Tal
como si fuera el presidente de una nación floreciente, sin problemas
estructurales ni económicos ni sociales, Nicolás Maduro propone en la reunión
de Petrocaribe “un
avance en la constitución de un sistema social de protección del Caribe, para
combatir el hampa y la pobreza que afecta a los países aliados a este
organismo, pues tenemos derecho a la felicidad social”, y en ese mismo instante
un balazo disparado por un humaniforme segaba la vida de la profesora Anna
Karina Guerrero, aquí en nuestra tierra desvalida, desolada y desamparada,
donde la paz social ansiada por Maduro para países extranjeros, como si esta
existiera en el país donde gobierna a pierna suelta – “yo duermo como un bebé”
- es una quimera, precisamente por la ausencia de “un sistema social para
combatir el hampa y la pobreza”.
Y es que estos comunistas son expertos
en el arte de la prestidigitación que hace volar pajaritos preñados para
consumo embelesado de la ignorancia, que aplaude la solidaridad extrema de la
revolución, mientras la incertidumbre producida por la inflación, el
desabastecimiento y la inseguridad, mantienen al pueblo venezolano, chavista y
no chavista, al borde de la insurrección. Petrocaribe, una versión idiota del
Pacto de San José, pues privilegia crecimientos económicos foráneos en
detrimento del pueblo venezolano, inventada por el difunto como instrumento
político para publicitar a los realazos las bondades del socialismo siglo XXI y
procurar adhesiones coaccionadas para sus aspiraciones de liderazgo en la ONU y
la OEA, que consiste en extremas facilidades de pago, inéditas en el mercado de
los hidrocarburos, que en la realidad ha generado una alta deuda externa para
los países supuestamente beneficiados, que deberían estar sujetos a inspección
de PDVSA sobre el destino de esos créditos, porque no existe la debida
transparencia en el manejo de esos recursos, sobre todo en Cuba y Nicaragua, y
una factura incobrable para Venezuela, por lo menos en dólares contantes y
sonantes, Cuba paga con paramédicos y masajistas, que están escapando a
carretadas, y Nicaragua con productos agrícolas con sobreprecio, que más
que un pago de deuda es una pobre compensación en la cual Venezuela lleva las
de perder, por supuesto.
Y
por mampuesto, los cuatro países integrantes de Petrocaribe que tienen
refinerías y por lo tanto reciben crudo, República Dominicana, Jamaica, Cuba y
Nicaragua, porque el resto recibe productos refinados, más caros, diesel,
querosén, gasolina, fueloil, se pasan de vivos como lo recoge un informe de
febrero de 2010, de la Administración de información de los Estados Unidos, que
señala: “En un seguimiento hacia las exportaciones que hace Venezuela hacia los
países del Caribe, incluyendo Cuba, indica que gran parte del crudo que el país
suministra por debajo del precio del mercado, y con financiamiento blando,
estas naciones lo reexportan como productos petroleros hacia Estados Unidos y
otros mercados”, y una evidencia la tenemos con el gobierno de Cuba que recibe
más petróleo del que necesita para su consumo interno y mantiene racionado el
consumo eléctrico, lo que ratifica la sospecha de estar revendiendo el petróleo
que recibe regalado de Venezuela, en el mercado spot.
Por su parte Oscar Arias, ex presidente
de Costa Rica, alabó la generosidad de Venezuela, en un intento de pegarse a la
ubre, “que ofrece a América Latina más o menos cuatro cinco veces más dinero
del que ofrece Estados Unidos”, estamos hablando de un país tercermundista,
intoxicado por el súbito y fortuito aumento del precio del petróleo, que ya se
acabó y se apagó la luz, con un alarmante porcentaje de pobreza crítica, con su
aparato productor en la ruina, que quintuplica en dispendio a la economía más
poderosa del planeta, esperando gratitud e incondicionalidad de países que
obedecen a criterios geopolíticos verticales, como lo acaban de demostrar los
gobiernos de Caricom con su apoyo a Guyana, tal como lo hizo también
Brasil, que opera activamente en el Zona en reclamación, puesto que en estos
tiempos no existen lealtades sino intereses comunes, con lo que Venezuela
pierde su soberanía sobre el Esequibo.
Sin embargo, ciego y sordo, Maduro acude
a celebrar los diez años de Petrocaribe, ofreciendo continuar con este
despilfarro que de haberse vendido en el mercado internacional representaría un
acumulado varias veces superior a las actuales reservas internacionales. El
propio bobo de la yuca.
¿De cuánto dinero estamos hablando?
Según
información reseñada por el diario El Nacional, en febrero de 2014, el entonces ministro y
presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, declaró, en una reunión entre venezolanos
y cubanos, que en la última década, los acuerdos de Petrocaribe les han costado
a Venezuela hasta 50.000 millones de dólares. ¿Eso es generosidad o
irresponsabilidad de borracho con chequera? Y lo más doloroso es que se
pretende continuar con este desangramiento a pesar de la grave situación
económica que padecemos los venezolanos – Maduro anda de mendigo ante China
suplicando por un préstamos de cinco mil millones de dólares que le han negado
dos veces - y de que muchos de los países beneficiarios de este pacto
antinacional – debería llamarse “petrocaníbal”: República Dominicana compró su
deuda de $4.027 millones por apenas $1.933,2 millones - están en mejores condiciones económicas
que nosotros, pero la revolución sigue creyéndose el cuento del big brother y,
aunque, por imperativos de la realidad, ha recortado sustancialmente los
envíos, todavía insiste en desprender al país de, aproximadamente, unos 250 mil
barriles diarios, más los cien mil de Cuba, que bien pudieran facturarse
a los Estados Unidos que nos paga de contado y en los dólares que tanto
necesitamos en estos momentos de crisis.
Venezuela está ya para la Cruz Roja y
los tipos que la gobiernan deben reconocerlo y cerrar de una vez por todas ese
chorro de solidaridades fatuas y malos negocios - ¿a cómo le vendemos el
petróleo a China? - que contribuyen a profundizar nuestra miseria. Sale pa´llá.
Rafael Marrón González