Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

29 de enero de 2011

Del “pan y circo” a la “justicia social”

Indignado el poeta latino Juvenal por la venalidad del pueblo romano – con derechos políticos por nacimiento – convertido en pasto para las apetencias de poder de los políticos inescrupulosos, escribió en sus Sátiras: “… Hace ya mucho tiempo de cuando no vendíamos nuestro voto a ningún hombre, (…) la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones, todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: Pan y circo”. Y era que, ya para ese Siglo I de nuestra era, los políticos romanos – Julio César el primero – habían descubierto que una manera a fácil de llegar al poder - y distraer a las masas populares de sus actos de corrupción - era proveerlas gratuitamente de comida de baja calidad y entretenimientos que saciaran sus bajas pasiones.

El problema fue que el “populacho” se acostumbró a la manguangua y ya para el Siglo III no se pudo repartir trigo como hacía Julio César sino que Aureliano optó por regalar dos panes diarios a las 300.000 personas que exigían – como derecho adquirido – comer gratis. Y esta es la historia del populismo que, ahora con el nombre demagógico de “justicia social”, amenaza con disolver al hombre en sus propias insuficiencias, para honor y gloria de sujetos como Chávez.

Por eso la única justicia “social” que admito es aquella que reconoce al hombre su esfuerzo de superación, pues no puede llamarse “justicia” a proveer gratuitamente a quien no lo merece de los bienes que tanto esfuerzo les cuestan al hombre que apuesta a la movilidad social a través del trabajo, el estudio y la responsabilidad.

Consciente estoy – dificulto quien no lo esté – de la realidad de millones de seres humanos que chapotean en la ignorancia, la superstición, el fanatismo y el miedo, incapacitados para procurarse un sustento digno, que se arraciman conformando barriadas insalubre – villas miseria - sin otra posibilidad que la mendicidad, la prostitución o el crimen.

El clientelismo político ha permitido – en el caso venezolano - la reproducción irresponsable de esta clase social – denominada Clase E – que degeneró en el surgimiento de la Clase F, integrada en su totalidad por delincuentes.

Es en estos segmentos poblacionales donde el Estado debe cumplir su misión reguladora, aplicando con eficiencia el control de la natalidad – emulando a la clase media - diseñando programas especiales de educación con énfasis en la formación para el trabajo – oficionalizar – y atención a la mujer, que, en estos casos, es el sustento de sus casas repletas de hijos de distintos padres, que la sociología insiste en considerar como “hogares” en su afán de estructurar definiciones que ajusten la realidad a las normas sociales, contribuyendo a la normalización de situaciones anormales que derivan en traumas para la sociedad.

¿Qué es justicia social?

Con la adjetivación de “social” a la justicia, se pretende justificar la necesidad política de una imposible repartición proporcional de la riqueza (la que primero debe ser creada para poder repartirla es decir “la creación proporcional de la riqueza”), la que podría verificarse a través de precios subvencionados, protecciones arancelarias, excepciones impositivas, gratuidades en salud y educación, pensiones y seguridad social, programas de viviendas, sin embargo, la demagogia ha convertido la “justicia social” en filantropía ejercida por el Estado, que en el caso de Chávez ha llegado a límites estrafalarios.

Sobre el particular Michael Novak escribe: “La "justicia social" presupone: 1 - que la gente está guiada por directivas externas específicas en vez de por reglas de conducta interiorizadas sobre lo que es justo. Y 2 - que ningún individuo debe ser considerado responsable por su posición en la sociedad. Afirmar que es responsable sería "echarle la culpa a la víctima". En realidad, la función del concepto de “justicia social” es echarle la culpa a otro, echarle la culpa “al sistema”, echarle la culpa a los que míticamente “lo controlan”.

Como ha escrito Leskek Kolakowski en su magistral Historia del Comunismo, el paradigma fundamental de la ideología comunista: usted sufre, su sufrimiento es causado por personas poderosas; hay que destruir a esos opresores, lo que tiene garantizado un inmenso atractivo”. Y continúa: “Friedrich Hayek reconoció que a fines del siglo XIX, cuando el término "justicia social" ganó posición pública, se usó al principio como un llamamiento a las clases dirigentes para que atendieran las necesidades de las nuevas masas de desarraigados campesinos que se habían convertido en obreros urbanos. Pero los pensadores descuidados olvidan que la justicia, por definición, es social.

Semejante descuido se vuelve positivamente destructivo cuando el término de "social" ya no describe el producto de las virtuosas acciones de muchos individuos sino más bien el objetivo utópico hacia el que todas las instituciones y todos los individuos "deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible'' mediante la coerción. En ese caso, el "social" de la "justicia social" se refiere a algo que no emerge orgánica y espontáneamente del comportamiento respetuoso de la ley de individuos libres sino más bien de un ideal abstracto impuesto desde arriba”.

John Stuart Mill en su famoso libro Utilitarismo, definió la justicia social: “La sociedad debería de tratar igualmente bien a los que se lo merecen, es decir, a los que se merecen absolutamente ser tratados igualmente. Este es el más elevado estándar abstracto de justicia social y distributiva; hacia el que todas las instituciones, y los esfuerzos de todos los ciudadanos virtuosos, deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible".

Lo perverso es que la “justicia social”, al tener un uso demagógico, populista, justifica en el totalitarismo la violación de la justicia, por ello la definición de Justiniano, como “dar cada cual lo que le corresponde”, sigue siendo el ideal de la justicia general.

Para Marx y Engels (ambos mantenidos por el padre de Engels, un industrial textil y vitivinícola, es decir burgués y capitalista), “la justicia social” es una especie de prodigalidad divina, sin el concurso del compromiso personal. El hombre es un mantenido cuyo esfuerzo nada significa para su existencia, lo que deriva en parasitismo social que redunda en sumisión por la supervivencia.

Para el liberalismo la justicia es una sola, “dar a cada quien lo que le corresponda”. Cada quien tendrá el fruto de la explotación de sus capacidades y es el esfuerzo individual lo que hace la diferencia, sin olvidar lo referente a la “racionalidad social” que impida que ningún sector de la sociedad sufra la exclusión por falta de oportunidades. “Cada quien según sus capacidades” es la consigna.

La generosidad, que es un valor universal de la humanidad y que el cristianismo ha hecho dogma por la piedad, se traduce en “solidaridad” en el campo político, en el escenario donde se desenvuelve la cotidianidad del hombre, y para el socialismo/comunismo es la práctica de repartir en la masa el fruto del trabajo individual, aunque esa masa esté constituida mayoritariamente por individuos improductivos o “vivos”.

Para eso sí existe el individuo, para entregar el fruto de su esfuerzo al colectivo sin recibir más compensación que una alícuota de su propio esfuerzo. Esa forma de solidaridad es automática. No por acción voluntaria del hombre sino por imposición del Estado. Para el liberalismo, la solidaridad es orgánica y sólo se puede dar entre pares económicos, porque entre desiguales se llama filantropía.

Consecuencias de repartir lo no creado

Como certeramente lo enunció en 1931 el pastor bautista Adrián Rogers: “Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.

Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso... mi querido amigo... es el fin de cualquier Nación. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”.

En conclusión

Una cosa es que el Estado tenga una función indeclinable en la protección jurídica y social de los menos aptos, para impedir el darwinismo social – que el pez grande se trague al chico - y otra que ampare la anarquía y la violación a las leyes que protegen la propiedad privada, lo que deriva en confiscaciones e invasiones a edificaciones, viviendas en alquiler, tierras urbanas y productivas o empresas de distribución y comercialización alimentaria, constituyendo actos delictivos de apropiación indebida.

Un gobierno que apoye el delito de la turbamulta contra la propiedad privada –invocando la “justicia social” - es una oclocracia, un gobierno forajido.

Rafael Marrón González
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22 de enero de 2011

Para canto de sirenas… oídos de mostrador

En la mitología griega, las sirenas habitaban una isla del Mediterráneo y su canto era tan conmovedor que los marinos que lo escuchaban no podían resistirlo y dejaban sus naves chocar contra los arrecifes. Cuando Ulises abandona la morada de la hechicera Circe, que sabe que debe pasar cerca de la isla de las sirenas, esta le aconseja tapar sus oídos y los de sus hombres con cera, y así los héroes escapan al funesto destino de tantos otros marinos, aunque Ulises sació su curiosidad atándose fuertemente al mástil.

Recuerdo esta leyenda dado el inmenso suspiro de esperanza que recorrió la espina dorsal del país ingenuo por el discurso “conciliador”, que reconoció como “adversarios políticos” – “pero no enemigos” - a quienes hasta el día anterior eran lacayos inmundos del imperio, vende patrias y sarnosos a los que había que “triturar” – lo que fue apoyado por el rancio guerrillero Soto Rojas con el culto latinazo: “hip, Carajazos y más carajazos para la oposición, hip” - durante el acto litúrgico en la Asamblea Nacional – convocado para presentar su Memoria y Cuenta - en el que un Chávez trajeado de lana cruda, se dedicó a auto alabarse en una repetición del diálogo de la reina malvada con el espejo: “¿Espejito, espejito, verdad que yo soy mejor que los de la cuarta?”, obviando la Memoria de miles de millones de dólares albañalizados y olvidando la Cuenta de la inflación y el desempleo y el alto costo de la vida y el brutal endeudamiento, en una joda caricaturesca.

Y leo declaraciones de chavistas que catalogan de maravilla espiritual, que devuelve la fe y las esperanzas al país, aquel sirénido canto de casi ocho horas, precedido de golpecitos al hombro al despojado y vejado Eduardo Gómez Sigala, apretón de mano a su reo Richard Blanco y diálogo serenatero con la – hasta ayer - “burguesita” y “pitiyanqui” María Corina Machado, a quien dedicó su deseo por una mujer presidente “dentro de dos o tres períodos” – esperanza del que siembra coco - para desconcierto de la focamenta roja rojita que ya tenía los tridentes en la mano para destriparlos si se portaban mal, según el manual de la Iglesias.

Pero lo que desbordó la fe de los creyentes en la fábula del Mago de Oz, fue aquel Do de pecho con el cual Chávez sorprendió al país anunciando su renuncia a la Ley Habilitante… en unos cuantos meses – pssst, ¡qué demócrata, señor, nos gastamos los venezolanos! Y las focas que no durmieron durante días para lograr la hazaña de dejar sin efecto la voluntad popular, volvieron a sentir que la quaker se le subía al rostro, tal como les pasó con la Ley de Universidades que les llegó de Cuba y, después de ser defendida “con la vida si es preciso”, tuvieron que salir a gritar consignas en su contra, con el rostro congestionado de avena.

Pero, ¡oh, sorpresa!, unas horas apenas después se le salió el otro yo del doctor Merengue: “¡Vayan a lavarse ese paltó, yo no devuelvo nada!”. Gracias a Dios – y certificado por la inefable Cilia Flores – que los diputados de oposición optaron por ponerse “tapones” en los oídos - no “un tapón en las orejas”, doña Cilia – y no pararle al llamado al “diálogo”… de sordos que acostumbra convocar cada vez que tiene el santo volteado – 60% de los venezolanos aseguramos que se va el 2012. Más duro estaba Ben Alí.

“Yo no soy comunista”, no señó

Dividiendo al país entre “revolucionarias y revolucionarios” y no revolucionarias y no revolucionarios” Chávez inició su canto magistral a la convivencia pacífica - obediente y no deliberante, claro - jurando por Maisanta – un santo de la corte malandra - que “aquí no hay ningún proyecto comunista” – “asumo el marxismo. Lo asumo: Y yo cuando asumo, asumo” (Chávez, 15 de enero de 2010) - “El Comunismo prevé la eliminación del Estado y de la propiedad privada. Eso no está previsto aquí”, con lo que siguió enloqueciendo a sus fieras hambrientas de derechos liberales, que ya no sabían a que atenerse al recordar las recientes leyes sancionadas entre gallos y medianoche – incluyendo la suspensión de las sentencias de desalojo para inquilinos morosos - que, precisamente, minimizan y vulneran la constitucionalidad de la propiedad privada - "hay que replantear el concepto de propiedad privada y hacerlo virar hacia el de propiedad social”, (Chávez 10 de mayo de 2009) - y crean el Estado comunal inserto en el Poder Popular, desmontando el Estado republicano. Comunismo puro.

¿Cuántas veces Chávez ha negado ser comunista, para seguir imperturbable sus prácticas liberticidas? La campaña anticomunista que despertó la aversión del 80% de la población venezolana hacia ese sistema de criminales y ladrones, lo obligó a recoger las velas una vez más. ¿Habrá algún idiota que le crea? No hay que aflojar en el alerta. Camarón que se duerme se lo comen el Día de las Secretarias.

“Lo mió es el respeto por el sector privado”

“El sector privado nacional que trabaja y que quiera trabajar, y que necesite algún apoyo del Gobierno, aquí está esta mano para que trabajemos juntos y levantemos la producción nacional, de la pequeña, mediana y gran empresa” – asustado por la escasez que vendrá se le olvidó el despojo de tierras al sur del Lago ¿para entregarlas a un millonario platanero ruso? y las expropiaciones de propiedades urbanas para ahorrarse el gasto en las acometidas de servicios en la construcción de viviendas – una chupetica de cianuro, después de haber lanzado al ludibrio público al empresariado digno – 60% del aparato productivo nacional ha sido destruido por el miedo a que financiara a la oposición - colocándolo a merced de los enanos morales que lo acompañan en sus tropelías contra el Estado de derechos. ¿Habrá un empresario que le crea?

El campeón de levantamiento de diálogos

Los regimenistas – ases de la adulancia - amanecieron denunciando que la oposición rechazaba el llamado al diálogo – interpretado por ellos como reconciliación - y uno en particular señaló que la oposición sigue el camino de la guerra - se creyeron la existencia de opositores moderados – toda moderación frente al despotismo es un acto de traición - cuando los que andan de escopeta armada son ellos y sus legiones de fanáticos estandarizados en Cuba.

La pregunta que debe hacerse todo ciudadano consciente es ¿por qué vamos a creer que un hombre que existe por y para la violencia y el odio, es sincero en esa invitación a la conciliación? ¿No será pa´morderme? A cuántos operativos dialécticos ha convocado Chávez en estos doce años.

¿Recuerdan su transfiguración de abril de 2002, luego que el pueblo indignado lo sacara de Miraflores a llorar a La Orchila aferrado al tobillo de un cura? ¿Cuántas toneladas de diálogo prometió para luego dar una soberbia patada militar a los ingenuos que le creyeron? Para empezar hay que conocer qué es lo que una psiquis como la de Chávez entiende por diálogo o conciliación: ¿Que aceptemos aborregadamente que el carnet del PSUV sea la nueva Cédula de Identidad, para que toda la nación en santa paz – de los sepulcros – grite lobotomizada: Uh ah Chávez no se va?

Y “esos muertos no son míos”

“Cuál es el código ético (¿?) que le puede permitir a alguien achacarme a mí la culpa de 150 mil muertos, que alguien se pare y lo diga”. Que un todoterreno como Chávez – acostumbrado a asumir los privilegios del poder total – demuestre tamaña cobardía frente a las consecuencias de las pésimas políticas en materia de seguridad, el abandono de las policías, fiscalías y tribunales – con la impunidad como resultado - y el incesante llamado a la lucha de clases que estimuló la violencia en el resentimiento social, no tiene otra explicación que el pavor de perder el favor popular por su violación al principio constitucional que lo obliga a responder por el derecho a la vida y a la integridad personal.

Y, además, vergüenza debía darle el desborde del hampa a este gobierno militarizado – repleto de generales en jefe – gracias a Dios no se le ha ocurrido a ninguna de esas islitas del Caribe realizar una invasión armada, ya seríamos colonia de Bonaire. Cuatro de cada diez hogares venezolanos han sido enlutados por el hampa durante el turno de vigilancia de Chávez. Y escurre el bulto como la embarazada del viento.

En conclusión

Sin obviar que la naturaleza del alacrán es inmutable, ese discurso no es más que un canto de sirenas sin el atractivo de la leyenda. Sigamos los demócratas en la lucha de calle con el Espíritu del 23 de Enero – los diputados a amarrarse los pantalones para dar la pelea sin concesiones - haciendo política, como he sostenido siempre, escuchando y capitalizando las angustias y sufrimientos del pueblo, e insistiendo, por si hay duda todavía, en que el responsable de su dolor tiene nombre y apellido: Hugo Chávez.
Rafael Marrón González
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15 de enero de 2011

¿Entre bomberos no se pisan la manguera?

Un chavista se queja en voz alta de la delincuencia y otro que lo escucha le recrimina su falta de compromiso con la revolución. Y en esa sencilla oración está reflejada la inmensa realidad de la inseguridad en el país. No hay nadie a salvo.

Los chavistas están condenados a llorar en silencio a sus muertos, sin una queja, para no dañar la revolución. Y los gritos ensordecedores de los demás no encuentran oídos en un gobierno que dota de impunidad al hampa – 93% de los homicidios quedan impunes - que le suministra el terror masivo indispensable para avanzar en su implantación comunista. Para forzar la emigración de la clase media. Para vaciar al país de sus talentos y promesas. Que se vayan a otra parte.

La patria socialista solo necesita parásitos. Y así Venezuela se desangra. Nuestros jóvenes valores deben escapar para preservar la vida o son asesinados a las puertas de sus casas. Con idéntica impresión escribe el profesor de la UCAB Valentín Arenas Amigó: “En la Cuba de Castro era el Estado mismo quien generaba el terror a través de los fusilamientos en el paredón para que los disidentes supieran lo que el régimen era capaz de hacer para mantenerse.

En la Venezuela de (Chávez) sería un escándalo el paredón, pero permitir que se genere una situación de inseguridad y de miedo hasta para salir a la calle, sí puede ser un instrumento válido para la revolución pues se crea una situación de (impunidad) e indefensión generalizada destinada a crear el mismo terror colectivo, pero sin paredón, que le permite al proceso avanzar hacia su objetivo de control total”.

Lo que observa y siente la población es que mientras los asesinos despiadados, bestializados por la droga, que profusamente circula por las arterias de Venezuela, se apoderan de las calles y lugares de esparcimiento a cualquier hora del día o de la noche e insatisfechos con atracar y secuestrar, disparan a matar contra sus inocentes víctimas de todas las edades – humildes trabajadores, estudiantes, profesionales, comerciantes – para probar su naturaleza asesina ante los jefes de las bandas - cubriendo de dolor y luto la geografía venezolana.

Chávez ladra contra el imperio y compra armas sofisticadas y que para enfrentar una anhelada invasión, que hace carcajear a los gringos, y la policía – insuficiente, mal pagada, mal armada y mal vestida - es penetrada por el hampa gracias a la puerta que le abrió la revolución y su estúpida visión sociológica - “quien tenga hambre puede robar” – lo que hasta el propio gobierno admite al señalar que 20% de la policía es hampa - uno de cada cinco delitos es cometido por un policía.

Pienso que el Código Penal – ante la gravedad de la situación – debe contemplar la aplicación del doble de la pena estipulada – con eliminación de beneficios procesales - si el delito es cometido por un policía. Y, además, es necesario ir pensando seriamente – por la severa psicopatía nacional - las personas son becerros, muñecos, cosas - en incorporar la figura de la “cadena perpetua” para crímenes horrendos y juzgar como adultos a los menores homicidas, pues es necesario defender a ultranza a la sociedad ante este Estado de horror que nos mancilla.


Un ejército terrorista

Y es que todavía parece que no hemos analizado en su justa dimensión el serio problema de la delincuencia, convertida por la impunidad en poderoso ejército terrorista – como tal debe ser considerada - que tiene a la población venezolana en estado paranoico, porque en Venezuela la delincuencia practica un sadismo que solo puede entenderse bajo la óptica del odio.

No tiene idea este gobierno de ambiciosos cohesionados por la codicia, de la ferocidad depredadora de la bestia que han creado. Su Estado corrupto y quebrado está siendo absorbido por la inmoralidad que han desatado con su imbecilidad, demostrada al invocar la “lucha de clases” – vaina de aduldolescentes tarados - con lo que pretenden justificar los crímenes del hampa.

Un comunista sostenía en un foro universitario, que la revolución “canalizaría la rebeldía que se expresaba en la violencia delictiva por la injusticia social del capitalismo”. Una estupidez, pues esa violencia lo que busca es la riqueza capitalista por la vía fácil del crimen, para el procaz disfrute pervertido de su ignorancia. Por eso es tan atractivo el tráfico de drogas. Que por cierto recluta no pocos diputados, ministros, jueces, militares, empresarios en estos tierreros conceptuales que mientan América Latina.

El problema es tan alarmante que no estamos lejos – tal la pérdida de la moral pública - de que se cree una institucionalidad al servicio de asesinos y traficantes – ¿por qué existen más defensores públicos que fiscales? – hay que recordar que en Colombia llegaron hasta el Congreso, y las FARC – su organización política – sigue en pie de guerra, y aquí en Venezuela el caso Makled no es menos emblemático, por poco uno de estos capos no fue alcalde de Valencia regalando lavadoras – indicativo de la irracionalidad de la ignorancia que llevó a Chávez al poder omnímodo que detenta.

A esa fuerza letal, impía e irracional solamente falta la disposición organizativa – ya hay megabandas - para apoderarse formalmente del país. Y no es precisamente este gobiernucho corrupto - a todas luces cómplice por razones políticas, si se le puede llamar política a esa enloquecida codicia - el que pueda detenerla una vez fijado ese objetivo. Que Dios nos ampare.

Estamos todos en el infierno

Al respecto, O Globo publicó hace unos años una entrevista del periodista Arnaldo Jabor a Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de "Marcola", máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC). Sus respuestas revelan la dimensión brutal del problema continental de la delincuencia:

- ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...! Mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios o infelices o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Está delante de una especie de post miseria que genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. (…) Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos. Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".

Se ha dudado de la autenticidad de esta entrevista, sin embargo su veracidad ha sido confirmada en Venezuela: Recientemente fue atracada en su vivienda una familia en Maracay, y los cinco delincuentes repetían que “eran hampa y en el país mandaban ellos”.

Con delincuencia y muerte no hay patria

En el año 2010 ocurrieron – extraoficialmente, porque el gobierno oculta las cifras - 17.600 homicidios en todo el territorio nacional, lo que coloca en 60,68 la tasa de homicidios por cada 100.00 habitantes - 20 en Brasil y 15 en México.

Lo que alegan los jefes policiales es que la mayoría de esas víctimas son delincuentes, lo que, supuestamente debe alegrarnos - por pequeño que sea el porcentaje de inocentes que perezcan en esa atrocidad alucinante, la lesión es inconmensurable - sin embargo esa es una evidencia del cáncer feroz que hace metástasis en nuestra sociedad.
Van cerca de 130 mil muertos en los doce años del gobierno de Chávez y el crimen sigue en ascenso – aunque la idiotez oficialista lo niegue o celebre supuestos descensos - y si esas autoridades tienen razón, entonces ¿cuál es la población delictiva del país? ¿40%? O Chávez reacciona ante esta realidad incontrovertible o seguiremos pensando que el problema radica en que entre bomberos no se pisan la manguera.
Rafael Marrón González

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8 de enero de 2011

La responsabilidad anticomunista

A la condición explícita de secta de asesinos que caracteriza al comunismo hay que añadir, además de su ladronismo implícito, la de “corruptora de menores”, que señaló con justedad el general (r) Carlos Peñaloza, por eso la lucha contra el comunismo es una obligación ética, moral y política.

Fue la ingenuidad democrática la que – indigestada por su izquierdismo solidario – cobijó a esa ideología criminal –Congreso polaco dixit - entregándole las universidades, pues pensaba en su idiotez cómplice que sería más dañina en los sindicatos.

El resultado fue una legión de profesionales infectados por esta esquizofrenia liberticida que multiplicó en la sociedad el discurso insensato de la lucha de clases y el odio hacia las consecuencias de la productividad, que genera espontáneamente movilidad social. Y ni siquiera con la evidencia del inmenso desastre económico, político y social – humano, mejor dicho - en Cuba, se convence a sus seguidores de la verdad escondida detrás de la promesa de paraíso terrenal que los alienta a formar entre sus filas.

No entienden que, tal como hay que morir físicamente para acceder al paraíso de las religiones, hay que morir políticamente para poder obtener los supuestos privilegios que ofrece la castración de la individualidad y que – como le advirtiera Fidel a Chávez – significa miseria para todos.

Tampoco logran inferir que el proceso de comunistización de la sociedad tiene como resultado previsible el parasitismo social - lo que ahora ataca furiosamente la tardía lucidez de Raúl Castro - sencillamente porque es imposible que sin la recompensa merecida el hombre produzca más allá de la cuota impuesta por la coacción. Cuba, como Vietnam o China, ha descubierto luego de 52 años de miseria y muerte – el comunismo es una secta de asesinos – lo que todo el mundo sabe desde la infancia: Quien trabaja no come paja.

Pero el comunismo – o socialismo, que es la misma cosa – estigmatiza la productividad – aunque requiera como el aire del capitalismo para subsistir, cuando al capitalismo le da gripe al socialismo le da neumonía - y mientras el hombre de verdad amanece trabajando, produciendo, esforzándose por crecer y crear fuentes de trabajo, el comunista espera que Fidel le mande un fusil para robarse el producto de la hombría en nombre de su concepción perversa de pueblo, cuyo lumpen se siente realizado por el premio a su flojera, vicios excesivos y falta de conciencia y voluntad.

No existe diferencia alguna entre un malandro y un gobierno comunista que roba el producto del esfuerzo sostenido de la ciudadanía, alegando explotación del hombre por el hombre, para él explotarlo por el hambre. El resultado del despojo comunista es exactamente el que la lógica espera: La quiebra de las empresas robadas y, por lo tanto, la ruina de la sociedad. Y por una razón sencilla – y en palabras del pueblo – “lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta”. O, mejor aún, sigamos el ejemplo que el comunismo da: Robémoslo.


El anticomunismo es un imperativo ético

El comunismo – apoyado con agentes castristas - se apodera de la nación y ya no hay tiempo para delicados sonrojos, como si la amenaza fuera virtual – Chávez ya marcó la pauta de la AN: “Triturar a la oposición”. Me preocupa la débil reacción a esta realidad. Recuerdo a un renombrado político carabobeño, al que entrevisté en mi programa radial sobre esta situación, su respuesta colindó con el cretinismo: “No importa el comunismo si le da bienestar al pueblo”, demostrando que la fortaleza del comunismo en Venezuela no es otra que la complicidad subrepticia de demasiados líderes de oposición que comulgan con el socialismo – entre ellos prestigiosos editores de diarios nacionales - que creen que la inviabilidad comunista es asunto de falencias de liderazgos y no de la perversión de la fórmula, pues el pueblo que si intuye su maldad, lo rechaza contundentemente en más de un 80%, lo que a Chávez tiene sin cuidado, pues asume que el pueblo lo eligió sabiendo lo que era.

En este punto recuerdo a Manuel Caballero sosteniendo que era antimilitarista, ocultando que todo comunismo/socialismo debe serlo por imperativo esencial, porque solamente por la poderosa fuerza de las armas un hombre libre resigna sus derechos conquistados en duras luchas contra el absolutismo.

La creación de enemigos externos imaginarios justifica el mantenimiento armamentista de ejércitos adoctrinados para asesinar disidentes internos. Acción que Chávez ha llevado hasta la histeria. Como Corea del Norte.
La farsa de Lula

El anticomunismo enfrenta un nuevo tipo de adversario encarnado en el expresidente brasileño Lula da Silva: Este mimético sujeto se confiesa socialista y protegió y alcahueteó los gobiernos socialistas del continente, a pesar de sus violaciones a los derechos humanos, sin embargo usó las formas capitalistas para logar éxito para su gestión:

Durante sus años de gobierno fue un agente viajero de la “burguesía” - léase empresariado - de su país, generó 14 millones de empleos por el aumento de las exportaciones, derivadas de la firma de tratados de libre comercio y del ejercicio del libre mercado, insertó 36 millones de pobres en la clase media – es movilidad social, no lucha de clases, estúpido - fortalecida por el auge económico propiciado por la libre empresa y el respeto a la propiedad privada (ver Balance latinoamericano, de Jorge G. Castaneda, en Analitica.com), respetó la libertad de expresión – traducida por la Rousseff – de borrascoso pasado comunista, pero de discurso “muy poco socialista” - como “prefiero el ruido de la libertad de prensa al silencio de las dictaduras”, lo que molestó a Chávez hasta desairar el baile y la cita formal con la presidente - pero mientras lograba este bienestar, le vendía el alma a Chávez – que hace todo lo contrario - a cambió de ocho mil millones de dólares de intercambio comercial a su favor.

Son canallas – es canalla todo quien conociendo las perversiones de una propuesta se preste para apoyarla por interés personal - como Lula o como la Bachelet – aquí tenemos muchos de ese tipo de farsantes que apoyan el comunismo pero viven a lo capitalista, como ridiculiza Berlusconi a los comunistas italianos – quienes permiten que los Chávez del continente opriman a sus pueblos con el comunismo que ellos no practican ni de vainita.

Venezuela no quiere comunismo

Así que todo hombre íntegro, con familia, tiene el deber ético de irrespetar, combatir y derrotar esa esquizofrenia criminal y cleptópata que ahoga nuestro sistema de vida, y que ya ha tomado mucha fuerza, pues que presida la AN el anacrónico Fernando Soto Rojas “comandante Ramírez” – encargado de recibir a los invasores cubanos de Machurucuto, una acción de traición a la patria según el 464 del COP Militar, partidario de los paredones para la oposición - constituye suficiente señal para reaccionar.

Y, como puntilla, Oscar Schemel, de Hinterlaces, alerta sobre que “ya se cerró una etapa que blinda a la revolución y le da soporte a la nueva institucionalidad” y que, al final, “se formará un nuevo estado, con tres poderes: el ejecutivo, el popular y el de coerción, para reprimir y penetrar a la sociedad, y reprimir a la disidencia”.

Hasta ahora he escuchado solo a tres diputados de oposición marcar firme posición al respecto: María Corina Machado: “Vamos a la Asamblea Nacional a impedir la imposición del comunismo en Venezuela; Nora Bracho: “No importa cuánto nos griten, Venezuela no quiere comunismo” y William Ojeda: “Vinimos a parar en seco al comunismo”. Esa es la premisa, sin falsos pudores ni respeto alguno hacia ese miserable sistema cuya premisa es la coacción.

En conclusión

El momento es inmejorable para un ejercicio de posicionamiento doctrinario como este: Soy liberal Siglo XXI, por lo tanto anticomunista, y esto significa que creo en la libertad con racionalidad social y en la sociedad de bienestar lograda a través del trabajo, el estudio y la responsabilidad que genera movilidad social – propuesta humanista frente a la criminal “lucha de clases” comunista – que el igualitarismo es una peligrosa ficción política y es la libertad la que procura igualdad; que el individuo debe ser responsable de las consecuencias de sus actos; que la vida, la libertad y la propiedad, son derechos inalienables de la humanidad; que la propiedad privada es una herramienta indispensable para la libertad individual como la libre empresa del desarrollo nacional; que toda persona debe recibir una recompensa acorde con su preparación y capacidad y que a la miseria hay que tenerle tanta arrechera como para erradicarla de raíz de la faz de la tierra – con el concurso decidido de los afectados - pues la pobreza es una forma modesta de vivir, hasta voluntaria. ¿Y usted?

Rafael Marrón González
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