Insisto
en denunciar al socialismo real como un sistema inhumano, completamente
estúpido, que obvia la naturaleza humana y desprecia la característica
científica de la economía, por lo que está condenado al fracaso, aunque Fidel
use las causas de ese fracaso como recetario inapelable para otros degenerados
sin gloria que deseen obtener el poder como fin, haciendo creer que ese
fracaso inherente se debe a razones externas, porque sus restricciones
consecuenciales son planificadas.
Pero la verdad es
que el socialismo real es un disparate que va a fracasar en el lugar que
se intente aplicar, sin jamás concretar la utopía comunista del “a cada cual
según sus necesidades”, pues la ruina que producen sus contradicciones con la
realidad, es siempre su fin. No importa cuánto dure en el poder, su destino es
el fracaso y la miseria de los pueblos que deben oprimir y reprimir brutalmente
si quieren mantenerse, por ello su dependencia de un ejército corrupto y
criminal, sin el cual no es posible su supervivencia.
El caso venezolano
Fidel Castro
sedujo la dúctil mente de Hugo Chávez para implantar su sistema a Venezuela
porque necesitaba un país con ese millonario ingreso petrolero para demostrar,
ya al final de su vida y vencido por la realidad, que era posible generar
progreso y felicidad general con el comunismo, aunque el ejemplo de la Unión
Soviética, con tiempo y recursos suficientes, lo desmintiera. Pero no contó con
la maniática estupidez de la ineptitud y corrupción de la membresía
revolucionaria venezolana. Y el desastre.
Por eso permitió a
Raúl el viraje hacia el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos para
tratar de paliar la miseria – “Obama danos jama” - y salvar su socialismo. Así
que la ruina general que afecta a Venezuela, donde el desabastecimiento de
medicinas y el desmantelamiento del sistema hospitalario, además de la ruina de
su infraestructura, solo pueden explicarse como consecuencias de la ineptitud,
azas demostrada, de sus dos gobiernos.
Dos sujetos de
escasa materia gris que, precisamente, sin planificación alternativa viable,
comenzaron a destruir lo existente, a sustituir el mérito con el resentimiento
de los ineptos. A administrar con ladrones que se fugaron al mundo capitalista
con cientos de miles de millones de dólares. A restringir el suministro de
productos de primera necesidad subsidiados sin organizar su distribución
equitativa, creando un devastador mercado negro inflacionario, agravado por el
ya desabastecimiento genocida, que viene paulatinamente gestándose desde 2006,
por la quiebra inducida de la agroindustria – no se pueden fijar precio sin el
mercado, los rusos enviaban espías a USA a robarse las revistas de publicidad
para tener precios referenciales - y el éxodo de empresas farmacéuticas de
capital extranjero, asustadas por el fantasma de la expropiación arbitraria,
verdadera “guerra económica” desatada por el estado contra la empresa privada,
sin, como he dicho, establecer alternativas que sustituyeran la eficiencia
gerencial de aquella.
Y así, entre miles
de desaciertos, el corrupto control de cambio, que enriqueció a los
compañeritos de partido y familiares, complementado con la modificación de la
Ley del Banco Central para que PDVSA se quedara con las divisas, lo que generó
el mercado paralelo, el cual contribuyó a disparar el propio gobierno para
buscar moneda nacional para sus compromisos electoreros, como las misiones,
pero que también coadyuvó a la corrupción que con la ineficiencia es el
epicentro de nuestro tsunami económico.
La crisis
eléctrica
Y así llegamos a
la madre de todas las crisis, al reparto proporcional del apagón, consecuencia
de una explosiva combinación de ignorancia crasa - Motta Domínguez trasvasó
agua de una laguna con una motobomba para aumentar el caudal del lago de Guri -
con ineficiencia - ¿qué pasó con las plantas de generación termoeléctrica
que suministraban, antes de Chávez, electricidad a Caracas? - y
corrupción - en la prensa las denuncias de chavistas súbitamente críticos
sobre el robo de más de 30 mil millones de dólares destinados al servicio
eléctrico - y despilfarro - ¿de cuánto fue la inversión para restituir el
sistema eléctrico de La Habana?, ¿de las 32 plantas termoeléctricas ofrecidas a
Nicaragua, cuántas se entregaron?, ¿cuánto se gastó en países del Caribe,
Bolivia y República Dominicana en optimizar sus sistemas de electricidad?
Abandonaron el rigor del mantenimiento de equipos y líneas de transmisión, ya
para el 2006 comenzaron los apagones por fallas puntuales causadas por
obsolescencia de transformadores y falta de mantenimiento.
Permitieron la
destrucción de la cuenca del Caroní por la minería ilegal: sobreexplotaron la
generación eléctrica de esta represa, agravada con la carga a precio vil de 3.1
gigavatios diarios, en línea directa para Brasil, un país ahora muchas veces
más rico que el nuestro y al que no se le interrumpe el servicio como a los
venezolanos; incumplieron con el pago de obligaciones para la culminación de
otros complejos hidroeléctricas, además de desechar las obras planificadas para
el Alto Caroní.
Un gobierno
medianamente inteligente y algo probo, en estos 17 años hubiera desarrollado el
proyecto engavetado en la CVG de canalizar las aguas del río Caura hacia el
Caroní, para no depender de las lluvias y poder instalar mini centrales
hidroeléctricas en los numerosos saltos de este río. Y hasta estaríamos
explotando la riqueza solar del Delta del Orinoco y de Punto Fijo, o las
posibilidades únicas de las playas de Araya para instalar granjas eólicas. Sin
embargo la solución de la ignorancia es decretar días libres, horarios ruinosos
y apagones arbitrarios sin consideración ninguna por la productividad,
propio de ignaros prepotentes apoyados por la bestialidad armada a quien
estorba la luz, como al hampa. Así que nada de ruina planificada, esta es consecuencia
de la decrepitud mental, innata, del socialismo real.
La culpa es del
petróleo
Todo el
manirrotismo irresponsable de Chávez para cultivar parásitos electorales y
chulos internacionales, no se debió a ninguna planificación estratégica ni a
programa preconcebido, sino al alza súbita de los precios del petróleo, que la
ingenuidad de un pueblo ignorante atribuyó a la taumaturgia de Chávez, y cuya
baja ahora achaca a Maduro, que acusa a Arabia Saudita y a Estados Unidos de
conspirar para esa disminución del precio, con la finalidad de acabar con su
egregio gobierno.
Lo cierto es que
el precio del petróleo es un juego geopolítico y que fue precisamente la
amenaza irracional de Chávez hacia los Estados Unidos, su principal cliente, lo
que motivó el ingreso de la producción gringa, que tenía prohibido venderla, al
mercado internacional con la consiguiente disminución de su volumen de compras
a Venezuela, lo que, con la suspensión de las sanciones a Irán y su producción
descontrolada, derivó en la baja del precio del barril, que, por las razones
expuestas, afecta más a Venezuela que al resto de los países productores de
crudo, pues ellos aprovecharon la bonanza para crear fondos de inversión
internacional que los protegiera de la inestabilidad de sus ingresos, pero
Chávez la lanzó por la ventana para comprar fanáticos de su figura estelar y
para enriquecer a sus incondicionales y familiares en la corrupción más voraz
de la historia de la humanidad, mientras perecía el parque industrial del
Estado, por carencia de recursos.
Lo comparaban con
Rico Mac Pato, pero este personaje es su antítesis, en realidad era un
irresponsable estigmático que se creyó su propio mito.
Pero, hay un
ingrediente más, la genialidad inversa de Chávez, hipotecó a futuro con China,
importante porcentaje de la producción petrolera a un precio irrisorio, lo que
denuncia, como alerta, el propio Rafael Ramírez, por no acudir al odiado Fondo
Monetario Internacional, cuya mala fama ha sido publicitada por los gobernantes
ladrones que se roban los préstamos que luego debe pagar el pueblo con sus
sacrificios. China, que practica el más salvaje de los capitalismos, sobre todo
con gobiernos débiles mentales, carece de refinerías especializadas para
refinar el petróleo venezolano y por lo tanto lo revende con doble ganancia,
como lo hace Raúl Castro con el que le sigue regalando Maduro, que ha ocupado
las más elevadas posiciones de Estado, simplemente por ser absolutamente
obediente y carecer de opinión propia, características personales indispensables
para lograr los favores de los hombres de poder, lo que incluye al alto mando
militar venezolano.
En conclusión
El pensamiento de
izquierda, de todas, porque existen varias, partiendo de la cristiana que cree
que es cierto que con algunos pocos peces y panes puede alimentar personas por
miles, es machete para hacer marchas y producir arengas emotivas y ofrecer el
paraíso, que supuestamente está en llevar a los obreros al poder, estupidez que
anuncia su característica miserable, conduce inexorablemente a la ruina y a la
miseria, no por planificación expresa, sino por las consecuencias de sus
desatinos políticos como destino manifiesto, que luego debe asumir como si en
verdad su objetivo era ese, lo que desmiente, por lo menos en el caso
venezolano, la cantidad de planes económicos y motores, elaborados por los
sesudos expertos en ilusionismo infantil, del régimen para tratar de
contrarrestar los efectos de la estupidez.
Lo que estamos
viviendo en Venezuela es lo mismo que sufrieron varias generaciones en la URSS
y sufre Cuba, las consecuencias de absurdas políticas públicas dirigidas por el
cretinismo militante. La izquierda comunista, una vez instalada en el poder se
considera la solución final, y su objetivo primordial es conservarlo a toda
costa. Y como sus estrategias económicas son erradas, entonces decide que la
miseria es el objetivo, es decir en la miseria la igualdad del pueblo.
Los casos del
socialismo escandinavo y del comunismo chino son una evidencia, separan la
política de la economía – libre mercado, libre concurrencia, dejar hacer, dejar
pasar - y funcionan, en el caso de los europeos sin traumas sociales, el
caso de la moderna Suecia es excepcional. Es decir, que el problema de
Venezuela es consecuencia de una cadena de errores políticos que destruyeron la
economía, y no de la planificación del socialismo real, que en el caso chavista
naufraga en un mar de ilegalidades.
Rafael Marrón González