Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

30 de marzo de 2015

IGUALDAD - IGUALITARISMO



El igualitarista “tuteo” del venezolano llano pertenece a nuestro acervo revolucionario más antiguo, y único en Latinoamérica, que aunque era ampliamente usado por las mujeres negras con sus amos en la colonia, se generalizó con el triunfo de la Federación que, además de la ruina nacional, como todas nuestras revoluciones,  nos dejó una fecha en la cinta de nuestro escudo nacional y un federalismo constitucional ficticio, una de nuestras grandes contradicciones - Guzmán Blanco, uno de los más conspicuos generales de la Guerra Federal, fue un maniático centralista, como el extinto. 

Ningún otro pueblo de América, salvo los Estados Unidos con su acomodaticio “you” de interpretación libre para quien lo recibe, ha eliminado de su lenguaje común el respetuoso “usted” que ofrenda dignidad, como el venezolano. Tratar de “usted” - “ustear” – pareciera ser  una manifestación de inferioridad que el pueblo no  está dispuesto a otorgar. Así que  fue la Federación la que lo impuso, como el primer acto revolucionario contra la oligarquía conservadora - ignoro si Boves, el primer demagogo de América, permitió a sus negros y mestizos que lo tutearan.

La admisión social de ese tuteo fue la concepción de igualdad que el pueblo asimiló en igualitarismo. “Todos somos iguales” se transformó en no hay respeto ni reconocimiento al mérito. Y a cambio de creerse igual porque tuteaba, el pueblo volvió a guardar cien años de silencio hasta que la democracia le recordó que estaba vivo el 23 de Enero de 1958 y el socialcomunismo chavista lo lanzó contra el progreso nacional para usarlo como “instrumento ciego de su propia destrucción”, a partir de 1999 hasta la fecha, período en que la igualdad se manifiesta ante el fantasma de la incertidumbre en las colas de la escasez y de la morgue.

Igualitarismo político

Mientras la igualdad es el principio jurídico que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para el disfrute de los mismos derechos, y la obtención de todos los cargos según sus capacidades, el igualitarismo ha derivado en una tendencia política que propugna la desaparición de las diferencias sociales derivadas del ejercicio de la libertad, para lo que es imperativo eliminar la libertad.

Mientras la igualdad refiere al libre albedrío, y es la voluntad del individuo la que impulsa su desarrollo a través de la explotación racional de sus capacidades naturales, el igualitarismo solo es posible mediante la castración de esa facultad natural y su imposición violenta por un ente externo al hombre llamado Estado totalitario. Como lo evidenciaron setenta años de experiencia totalitaria en el más poderoso de los Estados igualitarios que han existido, que es la artificial Unión Soviética, no es posible nivelar la igualdad a la fuerza sino por debajo, es decir manteniendo sometido por el terror al individuo meritorio a la misma precariedad económica y social del incapacitado.

El producto del mérito es usufructuado por el Estado, que roba al individuo meritorio su producción para supuestamente repartirla entre todos, según sus necesidades. Pero lo que ocurre es que el mérito declina su capacidad productiva, o se fuga a naciones libres, generando el desplome del sistema. El caso de Cuba es emblemático, los cubanos empresarios que debieron dejar a Fidel sus propiedades a cambio de su libertad, volvieron rápidamente a ser prósperos empresarios millonarios en Miami, y Cuba entera es un foso de miseria después de 55 años de mendicidad internacional, de la que saldrá - ahora sí triunfará la revolución - gracias al gesto histórico de Obama de restablecer relaciones plenas, lo que llenarás las calles de la Habana de gringos ebrios con los bolsillos repletos de dólares, cual Puerto Rico. 

La igualdad ante le ley, que es la única posible, genera nivelación social a través de la acción intelectual, política, económica, científica o artística, pero el igualitarismo por decreto crea una perversión política que privilegia la incondicionalidad al partido y la deslealtad familiar y social, generando una élite despiadada que asume dictatorialmente el destino de la sociedad, disfrutando su nomenclatura de todos los privilegios que niega a la población sometida a la esclavitud por la supervivencia.         

La igualdad según la visión liberal

No se refiere, en las sociedades democráticas abiertas, la igualdad de oportunidades a la distribución de las distintas posiciones en la sociedad, como aseguran los socialcomunistas, sino en hacerlas accesibles a todos los ciudadanos por igual, desde un mismo punto de partida y desde el cual se pueda alcanzar el objetivo en función de la propia competitividad.

Para que exista igualdad de oportunidades, los individuos deben tener satisfechas las necesidades elementales. Es por eso que una sociedad democrática debe satisfacerlas para nivelar las oportunidades. Desde este punto de vista la libertad, el libre albedrío, genera desigualdad, porque solo los dotados de voluntad para aprovechar sus talentos naturales podrán acceder al progreso por su desarrollo.

Recordemos que la voluntad es la cualidad del cerebro humano que le permite poner en movimiento el mecanismo de la razón. El talento sin voluntad es un desperdicio. Es la voluntad la que hace la diferencia del hombre frente a sus circunstancias, porque la voluntad obliga al hombre a tomar decisiones, a elegir, a terminar lo que comienza y a crecer. Y eso, tan naturalmente justo, le parece injusto al comunismo, y por lo tanto para que no tengan envidia quienes no se esfuerzan, les niegan la posibilidad de obtener y disfrutar el fruto de su esfuerzo a los que si lo hacen, por eso, para ellos, la igualdad está por encima de la libertad. De allí que la lucha de clases tan citada por Marx derivó en una vulgar envidia de los que se quedan anclados en el barrio contra los que surgieron del mismo barrio y generaron movilidad social  a través del estudio, el trabajo y la responsabilidad, por este imperativo de la realidad el propio individuo debe reconocer que es un factor de progreso si se desarrolla, porque los hombres libres no piden igualdad, se la procuran.


Rafael Marrón González
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FRENTES SIN FRENTE



Circuló una vez una historieta sobre las peripecias de un negrito llamado Memín, quien se llevaba unas golpizas que lo dejaban inconsciente y, al despertar, invariablemente se preguntaba: ¿On toy? Cada vez que Nicolás Maduro sale en cadena nacional, por alguna extraña asociación recuerdo al simpático Memín de la historieta. ¿On toy? parece ser la pregunta filosófica que angustia la existencia del primer magistrado de la nación, y que, paradójicamente, le impide percibir las posibilidades de enrumbar al país hacia una salida cierta del desastre estructural en el que lo sumió el odio visceral del extinto hacia su nación, y su maniática terquedad que, como evidencia de su absoluta carencia de la más elemental inteligencia, lo condujo a la muerte, a pesar de los llamados de atención de amigos como Lula da Silva, que le decían “te vas a morir por terco”, pues era el único habitante del planeta que creía, con la fe hermética de los ingenuos semicultos, que en Cuba se practicaba la medicina y que existían “médicos” cubanos, como si fuera posible producir conocimientos con esclavitud.

Esa estolidez le quitó la vida, a pesar de sus tardíos pedidos lastimeros a un Cristo  indiferente con la ignorancia, dejando la hecatombe económica que sus desatinos hormonales habían desencadenado, en manos de su elegido sentimental para sucederlo – “…yo se los pido de corazón” - que como el negrito del cuento, no da pie con bola y para justificar su inmenso fracaso - que en honor a la verdad no es suyo, pero como sarna con gusto no mortifica que pague sus consecuencias -  sigue la lucha virtual contra el imperio – que le dio lo suyo con el bitumen de esquisto -  incorporando nuevos frentes como la guerra económica – que perdió de calle - el paramilitarismo colombiano – que fue embuste que matara a Serra -  el contrabando – que sigue fino - y, ahora, el bloqueo financiero  internacional que impide que su gobierno soberano consiga dólares prestados “que necesitamos para superar la merma del ingreso petrolero que tenemos” – si no lo confiesa no nos enteramos – cuando la verdad es que ha subido el riesgo país por las posibles demandas contra los activos venezolanos en USA por parte de los tenedores de bonos que temen un default, mientras Ecuador, un país que pasó de $1.500 per cápita en 1999 a $4.500, en los mismos 15 años de ruina venezolana, le recluta los profesores universitarios ofreciéndoles 5 mil dólares mensuales de salario, cuando en su patria ganan 800, exponenciando la merma del talento nacional que escapa de la miseria socialista, perdonen la redundancia, impuesta por la envidia vengativa  de los Castro a un país petrolero que obtuvo ingresos de más de un millón de millones de dólares, fortuna dilapidada de la forma más criminal con la finalidad de producir la dependencia económica que deriva poder político, pero para sostener ese plan perverso hace falta inteligencia y un pueblo sumiso y cobarde hasta el cubanismo, y en ausencia de ambas potestades  solo queda militarización y represión con su respectiva violación a los derechos humanos – en esta materia no existe “soberanía”, ya el senado gringo aprobó sanciones contra violadores de los derechos humanos en Venezuela congelándoles cuentas ¿millonarias? - y el vacío.

Y, en ese vacío se difumina la gobernabilidad, y entonces hacen de las suyas: el hampa – Venezuela es el segundo país en homicidios en América Latina - la inflación astronómica - ¿si un cartón de huevos costaba 80 Bsf en enero y hoy vale 370 Bsf, qué 65% de inflación es ese? - y la escases – no hay ni ¡medicinas!,  ni insumos para el aseo personal – revolucionario que se respete no usa papel higiénico - convirtiendo su gobierno en un remedo inservible que ha prostituido la institucionalidad, en el vórtice de la más escandalosas corrupción desde Diego de Losada para acá – nuestro país ocupa el  puesto 161 entre 175 países, resultando ser la nación latinoamericana más corrupta, informe internacional calificado “ofensa al pueblo” por la contralora interina, como si el pueblo tuviera alguna ración de los privilegios que ahítan a corruptos y familiares - mientras el dólar paralelo galopa, como el caballo del escudo, rumbo a los 200 bolos, y el pueblo misionero, que amanece en colas absurdas frente a anaqueles pelados, comienza a rugir anunciando tempestad,  por la terquedad de un régimen carcomido por una ideología que ha sido históricamente devastadora para los pueblos que han tenido la desgracia de sufrirla.

Y mientras esta realidad lanza al terco por ignorante gobiernillo de Maduro por el precipicio del desprecio general – 72% de rechazo no es concha de ajo – con el hándicap de un barril cuesta abajo en la rodada que puede encallar en menos de $40 – “hay una inundación por parte del “petróleo contaminante” de Estados Unidos” – el presidente por accidente sigue impertérrito invocando al difunto y hablando con pajaritos, sin percibir el drama singular que lo acecha al voltear la esquina. Amor con hambre no dura, machete.  

Hay que tener frente, para enfrentar frentes

He sostenido a través de este viaje por la codicia, la maldad y la estupidez que caracterizan para la historia a esta revolución, que con aguacates no es posible producir batidos de fresas. Pero la idiotez jura que si Fulano no fue designado ministro en la democracia, fue por maluqueza, obviando las carencias intelectuales del sujeto de marras, de allí el desastre de estos elefantes en cristalería, como los que demolieron las empresas de Guayana o echaron agua de mar a las plantas termoeléctricas de Planta Centro o acabaron a patadas con la industria nacional y pretenden que el empresariado sobreviviente a duras penas, les cubra el 70% del presupuesto nacional.

Y ahora la cogieron con el IVIC, porque, alega muy serio un límbico, “produce conocimiento capitalista”, vaya pa´la auyama, no hay quien los haga entender que no existe ciencia, tecnología, conocimiento o economía capitalista o socialista. ¿De dónde salió esta gente? Con ellos el bruto tiene ahora unidad de medida. Sale pa´llá.

Rafael Marrón González


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¿VALE LA PENA SER HONESTO?



La UCLA realizó recientemente un foro en Barquisimeto cuyo título era ¿Vale la pena ser honesto?, ignoro las conclusiones del evento, espero que hayan sido afirmativas, sin embargo una comunidad universitaria que se plantee ese falso dilema – el solo planteamiento es ya, de suyo, inmoral -  es indicativo de la grave lesión actitudinal que afecta al pueblo venezolano, pues la honestidad es, por nativismo, un valor intrínseco absoluto del hombre cerebrizado, que ha mutado su naturaleza humana en condición humana por la verdad y la justicia, es decir decantada por la moral y la ética,  por lo tanto no puede ser cuestionada, ni su praxis sujeto de foros o encuestas o decisiones de mayorías, pues la honestidad es la actitud mediante la cual establecemos la relación con los demás, y exige coherencia entre pensamiento y acción, y su antónimo, no es “deshonestidad” como comúnmente se establece, dejando su definición en un limbo asociado al incumplimiento de obligaciones, en confusión con honradez, a la que está asociada pero con una cobertura más amplia, sino traición, y su consecuencia es la desconfianza que rigidiza las relaciones humanas, pagando en la realidad más los justos que los pecadores, pues las normas tácitas impuestas por la sociedad para impedir la traición a la confianza, opacan las acciones honestas que deberían enmarcar esas relaciones ideales, entonces, por mandato de la cotidianidad de la traición, se ha generado un espécimen del cual se encuentran muy orgullosos ciertos venezolanos: el vivo.
Este tarambana moral, es un degenerado abusador, que vive al borde del delito, que, desgraciadamente, infecta un porcentaje demasiado elevado de la población venezolana. Y lo triste es que la sociedad en la cual se mueve “el vivo” – vivos, en realidad, son los honestos -  lo considera una especie de sobreviviente habilidoso al que hay que imitar en lugar de someterlo al desprecio general, lo que la ha transformado en protectorado de delincuentes, de allí su profusión. 
Hay que ser honesto y punto  
Esta pérdida de la moral pública ha generado, en verdad y por desesperanza, cierto cuestionamiento de la honestidad, pero que no debemos jamás llevar al plano de legitimación, sobre todo por los resultados económicos pues un trabajador que vive de su salario está en desventaja financiera con el traidor que roba a su patrón o al estado, al que llamamos eufemísticamente corrupto, cuando es un maldito traidor porque banaliza el trabajo honesto, que aunado al estudio y a la responsabilidad  debería ser la única fuente de progreso con reconocimiento social.
Y la laxitud moral en la que ha caído nuestra sociedad, ha generado un estado obsceno de impunidad en la cual estos traidores disfrutan, junto a sus familias, degradadas por su conducta delictiva,  de los beneficios de su traición, y hasta muestran su opulencia con arrogancia prepotente, aparentando una falsa superioridad ante la humilde posición de la verdad derivada de la honestidad - lo que la sociedad no sanciona, la ley obvia -  por eso es tan difícil para un humilde trabajador de un barrio mantener a sus hijos alejados de la delincuencia, pues esta genera ingresos tan vastamente superiores a los del trabajo, mostrados a través de símbolos externos de su poder adquisitivo, que la tentación es, muchas veces, irresistible.
Sin embargo, el trabajo honesto sigue concitando seguidores, manteniéndose así como valor comparativo que hace resaltar lo mal habido  y timbre de orgullo familiar que reditúa uno de los máximos galardones de la vida, que el traidor sacrifica por la efímera ostentación de bienes materiales: la dignidad. Un traidor a la honestidad deja siempre una herencia de murmullos que persigue hasta el último miembro de su descendencia: De ser un rico heredero/ alardeaba un jovenzuelo/ por el mal habido dinero/ que le heredó su abuelo. 
Honestidad: locus de control interno
Para colmo, en las últimas décadas ha surgido una élite económica de locus de control externo, generada por la asociación para delinquir con el poder,  cuya actitud social, demostrativa de  una absoluta ignorancia, está signada por el irrespeto a las convenciones sociales tácitas, es el producto refinado del “pónganme donde haiga” que convirtió la búsqueda del poder en una lamentable posibilidad de lucro personal y produjo, por la desfachatez impune, un perverso ejemplo de superación artificial por el dinero fácil, de procedencia ajena al trabajo, que ha causado un terrible daño a la venezolanidad entendida como compromiso con el gentilicio, y, por extensión, apoya así la pérdida por emulación de la honestidad colectiva – “si el de arriba roba, por qué no yo” - pues la percepción del individuo coloca el origen de su bienestar en esferas externas a su voluntad, a sus habilidades y al esfuerzo personal. Por supuesto que este dinero fácil, salvo que sea producto del azar, tiene como requisito indispensable la traición consciente a la honestidad. Es decir la traición a la condición humana.   
En conclusión          
Recordando que el hombre no es animal – Aristóteles se peló - sencillamente porque hace historia, ese detalle debe llevarnos a la reflexión, pues aunque la honestidad nos guie hacia una forma modesta de vivir, que algunos confunden con pobreza - la pobreza es una forma desidiosa de sobrevivir -  bien porque carezcamos de las habilidades correspondientes a la producción de riquezas – no todos tenemos, dentro de la honestidad,  ese talento y menos como salariados - o porque, sencillamente nos dedicamos a actividades no lucrativas, vale la pena la honestidad.
Vale la pena no traicionar nuestros ideales ni nuestro patrimonio moral, herencia de nuestros hijos, y menos nuestro efímero paso por la etapa de esa historia que confunde felicidad con riqueza. Y cuando la ostentación del traidor rete nuestra resistencia y estemos a punto de sucumbir a la tentación, recordemos a Salvador Díaz Mirón: “…hay aves que cruzan el pantano/ y no se manchan/ mi plumaje es de esos…”.

Rafael Marrón González
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¡AL CORRRUPTO! ¿AL CORRUPTO? JAJAJA



Ante la súbita depresión que el ciudadano presidente de la república  alega sufrir al descubrir que “hay chavistas corruptos”, que lo llevó hasta a crear una policía única para perseguirlos - ¿sería que se enteró esa mañana de que Venezuela está considerado el país más corrupto de América Latina? - es interesante recordar similar reacción sufrida por el insepulto de la montaña, en una visita al estado Barinas el 10 de diciembre de 2009, cuando expresó, lleno de santa indignación: “los traidores tienen muchas formas de camuflarse de distintas maneras” por lo que pidió “desenmascararlos en cualquier lugar y espacio”.
No se atrevió, en ese momento, como tampoco en una alocución similar del 2003,  instalar la línea telefónica 800-corrupto para recibir las denuncias que desde mucho tiempo atrás había colocado el comandante Urdaneta Hernández en sus propias manos. Lo cierto es que el asunto este de la corrupción y sus derivados cuánto hay pa´eso y lo mío me lo dejan en la olla de pudreval, que es un problema celular del chavismo, ya es una rumba flamenca sobre el polvero de lo que fue Venezuela hace apenas quince años, cuando a los roba gallinas adecos y copeyanos ni se les llegó a ocurrir, después de 40 años en el poder,  eso de adquirir – o “adquerir” como intentó imponer el difunto – maquinas de contar billetes como la que se encontró en la caja fuerte del malogrado fiscal plenipotenciario don Danilo, cuya voladura cubrió de silencio muchas interrogantes sobre ¿de dónde saca Fulano pa´tanto como destaca?  Lo que se ha sospechado siempre es que esta revolución que ha empobrecido a la clase media y depauperado al  pueblo esperanzado, ese que hace colas interminables para comprar barato y revender bien caro, que es su manera de acercarse un poco a la repartición de la riqueza, claro, que ni por asomo “proporcional”, ha enriquecido gente por demás, con voracidad propia del engendro de Tasmania, marabunta rojita, por donde pasa deja el hoyo y el tierrero, y  no se imagina usted lo rápido que he visto recorrer, a punta de billete mal habido, el trecho de bañarse a la pata de un tambor en el barrio come nunca, a la shower con mármol italiano en el elegante penjaus del rancio mantuanaje capitalino. 
La lista de malandros que han sido señalados por la opinión pública, los medios nacionales e internacionales – notitia criminis como la de Bertín Osborne en España que fue viral en la red - y el dedo de los despechados del proceso, porque ahora la olla está vacía y a ellos no les tocó turno al bate para darse lo suyo, es más larga que rollo de pabilo. Fidel también se inmiscuyó al mandar una lista al extinto repleta de apellidos de ilustres rojos rojitos, según publicación del periodista Nelson Bocaranda, y hasta el escándalo del fraude tipo “pirámide” del Stanford Bank de la isla de Antigua, aportó lo suyo para abrir una oportuna investigación, pues clientes venezolanos tenían 2.000 millones de dólares – de los 8.000 de la estafa – que habían salido de Venezuela violando el control cambiario - ¿quién tiene esa posibilidad si no está enchufado? En el informe se menciona a un sujeto de la familia real con 100 millones de dólares en depósito - pero no pasó absolutamente nada, como seguirá, salvo las deposiciones verbales del mandatario lanzando, ayer y hoy,  sus vacuas arengas “caiga quien caiga” y “hasta sus últimas consecuencias”, para que el pueblo empendejado crea que ahora sí se puso bravo el hombre y va a meter en chirona hasta al que aparece a su lado en la foto más serio que portero de burdel.
Pero todo será buche y pluma como lo del otro. Si en verdad existiera alguna intención de poner orden en este bochorno continental, bastaría con oficiar a los gobiernos de Estados Unidos y países europeos – en España juzgan a dos funcionarios de Navatia por haber pagado una comisión de 45 millones de euros a dos ex militares venezolanos fácilmente localizables - pidiéndoles su colaboración para identificar a los ciudadanos venezolanos propietarios de cuentas bancarias millonarias, mansiones y empresas para investigar el origen de esos fondos y castigar a los ladrones, recuperando a la vez los bienes de la nación – en paraísos fiscales como las islas Vírgenes, Cook y otros existen cuentas millonarias escondidas entre las que destacan las de clientes canadienses, estadounidenses y venezolanos.
Maduro podría comenzar investigando si es cierto lo de la fortuna del teniente Alejandro Andrade, calculada en 5.000 millones de dólares – cantidad que le está quitando prestada a China - cumpliendo así con su palabra dada al llegar al poder: “quien tenga cuentas bancarias en Estados Unidos se va del gobierno para una cárcel, si no la justifica”. Pero parece que el miedo a que aparezca un familiar o el tipo que sabe demasiado, engatilla las ganas, si es que existen.
Tiempo e información han tenido estos dos gobernantes para evitar tal desangramiento de las arcas de la república, que ha ocasionado más miseria por la escases de insumos en los hospitales y la carencia de mantenimiento a la infraestructura nacional, porque lo que se roban estos degenerados no sobra, hace mucha falta, y no puede creer nadie que el caso emblemático del ex gobernador de Aragua Rafael Isea, quizá uno de los más graves casos de corrupción de la historia patria,  que fue denunciado públicamente – a la denuncia me remito - por estafar a la nación venezolana con 7 u 8 mil millones de dólares, una cuarta parte de las reservas internacionales del país, con la venta de bonos basura,  no haya llegado a conocimiento de tan altos dignatarios y hayan permitido que este señor de la realeza se alojara en la maluqueza imperial de los Estados Unidos a echarse fresco entre frascos y demás yates.
Como tampoco se ha hecho nada por poner entre rejas a los empresarios de maletín, chavistas a muerte lenta, que sustrajeron de Cadivi 25 mil millones de dólares, cifra similar a la que costó toda la infraestructura de Ciudad Guayana. Seguramente, en esta nueva campaña contra la corrupción la emprenderán contra el pendejismo raspicuí – ya comenzaron contra los contrabandistas y revendedores de productos de Mercal. Si se recuperan los $100MM que por las huellas se  presume se han robado  estas langostas saldríamos del colapso económico sin el menor sufrimiento. Sale pa´llá.

Rafael Marrón González
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Revolución por decreto



Respetar las formas, aunque el poder permita no respetarlas, es un acuerdo tácito entre gobernantes y ciudadanos en una democracia. A ningún presidente electo en la era democrática venezolana, por mucha diferencia obtenida en las urnas, se le hubiera ocurrido decretarse “revolucionario” y manipular el estado de derecho para concentrar los poderes públicos en el jefe del Estado y subordinarlos a los intereses de su secta demagógica comprimida en un partido político aluvional, como hizo el extinto, con la complicidad de la entonces Corte Suprema de Justicia que permitió una Constituyente no contemplada en la Constitución vigente en el momento, bajo el pretexto de la “refundación de la república”, lo que es históricamente imposible puesto que la nación venezolana surge de un Congreso ciudadano, integrado por civiles, que sanciona el Acta de la Independencia, como fe de vida de la nación y por lo tanto, en puridad de derecho, su primera Constitución, antes de emprender la lucha armada.

Pero fue tanta la cobardía, ante la feroz acometida militarista y su turbamulta desclasada y ebria, a la que la irresponsabilidad dotó de impunidad, que la democracia venezolana se derrumbó, luego de 40 años de ejercicio, sin que sus otrora poderosos usufructuarios dispararan un tiro, a pesar de haber obtenido mayoría en el Congreso, lo que significaba que aún tenían gente para defenderla. Y en su plan de destrucción de la república democrática liberal, la inescrupulosidad, desde la más alta instancia del poder, le dijo al pueblo lo que podía hacer, cuando el pacto social tácito, y el sentido común, aconsejan que los líderes tienen la obligación ética de decir al pueblo lo que debe hacer, para impedir la disolución de la moral pública, como ha sucedido desde aquel lejano entonces hasta nuestra actualidad.

La razón de esta traición inconmensurable de los actores políticos y sociales a la democracia, la podemos encontrar en el aburguesamiento y la ignorancia que impidió analizar con lucidez lo que estaba por suceder en Venezuela, a pesar de que las señales de alarma eran muchas. Y permitieron demasiadas libertades a los liberticidas. Los dotaron de voz y cámara encendida y suspensión de la pena por su traición a la Constitución. Y siguieron con el error de interpretación guiando sus pasos.

Curtidos políticos de quince y último juraban que la situación era política, que el desaparecido era un “presidente más”, como lo creyeron también insignes notables, cuando estábamos frente al esbozo “como vaya viniendo, vamos viendo” de una inédita forma dictatorial, que consistía en usar los instrumentos de la democracia para crear un gobierno revolucionario por decreto, violando flagrantemente la Constitución, pivotado en la pobreza física y mental de un pueblo frustrado y resentido, y de muy escaza memoria histórica, que en 40 años pasó suicidamente de 7 a 23 millones de habitantes -Cuba en el mismo lapso creció de 6 a 10- colapsando los servicios públicos, con el agravante de una década de bajas del precios del petróleo, que finalizó en $ 10,57 para 1998.

Por eso, lo que muchos llaman “fracasos de la oposición”, fueron en realidad reacciones ingenuas, respetuosas de las formas democráticas, inútiles frente a un gobierno forajido que las desprecia y actúa según su revolucionaria voluntad. Y al que no temblaba, ni tiembla, el pulso para azuzar a sus hordas delictivas armadas y motorizadas contra las protestas cívicas, porque la mentalidad que priva es la de tierra arrasada que caracteriza el dogma militar.

Nadie en el país político estaba preparado para ni siquiera advertir la molienda democrática que se iniciaba, y fue la sociedad civil -¿con qué se come eso?- la que salió a defenderla con las uñas provocando la severa crisis del 2002 y su histórico 11A, que fracasó, precisamente, por falta de conducción política, y el gobierno fue repuesto sin dar la menor muestra de rectificación. Aunque el miedo vivido detuvo su avance arrollador inicial y lo obligó a cambiar sus tácticas hasta que, burla burlando, el finado logró su propósito fundacional, derrotado el 4F, al propinar un golpe de estado en frío al sistema democrático, el 13 de septiembre de 2008, cuando, desde Guri, estado Bolívar, materializo la Nueva Geometría del Poder, rechazada por el pueblo el 2D, y dividió al país en 5 súper regiones militares al mando cada una de un Mayor General -jerarquía superior a la de General de División- y subordinada al General en Jefe.

En ese acto activó militarmente su jerarquía constitucional como Comandante en Jefe de la FAN, subordinando el poder civil al poder militar. Situación que está en plena vigencia, por lo que Nicolás Maduro, actual presidente de la república es un militar activo en su calidad de Comandante en Jefe de las FAN, como lo es el presidente de la Asamblea Nacional y, quizá pronto, el del TSJ, y tiene toda la autoridad legal necesaria para, cuando lo desee, desviar a la jurisdicción castrense los fondos del situado constitucional de gobernaciones y alcaldías, dejando éstas como instancias secundarias obedientes al jefe regional militar, a través de la ficción de las comunas, por lo tanto, el gobierno es militar -y militarista- aunque su procedencia sea civil y electoral, sencillamente porque, señores adolescentes y aduldolescentes susceptibles a ser engatusados por el futurismo, el socialismo real -socialcomunismo o comunismo- es una dictadura militar.

Esta inédita forma de imponer una revolución, sin que la parte contraria haya tenido posibilidad de oponerse con las armas, como lo señala la historia, todavía no ha sido introyectada cabalmente por algunos actores políticos, y aquellos que sí lo han entendido se encuentran, por su respeto a las formas democráticas, oprimidos por la Constitución, pues, una de las habilidades de esta revolución por decreto, consiste en usar la constitucionalidad a conveniencia, para escudarse tras ella cada vez que las acciones opositoras la ponen en riesgo, y para eso cuenta con la alcahuetería internacional, con la inútil “Carta democrática” de cada cual, como la de Mercosur, que han legitimado sus desafueros con su silencio. Sale pa’llá.


Rafael Marrón González
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DE LA UTOPÍA AL PARASITISMO



Pareciera que no hay forma de convencer a los pueblos del mundo de transitar el camino político de acuerdo a la observación crítica de la realidad, y  las ilusiones siguen encandilando la razón. La utopía, que según la lógica debería significar realidad potencial, por contener el principio de un progreso real, se asume como promesa de felicidad instantánea, impresa a mandarriazos en los genes del “hombre nuevo”, que desboca los instintos básicos de las masas que salivan ante promesas imposibles que las conducen a la ruina física y moral, una y otra vez, porque, y es lo más triste, de nada sirve el archivo histórico de la  experiencia para evitar el daño previsible, pues en cada ocasión el nuevo mesías encarna la posibilidad de que ahora sí la fórmula recurrentemente fracasada, dará resultados positivos y tendremos la repartición proporcional de la riqueza, provista por el Niño Jesús, seguramente, que borrará la pobreza de la faz de la tierra sin que los sujetos afectados por ella tengan que hacer ni el menor esfuerzo para superarse y superarla.

Y esos flautistas concitan la histeria masiva de los pueblos del planeta, sin importar el fracaso que llevan consigo, como es el caso de Fidel Castro, un ilusionista de la necedad cuya esquizofrenia condenó a la miseria a millones de seres humanos en su país, pero que sigue siendo faro inmarcesible, padre eterno,  para los revolucionarios del mundo, adjetivo este que en la modernidad debería significar “retrógrado”, pues lo conducente es que tengamos líderes “evolucionarios”, neologismo este que posee la raíz adecuada para ser admitido por la RAE por su carga política como contrario a “revolucionario”, una violenta rémora del pasado que destruye para construir, mientras el evolucionario edifica con lo construido como base. Y de nada sirve mostrar la evidencia de pueblos saneados de la miseria sustantiva que afecta el cuerpo social del subdesarrollo, que carecen de obsequios celestiales, como las riquezas del subsuelo, simplemente por el esfuerzo sostenido de su gente que es emprendedora, productiva, capaz de innovar e inventar.

Porque las promesas imposibles de los manipuladores de las emociones básicas del pueblo menos informado, tienen un efecto tan cautivante que neutraliza los alertas de la razón y la imagen desoladora de la realidad. Pasa lo mismo con quienes caen en estafas tipo pirámide, a quienes nadie puede convencer de lo imposible de la rentabilidad descomunal que promete el estafador. Y la explicación es la ausencia absoluta de sentido común propia de la inmadurez  adolescente. De la aduldolescencia. 

Porque la pregunta elemental ante tal promesa debe ser ¿cómo? Hoy, por ejemplo, el pueblo español delira detrás de un flautista financiado por el flautismo venezolano - que despliega millonaria publicidad sobre los logros imponentes de su revolución en materias tan sensibles como salud, educación, vivienda, todo falso por supuesto - y nadie pregunta cómo va a lograr superar los graves problemas económicos derivados de la irresponsabilidad de la izquierda que gobernó España bajo la premisa de que la dolencia social era consecuencia de la maluqueza de la derecha y se dedicó, como el extinto en Venezuela, a “repartir riquezas” sin tomar la previsión de crearla primero, con las consecuencias previstas por cualquiera con dos dedos de  frente, y cuyo saneamiento llevará décadas de ajustes.

Pero el pueblo ensordece sus sentidos y es abducido por las consignas que le ofrecen parcelas en el cielo. Y es que la utopía, que solamente sirve para nutrir la imaginación y obligarnos a avanzar hacia posiciones más elevadas, ha solapado la contundencia de la realidad, lo que impide acceder a la verdad al pueblo afectado por este síndrome de autismo social. Y el flautista, que delira por conservar el poder, muta en embustero.

Miente con descaro y conocimiento de causa. Se blinda con una oligarquía corrupta y deleznable. Desplaza la culpa hacia factores exógenos, la derecha, el impero, la guerra económica, para terminar reprimiendo al propio pueblo que creyó en sus promesas de igualdad y bienestar – sin trabajar, se entiende - porque se procura el sustento por la vía revolucionaria paralela del delito, la invasión a la propiedad privada o la especulación contra el resto de la población, con productos de la dieta diaria subsidiados por el gobierno.

Hay que imponer el realidismo

Definitivamente quienes nos oponemos a este sistema liberticida tenemos la obligación de usar la realidad que lacera las entrañas de la nación como discurso  para enfrentar el lenguaje conjugado en futuro de los ilusionistas marxistas, inescrupulosidad política que lleva quince años edificando escaleras a las nubes. De hacer casas en el aire.

Que han convertido al pueblo en un activo consumidor de promesas de soluciones fáciles, como las que ofrecen los adictivos juegos de azar, cuya proliferación en las barriadas populares, junto con las tiendas de brujerías, definen la precariedad económica y cultural de sus pobladores, cuyos hijos egresan de las universidades sin futuro posible, lo que hasta hace uno pocos años significaba movilidad social y que en Venezuela creó una clase media pujante económica y académicamente.

Pero en este socialcomunismo todo síntoma de progreso es satanizado, porque parece que es machete ser ignorante pata en el suelo, pero eso sí con la franela colorá y recogiendo latas o cualquier otra actividad que lo aleje del trabajo sistemático y de la productividad, palabra esta que pone carne de gallina en la epidermis de los socialcomunistas, que como flojos no tienen competencia en el planeta.  Y la realidad exige un compromiso serio con el trabajo, el estudio y la responsabilidad de cada individuo de esta nación, si en verdad queremos revertir la situación socio económica venezolana, cuyos problemas en la actualidad no tienen otro origen que el  político, pues el sistema que nos ocupa necesita parásitos para alimentar sus arterias, y así lo han confesado varios de sus más conspicuos vociferadores, y por ello estimula la aversión al trabajo y crea las condiciones para la dependencia basal a los intereses de la utopía socialcomunista. Sale pa´llá.       

Rafael Marrón González


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EL ASUNTO… DEFINICIONES



La única manera de actuar obedeciendo criterios conceptuales, es definiendo. Si una cosa de cuatro patas ladra es perro. Si muge es vaca. Si pita es carro. Y punto. No hay confusión posible.

Un ejemplo de definición precisa la encontramos en San Agustín, que definió el pecado como amar la parte sin el todo, como el sexo sin amor o  el dinero sin el trabajo, situándolo en el plano humano. Al definir obtenemos la recompensa de la claridad del rumbo. Y, además, la certeza de poder ser comprendido con mínimo margen de error. 

Por eso, por ejemplo, si un político decide que su proyecto se inscribe en el “progresismo” su deber, para evitar las confusiones y ulteriores reclamos airados, como le pasó a CAP, es definir a cuál corriente pertenece, puesto que hay diferencias sustanciales entre el progresismo europeo, el latinoamericano o el estadounidense. En América Latina es marxismo, antiimperialismo, ecologismo, nacionalismo y hasta estado benefactor, mientras que en Europa es sinónimo de izquierda renovada, y en USA es lo contrario a  conservadurismo, sin embargo su origen es liberal.

Así que no es fácil ser entendido a menos que se explique con detalle lo que se quiere significar cuando se asume esa posición política, sobre todo si quien la difunde es un dedicado opositor al socialismo, a menos que esté inscrito en la corriente “socialismo  bueno, el mío, socialismo malo, el tuyo”. Porque seguimos en Babia, y el pueblo puede entender que el problema es Maduro y no el sistema comunista, que, teóricamente es una utopía que ofrece la felicidad general  por  la igualdad absoluta, donde cada quien recibe del Estado omnipotente sus recursos de supervivencia según sus necesidades.

Pero que siempre, y en todas sus variantes, termina en sistemas liberticidas dirigidos por astrosos criminales, como Lenin, Stalin, Pol Pot, Kim Il Sung II y descendencia, Fidel…, porque, sencillamente, es antinatural, y el ser humano no es especie como los animales, sino que cada sujeto es único e irrepetible. Y es esa característica la que crea desigualdad y propugna la libertad para el pleno desarrollo de las potencialidades naturales.

Es decir, que el socialcomunismo es un sistema para gerenciar granjas porcinas, no pueblos. Y esa verdad tiene que difundirse con profusión, sin ambages ni retóricas estúpidamente respetuosas de la opinión ajena, luego de un exhaustivo examen de conciencia, pues las espinillas socialistas de la juventud heroica, todavía perviven en muchos de nuestros vetustos líderes de oposición al régimen comunista de los Castro en Venezuela. Por esta razón celebro la definición del historiador chileno Mauricio Rojas: “la idea del hombre nuevo es genocida”. Claro y raspao. Sin falsos respetos que envalentonen la maldad.

De utopías esta tapizado el infierno

Hay que ver los crímenes horrorosos que se han cometido en nombre de las tantas utopías, como la comunista/socialista,  que buscan la felicidad del hombre, por decreto. Comenzando por los homicidios de las distintas confesiones religiosas, algunas en el pasado – recuerden a la joven Juana de Arco -  otras todavía hoy, para obligar al hombre a renunciar a su libre albedrío para someterse a los dictámenes de esa desesperada invención de la incertidumbre que llamamos Dios, Alá o Jehová, y que se han originado, precisamente, en aquellas profundas soledades en las que el hombre está a merced de la inclemencia de una naturaleza hostil y cuya supervivencia es tan precaria que solo puede explicarla con argumentos prodigiosos.

Exactamente lo que ha sucedido con el socialcomunismo que nos ocupa germinado en hostiles escenarios marginados, en los cuales los errores económicos de la buena fe produjeron apoyos a tentaciones totalitarias de oportunistas de mala índole, que se han encargado, paradójicamente, de convertir sistemáticamente a toda la población venezolana en la viva expresión del intrínseco fracaso socialista.  

Fuera las contradicciones

No comparto la excusa de que “si al pueblo se le dice la verdad, perdemos las elecciones”, al pueblo hay que despiojarlo de la ignorancia para que pueda entender a cabalidad las consecuencias de seguir utopías inhumanas. Y hay que decirle, con todas sus letras, que el socialismo, con su estúpido pobrecitismo que exalta la mediocridad y la precariedad, es una fábrica de parásitos sociales irredentos sin más esperanzas que alegrarse con el sufrimiento de quienes han sido empobrecidos y comparten ahora el mismo vecindario decadente. 

Es un deber patriótico ineludible, hacerlo entender que no es posible sacar a un pueblo de la pobreza estimulando la flojera y la dependencia, que solamente sirve para perpetuar tiranos en el poder, por lo que no se les va a repartir cheques, sino trabajo y más trabajo. Hay que llevar al pueblo a comprender su realidad a través de un sencillo proceso filosófico que lo enseñe a determinar la verdad por la simple observación de sus falencias particulares, para que emprenda, por un acto volitivo individual, el camino cierto hacia su desarrollo.

La pobreza no es una bendición bíblica, como tampoco es maldición el trabajo, sino un estado de carencias producido por fallas estructurales en el sistema cultural y productivo individual que impide al sujeto atar su presente al futuro. Y el reverso de la pobreza no es la riqueza, quien quiera hacerse rico que compre barato y venda caro, y ya, sino una vida digna, decente, decorosa, sin carencias elementales, y allí la labor del gobierno debe circunscribirse, además de a sus obligaciones administrativas y geopolíticas, a generar las condiciones para la inversión nacional y foránea, que crea fuentes de trabajo estables, bien remuneradas que deriven movilidad social, y a la dotación  de servicios públicos eficientes, de calidad y oportunos, incluyendo la seguridad ciudadana.

Ni izquierda ni derecha: Gobierno dedicado a sus deberes constitucionales y ciudadanía a sus responsabilidades consigo, con los suyos, con la sociedad. Binomio perfecto como propuesta política absolutamente comprensible, sin lugar para confusiones ni contradicciones, para obtener el bienestar general en sana paz, como corresponde a una nación civilizada.  

Rafael Marrón González


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