Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

25 de octubre de 2009

La ideología en las entidades totalitarias

Los hombres de poder son entidades totalitarias para quienes su voluntad tiene que ser la ideología de los seguidores. Sean teocráticos, nazis, comunistas o fascistas el cordón umbilical es el ansia desmedida de poder producida por una patología narcisista que ejerce una inexplicable fascinación sobre colectivos supuestos inteligentes que pierden la necesaria racionalidad frente al carisma voluptuoso - erotizante – que emana de estas figuras estigmáticas, al grado de perder la noción del peligro.

Es digna de estudio psiquiátrico la captación hipnótica que activan estos personajes, regularmente ineficientes y corruptos, pero de verbo irreverente y de posturas heroicas que rayan en el ridículo – emblemáticos el saludo de Hitler o las manos a la cintura de Mussolini o el golpear el puño izquierdo contra la palma derecha de Chávez.

Esta realidad nos lleva a aseverar que el totalitarismo no existe sino que es el resultado de la complicidad convocada por el magnetismo de la entidad totalitaria que se erige símbolo viviente de la nación y por lo tanto todo quien lo adverse es apátrida. Que de los más despiadados liberticidas de la humanidad, Stalin, Fidel y Mao sean comunistas, Hitler, nacionalsocialista y Mussolini fascista es irrelevante, para lo que nos ocupa; tienen idéntica implicación sociológica los personalismos como el “franquismo” de Franco - cobijado bajo el clericalismo radical - el “evitismo” de Perón - devenido peronismo - o del bolivarianismo ad hoc de Chávez mutado en “chavismo”.

La ideología siempre es secundaria, en todo caso es una metodología para instaurar el Estado de servidumbre inherente a la actuación despótica de la entidad totalitaria, por dos vías: La represión que instaura el miedo – sin el cual no es posible que un hombre de verdad resigne la libertad y sus derechos derivados - y la sumisión por la supervivencia, que comienza por los más débiles, pero que al final oprime a todos.

Chávez ha degradado comunista - de eso no hay la menor duda – y, si no lo detenemos, el destino que espera a Venezuela será el de todos los países que han tenido la inmensa desgracia de caer en las garras de esa secta criminal. Sin embargo, el comunismo de Chávez ha sido claramente asumido, no como ideología motriz, sino como vector de su condición patológica como entidad totalitaria.

Esto es importante entenderlo para poder descifrar la dimensión de lo que hemos venido enfrentando los venezolanos y que ha llevado a demasiados analistas a juzgar la situación desde una óptica formalista que se sorprende de la absoluta falta de escrúpulos de Chávez, que llega al paroxismo de subordinar los poderes públicos de control, manejar a su arbitrio los recursos del Estado y de fanatizar a miles de sus débiles mentales a conciencia de la criminalidad implícita en la sensación de impunidad. Y esa evaluación ingenua de esta entidad totalitaria genera errores de operación en el campo de la oposición que se niega – inconscientemente - a pronunciar la definición precisa, colaborando así con su ficción democrática.

No mienten pero nadie les cree

Chávez – como entidad totalitaria - jamás ha mentido sobre sus intenciones, su irrupción en la escena política fue con el discurso de la violencia y la descalificación inmoral – “escuálido” significa “no gente”, como el cognomento “gusano” que Fidel aplica a los hombres libres, estrategia para eliminar la condición humana de los adversarios para que puedan ser asesinados por sus débiles mentales, sin cargos de conciencia.

Los documentos confiscados en la derrota de su golpe de Estado reflejan la visión mesiánica y destructiva de su carácter despótico, además de su prédica contra la propiedad privada, la exaltación de la economía planificada y la satanización de la productividad.

Y es que todos los hombres de poder han sido brutalmente francos, pero la ingenuidad adormecida por la tradición se niega a admitir que lo que escucha es el proyecto que indefectiblemente se va a ejecutar desde el poder. Hitler se cansó de expresar públicamente su odio al pueblo judío, anticipó que lo iba a exterminar si llegaba al poder, lo decía inclusive en presencia de familias judías que lo invitaban a cenar con la esperanza de ingresar a su círculo íntimo y no faltaron judíos que prestaron su apoyo financiero para dotarlo del poder que los aniquiló y que, fascinados por la entidad totalitaria, llamaban radical al periodista – voz solitaria que clamó en el desierto - que los alertaba.

Jamás le mintió al pueblo alemán sobre sus intenciones expansionistas y criminales. Pero todos pensaron que era un discurso oportunista dada la crisis económica y social que atravesaba Alemania y por ello obtuvo la complicidad infantil de la sociedad que muy tarde comprendió la estupidez de su incredulidad. Sin esa colaboración, que incluyó a filósofos, académicos, militares, aristócratas, obreros, sindicatos, Hitler jamás hubiera existido. Lo que nos indica que la patología totalitaria deslumbra y desarma la lógica lo que le permite instaurar el régimen totalitario que lo exalta.

De esa manera Chávez ofreció al populacho “freír cabezas de adecos” – que traduce “eliminar a todo quien no esté conmigo incondicionalmente”, y, por ese sol que nos alumbra, que lo cumplirá…. si lo dejamos. Pero a su lado pululan todavía empresarios, sindicalistas, gente de la clase media idiotizada por los privilegios y buena parte del pueblo, convencidos todos, por la torpeza de la ilusión, de que “Chávez no es así”. Pues, sí lo es.

Es una entidad totalitaria con una idea fija: Quedarse para siempre en el poder. Así tenga que aniquilar a media Venezuela. Y su metodología de control social es la comunista – que en su sistema operativo es fascista, como lo es el nazismo, el peronismo, el franquismo y todos los “ismos” totalitarios que en el mundo han sido y serán – y eso significa sencillamente todo el poder – político, militar, económico, religioso – que en el caso de Chávez es antropológico - para el Estado que el gobierno usurpa, es decir para Chávez, que convirtió la jerarquía militar inherente a la presidencia de la República en un grado activo - porque las entidades totalitarias se sustentan en ejércitos, así sean papales – y que la sociedad de bienestar desaparecerá engullida por la ignara masa igualitarista seducida y sobornada, que luego de destruir gozosamente todo lo construido, se sentará a llorar su miseria histórica sobre los escombros de lo que fue Venezuela. Como Cuba. Porque para la ignorancia, “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Una de las más conspicuas idioteces de la que tenga noticias en el amplio campo de la estupidez humana.

La respuesta de los demócratas

La democracia ha sido la propuesta civilizada para combatir la tendencia totalitaria que anida – como la codicia - en todo hombre en su estado natural. De allí que la democracia sea una propuesta cultural, por eso es tan difícil de introyectar por el hombre común para quien los preceptos democráticos son exquisiteces que amenazan su almuerzo y cuya ignorancia lo hace fácil presa de la inescrupulosidad totalitaria que lo convence de que su “soberanía” alcanza proporciones supra constitucionales, lo que demuestra aprobando alteraciones que anulan la democracia.

Pero es la política la respuesta a las entidades totalitarias, que no son políticos sino hombres de poder. En Argentina continúa vivo el desastroso peronismo porque no se derrotó políticamente, sino que se interrumpió con golpes militares de mediocres dictadores de instintos asesinos, hoy sentenciados por la justicia. En Venezuela la cosa no le ha salido tan bien a Chávez como a Fidel por el espíritu libertario que todavía anida en la mayoría de los venezolanos, pero esta entidad totalitaria hará lo que tenga que hacer sin pararse en mientes para lograr sus fines. Pero su ciclo histórico se está cerrando demasiado pronto y cada vez tiene menos fuerza popular, por eso la política debe asumir su compromiso para desterrar el miedo, que sustituyó la esperanza que Chávez encarnó alguna vez, en el espíritu del pueblo y debe coadyuvar en América entera para vigilar la legitimidad de desempeño de estas entidades totalitarias camufladas, que usan sin pudor las debilidades de la democracia para destruirla. Es la política el formidable enemigo de toda entidad totalitaria. Y todas han sucumbido a ella.
Rafael Marrón González
Leer más »

19 de octubre de 2009

Decencia política

Este interregno chavista – que dure lo que dure se acabará, aunque dejando una estela de miseria y rencor - debe ser aprovechado para realizar un profundo examen de conciencia ciudadana con la finalidad de deslastrar la democracia de muchas perversiones que se han hecho normales en el escenario electoral venezolano.

El pueblo durante años ha presenciado la indecencia que usa como armas, para lograr el favor popular, la descalificación, el insulto y la calumnia sin el menor escrúpulo al decoro familiar ni reparo con el daño moral a causar, para luego de pasada la contienda, reunirse los contendores, como si nada hubiera pasado – “porque esas son cosas de la política” - ante el asco de la sociedad que responde certeramente con un “qué sucios son los políticos”, confundiéndolos con los sinvergüenzas. Y cuando uno de nuestros jóvenes decide incursionar en la política , el consejo que le dan los viejos políticos es que “tenga el cuero duro para que aguante hasta agua caliente”, como si el que más aguanta insultos y vejámenes es el más digno de ganar el cargo en disputa. Pues, yo digo que ya basta.

Mi consejo a los jóvenes políticos es que no se la calen. No perdonen agravios. No empeñen su dignidad tolerando infamias. Pues, dos cosas tenemos que lograr: Una, el respeto a los adversarios como principio fundamental de la política, para poderla rescatar del albañal donde la han sepultado los espontáneos recogidos en las galleras por sus mentores, por su condición de “echaos pa´lante”. Y la otra, hay que despejar la conciencia popular de la creencia de que el fin justifica los medios, porque ningún fin ético – y esa es nuestra tragedia nacional - puede derivar de una acción inmoral; y la vileza de algunos políticos – escondidos detrás de mercenarios - en campaña electoral contra sus adversarios raya en la infamia.

Y esa abyección debe revertirse, en los eventos electorales debe privar la propuesta, la integridad, la trayectoria moral vertical, la inteligencia y jamás la actitud procaz o la inescrupulosidad. Un mercenario al servicio de un candidato regional se refería en sus columnas periodísticas a un joven adversario político por las siglas de su nombre, para asociarlas en el imaginario popular con el sentido escatológico de waterclok. ¿Eso es decente? ¿Tiene el joven político, en aras de cualquier fin electoral, que conciliar con semejante atropello contra sus derechos humanos, con el argumento de que son “cosas de la política”? Pienso que no.

De esa manera el escenario político degradó a especie de chiquero en el que se revuelcan los aspirantes a dirigir los destinos de la patria de Bolívar, que se ciñen la banda de la victoria sacudiéndose del rostro la pastosa pestilencia de la ignominia. Y es que no se trata de la ironía inteligente o de la mordacidad sagaz que ha nutrido el anecdotario político del pasado, sino del brutal ataque artero a la integridad personal, en el cual nada es sagrado, el vale todo es la impúdica consigna inescrupulosa.

Chávez es el aventajado

Chávez en sus campañas es un ejemplo de esta práctica denigrante de su condición humana, pero él no la inició, es un aventajado alumno de esta deformación que sustituyó la práctica de convencer al pueblo de los inicios de la democracia cuando el candidato y sus colaboradores viajaban por todos los pueblos con su mensaje, prometiendo bienestar y calidad de vida, y la capacidad oratoria era, en todo caso, la ventaja.

Recuerdo a dos titanes en acción: Jóvito Villalba y Rómulo Betacourt. Villalba era mejor tribuno pero Rómulo era guatireño y aprendió a llegarle directo al corazón del pueblo y mientras Jóvito hablaba de ideales etéreos, Rómulo le hacía agua la boca con el verbo conjugado en arepas y láminas de zinc.

Eran tiempos en que los principios democráticos estaban probados en la lucha contra dictaduras criminales y si se quería ganar había que demostrar que se era mejor, no que el otro era peor. Y eran líderes honestos a toda prueba, lástima que sus herederos se prostituyeran de manera tan grosera, al grado de que Rómulo amenazó con sacar a patadas a los corruptos del partido, pues mientras los advenedizos y espontáneos hacían fortunas a las sombras de poder – Uslar dixit – el forjador de la democracia se vio en la necesidad de exigir que los medios impresos le pagaran por sus artículos y entrevistas, así como a las instituciones públicas y privadas por su conferencias, porque la pensión de ex presidente no le alcanzaba para vivir con decoro.

Decencia política es integridad

Contemplo con esperanzas – traducidas como espera activa por una nueva realidad más equitativa y de progreso pivotado en el desarrollo individual – la incorporación de la juventud en los partidos tradicionales y en nuevos movimientos para la participación en las luchas sociales y políticas, porque eso significa que ni el militarismo ni la antipolítica han logrado sus objetivos, pero a esos jóvenes hay que inculcarles el valor sustantivo de la ética como compromiso del individuo con la sociedad y este compromiso debe expresarse en la demostración cotidiana de su integridad, y la decencia política es la vitrina donde debe exhibirse esa virtud. Que su discurso traduzca sus anhelos por contribuir al bienestar general y que su pulcritud personal sea su carnet de identidad. Ya basta de zafios ignorantes pegando lecos descalificadores para elevarse por contraste. Y de alianzas oportunistas entre víctimas y victimarios por la avidez del poder. Los que ayer eran insectos a los que había que exterminar, hoy se asocian con el insecticida por la posibilidad de colocarse “donde haiga”.

En conclusión

Mí mensaje a los jóvenes políticos de cualquier tendencia ideológica democrática es que busquen el poder como vía para desarrollar sus proyectos de bienestar general y no como fin para sus apetencias de riquezas o de reconocimiento social, que se profesionalicen en gerencia pública, que estudien filosofía y lógica formal, que edifiquen su arquitectura interna con solidez para resistir los tsunamis de la tentación de la riqueza fácil.

Cualquiera es honrado mientras no le lleguen al precio, por eso no tener ninguno es lo correcto y para hacer lo correcto basta con tener certezas basadas en los principios.

La política, en el plano de la decencia, es un apostolado que solamente reditúa la íntima satisfacción del deber cumplido, porque, pasada la efímera hora de los loas, lo que queda es el silencio y la amargura de la soledad, que no puede lesionar a quien los espera consciente de la veleidad del amor del pueblo y fortalece su espíritu con la dignidad del deber cumplido.

Por eso la ignorancia no puede continuar siendo la medida del político promedio, y cuando digo ignorancia me refiero también a la que mina a no pocos egresados universitarios - lo que dan es lástima por su desconexión cerebral - que solamente emiten señales de vida cerebral ante la posibilidad de corromperse. Sean humildes, no permitan que el éxito – ese farsante destructivo – les arruine la historia.

Mírense en el espejo de tantos muertos en vida que se arrastran entre pesadillas, después de haber volado su desprecio en las alturas, indiferentes con el dolor de los humillados que los elevaron con su equivocación. La humildad no es andar en harapos con el orgullo brotando por los agujeros de la sotana, como los estoicos, sino tener la capacidad de ajustar la actitud a la dimensión del interlocutor. Y cultiven el respeto como demostración de su compromiso ético, jamás pronuncien una palabra que implique su dignidad en la diatriba de los desesperados que tratan de esconder su podre moral en la alharaca de la abyección. Pero sepan responder como corresponde a quienes los ofendan. Partirles la trompa en cadena nacional es una buena opción. Los agravios que comprometen la integridad son imperdonables. La Venezuela que surgirá del disparate chavista merece el tributo de la decencia política.


Invitación

El jueves 22 de octubre, a las 7pm, estaré bautizando mi nuevo libro digital “Venezolanidad, una pasión inteligente” en la librería Latina del Orinokia mall de Puerto Ordaz. Quedan cordialmente invitados.
Rafael Marrón González
Leer más »

10 de octubre de 2009

¿Política sin políticos, democracia sin partidos?

Demasiada gente como para no preocuparnos, ignora todavía que Venezuela ingresó en 1999 – tal como en 1899 con Cipriano Castro – en el interregno histórico entre una propuesta política – socialismo matizado que mantuvo suspendidas las garantías económicas, que se agotó por la baja del precio del petróleo - y otra que surgirá indefectiblemente del pensamiento posmoderno de una nueva generación y que está naciendo paralelamente al desgaste ateroesclerótico del gobierno de Chávez – desintegrado a una velocidad insólita - que tampoco tiene conciencia de su elemental rol histórico, a pesar de que el orden interno de la realidad le envía señales que su estrafalaria actitud hormonal – empeñada en imponer un estado de servidumbre - le impide captar:

Frente a esa nueva generación que se cose los labios en una huelga de hambre contestataria y le muestra el culo a las fuerzas represivas - para emitir su opinión respectiva - su imagen es la de un anciano cuya decrepitud polvorienta es asunto del tiempo que conspira a favor de esa inmensa muchachada que no quiere horizontes de piedra. Y menos erizado de fusiles y matones ignorantes.

Sin embargo me preocupan los pescadores en río revuelto que pretenden usar la bravía lucha de esa juventud rebelde, como sustituta de lo político, en una vuelta a las andadas de los mismos que destruyeron los partidos como expresión ideológica plural de la sociedad, con la incesante campaña contra la “partidocracia”, y propiciaron la anti política que creó a “Chávez” con el barro reseco de un confundido golpista derrotado que veía en las guerrillas colombianas el lógico final de su destino.

Según aquellos artífices de nuestra actual crisis política, era la “sociedad civil” - ¿con qué se come eso, preguntó sarcástico el malagradecido Miquelena después de que se sirvió de ella - la que debía asumir las riendas de la conducción del país a través de un líder ajeno a los partidos políticos – como si fuera posible la democracia sin ellos, lo que aprovechó Ceresole para crear aquella doctrina totalitaria “caudillo, ejército, pueblo” que Chávez se apresuró a asumir, aunque ahora solo queda “caudillo”, porque ejército, lo que se llama ejército, y pueblo, lo que se llama pueblo, no tiene. Pero ahora, sin el menor sentido de orientación y sin asomo de memoria histórica, veo como se erige un poderoso cogollo antipolítica – que produce líderes con cara de vidrio - exigiendo ir a las elecciones parlamentarias con una tarjeta única, despreciando el trabajo tesonero de las distintas organizaciones que tienen perfecto derecho a que su militancia y amigos tengan la opción de votar por su tarjeta, como debe ser en democracia – lo que nos distingue de Chávez.

En el colmo de esta ceguera, me he encontrado con personas que no sólo quieren una tarjeta única sino que formemos un PSUV de la oposición con un líder exactamente como Chávez – con verruga y todo - porque “si no, se queda para siempre”. No vale, no necesitamos unicidades chavistas uniformadas y en procesión, necesitamos el imperio de la política y de los liderazgos surgidos de las luchas sociales – pero con visión estadista y no populista – con propuestas viables que apunten al progreso común por el desarrollo de los individuos, que logre convocar a esa inmensa mayoría del pueblo esperanzado que ya no quiere nada con Chávez – a pesar de haberlo empoderado - pero tampoco con ese pasado ignominioso que lo creó. Y ese será el comienzo de la nueva era venezolana y esta vez, con la lección bien aprendida, será para siempre.

El inicio de la antipolítica


¿Qué es la antipolítica?, sencillamente la preeminencia del carisma sobre la ideología, lo que es irracional y peligroso, pues, como he escrito en anteriores oportunidades, en política el carisma suele desembocar en estigma así como la falta de propuestas – por lo sobreentendido carismático - en ineficacia. Y, además, para colmo, existen agencias publicitarias que fabrican candidatos, siguiendo la receta para promocionar papel tualé, para vendérselos a los pueblos ingenuos que creen que si el tipo se baña y se peina con rayita es honesto.

En Venezuela el precursor de la antipolítica fue Renny Otolina, aunque algunos señalan también a Uslar Pietri, pero éste abogaba por la decencia política, denunciando la corrupción y el incumplimiento de las promesas electorales como los males que estaban rompiendo la conexión del pueblo con los partidos.

El primer triunfo de la antipolítica fue con Rafael Caldera quien con su desarrollado instinto felino, olió la oportunidad de volver a la presidencia navegando en la justificación del golpe fallido – que no tuvo pueblo pero se hizo popular – y abjurando de su condición se lanzó en brazos del chiripero de la “sociedad civil”, destruyendo su partido – el que fundó – e inmolando a sus discípulos – llegando al poder en hombros de la plutocracia y de los militares - pescadores de río revuelto de la antipolítica - exactamente como Chávez - para ejercer un mediocre mandato durante el cual daba a veces la impresión de que estaba vivo, intensificando el desencanto del pueblo y allanando el camino para el triunfo de Chávez, que no fue tan clamoroso como sostienen.

Así que fue esa sistemática prédica contra los partidos políticos y la satanización de los políticos – aunque no puedo negar la contaminación de demasiados por la corrupción, la comodidad y la indiferencia - lo que incubó a Chávez – que derivó – como era previsible por su discurso antipolítica - en entidad totalitaria que desprecia lo civil en general - al grado de exigir a sus aduladólares de la Asamblea Nacional una reforma inconstitucional que coloca el estamento militar sobre el poder civil, antipolítica total - lo que nos ha llevado a entender – me incluyo para no dejarlos solos – que la política sin partidos y sin políticos significa dictadura.

La antipolítica en acción histórica

Otro ejemplo de las nefastas consecuencias de la antipolítica lo tenemos el 11 de Abril de 2002, cuando Chávez abandonó la presidencia – salvo prueba irrefutable en contra, tenemos la palabra de la máxima autoridad militar del momento – y un débil espontáneo, inexperto en las lides políticas, subalterno de un poderoso grupo económico y presidente de la organización empresarial, traicionó ese proceso histórico inédito en Venezuela, convirtiéndolo en un golpe de Estado, con el desastroso resultado harto conocido, por haberse inhibido los actores políticos con responsabilidad ineludible, a petición de la “sociedad civil” que no quería “políticos de oficio” en esa hora.

Fíjense en el despropósito de la antipolítica: En el ejercicio tan necesario de la política para la vida de la nación, rechaza a los expertos, a los profesionales, quiere espontáneos como curas, domésticas o ¿militares?, sin embargo para lo concerniente a la vida personal si clama por especialistas. Cosas de la idiotez protagónica. Y, luego, para remate, la antipolítica impuso a los partidos – cuyo epicentro de lucha son las elecciones - la tesis abstencionista. Mayor contradicción sólo en Estupidolandia. Y lo más triste es que hoy – como si no existiera capacidad de analizar los errores - los políticos y sus partidos parecen estar a la cola de la antipolítica – “para no traicionar la mayoría” - esperando el memo con instrucciones de los factores de poder mediático, que crean liderazgos efímero - espectaculares de cualquier evento que estimule a la “sociedad civil”, presentándolos con fanfarrias – previo guión novelado - en detrimento de los dirigentes de base – locales y regionales - que se han partido el lomo fortaleciendo sus organizaciones – con las uñas - y llevando al pueblo la palabra certera de la democracia, para combatir en su propio escenario la hipermillonaria maquinaria propagandística del gobierno con su propuesta de capona felicidad cubana.

En conclusión

Frente a nosotros el reto de derrotar a Chávez y al chavismo políticamente, para lo cual son imprescindibles los partidos y la dirigencia política, que deben presentar su propuesta de país al pueblo esperanzado dentro de sus propias realidades, pues lo que está en juego es el destino democrático de la nación y no hay espacio – ni tiempo - para los jueguitos infantiles de la antipolítica.
Rafael Marrón González
Leer más »

7 de octubre de 2009

LIBERALISMO SIGLO XXI VS SOCIALISMO SIGLO XXI

Hitler tenía un incondicional cuya tarea era traducir a lenguaje civilizado los crímenes contra los judíos, y así la orden de exterminarlos fue emitida bajo el título “solución final”. Este tipejo se suicidó en Nuremberg, horrorizado al despertar del letargo moral en el que lo sumió el carisma de Hitler y percibir a plena conciencia y en toda su infamia su condición criminal. Era un vil asesino y punto, no un héroe protector de la pureza racial de Alemania.

Chávez tiene también su embrión de suicida que le sugiere sustantivos elegantes para sus torpezas y pretensiones absolutistas. Por ejemplo, “Socialismo siglo XXI” es el apelativo mediático para su “petrocomunismo militarista”. Sin embargo al analizar el contexto de su propuesta develamos su intención de comunistizar su gobierno, a saber, centralismo exacerbado, salvaje capitalismo de Estado, limitación a la propiedad privada, intervensionismo gubernamental en el aparato productivo, sustitución paulatina de la empresa privada nacional por transnacionales que no se meten en política, destrucción de la formalidad institucional de la república disfrazada de misiones electoreras, educación ideologizante, sacrificio del individuo por la masa, patronalización del movimiento sindical en las empresas y entidades del Estado, comunitarismo laboral, control de la sociedad por el sistema represivo cubano, leyes expresas para la criminalización de la disidencia, parasitismo social para atar la voluntad del pueblo a la riqueza del gobierno, entre otros elementos como la regulación de la libertad de expresión.

Frente a esto no ha surgido ninguna propuesta que no apunte a un chavismo sin Chávez, por el supuesto apoyo popular, masivo, que sus propuestas asistencialistas han logrado en las comunidades más empobrecidas del país bajo la premisa de la sumisión por la subsistencia.
Los líderes emergentes y los tradicionales se encuentran atrapados en una profunda contradicción, unos por no abandonar antiguas posiciones ideológicas, a pesar de su manifiesto fracaso, y otros por seguirle la corriente al pueblo que todavía no ha percibido el desastre económico que significa para su futuro la improductividad inducida a cambio de solidaridad automática con el “proceso”, y que a la larga producirá escasez y represión. Ya se han adelantado con la reforma del Código Penal que criminaliza la protesta pública y conculca el derecho huelga, que ya había sido prohibida para funcionarios públicos como maestros y médicos.

¿47 años de socialismo no bastan para entender que ha fracasado?

Es importante destacar que la democracia venezolana estuvo, desde su nacimiento, signada por gobiernos socialistas de corte socialdemócrata o social cristiano, con oposición socialista, que mantuvieron suspendidos los derechos económicos consagrados en la Constitución del 61, hasta el segundo gobierno de Caldera.

Si analizamos las leyes sociales sancionadas en ese período encontraremos que todas están dirigidas al proteccionismo, por ejemplo, la ley de inquilinato y la reforma agraria de Betancourt, aunque la de Chávez es más comunista porque le niega la titularidad de la tierra a los campesinos. En contradicción con el desarrollo, los empresarios se encontraron desmedidamente favorecidos con leyes arancelarias que, hasta hoy, limitan fuertemente la competencia para proteger la “industria nacional” que no necesitó crecer porque aumentando los precios nivelaba su ineficiencia, por lo que un bluyín de mala calidad nacional es diez veces más caro que uno de asiático de superior factura. Y ni se diga de los automóviles. Sin embargo, estas medidas “nacionalistas” lo que lograron fue crear cordones de miseria de reproducción irresponsable que inundó la nación de delincuencia y parasitismo, que por paradoja encontró en Chávez a su redentor.

Y éste líder de los desposeídos ha dilapidado la más formidable oportunidad de desarrollo del país, estimulando ese parasitismo y destruyendo posibilidades de empleo porque toda su propuesta económica se basa en las importaciones porque así logra apoyo internacional a sus vehementes deseos hegemónicos y somete a la sumisión al empresariado criollo. Hemos pasado del Estado de Bienestar populista clientelar al Bienestar del Estado populista clientelar, en los cuales todo es gratis aunque malo, escaso y sumamente costoso en posibilidades de desarrollo, pero da votos y en el caso del último, voto traduce poder omnímodo y eterno.

Frente a ese discurso pobrecitista y empobrecedor...

Sin olvidar que el eje de nuestra propuesta es la “racionalidad social”, es decir “responsabilidad social” sin caer ni por un instante en la veleidad de “complacer al pueblo” o en seguir sus contradicciones, y en lugar de usar el término justicia para el debido balance de los social planteamos la equidad social a través del desarrollo económico liberal, sistema de seguridad social en manos de empresas privadas de inversión que garanticen la progresividad de las pensiones, servicios públicos eficientes, oportunos y de calidad, descentralización efectiva, empleo digno, infraestructura popular que incluya viviendas dignas, hospitales de primer nivel, instalaciones sanitarias, agua potable, escuelas, preescolares y guarderías.

A las comunidades empobrecidas es imperativo ofrecerles la oportunidad de progresar por el desarrollo de sus individuos no por la dádiva infamante que las mantiene atadas a los caprichos electorales del autócrata de turno. He constatado que los jóvenes de esas barriadas populares están hartos de que los políticos los visiten en cada evento electoral para ofrecerles bacheo y cloacas, sin considerar la posibilidad de educarlos políticamente para que ejerzan sus derechos a plena conciencia.

Una propuesta basada en la ética, la política, el individuo y la libertad

Esta propuesta está articulada en el plano de la ética, la política, el individuo y la libertad, en democracia, dentro del marco de la reducción del poder del Estado y sus asfixiantes controles burocráticos, y del libre mercado, es decir avanzar del Estado de Bienestar a la Sociedad de Bienestar.

Y es en el liberalismo, y dígalo sin sonrojo, donde encontramos la auténtica doctrina de esa libertad, en la que el hombre es él y sus decisiones y su progreso dependerá exclusivamente del desarrollo de sus potencialidades, en el entendido de que cada cual obtendrá lo que su capacidad y responsabilidad quieran. Nada es más digno para un hombre y una mujer que poder producir el sustento por sus propios medios.

Es la trilogía trabajo, estudio, responsabilidad la clave del desarrollo del individuo, y es el individuo, formado y desarrollado, en el dominio de sus facultades creativas, el auténtico núcleo de la sociedad. Y una sociedad integrada por individuos especificistas es una sociedad que avanza indetenidamente hacia el progreso, inserta en la modernidad y la globalización compitiendo con las grandes naciones liberales del planeta.

El petróleo debe ser el instrumento económico para romper con la dependencia del Estado que ha generado este parasitismo social que hoy amenaza con disolver la nación. Su destino es ser un rubro más, y no el más importante, de los que producirá el formidable aparato productivo de esta nación que soñamos.

Es un trabajo de largo aliento que debe comenzar desde la oposición

Observando de cerca la realidad económica y social que vive Venezuela, con tal magnitud de pobreza, aumentada en estos años de mal gobierno chavista, parece una labor titánica lo que planteo, porque el inmediatismo de la supervivencia pospone cualquier posibilidad a largo plazo, y porque se ha asumido que el reverso de la pobreza es la riqueza y nada que no prometa riqueza fácil es plausible.

Pero la verdad es que el reverso de la pobreza es mejor calidad de vida a través del empleo digno y la educación para la vida, y servicios públicos eficientes y solidaridad social orgánica. Y, repito, pobreza es una forma modesta de vivir que puede ser hasta voluntaria, que nada tiene que ver con la miseria que es una manera de sobrevivir sin dignidad. Quien quiera recoger la bandera del liderazgo opositor debe ponerse en marcha hacia los barrios a buscar potencialidades y convertirlas en transformadores sociales, actores políticos responsables de edificar una nueva realidad con el hombre y sus circunstancias. Eso sí, no es un trabajo para ganar las próximas elecciones, es un compromiso de vida por la patria y de muy larga paciencia. La recompensa: una mejor patria por una mejor gente.

El liberalismo también se puede redefinir como Siglo XXI

El liberalismo no es una ideología como el socialismo, y mucho menos un dogma, es una doctrina de vida basada en la libertad y en la primacía del individuo sobre la masa y, por tanto, en el obligatorio reconocimiento de las libertades individuales como inalienables; esas libertades incluyen la de pensamiento, expresión y religión pero también las económicas, bajo la base de la libre disposición, posesión y disfrute de la propiedad legítimamente adquirida.

“En cuanto a la política, la ideología liberal encuentra sus bases en Montesquieu; y parte del hecho de que no hay personas ni sistemas perfectos, y por lo tanto, el Estado debe ser un conjunto de pesas y balanzas en el que se contrapesen los distintos poderes que ostenta sobre el individuo, para que ninguno pueda devenir en tiranía. Por tanto, el Estado debe seguir una filosofía de mínima intervención, o laissez faire (en francés, “dejar hacer”).

Esta se sustenta de un lado en la convicción de que cada individuo buscará lo mejor para si mismo, y del otro en que las relaciones sociales surgidas de este modo tenderán a beneficiar a todos, siendo la labor del Estado corregir los casos en que esto último no se cumpla”.

“Ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta, y, por lo tanto, es mucho más que una política. Y, como tal conducta, no requiere profesiones de fe sino ejercerla, de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio o como, por instinto, nos resistimos a mentir. Como todos los pensamientos que han agitado a la Humanidad, el liberalismo es al mismo tiempo una dirección del pensamiento y una acción práctica.

Es una acción del pensamiento porque no es una doctrina cerrada, sino una tendencia, mejor dicho, una fuerza espiritual sujeta a continuo desenvolvimiento, que se concreta en los diversos periodos de su historia en distintas ideas, para sobrepasarlas inmediatamente. En su primera época se limita a conquistar los derechos individuales. Después lucha por los políticos, luego pide los derechos de la mujer. Planteado este problema, combate por la cultura y la libertad económica del pueblo y ahora trata de consolidar esa empresa organizando la Humanidad sobre el principio de la igualdad internacional y la justicia económica.

Y es una acción práctica porque se manifiesta también como un sentimiento que impulsa a los pueblos a encarnar las ideas liberales en instituciones. Por ello para ser liberal no basta con conocer propiamente las doctrinas liberales; es necesario sentir la libertad, practicarla y propagarla. Y ese aspecto activo del liberalismo encierra tanto valor que, sin él, no podrían explicarse las agitaciones que han conmovido a todos los pueblos civilizados, y la revolución operada en su edad contemporánea; y es más, la misma crisis que actualmente sufre el liberalismo depende principalmente de que los elementos liberales que han incluido en la gobernación a los pueblos se han preocupado de todo menos de crear y mantener vivo el sentimiento de la libertad”. Gregorio Marañón

¿Qué es proyecto político?

Como proyecto político liberal se entiende un adecuado programa económico con reglas de juego claras, y la aplicación eficiente de planes sectoriales, con voluntad de servicio y eficiencia, para generar la prosperidad nacional a través del desarrollo del individuo, según sus capacidades, mediante el trabajo, el estudio, la responsabilidad, la creatividad, la igualdad de oportunidades, la meritocracia.

Rafael Marrón González





Leer más »

3 de octubre de 2009

Democracia liberal es… democracia y punto

Una oyente de mi programa Venezolanidad – Pentagrama 107.3 FM de 6 a 7am de lunes a viernes – me pregunta qué es democracia liberal. Mi respuesta no puede ser más sencilla: Democracia liberal es… democracia y punto. No hay adjetivos para la democracia, que se define – no se adjetiva - representativa por imperativos de su operatividad - la democracia directa es un dislate imposible que los intereses creados en torno a la revolución bolivariana han rebautizado “participativa”, cuya propuesta fue rechazada por la OEA – pues, la representatividad de lo plural es la manera lógica, inteligente, única de operar un gobierno en democracia. Debo insistir en la materia, pues hay muchas idiotez cómplice de tiranías: No existen varias formas de democracia, la democracia – como sistema en el que impera el Estado de derecho - es liberal o no es democracia y menos puede serlo esa forma de absolutismo plebiscitario puesto de moda por Chávez y que hace salivar las tentaciones dictatoriales de muchas insuficiencias democráticas del vecindario. Y, además, niego rotundamente que pueda existir nada alternativo como la tal democracia popular o democracia autoritaria con lo que se cubren los feroces dictadores estatistas que, como piezas de museos del horror, sobreviven en la pastosidad del siglo XXI usando constituciones redactadas por sus subalternos y elecciones amañadas para usurpar su ejercicio y obtener reconocimiento de la codicia internacional, pues, la democracia es un sistema de gobierno – o gobierno sistémico - cuya única finalidad es, precisamente, evitar la tiranía. La democracia no construye escuelas ni cloacas – eso lo hacen los gobiernos en democracia - es simplemente un pacto entre los ciudadanos y la autoridad delegada - para impedir que los hombres de poder se erijan tiranos - que se rige por una Constitución elaborada por la representación de la soberanía popular para garantizar la ¡¡alternabilidad!!, ¡la autonomía de los poderes públicos! y las periódicas elecciones libres, directas y secretas y sin trampas, coadyuvada por la vigilancia ciudadana para que el Estado y el gobierno estén al servicio de todos los ciudadanos y no de la parcialidad afecta al régimen. La democracia, así, ocupa nuevos espacios para su imperio por los avances del conocimiento traducidos en ciencia y tecnología. De allí el necesario celo ciudadano por su preservación.

Una propuesta liberal

Venezuela se define en el artículo 2º de la Constitución como “un estado democrático y social de derecho y de justicia” - adjetivación redundante porque al definirse democrático se sobreentiende que es de derecho, y al ser de derecho será social y de justicia – lo que es una concepción moderna del liberalismo, cuya creación política más formidable en la historia de la humanidad es precisamente ese Estado democrático – que se sustentó en sus inicios en el juez imparcial, hoy en fase de extinción en estos tierreros latinoamericanos - que es “la organización de los instrumentos de poder coercitivo que se subordina al derecho; la fuerza militar que se somete a la razón civil; los gobernados que legitiman desde una vocación igualitaria los designios y las acciones de los gobernantes. En el Estado democrático el poder central del aparato estatal excede al poder de cualquier persona, agrupamiento, u organización – como en las dictaduras - pero, semejante poder se subordina ante los valores, intereses y derechos del individuo, así como de sus organizaciones civiles, partidos políticos y asociaciones religiosas, económicas y culturales”. Particularmente en Venezuela, el Estado democrático ha contribuido radicalmente a la construcción de la nación, logrando éxitos tangibles en la oferta de opciones de equidad mediante el suministro de servicios que de otra manera hubiesen estado solamente al alcance de privilegiados. Como es el caso – hasta 1998 - de la educación – que generó una formidable movilidad social hacia una pujante clase media, que hoy Chávez desprecia llamándola “burguesía”, tal su ignorancia de las definiciones históricas. En fin, el Estado democrático “embrida a los poderosos, estimula a los débiles, redistribuye riquezas y acorta distancias sociales”.

Sólo la escuela liberal forma demócratas

La escuela debe ser el asiento primigenio de la democracia y el maestro tiene el soberbio honor de ser el alfarero de la ciudadanía de pensamiento crítico para el liderazgo de la libertad. Me aterra para Venezuela - y por eso combato al chavismo – no sólo a Chávez – con toda la fuerza de mi pluma y de mi voz - la posibilidad que vio Heidegger en la culta Alemania de 1935: Las masas reunidas en asambleas populares - confundidas con el ejercicio democrático - decidiendo el destino de la nación al histérico alarido de un mesiánico experto en manipulación sensorial que les señalaba rutas que solo existían en su delirio enloquecido, mientras los intelectuales, maestros y universitarios sucumbían en el exilio, en las cárceles y en los paredones de fusilamiento. Por eso la escuela debe ser intervenida por demócratas para formar demócratas conscientes del concepto integral – indiviso y que no admite adjetivación alguna - de democracia. No hay otra salida.

Una definición orgánica de democracia

Como un aporte al conocimiento pleno de los valores que sustentan al sistema democrático y no haya confusión con propuestas solapadas lideradas por expertos en seducción y soborno: Democracia es el sistema político, cuyos gobiernos están sujetos a las normas constitucionales establecidas por la ciudadanía en el libre ejercicio de su soberanía, que profesa y garantiza el respeto a los derechos fundamentales y libertades públicas de la persona humana con énfasis en la libertad política, civil y personal, regido por los principios capitales de alternabilidad, división de poderes y equilibrio de las autoridades, consagrado a producir la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política.

¿Quiere una definición más corta?

Así como dictadura se sintetiza en “prohibir y obligar”, es decir, que lo que no está prohibido es obligatorio; la democracia se define en la palabra: libertad. Ese valor fundamental inherente a la condición humana, es irrenunciable, y por él, no ha habido pueblo en el mundo que al final no haya logrado destruir a sus liberticidas. El desconocimiento del poder de la libertad genera dependencia y de ella la pobreza. La libertad construye mundos nuevos para el hombre y sus campos ascensionales son ilimitados como la imaginación. El hombre libre piensa y genera. Edifica posibilidades desde lo probable. Donde existan hombres libres es imposible la tiranía porque su sustento es la miseria moral más que la física. Sabemos que ante la complejidad de la libertad el mediocre prefiere el despotismo y que la convicción de la inutilidad personal resigna la libertad por la igualdad, porque aquella produce desigualdad. Es que pararse frente a la libertad produce vértigo por la incertidumbre, que es la auténtica maldición bíblica y no la muerte o aquella estupidez de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, lo que en realidad es, además de lógico, digno. Por eso cuando hablamos de liberalismo, expresamos la idea sustantiva de la libertad que genera riqueza y de allí su confusión con capitalismo – sistema en el que Chávez no cree pero le vende petróleo y le pide prestado - que es la consecuencia económica de la libertad, pero también se expresa en el arte, la literatura y los progresos científicos y humanísticos solamente negados por la ceguera mental de la idiotez.

En conclusión

Cuando los demócratas – que se balancean en la ingenuidad política pobrecitista - estén suficientemente convencidos de que los valores de la democracia están inextricablemente unidos a la libertad – política, económica, social o religiosa, por encima de la igualdad que sólo puede ser ante la ley - y que por lo tanto es su deber combatir “cualquier gobierno, legislación o autoridad que pretenda contrariar sus valores, principios y garantías”, tendremos democracia fuerte y para siempre.
Rafael Marrón González
Leer más »