Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

23 de febrero de 2013

¿INTOLERANTE YO?




Que contradicción significo/ para quienes se acercan/ con generoso ánimo amistoso. Que me quieren bien/ y mi bien aspiran/ pero con mi verbo sin su daga/ castrada la contundencia de mis enfáticos/ tan pulida mi prosa que no cause sobresaltos/ para que no lastime sus oídos gourmet/ o aleje sus clientes Master Card/ o amenace el dogal de sus contratos/ o sientan el escozor de la alusión/ pues escribo como disparo en lo oscuro/ cáigale a quien tenga a bien merecerlo. Y aunque digo lo que pienso/ con franqueza suicida/ que conste que el asunto/ ni es con pendejos/ ni con pueblo esperanzado.

Me quieren sin mi desprecio por la estupidez/ mudo ante la imbecilidad/ y de la ignorancia atrevida, piadoso. Pues les da vértigo mi libertad. Pero me quieren no lo dudo. Solo que mimético/ desdibujado/  editado el yo que me inspira. Escribiendo para el aplauso de lerdos. Bebiendo para vomitar entre escándalos de tos. No conciben que me gusten los bares/ pero sin borrachos/ porque detesto al ebrio/ ya sin neuronas/ que al pie de la barra/ se adjudica el derecho a irrumpir en mi intimidad/ porque jura que opinar es una función orgánica.

No me gusta la gente/ que tiene en todo avatar acomodo/ y cree que hombre de bien es solamente el de bienes/ indiferente a su procedencia. A estos se les encoge el ego/ cuando sacudo la insolencia/ de aquellos que asumen/ que chequera mata inteligencia. Me repugnan quienes solo respetan lo que temen/ y cuya ambición destruye su hombría/ títeres de las circunstancias/ que dejan una herencia de miseria moral.  Soy radical solamente contra liberticidas/ lobos con piel de cordero/ y resentidos que procuran/ el descenso de todos/ a su estado larval de inservibles acurrucados/ en el regazo de algún amo pródigo. Me enervan  las contradicciones de la estupidez voluntaria/ considero la palabra revolución un error de ortografía. Lo correcto es evolución. Sin la “R” de retrógrado. Y no soy tolerante/ damas y caballeros/  porque tolerar es un acto vil de hipocresía - tal el periodismo objetivo - que ha cedido espacio a toda perversión/ y ascenso político y social/ a cuanto desquiciado moral/ haya producido esta y otras desventuradas tierras.

Si cambiara.../ que buen tercio sería/…

…pero desprecio el igualitarismo del dinero/ y soy una espina en la conciencia de los inescrupulosos/ que pavonean lo mal habido/ en su corte de lacayos. Me creen solitario y soy intimista. Me gusta la compañía de mis pensamientos/ en mi mente bulle un mundo/ en el cual la ignorancia es superable/ y estupidez su metástasis/ por falta de tratamiento. Rechazo la demagogia que se enriquece/ con la palabra pobreza/ y a la pobreza atrapada / por la tibia comodidad de la ignorancia/ el miedo y la superstición.

Estoy convencido/ de que el bíblico “creced y multiplicaos” significa/ que antes de procrear hay que formarse/ para criar con dignidad/ y que solo se es adulto/ sí pensamiento crítico. Solamente si se culturiza el hombre se humaniza/ y humanizar no es arborizar. Me tomo la vida en serio/ porque es mi única propiedad. La lejana inmediatez de la muerte no me incomoda/ pero si me indigna el irrespeto de la vejez. Reivindico la universalidad de mi sangre mestiza/ sin exclusiones de imbéciles/ aunque entre Guaicaipuro y Garcilazo/ la elección es obvia/ para quien en nada influye el color de la piel/ sí talento/ y abomina de quienes por su color jerarquizan su existencia.

Soy ciudadano del arte/ porque impide olvidar lo que significa humanidad/ y de quien lo ejerza con originalidad/ soy coterráneo. Arte sin concepto es artesanía. Soy poeta/ sencillamente porque amo la belleza/ sin codiciarla. De mis amigos suelo ser amigo/ pues la amistad es un fino lubricante/ para el suave desplazamiento de la vida hacia la nada. De mis enemigos/ bienvenidos los incontables que me he buscado. Los gratuitos váyanse al carajo/ junto con hipócritas, intrigantes, abusadores, calumniadores y canallas/ deshonestos intelectuales,  mercenarios,  traidores, calumniadores y sicarios morales/ jalabolas, corruptos, inservibles, indiferentes y  cobardes/ sinvergüenzas, innobles, farsantes, miserables,  embusteros, chismosos/  y nulidades engreídas/ que son, por abundantes, urticaria.

En cuanto al carácter ando de suyo contento/ hasta la interrupción de la idiotez/ que confunde creencias con razonamientos. En ese punto me arrecho. Arrecho o contento. No sufro de divagaciones - no cambia de opinión el pensamiento - ni de desolaciones/ y menos de depresiones o frustraciones. Lo material no es problema que me perturbe/ si habito casa ajena/ duermo con la maleta preparada. Por alguna insolación en una de mis vidas/ la duda es mi axioma/  y considero confiar dudar con afecto. Como no me gusta/ trato de no provocar el sufrimiento. Considero la queja mala educación/ y la mala racha evaluación personal. No creo en la suerte ni en accidentes/ ni en lo gratuito/ ni en la felicidad/ pero sí en la alegría/ la risa es la alterofilia del alma. Y desconfío de lo fácil/ no caigo en paquetes ni pirámides/ ni sigo gorilas/ la codicia es el único pecado - la única virtud es la generosidad.

Soy sociable hasta cierto punto G/ el cual dilucidan las bellaquerías de la arrogancia/ y el cretinismo estridente. Me es insignificante el lugar de procedencia/ salvo la prepotencia de quienes lo creen privativo. Extranjero para mí es quien viene a expoliar. Como terrícola de buena cepa/ no creo en supersticiones/ ni en vendedores de parcelas en el cielo/ y menos en manuales de felicidad perpetua. Cualquier dios me suena/ a desesperada oración de la incertidumbre/ pero me apena profundamente/ el fracaso recurrente/ de tanto iluso redentor. Sobre mí no concedo poder/ sino a mis decisiones/ soy fanático solamente de la libertad/ y considero un vejamen la igualdad por decreto.

En toda ideología vislumbro enfermedad mental. Solamente lo justo me convoca.  Y siempre he preferido llegar en mí/ aunque sea más largo o más solitario el camino. No creo ni en  poderes creadores del pueblo/ ni en sabiduría de ancianidad per se. De las mujeres mucho no puedo decir/ si me tocó la que deseaba/ nueve veces repetida. Y sobre el dolor/ desgraciadamente/ conozco su verdadera dimensión. Y no hay nada que pueda dolerme más/ que ese intenso dolor/ que cambiaría por mi vida en este instante. He dicho.

Rafael Marrón González

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10 de febrero de 2013

DEL DOLOR Y LOS DELFINES



Casos encontramos en la vida política de algunas naciones en las cuales los herederos designados por un caudillo para continuar sus propósitos de dominación, cambian totalmente el rumbo fijado en su brújula por años de deformación, como fueron, por ejemplo, los casos de Eleazar López Contreras, el zamarro delfín del bestial Juan Vicente Gómez, quien al morir este, enrumbó al país hacia la democracia, proceso interrumpido por la prisa adeca del momento, prisa que pagó bien caro la dirigencia. O, En España, el caso de Juan Carlos de Borbón, criado por Franco para continuar su dictadura pacata y criminal, y resultó un demócrata sin rival.

Pero esa actitud es reflejo de una personalidad fuerte, capaz de fingir adhesión a la espera de su oportunidad para desarrollarse, y ese no es el caso del designado por Raúl Castro para suceder a Chávez, por exclusivos motivos pecuniarios: Es imperativa la sumisión voluntaria al frente de la renta petrolera, para continuar la zafra de  dólares imperiales, extraídos a costa de la miseria del pueblo venezolano, que garantiza la prolongación del martirio del deshilachado pueblo cubano y elevar su magro intelecto y mezquina figura como sucesor del liderazgo emocional del emperador de la necedad, su hermanastro Fidel Castro, que en modesta sirvienta abandonada engendrara el gallegazo de su padre.

De este sucesor por ósmosis podemos esperar las peores atrocidades que jamás, con todo y su desvarío, se hubiera atrevido a cometer Chávez. Pues, tiene la obligación de demostrar que es más fidelista que el mismísimo Fidel. Y una evidencia reciente de su impiedad castrista – nadie es lo que no ha sido - fue su brutal respuesta al clamor por la libertad de su padre enfermo, de la menor hija de Simonovis.

Esa es la falta de nobleza – ya este señor la demostró cuando, después de infames horas de espera en una silla de ruedas, negó la visa a la hija ciega de Carlos Andrés Pérez - que caracteriza a los subalternos de cuerpo y alma imbuidos en la obediencia debida, y, lo peor, en la adivinación espontánea de los deseos no expresados del moribundo.

Su absoluta carencia de dotes y virtudes personales lo obliga a mimetizarse en la heredad: “Yo soy Chávez”. Y el coro lo secunda: “Todos somos Chávez”. Y un gobernador de por estos lares, que corrió el 11 de Abril, como guacharaca ante disparo de escopeta, grita que también él, es Chávez. Sería el del 4 de Febrero, al que el ejército leal a la república y a la democracia, sacó de un hueco como a Saddam los gringos, cosa que Arias Cárdenas recordaba cuando lo llamaba “gallina”.

Y mientras tanto, el país nacional se hunde en la desidia y ya no se hace mercado sino compras nerviosas, impelidas por el susto del desabastecimiento. Pero Maduro sigue en la tarima con su letanía impúdica: ¡Viva Cuba, viva Fidel, viva Raúl! Y la patria de Bolívar que se vaya muy largo al carajo, porque de ella solo importa el poder que le segregan, con el apoyo de la ignorancia, multiplicada exprofeso por el socialismo, que no tiene la menor idea de lo que significa “hombre nuevo”, el que en Cuba vende a su hermana y a su esposa – a su madre no porque es muy vieja y no soporta el trote de los turistas sexuales.

Y es que da lástima el estado de postración del país: Todas sus ciudades y pueblos son un asco. Las capitales tomadas por asalto por la suciedad, el mal gusto y la rebatiña buhonera reflejan la verdad de este gobierno al garete - en manos de los inútiles cuidadores de la finca – cuyo signo es la estridencia: basta escuchar un minuto a los “oradores” del postoperatorio del 4F, para hastiarse de sus cuentos heroicos – tapa amarilla - decorados con la banderería heredada del fascismo, con un pobre lenguaje que pretende ser grandilocuente y no pasa de inconexo chirrido minimalista, dejando de lado – condenando al olvido – a las inocentes víctimas de su felonía, como – para honrar en su nombre a todas – la niña Noelia Lorenzo Parada (9 años)  que recibió una bala de FAL en la cabeza cuando los “amorosos” felones iniciaron la toma de Miraflores, cuyo homicidio Caldera – “en mis manos no se perderá la República” - dejó impune.

No hay gobierno pero…

…amenazas contra todo lo que no hieda a chavismo, si hay. Como si no fuera suficiente amenaza la del hampa criminal que azota a la familia venezolana por la absoluta incompetencia de este inepto gobierno de tarima y bambalinas. Crímenes contra la población inerme, contra la juventud emprendedora, contra el auténtico futuro de la nación, como el asesinato vil del hijo de Claudio Fermín, que ha conmovido – Claudio somos todos - a toda la venezolanidad consciente, unida en la cotidianidad del dolor – “¡qué desgracia vivir en este país!” - que nos negamos a considerar “normal”, como pretende la estulticia empoderada que celebra su colosal derrota del 4F – como Fidel celebra la suya del 26J que lo llevó a la cárcel como a Chávez la suya  – como si se tratara de una brillante victoria, tal el desquicio mental de estos devotos del mal, que, mientras mueren los jóvenes de bien, mientras nuestra sociedad enlutada se reconoce en el dolor, se disputan a dentelladas los jirones de la patria atormentada por mil penurias. Sinvergüenzas.

En conclusión

Cada viva Cuba es un martillazo sobre el honor patrio. Cada viva Fidel un desgarro de las glorias de nuestros libertadores. Cada cubano en función pública es una afrenta al gentilicio sonrojado por la sumisión obligada a un insolente extranjero - su falsa superioridad moral es un ardid para esconder su condición de ave de rapiña - que venga en los venezolanos la ignominia de su pasado de lameculos de los soviéticos.

Sinvergüenzas. Las ansias de riqueza mal habida obvian el desprecio que el invasor siente por el traidor que facilita la invasión. La patria es la gente, y si esta gente que es la patria, cegada por la ignorancia y la codicia, es incapaz de ver la verdad desnuda ante sus ojos, entonces, no hay patria. Hay una inmensa urdimbre de dolor, que recorre, como un espasmo telúrico, la espina dorsal de todos los estratos sociales, que, como me dice el artista plástico Luís Bellorín, es la verdadera oposición.

Rafael Marrón González

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