras y armas y dólares - durante todo el tiempo que le sea posible para escapar de la justicia inexorable que lo pondrá a buen recaudo por sus desafueros contra la patria.

¿Cuándo será eso? Depende exclusivamente de la actitud del pueblo. Si se levanta en una protesta nacional Chávez no tendrá más salida que someterse a la justicia. Pero no será tan pronto como algunos piensan. Todavía tiene dólares. Y capacidad de compra, aunque no de convencer.

En la juventud la esperanza, pero…

Volviendo al punto inicial y analizada la realidad sin falsos optimismos, una de las cosas que debemos aprovechar de esta circunstancia – porque todo sistema antinatural es circunstancial y desaparece, allí está la historia para probarlo – es para revertir la política asociada a las alianzas sinvergüenzas que el pueblo desprecia con tal magnitud que fue la causa de su apuesta a un descocado golpista que administraba la cantina en las fiestas patronales de Elorza, aunque primero se paseó por la banalidad rubia entintada de una reina de belleza que propició, sin proponérselo, la traición que inició la debacle de la política, que tiene que volver a ser el apostolado social que fue en los albores de la democracia y que se perdió en pos de los intereses particulares del ladronismo usurpador.

Por eso, sigo apostando a los jóvenes que incursionan en la política democrática – puntualizo porque los hay devotos del pensamiento único - aunque me preocupa que sus partidos los contaminen insuflándoles falsas creencias, como el mito de la unidad imperativa – complicidad, en realidad - que supuestamente debe obviar la mala reputación, en aras de un fin definido superior, en este caso “sacar a Chávez”, justificado conque la patria está por encima de esos prejuicios subalternos como no contaminarse con el roce de culpables impunes.

Estos jóvenes deben tener el hacer político por encima de la búsqueda del poder, que vendrá de manera directamente proporcional a su decencia política y esa invocada “unidad imperativa” tiene que ser con el sufrimiento del pueblo, asumiendo el compromiso de ilustrarlo en sus propios espacios para el cabal ejercicio de su soberanía. Y si el precio de negarse a andar con cobardes y ladrones – como dice Rafael Poleo - que le entregaron el poder a Chávez después de su rotundo fracaso político, es perder unas elecciones, pues que se pierdan, porque eso significa que todavía no han terminado su trabajo de convencer al pueblo elector de las ventajas de elegir capacidad y honestidad, en lugar de popularidad y soborno. Y para eso es la juventud, para invertirla – eso sí – en un fin superior que en este caso es la dignidad de la patria, en lugar de quemarse en la prisa estúpida por ser “el burócrata más joven”.

Tienen que desarrollar el sentido de la espera activa que les propicie su momento histórico para trascender. Pero una de las cosas que tienen que desarrollar es la capacidad de rebelarse contra el miedo a retar el infortunio por decirle la verdad al pueblo, al que hay que enseñar a identificarla entre la hojarasca orfebre de la mentira. Esa conseja vil, propia de la inmoralidad reinante, que especula que quien diga la verdad a la gente, pierde las elecciones, hay que extirparla de la conciencia inteligente.

Dirigente viene de conducir

El pueblo necesita dirigentes y eso quiere decir gente en quien confiar para cederle la responsabilidad de dirigir su destino, pero en los últimos tiempos los políticos han cambiado el orden de los factores y son ellos los dirigidos, hacia donde va la equivocación popular van ellos, por temor a perder el favor de la mayoría, cuando, en el plano de la coherencia, ésta es aglutinada por la lucidez del liderazgo.

El líder propone y es seguido si convence, pero ahora la moda es detenerse a esperar instrucciones de una idiotez contaminada por las emociones, que llaman opinión pública, certificada por las encuestadoras que le fijan rumbo en sus computadoras. Eso sucede porque no hay formación ideológica para generar propuestas ni coraje para defender los ideales. Si no aprovechamos esta realidad monstruosa para imponer – repito: imponer - un nuevo paradigma político basado en la integridad y la decencia, Venezuela no tendrá futuro, se irá degradando paulatinamente hasta su africanización total. Y como sentenció Bolívar, lo único que podremos hacer por ella será emigrar para preservarla en la nostalgia.
Rafael Marrón González
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23 de noviembre de 2009

¿Si vis pacem para bellum? ¡Si vis pacem para pacem!

Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum" - "Así que quien desee la paz, que prepare la guerra" - escribió el escritor romano Vegacio, en su obra “Epitoma rei militaris", publicada aproximadamente en el 383. Como se recordará, Roma fue un imperio expansionista y por ello esta frase corresponde al universo del militarismo, cuyo pensamiento más relevante en la historia de la humanidad ha sido “no cargo preso amarrado”, acompañada del lema “entre tu madre y tu fusil la elección es obvia: el fusil”. Y no es posible ni sensato que la pronuncie un estadista democrático imbuido de la concepción republicana de resolver los conflictos internos por el parlamentarismo y los externos por la diplomacia.
Porque es idiota que en estos tiempos todavía exista alguien – sobre todo civil - que sea capaz de citar ese infame aforismo criminal, adjudicándole consecuencias pacíficas, pues quien desea la paz se prepara para la paz, acondiciona mente y verbo para emitir un aura pacífica, y me parece contradictorio querer demostrar la ausencia de intención guerrerista, usando un lenguaje plagado de términos mortalmente amenazantes, sobre todo si tiene el patio de la casa repleto de armas y soldados: Y en un jefe de Estado, la prudencia es la que debe guiar sus palabras. La actitud de Chávez rechazando la mediación internacional - y su pavoneo a lo “Por un puñado de dólares”, retando a Obama a “que quite las bases” si quiere lograr la deposición de su actitud beligerante - el más contundente mentís a las declaraciones del regañado de Notre Dame amenazando a los medios que osen (¿o será “hozen” como escribe la godarria chavista?) “manipular” las declaraciones de Chávez – ¿como se “manipula” la palabra guerra?

La verdad es que no sabía que este señor tenía tanto poder supranacional, pues no hay diario ni columnista ni comentarista, en todos los idiomas del planeta, que no haya reproducido las palabras, con gestualidad imperiosa incluida – con igual énfasis de: “nube que se me cruce...¡¡zazzzzzzzzzz!!... le dispararé para que bote el agua...” - que pronunció Chávez con la traducción directa de una declaración formal de hostilidades bélicas contra Colombia - graficada con un comentario sardónico: “Andan diciendo que Chávez está moviendo tanques hacia la frontera. ¿No se habían dado cuenta? No se han dado cuenta de muchas cosas” - pero, ¿acaso olvidó el teniente coronel que existen los helicópteros anti tanques que hacen a estos mamotretos inútiles para la guerra? - Así que, por más que reviso el caso, no logro encontrar aquello de “la reflexión sobre un adagio popular” para invocar la paz – “no hay nada mejor para el arrugue presidencial que echarle la culpa a una reflexión” caricaturizó Morfeus: - con lo que pretendió desmentir al Universo que lo vio en directo vía satélite – “quien hable de guerra en América del Sur es, como mínimo, una persona peligrosa” opinó Brasil - ganándose a pulso la décima de Octavio Montiel: “¿Alguien llevará la cuenta, / existirá quien calcula / las veces que usted recula / después que lanza una afrenta? / Ya mucha gente comenta / que su discurso azaroso/ y su recule gracioso / tienen un significado,/ de allí, que lo hayan llamado/ el culillúo mentiroso”.

Y sobre todo por la contradicción de esa posición “yo no fui” con la andanada de descalificaciones que, simulando granadas en racimos, ha lanzado sobre el jefe de Estado colombiano, con lo que insulta de paso a todo el pueblo neogranadino, incluyendo a los descendientes de Girardot y Ricaurte, llegando al extremo en esa explosión de cólera aterrorizada por las 7 bases que, según Fidel Castro, son “7 puñaladas en el costado izquierdo” – le salió bolero ranchero - de la América del Alba antiimperialista - pero vendiéndole al gringo hasta el modo de caminar - de asegurar que Álvaro Uribe “era uno de los papeles de Pablo Escobar”, vaya usted a saber cuál es el papel de un papel de narcotraficante. No quiero imaginármelo.

La oposición apátrida

Pero como los venezolanos no salimos en manada a repetir que “el sagrado suelo de la patria ha sido hollado por la planta insolente del extranjero” – como le escribiera Eloy González al cabito don Cipriano en la hora menguada de su mala paga, la oposición recibió lo suyo con cognomentos excesivos, propios de la psiquis perturbada por el pavor a los aviones Awac - “que están llegando a Colombia y nos van a grabar toditos.

Se acabo la privacidad del presidente, de los ministros o periodistas. Van a grabar a todo el mundo” - tal como cubano en CANTV. Entre las lindezas que, en ¿lenguaje Presidencial?, nos endilgó encontramos “uribista”, “pitiyanqui”, “oposición hedionda”, “sucia”, “apátrida”, “traidora como la oligarquía colombiana”, entre otras demostraciones de la cultura revolucionaria, patentizada en el verbo “adquerir” y en llamar “desgraciado” al canciller colombiano “como desgraciado es su presidente”.

Yo quisiera dejar sentado que una cosa es que la patria sea invadida por fuerzas hostiles - como está hoy en día por faracos, elenos, paracos, malandros, narcos y chavistas efebelistas, que se cogieron buenos trozos de Zulia, Barinas, Apure, Táchira y Bolívar, imponiendo sus crímenes, o como los cubanos – ¡más de 60 mil! - que tratan como perros a los funcionarios venezolanos – ejemplo; gerente de Gosh - o los iraníes que desprecian a nuestros negros, gordos y mujeres – presto estoy a salir en su defensa y agradezco a Chávez me mande mi fusil y las balas, pero gringas – con las instrucciones apuntadas en un papelito - o que él mismo me lo traiga y me enseñe a usarlo, si no es como el buscabulla de Juan Charrasqueado.

Pero no me da la gana de sumar mi apoyo a una provocación miserable aunque sea de buche y pluma – segregada por el miedo - contra una nación hermana que no nos está haciendo nada, pues su lucha es contra terroristas y traficantes de drogas y armas que infectan su territorio, y mucho menos para acatar los dislates de un histérico discurso electorero. Lo que pasa es que Chávez pensó que la nación iba a aglutinarse en torno “a su líder” en una cruzada nacional anticolombiana y que íbamos a salir a perseguir a los casi tres millones de colombianos que circulan por la arterias de nuestra nacionalidad, pero el tiro le salió desviado y le pegó a su ego en pleno plexo solar: 86% del pueblo venezolano – chavista y no chavista – rechaza una confrontación contra Colombia, por tres razones: 1. Porque Colombia es inocente de la imputación de país agresor. 2. Porque el pueblo venezolano y el colombiano han sufrido mucha de la misma vaina juntos, para venirse a matar por una farsa. Y 3. Porque: “Si en verdad la guerra fragua,/ como el tipo lo ha pedido:/ ¿a donde irá cada herido?,/ sin luz, remedio, ni agua” (Luís Manuel Escalante).
La oración que lo descoloca

Leí completo – en la página de Telesur - el Acuerdo de “cooperación y asistencia técnica en defensa y seguridad” entre Colombia y los Estados Unidos, firmado el 30 de octubre de 2009, y no ubiqué el motivo de la tembladera chavista, es falso que se señale en ese texto a “países enemigos de los Estados Unidos”. Recomiendo su lectura analítica antes de opinar al respecto. Sin embargo, en la exposición de motivos del preámbulo, encontré una oración que puede ser la causa de la caída de tensión: “Reconociendo la necesidad de fortalecer la relación estratégica de seguridad entre las partes, (…) así como para enfrentar las amenazas comunes a la paz, la estabilidad, la libertad y la democracia…”. Como para ponerse a pensar.

El dedo en la llaga

Artículo 464º del Código Orgánico Procesal Militar: “Son delitos de traición a la Patria: 3°. Practicar actos de hostilidad contra un país extranjero que expongan a Venezuela a peligro de guerra, ruptura de relaciones diplomáticas, represalias o retorsión. 25°. Intentar por medios violentos cambiar la forma republicana de la Nación. 26°. Ponen en peligro la independencia de la Nación o la integridad de su territorio. 27°. Inducir o decidir a potencia extranjera a hacer la guerra contra la Nación, o atentar en cualquier forma contra la soberanía nacional”. Antes de continuar con los insultos a Jefes de Estado extranjeros, prevalidos del garrote petrolero, y declarar guerras a lo Mambrú, sería interesante el detenido análisis de este artículo. Digo yo, por sí hay quien le ponga el cascabel al gato. Por aquello de, ¡si vis pacem para pacem!

Rafael Marrón González
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18 de noviembre de 2009

La cloaca de las Amazonas

La colectividad de las Amazonas, en Caroní, ha denunciado a través de mi programa Venezolanidad – Pentagrama 107.3 FM - la existencia de una cloaca a cielo abierto enfrente de la escuelita del sector. La nauseabunda pestilencia forma ya parte del paisaje y por costumbre ya no ofende la cotidianidad de esa barriada cuyos hijos son expuestos a esta pena por la incompetencia del alcalde José Ramón López – un comunista de honestidad cuestionada por su connivencia con el prófugo “El Antonio”, elevado a la máxima autoridad del 5º Municipio del país - el de mayor tasa de profesionales promedio de la nación - por la recurrente equivocación de la ingenuidad popular hecha mayoría emocional.

Pero no es mi intención dedicar este espacio a tan insignificante nulidad engreída que cree que el cargo “lustra, brilla y da esplendor” como el lema de la Real Academia de La lengua que destroza cada vez que abre la boca, sino para usar el caso de la cloaca, que identifica su gestión, como símil del aborregamiento paulatino de nuestra sociedad por el miedo que se ha enquistado en su espina dorsal.

Ésta comunidad me solicita espolee al alcalde a cumplir con sus responsabilidades, en lugar de reunirse unos quinientos padres de los niños expuestos a esta indignidad y darle un buen susto a la “primera autoridad del Municipio” para que aprenda que debe obediencia y respeto a la ciudadanía. Pero esta es la actitud que define al pueblo en los últimos tiempos, una conmovedora resignación medrosa que nos tibia la sangre. Una descolorida alcaldesa - que volverá a sus labores domesticas al pasar esta crisis del mérito – insulta la memoria de Raúl Leoni - el único presidente que ha reivindicado territorio, al recuperar la isla de Anacoco para Venezuela – y no pasa nada.

En demasiados barrios del estado no hay agua, en algunos los pobladores tienen que levantarse de madrugada a recoger en pequeños envases el chorrito que les llega a ras del suelo. Pero nadie protesta y Rangel Gómez sigue contándose los pelos del cuerpo, mascullando como Gómez: “todo está en calma umjú, sí señó”. Al máximo jefe del sindicato de Ferrominera – Rubén González - lo encarcelan en su casa – cárcel es cárcel - usando la ley para neutralizarlo por defender a los trabajadores y estos se amontonan en su cueva, en un histórico ataque de macro culillo colectivo, y permiten el ultraje del patrono a su soberanía, anunciándole a la vez que puede humillarlos como quiera en la próxima ocasión junto con todos los demás altos jefes sindicales, si se resbalan exigiendo sus derechos.

Y a esta infamia contribuyen los castrati del régimen, infiltrados en el movimiento sindical, que afirman que las protestas laborales deben realizarse con el meñique levantado, de acuerdo a instrucciones redactadas en Cuba, con autorización previa del patrón y sin ocasionar la mínima molestia a la empresa.

Los accionistas – copropietarios de Sidor – están devolviendo sus acciones - porque la empresa alega pérdidas basándose en un informe financiero de dudosa legitimidad - en lugar de salir a la calle con sus familiares – unas 60 mil personas más o menos - y obligar a la empresa a pagarles sus reales. Los choferes del transporte público son asaltados y asesinados a mansalva y – salvo el cierre de un puente por un ratico cuidando no cerrar ambos sentidos no los vayan a acusar de guarimberos - no pasa nada. Siguen exponiendo a sus familias a la orfandad ante la abulia oficial, en vez de arrecharse y paralizar el transporte por el tiempo que haga falta hasta que este gobierno flojo y manirroto - que invierte los recursos de los venezolanos dotando a cuerpos policiales extranjeros - ponga al servicio de la seguridad los siete mil policías suficientemente equipados que necesita el estado Bolívar para combatir al malandraje moñosuelto que se ríe a carcajadas de los operativos de seguridad del gobernador – colocando los policías a la vista para que los malandros trabajen con comodidad en barrios y urbanizaciones.

Pero los afectados prefieren el jipeo de los velorios para segregar conmiseración. Y como ellos, los empresarios, comerciantes y pobladores en general, acosados por el crimen organizado, desorganizado y espontáneo, a toda hora y en todas partes. Pero en lugar de protestar rezan. Creen que las oraciones harán retorcer de arrepentimiento a Chávez - que redujo el presupuesto de seguridad interior para el 2010 de Bs. 2,4 millardos a Bs. 870 millones - o que el crimen pague por arte de milagro porque justicia “también no hay”.

Las invasiones

¿Qué son las invasiones? Respuestas populares desesperadas al incumplimiento del gobierno en la construcción de viviendas. Pero ¿qué son en realidad los invasores? Colaboradores del gobierno que comprometen su salud y calidad de vida familiar en la insalubridad de una invasión en lugar de presionar para el cumplimiento del artículo 82 de la Constitución que ahora sí es “bolivariana” es decir inútil: “Toda persona tiene derecho a una vivienda adecuada, segura, cómoda, higiénicas, con servicios básicos esenciales que incluyan un hábitat que humanice las relaciones familiares, vecinales y comunitarias.

La satisfacción progresiva de este derecho es obligación compartida entre los ciudadanos y ciudadanas y el Estado en todos sus ámbitos”. Pero dado el estado de aborregamiento colectivo, la solución es invadir un terreno inhóspito y plantar un rancho con techo de cartón para hacinar a su familia entre el olor excrementicio y el mosquero. Y el colmo es que ya las invasiones no son patrimonio de los más humildes sino que la clase media profesional está apelando a este recurso delictual para agenciarse un terrenito para su “solución habitacional”, eufemismo sociológico para traducir miseria.

Y entonces para el gobierno – gracias este colaboracionismo espontáneo - no hay carencias de viviendas – por lo que Chávez puede regalar 2.000 casas en República Dominicana y hasta en Mauritania - sino de algunos servicios públicos que pueden esperar a que suban los precios del petróleo. Así que los invasores terminan conspirando contra sí a favor del gobierno sembrando barrios destartalados en los mejores terrenos de la ciudad sin la menor posibilidad de una alternativa. De esa manera vamos perdiendo en caída libre nuestra calidad de vida, como en el caso de la salud en manos de pasantes cubanos de competencia ideologizada mientras nuestros médicos, de comprobada eficiencia continental, emigran por el odio de Chávez a todo quien no sea susceptible de dominación y control.

“Vamos a acostarnos temprano”

En contradicción con la opinión de todos los expertos – chavistas y no chavistas – del sector eléctrico, que urgían por la inversión para la generación de 1.000 MW anuales adicionales – desde 1999 - para compensar el crecimiento poblacional, Chávez decidió usar ese dinero vital para el desarrollo del país, financiándole la revolución a Fidel Castro para que por fin pueda cogerse América Latina, lo que le impidió Rómulo Betancourt que lo derrotó en todos los terrenos.

Y ahora cuando el destino lo alcanzó sumiendo en la oscuridad a la nación, huye hacia delante acusando al pueblo de derrochador de electricidad. Y la respuesta de ese pueblo calumniado, usado para desviar la culpa, es “vamos a acostarnos temprano” o como me dijo un taxista: “Es que los venezolanos derrochamos mucha luz”, argumento estúpido para justificar la traición de un gobernante inepto, que obvia, por su paranoia comunista, que el acceso irrestricto a electricidad, agua potable, salubridad, vivienda, seguridad, empleo, telefonía, Internet, son derechos fundamentales del ciudadano en el mundo actual.

Contra Chávez calle

Chávez ha ranchificado el país con el cuádruple de ingresos usados para la construcción de su infraestructura moderna. Allí esta el Metro de Caracas como símbolo de esa verdad irrefutable. De ser una expresión de la capacidad cultural del venezolano pasó a ser una maloliente muestra de la ineficacia de un gobierno absolutamente antinacional. Y la respuesta a ese desastre no puede ser la aborregada resignación – ni de chavistas ni de no chavistas – sino la protesta cívica consagrada en la propia Constitución.
Porque Chávez se asumió revolucionario y no gobernante, cuando el pueblo eligió fue a un administrador de la res pública para que resolviera los grandes y pequeños problemas nacionales, no para que se la comiera. Y Chávez debe asumir las consecuencias de sus actos ante el pueblo, ante la ley y ante la historia. Porque la patria es la gente y cualquier acción que lesione los intereses de la gente, es traición a la patria.
Rafael Marrón González
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12 de noviembre de 2009

BASE FILOSÓFICA DEL LIBERALISMO SIGLO XXI

Una organización liberal regional que se define “ortodoxa”, ha incorporado recientemente a su nombre el adjetivo Siglo XXI identificatorio de nuestra propuesta, lo que es una contradicción por que si es ortodoxa es siglo XIX, y porque nuestra propuesta liberal, al contrario, está adjetivada precisamente porque incorpora la idea cristiana de enseñar a pescar al que pueda aprender pero sin olvidar que hay que dar el pescado al que no pueda, pues no podemos obviar la realidad de nuestros pueblos latinoamericanos inmerso en una pobreza atroz producida por la ignorancia, la superstición, el fanatismo y el miedo.

Por ello es imperativo que el Estado asuma de manera puntual la responsabilidad en materias tan fundamentales para el desarrollo del individuo como la salud y la educación, entendida como la preparación del individuo para el ejercicio de la libertad y de la productividad, respetando los derechos de los demás a ejercer lo suyo; además de convertirse en un instrumento de captación de la inversión extranjera, y para ampliar nuestro mercados, diversificando nuestra economía, con la finalidad de generar empleo, asumiendo “empleo” como la actividad laboral con salario justo, lo que incluye beneficios contractuales y prestaciones sociales; estabilidad laboral y que genere movilidad social; filosofía que tomamos en cuenta a la hora de emprender la labor de dotar de argumentos político/sociales nuestra propuesta, que tiene a la persona humana como centro de toda su actuación e inversión.

Aclarado este punto, es preciso repetir cuáles son los valores nucleares del liberalismo Siglo XXI, cuya visión de la igualdad, coincidiendo plenamente con la de Bolívar, es ante la ley, porque la naturaleza nos hace diferentes y por ello es necesario que un instrumento político nos confiera una igualdad artificial para evitar el abuso y la arbitrariedad; y del individuo, como sujeto de formación y de derechos, cuyo desarrollo a través del trabajo, el estudio y la responsabilidad es la base del progreso general, es decir del bien común. Son cuatro los valores sustantivos de esta premisa política que enfrenta la amenaza dictatorial “comunal” que el gobierno llama eufemísticamente “Socialismo siglo XXI”: La libertad (que, aunque la consideramos por encima de la igualdad, es equilibrada por la Constitución y las leyes precisamente porque produce desigualdad, para no causar daños a terceros ni a los menos favorecidos por la naturaleza y la fortuna), la ética, el pluralismo y la tolerancia.

Libertad

El común suele desvalorizar lo que le es cotidiano, sin percibir que es heredero de las luchas de sus antecesores que dieron vida, libertad o exilio para lograr que las nuevas generaciones disfrutaran de valores de desarrollo que ellos no conocieron.

Así pasa con el valor libertad. ¿Para qué libertad?, preguntan, cuando confieren mayor importancia a los derivados de ese valor, que también perderán irremediablemente al perderse la libertad. Es el problema de la ignorancia, no define, y por lo tanto no puede conceptuar, y toma por decisiones personales lo que en realidad son inducciones de sus preferencias emocionales. Pero como el hombre es él y sus decisiones, si éstas son desacertadas, las consecuencias son catastróficas para sí, como individuo y para toda la sociedad.

La sola palabra “masa” debiera ser un alerta de peligro para el individuo, pero en su ignorancia la confunde con unidad de desposeídos en busca de “justicia”: Individuo es, por lo tanto, para ellos, sinónimo de codicia, y masa de solidaridad. Por lo tanto hay que mutilarle al individuo su conciencia inteligente y sustituirla por una colectiva en la que no sólo se disuelve su responsabilidad y su conciencia sino también su posibilidad de desarrollo.

Los que consideramos el valor libertad como supremo, hablamos de sociedad, y en la medida en que el individuo pueda desarrollar con plenitud sus potencialidades, con plena racionalidad social, esa sociedad, llamada entonces de bienestar, será más justa, equitativa y evolutiva. Pero eso solamente puede lograrse en libertad.

Las constituciones liberales han logrado conciliar el sometimiento a las leyes con el disfrute de la libertad plena, al señalar que el ciudadano tiene derecho a hacer todo aquello que no le esté expresamente prohibido, y esto se reduce al respeto al derecho de los demás, a la norma sobre el uso de los bienes colectivos o públicos, y a los delitos. Esta leyes, dictadas por la misma sociedad para la protección del individuo contra la arbitrariedad del poder que sólo puede hacer aquello que le está expresamente permitido, establece que el individuo no puede ser sometido a ningún apremio no legal y que se respeta la dignidad de las personas.

El valor libertad se consagra en lo físico, como la posibilidad de poder desplazarse por el territorio nacional o internacional sin más impedimento que el cumplimiento de las normas; la libertad civil o libertad individual o con libre albedrío, que es aquella que permite obrar según el propio gusto y decisión, dentro de los límites de la ley y sin dañar a otros; la libertad política es el poder de disfrutar de derechos individuales cívicos, consagrados en la constitución, como el derecho inalienable a votar para elegir a sus gobernantes con plenitud de soberanía, de libre asociación, de reunión, etc.; la libertad económica, que permite el libre tránsito de los bienes y servicios, tanto en lo interno como entre naciones sin más restricciones que las que paute la ley, y sin intromisión del Estado, cuya base es la propiedad privada conceptuada por la posesión, la disponibilidad y el disfrute de los bienes; la libertad de conciencia, que es el poder real de conducirse con el suficiente juicio práctico que permita discernir entre el bien y el mal y apreciar moralmente sus actos y los de los demás; la libertad de pensamiento o de expresión, que significa poder expresar el propio pensamiento en forma hablada o escrita, y su aplicación principal es la libertad de prensa y en general la de los medios masivos como la radio y la televisión.

Los gobiernos autoritarios, de izquierda o de derecha, son incompatibles con la libertad. Por eso se persigue hasta el pensamiento más íntimo, se utiliza a la propia familia para, a través de recompensas, controlar con “espías endógenos” cualquier disidencia con el régimen.

Los sindicatos, contraviniendo la esencia de su existencia, se convierten en instrumentos para la esclavitud. La justicia es una farsa, pues los tribunales son instrumentos de represión de estos regímenes. La “justicia social” es el elemento usado para, en su nombre, como justificación, conculcar todos los derechos civiles del ciudadano, que deja de serlo, pues al carecer de derechos civiles se convierte en prisionero político en una inmensa cárcel geográfica.

Ética

Las abstrusas disquisiciones sobre la ética han mantenido esta herramienta de la decencia en el limbo de las discusiones académicas, cuando se trata sencillamente del compromiso del individuo con la sociedad, que podemos enunciar con el simple dogma de convivialidad que sustenta el vigor moral de todas las religiones del mundo: No hagas a otros lo que te irrita que te hagan a ti.

La sociedad no le exige al individuo proezas sobrehumanas, quien logra destacar en esfuerzos superiores al común lo logra por exigencia personal. La sociedad solamente exige que los componentes que la integran tengan el sentido común de mantener una actitud y una conducta favorable al progreso moral y material.

Cuando el sujeto viola las disposiciones de salvaguarda de la integridad de la sociedad, ésta activa el mecanismo de compromiso de la sociedad con el individuo que conocemos con el nombre de justicia. La ética es un valor profusamente enunciado, lo que significa que sí es considerado de suprema importancia para la decencia, que es la actitud regida por los valores ascensionales de la sociedad, pero, lamentablemente, como sucede con todos los valores, son muy pocos los que la practican. Y así vemos a la sociedad clamando por justicia, sin percibir que lo que está exigiendo es venganza contra acciones de sus propios componentes individuales.

La conducta ética, al hacerse cotidiana, genera confianza y retribución, porque dentro del campo de la ética caen elementos como la honestidad, la rectitud, la honradez, la puntualidad, la sinceridad, la fidelidad o lealtad, es decir, la integridad. El sujeto ético es una persona íntegra, lo que nos lleva al campo de la estética, porque el fondo repuja la forma, y entonces, la forma de la persona ética es estética aunque no sea necesariamente hermosa. Con esto quiero decir que una conducta ética hasta aleja al cirujano plástico.

He creado un pequeño conjunto de preceptos básicos del comportamiento ético, inserto en el plano humano, que contempla: 1- Practicarás la generosidad. 2 – No serás indiferente ante el sufrimiento ajeno. 3 - No lesionarás para beneficiarte ni al planeta ni al hombre. 4 – Te importará el otro tanto como te importas tú. 5 – Serás justo aun pudiendo evitarlo. 6 – Aparatarás de ti la codicia. 7 – No ajustarás tu conciencia a tus realidades. 8 – Progresarás para servir de desarrollo a los que te siguen. 9 – Por humilde que sea tu obra debe generar respeto. 10 – No maltratarás a tus hijos.

Este último punto puede resultarles controversial al incluirlo en la lista de preceptos éticos, pero en la realidad el maltrato infantil es una de las causas más graves de comportamiento agresivo contra la sociedad, porque el niño maltratado suele transformarse en un adulto que solamente respeta lo que teme. La racionalidad social a la que nos remite la ética, nos exige amar a nuestros hijos de un modo tal que los conduzca a amar a los suyos.

Los hijos son la herencia que legamos a la sociedad y no es posible pretender una sociedad ética si la conforman individuos que actuarán impelidos por el desprecio hacia todo aquello que no signifique una amenaza real para su integridad física. Debemos recordar que la frase “mi hijo”, no significa propiedad sino responsabilidad. Un niño maltratado es un alarido de Dios en la conciencia.

Pluralismo

Como “pluralismo” se define la doctrina que sólo admite el mundo formado de individuos y conjunto de individuos. Pero el significado básico de la palabra es “multiplicidad”, lo que nos remite a aceptar que nuestra sociedad, y todas las sociedades del planeta, están integradas por múltiples tendencias y opiniones en su quehacer económico, político y social.

“Pluralismo” es lo contrario a pensamiento único, que es la razón de ser de los regímenes totalitarios que consideran que son dueños de la única verdad posible y que, como sus actuaciones están regidas por esa univocidad, aunque sean violatorias de los derechos humanos, no pueden ser susceptibles a críticas ni a juicios de valor. Por el contrario, la democracia propende a la coexistencia pacífica de todas las tendencias políticas, aun de aquellas que en un momento dado, por sus características autocráticas, puedan, de tomar el poder, destruirla. Por eso, precisamente se llama democracia, más allá de su definición elemental de gobierno del pueblo, porque es el gobierno que respeta la multiplicidad, es decir, el pluralismo, y constituye el único sistema en el que las minorías no ven aplastados sus derechos.

Tolerancia

Según el DRAE, “tolerancia” es respeto a la libertad de los demás, a sus formas de pensar y de actuar o a sus opiniones políticas o religiosas. Pero, además, la tolerancia es lo opuesto a fanatismo y desecha la violencia como método de imposición de las ideas. Uso la palabra en este trabajo por ser ampliamente conocida, aunque yo prefiero un término más preciso, como “aceptación”, pero podemos hacerlos sinónimos si definimos “tolerar” como espíritu de justicia, aceptación del otro y respeto a la dignidad de la persona humana.

Pero para aprender a ser tolerantes debemos analizar lo que significa la palabra “otro”. ¿Qué es el otro? ¿A qué me refiero cuando digo “el otro”? Pues, al que no soy yo. El otro es el no-yo. Por lo tanto, ese no-yo piensa y actúa de manera distinta a mí, es culturalmente diferente, aunque su condición socio-económica lo instale en mis predios o a mí en los suyos, y tiene preferencias distintas a las mías. Simplificando, la tolerancia es el ejercicio de la “otredad”, entender que es por el otro que me es posible existir. Porque así como hay personas diferentes a mí, yo también soy distinto para otras. Y que, exactamente, sin apelación, “con la vara que mides serás medido”.

Rafael Marrón González
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8 de noviembre de 2009

Mensaje a la pobreza

El joven político guayanés Wilson Castro me sorprende con una premisa impecable que resume mi predica liberal – definida en su contexto como amor a la libertad - y la coloca en el preciso lugar de su implementación consciente: “Los pobres no pueden darse el lujo de ser socialistas, eso es para ricos, los pobres – si quieren derrotar la pobreza - tienen que ser obligatoriamente liberales”. Y es así. Es muy machete ser socialista desde la dialéctica de ricos, mantenidos y de seudo intelectuales sensibleros.

Es fácil ser socialista desde la cima de Miguel Otero Silva, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez o Saramago, o desde el usufructo lujurioso del poder de Hugo Chávez y Fidel Castro, o desde el ensimismamiento de la intelectualidad europea, que predica su Sermón de la montaña mirándose el ombligo en un café de la Torre Eiffel repleto de turistas de los países capitalistas, que dejan millones en las arcas del Estado hecho poderoso por la productividad liberal de su gente.

Pero que duro es serlo para un humilde obrero de salario ideologizado y servicios públicos destartalados, que sufre un deshilachado barrio sin agua y sin luz azotado por el hampa. Éste no tiene otra opción que ser liberal, es decir, convertirse en una herramienta individual de desarrollo o perecer - tragado por sus circunstancias - en el tremedal del pensamiento único, haciendo cola frente a una bodega del gobierno con los anaqueles vacíos.

Y precisamente por eso, el hombre es él – solo, sujeto, individuo - y sus decisiones. Hay que hablarle con esa claridad al pueblo - pues mientras la pobreza produzca poder, será - para combatir la dicotomía de los más humilde, pues mientras luchan denodadamente por “su modo de tener algo” y construir un espacio mejor y más justo para sus hijos, se dejan seducir por el discurso antagónico a su realidad, porque les promete la imposible justicia social – eufemismo con el que el socialismo de vitrina sustituye la promesa comunista de la repartición proporcional de la riqueza, dando a cada cual según sus necesidades- cuando cada quien debe recibir el producto de su esfuerzo personal de acuerdo a sus capacidades.

Precisamente la perversión del socialismo – que lleva cien millones de muertos históricos en su camino de un siglo hacia el paraíso comunista de vivir sin trabajar para lo que solamente hay que morir políticamente y borreguizarse – se sintetiza en su discurso demagógico conjugado en futuro que seduce por la oferta engañosa de la igualdad sin más mérito que el haber nacido ni más esfuerzo que el del pertenecer al partido. Y es que no hay nada más seductor que la promesa de gloria asignada al porvenir. Lo que no dicen es que quien quiera futuro tiene que invertir su presente y que no es posible ningún progreso si el pueblo no produce y éste solamente es productivo a cambio de una recompensa. Y a eso se llama liberalismo económico. Que llevó al éxito a China, Brasil y Chile. Aunque sus hipócritas jefes de Estado se apoden “socialistas”.

La ignorancia produce pobres

Por esa verdad inapelable y ante la inmensa publicidad del multimillonario gobierno de Chávez, que posee mercenarios infiltrados en los sindicatos y en todas las instancias de la vida civil y militar para difundir el engaño que le redituará una sociedad de eunucos mentales al servicio de su Estado de esclavitud - sumisa por la supervivencia - es necesario combatir la ignorancia, porque ésta, además de producir tiranías, es fuente inagotable de pobreza.

La ignorancia – uno de los jinetes del moderno Apocalipsis – va siempre acompañada del miedo, la superstición y el fanatismo, elementos paralizantes que impiden al individuo – varón o varona – realizarse a plenitud a través del desarrollo de sus potencialidades naturales. Así que la pobreza no es causada por la injusticia sino por la ignorancia que impide entre otras muchas cosas, luchar denodadamente por los derechos, al grado de que muchas personas se ajustan a la precariedad en lugar de reclamar la responsabilidad del estado en el cumplimiento de sus deberes.

La ignorancia tiene la facultad de cobijar a sus propios depredadores porque actúa por las emociones, incapaz de leer el orden interno de su realidad que le permitiría comparar el discurso manipulador del poder con la manera como vive, para lograr extraer la verdad que lo hará libre. Vencer la ignorancia no es enseñar a leer y a escribir, eso es alfabetizar y hay el ignorante alfabetizado y hasta doctorado que juega garrote, sino enseñar a convertir en sabiduría lo aprendido, a desarrollar el pensamiento crítico y a juzgar por la realidad y no por las ilusiones y promesas. Si una cosa ladra y mueve el rabo, es perro, aunque el ilusionista desde el poder diga que es un piano.

¿Qué es ser pobre?

La pobreza tiene distintos indicadores científicos que miden la situación del individuo de acuerdo a sus ingresos o a su capacidad de ahorro o si vive en barro o urbanización. De esto se desprende que es pobre quien no tiene. Sin embargo considero que la pobreza debe medirse por la capacidad o incapacidad del sujeto para vencer sus limitaciones naturales o culturales, y desde esta percepción hay pobres fijos y pobres en tránsito, y los pobres fijos se dividen en pobres porque no pueden tener y pobres porque no quieren tener.

Los pobres porque no pueden, son aquellos que – como decía la madre Teresa de Calcuta – no pueden aprender a pescar y hay que darles el pescado. Los pobres porque no quieren son los que esconden en la pobreza su incapacidad para vencer sus debilidades humanas. Cuántos de estos hay que prefieren dedicarse al cultivo sistemático de la miseria, convirtiendo sus ingresos económicos – por cuantiosos que estos sean - en herramientas de destrucción personal y familiar. Para estos la pobreza es una excusa, una justificación de su actitud negativa, son lo que adosan las consecuencias de sus actos a Dios, a una idiotez que llaman “suerte” o al gobierno o a cualquier otra circunstancia que les sirva para evadir su responsabilidad.

Como ejemplo, tengo años recomendando a los trabajadores de la nómina diaria de las empresas de Guayana, que lleven su salario completo a la casa para atender como primerísima prioridad el progreso familiar, porque es incongruente que la ignorancia dilapide su estabilidad laboral y su salario – que es el pago en efectivo por un tiempo de su vida que no volverá – para producir miseria y delincuencia. No es concebible que estos trabajadores gasten un elevado porcentaje de su salario, en un millón de cajas de cerveza todos los meses. Tal fortuna al año nos da una justa dimensión de la mentira que esconde la pobreza producida por la incultura que extrema los vicios y es excesiva en sus artificios sociales. Y si algo es injusto sería que los pobres porque no pueden y los pobres en tránsito tengan que sufragar la manutención de esta cáfila de vagos, viciosos y sinvergüenzas.

Entre los dos extremos, la superación

Por eso es tan importante la afirmación de Wilson Castro: “Los pobres no pueden darse el lujo de ser socialistas”, puesto que, entre los pobres porque no pueden y los pobres porque no quieren, están los pobres en tránsito, dispuestos a superarse mediante el trabajo, el estudio y la responsabilidad.

El único capital con que cuentan es su voluntad – que es el carburante que impulsa la inteligencia y las potencialidades – y ésta solamente encontrará oportunidad de erguirse frente a la adversidad circunstancial del nacimiento, con las opciones que brinda la libertad. Pero si se dejan seducir por el facilismo del discurso pobrecitista – la hipnótica serenata socialista, una paradoja que pregona contra la pobreza sobre los hombros de la pobreza – pivotada en el resentimiento social – que no es más que envidia purulenta - se convertirán en parásitos para la servidumbre del poder omnímodo que a cambio de un promesa de almuerzos gratuitos, les castra sus posibilidades.

Frustrados cascarones de lo posible. Para la lástima. Es la libertad el escenario donde será fructífero su esfuerzo para el logro. Porque la libertad es el espacio impune para el pensamiento ascensional. Hay que ver la cantidad de personas que sin grandes salarios y viviendo en zonas humildes, desarrollan una existencia digna, edificando una oportunidad para que sus hijos tengan un escalón más elevado para su lanzamiento a la vida. Para ellos la pobreza es un acicate, cuya expresión es su forma modesta de vivir… pero vislumbrando siempre el horizonte con un sueño en las pupilas. Sólo quien sueña es capaz de construir.
Rafael Marrón González
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1 de noviembre de 2009

Inepto de revolucionario viene

El espíritu heroico de las grandes revoluciones - como la que creó la república en Inglaterra, libertó y unificó a los Estados Unidos – única revolución exitosa de la historia - dio al traste con la monarquía en Francia – para instaurar otro imperio pero más ridículo - y separó América de Europa – destruyendo, sin proyectos sustitutivos, 300 años de experiencia administrativa - ha sido usurpado por cuanto disparate criminal como Lenin, Fidel o Marulanda o Mugabe quiera hacerse con el poder por el terror en cualquier lugar incivilizado del mundo.

Lo cierto es que la palabra “revolucionario” – capitalizada por las izquierdas, así en plural - degradó a piltrafa prehistórica, retrógrada y sanguinaria sin honor y sin causa. Un “revolucionario” es cualquier idiota con la genética maltrecha que traduzca a violencia su resentimiento social, su flojera congénita o su débil honestidad bajo la consigna “ser rico es malo” mientras usurpa con su mediocridad los espacios del mérito y se enriquece con el discurso de la mentira y que a falta de talento y ante su probada ineficacia, necesita paradigmas publicitarios para convencer, así sea con la imagen de nulidades importadas como el sanguinario Che Guevara a quien Fidel designó ministro de economía y arrasó con la productividad nacional, por lo que lo mandó a revolucionar a Bolivia donde le aquietaron la loquera.

Que entre revoluciones te veas

La tragedia de Venezuela es que, luego de su única revolución con una propuesta digna y mientras el mundo enfilaba hacia el futuro, ha sufrido la sangría impenitente de 22 revoluciones intrascendentes:

“revolución de la cosiata”, “revolución de las reformas”, “revolución popular”, “revolución de marzo”, “revolución federal” – la más idiota de todas, pues luego de 4 años de matazón terminó en un feroz centralismo - “revolución la genuina”, “revolución azul o reconquistadora” – que produjo “el más débil de todos los gobiernos” - “revolución liberal o de abril de 1870” – cuyo término se produjo cuando “las gallinas empezaron a cantar como gallos” - “revolución de Coro”, “revolución liberal restauradora” – que se la cogió Gómez convirtiendo a Venezuela en su hacienda personal - “revolución libertadora” – que sucumbió en Ciudad Bolívar derribando media ciudad - “revolución de la nueva democracia”, “revolución de octubre” - que parió a Pérez Jiménez y su “revolución" del nuevo ideal nacional” - “revolución del 23 de enero” – que instauró la democracia para luego corromperse con su clientelismo político y engendrar a Hugo Chávez - “revolución" de Castro León”, “revolución" de Ely Mendoza”, “revolución" del barcelonazo”, "revolución" del carupanazo”, “revolución" del porteñazo”, “revolución" de las guerrillas”, “revolución de los comandantes o del 4F ” – las últimas siete “alzamientos” porque fracasaron - cada cual más idiota, criminal y torpe, salvo la del 23 de Enero que condujo al país por algunos 25 años de desarrollo antes de ser devorada por la codicia - en realidad todas fueron golpes de Estado, pues el fin último fue la toma del poder de facto, y, para remate insólito, luego de ganar las elecciones de 1998, el gobierno surgido de la urnas por mandato constitucional, se declaró "revolucionario" sacando de la boinacolorá una tal “revolución bolivariana” - la N º 23 – para justificar su ineficacia y corrupción, es decir, para ingresar al exclusivo club de la idiotez con la revolución cubana como paradigma - lo que ya es suficiente definición para ahorrar espacio - pues el parasitismo social – mendicidad institucional que en el chinchorro espera “la repartición proporcional de la riqueza” creada por otros - la ignorancia – ahora borlada en universidades ad hoc - y la ranchificación del país – que ya comienza a presentar aspecto habanero con desperdicios por doquier, ranchos de deshechos, malos olores, “alumbrones” y sequía aliviada con totuma - constituyen su promesa de futuro, pero con los revolucionarios divididos en opulentos y zarrapastrosos. Como siempre.

La patria es la gente

Tenemos el deber de entender que las revoluciones de ahora – por su característica marxista implícita en el término, porque no existen revoluciones liberales - son procesos involutivos – una vuelta al carro de mulas que nunca tuvimos en Venezuela - que pretenden destruir lo construido para edificar sobre sus ruinas el desvarío que sustenta el proyecto de vida de un autócrata faramallero pivotado en un Estado de servidumbre. Por lo tanto, no es lógico pensar que estén interesadas en el progreso intelectual del pueblo, pues el conocimiento es libertario.

Para el revolucionario que infecta América Latina, la patria está simbolizada en la entidad totalitaria a la cual el pueblo debe incondicionalidad y culto, por lo que ese pueblo debe ser profundamente supersticioso, dependiente y sumiso, es decir, sobrevivir en la chapoteante indignidad que la ignorancia procura – ese es el “hombre nuevo” que incubaba el Che: Un andrajo moral con las manos como cuencos.


Por el contrario, la patria es la gente para los evolucionarios y por ello se busca el desarrollo cognitivo del pueblo a través del individuo, incentivando el pensamiento crítico para lo que es indispensable la libertad que, a través del desarrollo del individuo, induce el progreso general, porque el progreso sólo puede ser colectivo.

Y así, mientras las revoluciones muestran al mundo, luego de decenios de opresión, el rostro de la miseria que el parasitismo social depone, los países evolucionarios en tiempo paralelo han logrado mostrarnos el esplendor del futuro por la inteligente laboriosidad de su presente. La comparación es fulminante para las revoluciones decadentes, que boquean moribundas entre ademanes grandilocuentes.

La revolución que necesita Venezuela

Un país como Venezuela, envidia de muchos por sus recursos naturales – que no son una maldición sino que han sido inutilizantes – no necesita revoluciones sino sensatez, conocimientos y responsabilidad: Si cada ciudadano se hace cargo de sus responsabilidades - consigo, con los suyos con la sociedad - y de las consecuencias de sus actos, estaríamos frente a la más portentosa revolución de la historia de la humanidad.

Y eso significa que Venezuela lo único que requiere es que su población en mayoría de edad asuma su condición adulta, pues lamentablemente todos los gobiernos que el país ha tendido han sido absurdamente paternalistas, al grado de generar una perturbación moral – exacerbada en el proceso “bolivariano” – que paulatinamente fue edificando una actitud aduldolescente colectiva - irresponsable, impuntual, indiferente y dependiente – que ha minado las bases productivas de la sociedad.

Un país con una población mayoritariamente ciudadana – porque taras hay en todas partes – y una institucionalidad fortalecida cuya legalidad someta a su imperio inexorable tanto a gobernados como a gobernantes – los líderes en una sociedad moderna no sustituyen a las instituciones - y una economía diversificada – de libre mercado - basada en el trabajo creador de su pueblo del que dependiera el Estado, sería la fórmula evolucionaria que despojaría para siempre a nuestra patria del hórrido maleficio revolucionario cuya traducción moderna es ineptitud.

Si lo dudan, hagan un inventario de los servicios públicos en Venezuela después de casi once años y un millón de millones de dólares malbaratados por esta pútrida revolución pelética, peluda y peletancuda.

Nota:

Así como revolucionario proviene de revolución, evolucionario deriva de evolución. Y es el sustantivo ascensional que emite un sentido positivo frente al embate destructor del decadente “revolucionario”, imposible en la era científica y tecnológica que vivimos.
Rafael Marrón González
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