Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

25 de septiembre de 2010

La insurrección del derecho

Los líderes de la oposición venezolana aceptaron concurrir a estas elecciones en absoluta desigualdad, admitiendo la eliminación de la representación proporcional, bajo el más despreciable ventajismo cometido con el mayor descaro y sin el menor asomo de vergüenza – perdido ya todo vestigio de moralidad - en el uso de los recursos ý cargos públicos y con bandas de desadaptados engolosinados con la impunidad, destruyendo la escasa propaganda de los candidatos de la oposición, aunque esa conducta vil cubre de ignominia cualquier resultado que pudiera favorecer al régimen – cada diputado obtenido de esta manera es ilegítimo - pues la ley establece que los funcionarios públicos sólo pueden actuar bajó los cánones que les son expresamente permitidos, somos los ciudadanos quienes podemos hacer todo aquello que no esté claramente prohibido.

Pero, en una demostración de grosera burla al ordenamiento legal la propia rectora del organismo comicial, obviando el articulado constitucional, su propio reglamento comunicado por ella a la ciudadanía al iniciarse el período electoral y el artículo 68 de la ley contra la corrupción, autorizó a los funcionarios públicos a hacer campaña electoral, invocando falazmente sus derechos políticos, para, en realidad, cohonestar el abuso de poder de Chávez, que se confeccionó una blusa de samba con la bandera nacional – está prohibido el uso de los símbolos patrios en las campañas - para echarse a la espalda su huacal de clones “a que no me conoces”.

La resignación ante esta infame demostración de barbarie da como hecho consumado la muerte del Estado de derecho, cuando lo que la lógica impone es la insurrección del derecho ante las tropelías de quienes vulneran la ley desde el poder, que es un delito atroz, porque se comete desde el podio de su magistratura. Y es que la permisividad o dejar pasar el desacato constituye, también, una violación al Estado de Derecho, pues de esa manera se deroga de facto la Constitución con la anuencia de la cobardía, por ello es imperativo la toma de conciencia sobre nuestro ordenamiento legal para no cohonestar con nuestro silencio acciones forajidas que están sancionadas penalmente.

“Al derecho no se renuncia” solía responder un jurista chileno que, en plena dictadura salvaje de Pinochet, introducía libelos en la Corte Suprema contra las ilegalidades cometidas por el régimen, a sabiendas de que no iban a atenderlas. Por eso es nuestro deber denunciar y documentar las violaciones a la legalidad cometidas por este gobierno y sus seguidores convencidos de la impunidad como derecho adquirido por su condición de “burócratas revolucionarios”, una contradicción de términos que define la característica oclocrática de esta propuesta siglo XVIII que nos amenaza.

El derecho de Estado

Cuando hablamos de Estado de Derecho, nos referimos al marco jurídico normativo para proteger el ejercicio de la democracia y de la libertad del abuso y de la transgresión, del individuo y del propio Estado.

Lo que existe en Cuba, y en los países totalitarios, es un Derecho de Estado (Estado legalista lo llaman algunos) que pivota en leyes ilegítimas, según el ordenamiento jurídico moderno, la supresión de las libertades y los derechos de los ciudadanos, para reprimir legalmente la disidencia y perpetuar a una decrépita dinastía en el poder.


La finalidad perseguida por las leyes no se cifra en abolir o limitar la libertad, sino, por el contrario, en preservarla y aumentarla, y esta es una moderna definición universal violada por los totalitarismos. Para ejemplarizar, mientras Luis XVI, Fidel, y ahora Chávez, han manifestado: “El Estado soy yo, porque tengo el “derecho” de redactar la ley, aplicarla e interpretarla, y cuando me equivoco es ley que se considere que he modificado la ley”, en nuestro ordenamiento jurídico el Estado de Derecho excluye la imposición unilateral de la voluntad de unos sobre otros, la violencia y el ejercicio de la justicia por propia mano.

Exige, por el contrario, que todos reconozcan los derechos y obligaciones de cada uno y que las controversias se resuelvan por la vía legal. Sólo el Estado de Derecho permite el despliegue en la libertad de las potencialidades de cada individuo y de la sociedad en su conjunto.

El Derecho surge de la libertad

Es fundamental que el pueblo, como nación sujeta de deberes y derechos, conozca a cabalidad que es la libertad la que ha generado los derechos. Así como son los delitos y los abusos, del individuo y del Estado, los que generan las leyes y las normas. No fue que un tipo con poder se levantó inspirado una mañana y se dijo: -¿Y qué tal si esta gente vota? No. Fue la voluntad de millones de hombres y mujeres, que forzando la barrera de su libertad generaron ese derecho.

Así como los derechos laborales surgieron del ejercicio de la libertad para declararse en huelga y hasta para morir por sus ideales y los de millones de obreros en el mundo. Por eso me arrecha cuando unos ignorantes, herederos irresponsables de esas luchas, entregan sus derechos a cambio de una promesa o por el babieco encantamiento de un desaprensivo estigmático. Así como un baboso politiquero incondicional que propone la igualdad por encima de la libertad, cuando la primera es consecuencia de la segunda. La igualdad sin libertad es un vejamen.

Las debilidades del Estado de Derecho

En los países totalitarios, como Cuba, el derecho protege y garantiza a los incondicionales comunistas, mientras que proscribe y encarcela y fusila a los disidentes. En Venezuela la ley que se aplica a los adversarios de Chávez es inexistente para los aduladólares. Porque así es el Derecho de Estado. Omnímodo y brutal.

En cambio, en cualquier Estado de Derecho, un liberticida comunista, por ejemplo, conociéndose que, de obtener el poder, destruiría la libertad - obligando y prohibiendo - goza de los mismos privilegios y libertades que los demócratas. Y a nade se le ocurriría fusilarlo, deportarlo o encarcelarlo por su prédicas mentirosas para atrapar incautos. Esa es una debilidad de nuestro Estado de Derecho, pero es la diferencia fundamental con el Derecho de Estado. Por eso no somos comunistas.

La Constitución y el Estado de Derecho

La Constitución – según su artículo 7 - es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico de la nación, es decir que su supremacía es taxativa, esta fuera de toda duda, discusión o interpretación. Por ello, todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a ella. Así que por su preeminencia, las actuaciones de Chávez en esta campaña y la posición del rectorado del CNE son inconstitucionales – salvo el honorable rector Vicente Díaz sometido al escarnio de Zeus.

El primer efecto de la obediencia constitucional debe ser que la ley funcione como el único marco para la convivencia social y que las normas regulen, efectivamente, las relaciones entre los integrantes de la sociedad y sus autoridades, así como las relaciones entre los diversos órdenes y órganos de gobierno, con la finalidad superior de garantizar para todos la seguridad y el acceso a la justicia, el goce de los derechos fundamentales y el disfrute del bienestar general.

Por todo ello, tanto autoridades como los particulares tenemos el mandato ineludible, de coadyuvar al desarrollo y al fortalecimiento del Estado de Derecho, que está contemplado en su artículo 2 de su Constitución: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”, que, por cierto, es la última de las propuestas liberales.

Derecho que no se defiende se pierde

Julio César solía decir que sus legiones conferían legalidad a sus leyes. Así definía para la posteridad lo que hoy conceptúo como Derecho de Estado. En cambio las armas del Estado de Derecho son las leyes y su acatamiento define su legitimidad.

Hoy en Venezuela – es sabido y comprobable - los demás poderes públicos están subordinados voluntariamente – por la vía de la membresía comunista aduldolescente – a la omnipotencia macho cabrío del Poder Ejecutivo, pero eso no significa que los demócratas lo aceptemos por la vía de la aborregada resignación de los eunucos ni por la admisión del hecho cumplido.

Mediante la insurrección del derecho lucharemos contra la ilegalidad que ilegitima el ejercicio del poder y haremos prevalecer la justicia. Mártires habrá, sin duda, en esta lucha, pero resignados borregos de balidos lastimeros, jamás.
Rafael Marrón González
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18 de septiembre de 2010

¿Está usted dónde le corresponde?

La desubicación esquizofrénica es uno de los más extraños síntomas de colocación final que suelen sufrir los individuos que padecen deficiencia intelectual adquirida – ignorancia asumida por la ideología – por ello suelo preguntar a quienes intentan rebatir mis argumentos liberales si han percibido que, en la realidad, en la cual se debate su existencia con la verdad, su praxis carece de concordancia con su pensamiento.

Y hay que ver la cantidad de sujetos de derechos cuya realidad desmiente de manera hasta grosera su posición ideológica. Y como estoy convencido de que el hombre – el cerebrizado por supuesto - frente a su destino es él, en absoluta soledad, y sus decisiones, pues las circunstancias son escenarios para la toma de decisiones, no puedo concebir tal contradicción en personas – es decir individuos jurídicos cuya existencia y modo de existir están garantizados solamente por el Estado de derechos – no puede llamarse “persona” a un esclavo, como quienes sobreviven basalmente en los sistemas comunistas que practican el Derecho de Estado, sino res o cosa.

Estas “personas” – su contradicción niega su definición jurídica - que ejercen el libre mercado – intercambian bienes y servicios por dinero (instrumento que permite apoderarse de la propiedad ajena de manera pacífica) - practican profesiones de libre ejercicio, como los abogados, cuya misión es servir de “auxiliares activos e indispensables en la administración de la Justicia” - que como “dar a cada quien lo que le corresponde” no es precisamente lo que se practica en los países comunistas, que no son repúblicas, pues éstas imperativamente deben ser democráticas - pero también encontramos maestros, cuyo deber ser es, por imperativo de su responsabilidad con la nación, universal, amplio y abierto; periodistas, profesión ésta que solamente puede desarrollarse en un clima de libertades – su lema debe ser “verdad, democracia y libertad” - en el cual sea posible develar la verdad – como resultado de comparar el discurso del poder con la realidad - sin consecuencias – en el sistema comunista un periodista es un agente corrompido usado para traducir a lenguaje noticioso las mentiras del régimen - y que disfrutan, usan y disponen libremente de la propiedad privada como pública recompensa de sus esfuerzos, profesan sectarias ideologías criminales – como el comunismo, regularmente como tontos útiles de la versión diplomática de esta secta de asesinos, llamada falazmente “socialismo”, cuando es “masalismo” –que niegan toda posibilidad a la realidad que los sustenta, por lo que no tengo más opción que inferir el padecimiento de una enfermedad mental, como escribí en “La esquizofrenia de las ideologías”, pues sólo a enfermos mentales es posible justificar que desprecien su realidad por una abstracción onírica conjugada en futuro, como un “delirium tremens”, es decir soñar despiertos y confundir lo que se sueña con la realidad.

Un ejemplo histórico de esta esquizofrenia, lo representa el duque Felipe de Orleans, que desconociendo su realidad y desatendiendo el consejo de sus pares, apoyó la revolución y adoptó el nombre de Felipe Igualdad, presionado por los revolucionarios que burla burlando le fueron confiscando sus propiedades, lo despojaron de sus títulos y fortuna y, luego de firmar el decreto de asesinato por decapitación contra su primo el rey Luís XIV, lo decapitaron también. Un idiota desubicado. Esa será la suerte de todos aquellos desubicados que apoyan hoy este anacronismo criminal que los devastará.

Desubicación canalla

Pero es necesario aclarar que, además de la esquizofrénica, existe una aparente desubicación – no menos peligrosa para la libertad - que es la canalla, propia del ladrón que está saqueando el erario o del que está detentando las prebendas de un alto cargo oficial para cuyo ejercicio no está preparado, y por esos privilegios, procurados por la impunidad y por la complicidad, desconecta sus escrúpulos y apoya propuestas contradictorias con su formación.

La palabra “canalla” la califica la ruindad, la bajeza de gente de mal proceder, sin embargo esta voz es perfecta para definir la situación moral de estos especímenes que, conociendo la verdad, se prestan para desvirtuarla, usando la autoridad que emana de su posición económica, social o intelectual para engañar a románticos, ingenuos, ignorantes o débiles mentales ávidos de una justicia que bien pueden procurarse por sus propios medios si no sufrieran de parasitismo cultural, a los cuales señalan derroteros imposibles de igualdad, a cambio de su libertad, para conseguir apoyo popular a sus proyectos personales de enriquecimiento al lado del poder hegemónico de una entidad totalitaria.

Hipócritas de doble moral, desubicados por la maldad, para quienes la patria es un aliviadero geográfico y el gentilicio un indeseado accidente superable.

Su desprecio por el pueblo es tal que no dudan en aprovecharse de sus debilidades emocionales para seducirlo y dominarlo por la supervivencia en aras de eternizar su posición bajo el ala del tirano. Este tipo de gente, no está donde le corresponde – porque su praxis está reñida, no con sus principios de los que carece, sino con su modo de vida - pero le venden el alma, la madre y los hijos al mejor postor por la codicia. Son los eternos vivos, expertos en el arte del equilibrio, que se balancean entre el bien y el mal con absoluto desparpajo. Son los que usan los medios más perversos con tal de lograr sus fines hedonistas. De traición en traición transcurre su existencia y, lamentablemente, estos sujetos suelen escapar de la justicia y en lugar de recibir sanción social, son considerados “ejemplos” para las nuevas generaciones que les admiran el oropel de los símbolos externos de poder derivado. Y en la historia siempre aparecen al lado de los vencedores, perdonados en sus crímenes por una sociedad estúpida cuyo perdón, entendido como no sanción para el culpable, propicia la multiplicación de esta especie, además de ser una bofetada para sus víctimas.

Me indigna la imbecilidad que decreta “la reconciliación nacional” dotando del privilegio de la impunidad a estos cómplices de la barbarie. Los camboyanos cuentan la indignación que sienten cuando se encuentran en la calle, transitando con total libertad, con los canallas que apoyaron al régimen del terror comunista que asesinó a millones de inocentes, para beneficiarse de su complicidad. Así hoy en Venezuela somos testigos de la actuación de no pocos canallas, que legitiman los abusos de un régimen que amenaza las libertades públicas, creando incertidumbre y miedo en la sociedad democrática, con tal de disfrutar la vida muelle que le prodiga estar al rescoldo del poder.

No quisiera pensar en tener que verlos – cuando esta infausta era pase, porque sin duda pasará - sentados a la misma mesa de quienes hemos sufrido las consecuencias de adversar este régimen disoluto, corrupto e inservible desde el propio 4 de febrero, número que en el teclado – como detalle premonitorio de su deshonestidad - acompaña el símbolo del dólar.

Visión razonada

Estar donde corresponde es una certeza - propia de quienes logran conocerse a sí mismos - que permite tener una visión razonada del objetivo real. Por eso la pregunta que titula este texto: ¿Está usted dónde le corresponde estar según su identidad intelectual, sus preferencias culturales y su realidad socioeconómica? Lo elemental sería que si usted es enemigo de la propiedad privada, no tenga ninguna o entregue voluntariamente al Estado la que posea, sea vivienda, finca, empresa o acciones y valores.

De lo contrario o es usted un canalla, o un enfermo mental o un ignorante, en este último caso, escalera de los trepadores. En todos los casos, un peligro para la libertad. Porque si es usted el digno poseedor del producto de su esfuerzo y lo disfruta ¿qué hace dónde no le corresponde estar? ¿Por qué se avergüenza del producto de su inteligencia o de su persistencia? ¿Cuál razonamiento lo obliga a despreciar el mérito propio del individuo por la manifiesta irresponsabilidad de la masa? Porque es lógico suponer que usted tiene plena conciencia de las implicaciones políticas y sociales derivadas de su realidad, es decir que sabe a ciencia cierta el lugar que ocupa.

Una persona cuyo éxito le reditúe una buena vida, que se confiese “socialista”, repito, debe acudir a un psiquiatra para que le repare la avería mental o la baja autoestima, que lo lleva por presión tribal a renegar de su propia verdad.
Rafael Marrón González
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12 de septiembre de 2010

Altruismo vs Individualismo

La especial diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio, se llama altruismo y en esta doctrina se basa toda propuesta colectivista, tanto religiosa como política y nuestras sociedades han sido formadas con la idea paradójica – y contradictoria - del sacrificio propio como herramienta para generar el bienestar general, es decir que ser feliz mientras los otros no lo son es pecado o traición social.

Ha sido tan penetrante esta idea en nuestra psiquis que sentimos vergüenza de manifestar nuestro éxito o felicidad en público, porque puede inferirse que se la hemos quitado a algún descuidado que la olvidó en algún rincón, en lugar de publicitar el logro como consecuencia del esfuerzo sostenido y sistémico frente a la sinvergüenzura del “Dios proveerá” o “mañana es otro día” o “Como vaya viniendo vamos viendo”.

En el caso del socialismo, ésta ha sido la mecha para incendiar la pradera: Pide el sacrificio del individuo – su propia felicidad y bienestar - para favorecer al Estado que se ocupará de repartirle felicidad al pueblo, siempre que ésta coincida con la concepción que del bienestar tiene un Estado colectivista.

Así que el “ser rico es malo” de Chávez en realidad significa “ser individuo soberano es malo”, por lo tanto lo perfecto es ser un obediente no deliberante diluido en la masa aborregada seducida por el indigno refrán “barriga llena corazón contento”, es decir ser “masito”, porque en la realidad el “socialismo” – sustantivo derivado de una apropiación indebida, porque está reñido con su praxis, pues no crea sociedad sino masa – debiera llamarse en puridad sociológica “masalismo”.

Y como el individuo ha sido domesticado con la idea de que reconocerse como individuo es un anatema, pues admite el sacrificio de su yo como algo hermoso que le redituará placer inédito o alguna forma extraterrenal de vida eterna instalado en una nube tocando una lira a juro, aunque no haya sido músico, o de aplauso político como “revolucionario del mes” que parece ser el sueño de los trabajadores seducidos por el discurso igualitarista, que están dispuestos a entregar sus beneficios contractuales a cambio de ese reconocimiento banal y cuyo salario “excedentario” será destinado a cubrir la solidaridad para aliviar la responsabilidad del gobierno en materias de verdadera seguridad de Estado como son la salud y la educación.

Como en Cuba, cuyo sistema de explotación organizada por el terror, llamada comunismo, deduce del exiguo salario del trabajador una elevada cuota por los precarios servicios prestados por el Estado, como la educación, por ejemplo, que no ha sido capaz de evitar “la "pobreza" del lenguaje en la isla, aunque, en verdad, ¿para que quiere hablar bien un pueblo de dos palabras: Tengo hambre?

Justicia social

De esa deformación “políticamente correcta” se ha derivado una actitud social que procura el bienestar sin esfuerzo, sin invertir el tiempo necesario en la formación intelectual y profesional, con la prepotencia del derecho adquirido que coloca la pobreza como emblema de dignidad y somete al escarnio a todo quien se resista a ser usado como pródiga chequera para mantener vagos, indigentes, viciosos, derrochadores, flojos, indiferentes y sinvergüenzas de todo pelaje, porque pondría en peligro la consideración social y moral, cuando lo ético sería que todos fuéramos artesanos o arquitectos de nuestro destino, cabalmente entendida la hombría como ejercicio de la responsabilidad.

Cuando en alguna reunión sostengo que soy individualista, es decir que creo que el individuo es el verdadero núcleo de la sociedad y que en su adecuada formación está el secreto del progreso humano en función colectiva, las miradas de asombro me acribillan. Es tal la contradicción implantada que, para popularizar el altruismo, lo han denominado solidaridad, pero con carácter obligatorio lo que deriva en complicidad automática con las falencias actitudinales de los individuos que conforman la masa amorfa de conciencia colectiva, es decir irresponsables con las consecuencias de sus actos, las cuales adosa – con el beneplácito de los pobrecitistas – a Dios, al azar, al gobierno o a los accidentes, ésta última, una voz abusada para justificar la responsabilidad personal en los eventos ocasionados por errores humanos, que, en el caso de los siniestros de tránsito que arrojan víctimas mortales, no son más que homicidios con dolo eventual o suicidios.

En esa tónica me niego a practicar ni el altruismo ni la solidaridad automática traducida en limosnerismo sentimentaloide, elemento fundacional de la irresponsabilidad. Cuando veo algún anciano en estado de indigencia me pregunto qué hizo durante su juventud para terminar en ese estado. Pero es aquí y con ese anciano donde germina la preponderancia del Estado como dador de bienestar, lo que ha sido aprovechado en América Latina para crear el funesto clientelismo político, integrado por seres humanos de existencia basal, sin ningún compromiso con la patria, cuyo único interés es que el gobierno o el altruismo lo alimente sin ningún esfuerzo ni compromiso a cambio.

La patria es la gente

Sostengo que lo que define el concepto de patria es la gente: Jamás tendremos una patria relacionada con el progreso, si la gente no introyecta la necesidad de superarse como nación a través del trabajo, el conocimiento y el compromiso y considera una ofensa a su dignidad que se le trate como minusválido social coptado por los intereses creados alrededor del poder político, que ha encontrado una inagotable base de sustentación en un pueblo penetrado por la idea de que existe y es obligatoria la justicia social, que ha sido la forma populista de oficializar el parasitismo dependiente de un gobierno munífico que todo lo resuelve a cambio del poder omnímodo segregado por la sumisión por la subsistencia.

Quienes hablan de “justicia social” jamás se han paseado una reflexión sobre el terrible daño que les han ocasionado a sus pueblos, sobre todo los latinoamericanos, con su deplorable asistencialismo. Legiones de limosneros castrados, nacidos con las manos como cuencos para la mendicidad, ha sido su contribución a la humanidad.

El parasitismo social ha sido su engendro. Pero como reditúan votos para quien les prometa el paraíso de mantenerse vivos con el menor esfuerzo, comer sin trabajar, en un rancho miserable de un barrio harapiento, reproduciéndose como acures para multiplicar y perpetuar su improductiva especie, porque en este caso si se genera una forma de especie por imitación cultural.

En todo caso la justicia social debe entenderse como reconocer el derecho a la justicia que tiene todo quien contribuya, a través del trabajo, el estudio y la responsabilidad, con el desarrollo integral de la sociedad. Por eso insito en que se debe actuar como gobierno con racionalidad social, y no con justicia social, pues ésta es ciega y por lo tanto siempre termina favoreciendo a quien no la necesita con lo que no ha pedido.

En conclusión

El altruismo y la justicia social son invocaciones a la pobreza por inercia social. Una escena de la serie Los Símpson ejemplifica este aserto: Homero Simpson pasa por una carretera a cuya orilla un gringo está construyendo una casa de ladrillos a toda prisa, Homero se detiene y el gringo le informe que es para una familia que está esperando que la termine para ocuparla. La familia está compuesta por un grupo de andrajosos latinoamericanos impávidos que ven al gringo trabajar sin mover un dedo para ayudarlo.

Es imperativo que en nuestras naciones latinoamericanas se imponga la verdad sobre la actitud de nuestros pueblos como causa de su pobreza, pues ésta se ha convertido en un discurso que propende a su radicalización, cuando debe ser un estímulo para la superación del individuo, como lo ha sido en naciones avanzadas, que lo son por su gente y no por sus riquezas naturales.

Cada vez que usted por altruismo o el Estado por justicia social, dan limosnas a la pobreza están financiando la miseria física y moral de la gente que es la patria, que nunca saldrá de su subdesarrollo y estará siempre a merced de aventureros sin escrúpulos prestos a sacrificarse por los pobres para eternizarse en el poder.

Hoy Venezuela vive el drama intenso de un pueblo capaz de legitimar, con absoluta indolencia, una tiranía con tal de recibir su ración de miseria sin tener que trabajar. Por ello, si queremos mejor patria es preciso reconocer con toda su crudeza, que no la tendremos sino tenemos mejor gente.
Rafael Marrón González
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4 de septiembre de 2010

La demanda del PCV…

“La criminal es una de las dimensiones propias del sistema comunista durante toda su existencia". Stéphane Courtois: El libro negro del comunismo.

Rasgándose las vestiduras salpicadas de sesos de torturados en las mazmorras de Fidel y cubriendo de cenizas sus barbas tintas en sangre seca de las cien millones de víctimas que sus regímenes le han ocasionado a la humanidad, el PCV amenaza con “demandar” a la Mesa de la Unidad por hacer campaña “anticomunista”, como si ser anticomunista - que es un deber patriótico, humano y de defensa propia – fuera delito como sí lo es participar en conspiraciones terroristas contra estados democráticos en campamentos guerrilleros que violan espacios territoriales de naciones extranjeras, como se comprobó por una evidencia fotográfica que registra al diputado malbañado de la chaqueta quita y pon en el aquelarre que él nunca suficientemente bien siquitrillado Raúl Reyes mantenía en territorio ecuatoriano y que Uribe, en buena hora para la América mestiza, fumigó.

Quisiera preguntarles a estos cínicos por qué no demandan al Congreso polaco que en decisión que lo enaltece decretó al comunismo como ideología criminal – que lo es por antinatural – o a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que condenó “con vigor las violaciones masivas de los derechos de hombre cometidas por los regímenes comunistas”.

Sinceramente creo que es hora de asumir posiciones firmes frete a esta canalla criminal, que la pudibundez democrática ha cohonestado en perjuicio de los valores democráticos, que debe proscribirse como enemiga de la humanidad. No hay posición más digna para un hombre libre de conciencia inteligente que proclamarse anticomunista, como debe toda persona signada por la piedad que es la síntesis de lo esencialmente humano.

Pruebas de la sevicia de esta esquizofrenia existen en demasía y no comprendo como se sigue permitiendo que este peligro siga como espada de Damocles, pendiente del cuello de los pueblos ingenuos del mundo.

Un comunista que había pasado hasta ahora como símbolo de honestidad intelectual, no resistió el trabajo acucioso de un investigador, se trata de Santiago Carrillo, uno de los artífices de la transición española desnudado en su condición asesina por investigaciones periodísticas españolas, que han descubierto hasta el homicidio de un partidario sospechoso de colaboracionista, cuya muerte hasta ahora se había atribuido a Franco: “Santiago Carrillo es responsable de la matanza de Paracuellos, durante la guerra civil española, en la que murieron 5.000 personas, un tercio de ellas menores de edad, Las matanzas de Paracuellos no fueron un episodio excepcional.

En realidad, obedecían a un modelo genocida que se comenzó a aplicar en Rusia durante la guerra civil y que tendría otra de sus manifestaciones en las matanzas de Katyn en 1940 donde los comunistas rusos asesinaron a más de 20.000 polacos. En enero de 2008, Carrillo pronunció una frase impresionante: "Todos hemos sido terroristas". ¡Lo habrás sido tú, carnicero! Y en una entrevista en El País, publicada en 2005: "Incluso, en algún caso, yo he tenido que eliminar a alguna persona, eso es cierto; pero no he tenido nunca problemas de conciencia". ¿Y este asesino confeso sigue recibiendo homenajes?".

Ustedes, comunistas, son criminales y punto

… Y si usted no lo es ¿qué hace donde no corresponde? Han sido tan horrendos y tan profusos los crímenes contra la humanidad que han cometido los regimenes socialistas que en el mundo han tenido la desgracia de imponerse sobre sus pueblos, que los seguidores de esta antinatural corriente política reaccionan definiéndolos con el derivado de los líderes que dirigieron y dirigen esos gobiernos, olvidando que un gobierno es una estructura de poder, y así, en Cuba hay “fidelismo” no socialismo; en Corea del Norte es “polpotismo” en la Unión Soviética, hubo “estalinismo”, no socialismo “y menos comunismo”, porque el comunismo es “una utopía” me corrige un criminal potencial afilando la daga de degollar hombres libres, pues utopía es realidad potencial por lo tanto hay que estar alerta contra esta secta de asesinos.

Fidel Castro siempre fue un gangster dispuesto a asesinar a quien se le atravesara en el camino de su codicia, una anécdota que lo define ocurrió en una conversación con el bolsiclón de Salvador Allende – de quien los rusos se burlaban - éste le dijo a Fidel Castro que un revolucionarios debía estar siempre dispuesto a morir por la revolución y Fidel le respondió: ¡A morir no, a matar".

Durante 72 años la mal llamada Unión Soviética fue el laboratorio de experimentación humana más perverso de la historia de la humanidad, y aquí es importante destacar para colocar las cosas en el ámbito de la realidad, que la palabra “soviet” de la cual deriva “soviético” o “soviética”, era el nombre de los consejos comunales rusos, organizados por el partido comunista como receptores del “poder popular”, una ficción, que bajo el lema “todo el poder para los soviet” – para el pueblo - concentraba “todo el poder” en la nomenclatura del régimen por endoso de la soberanía.

Estos soviet, o consejos comunales constituyeron la base para el control social del régimen comunista, al principio fueron los primeros actores de las primeras matanzas y mudanzas obligatorias de pueblos enteros para desarraigarlos y dominarlos por la incertidumbre, y luego terminaron siendo víctimas de su propia estupidez.

La voz “soviético” es decir, miembro de un consejo comunal, es un sustantivo tenebroso que remite al asesinato sistemático de 40 millones de seres humanos. Y fue precisamente José Martí – de cuya gesta libertadora se apropió Fidel Castro como Chávez de Bolívar - quien nos dejó una advertencia: "Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en los que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados".

Socialismo es muerte

En el mundo del pensamiento actual no hay espacio para las ambigüedades. Ser o no ser es el dilema. El closet quedó exclusivamente para guardar ropa, no para esconder posiciones ni tendencias ni preferencias.

La autenticidad dejó de ser privilegio de ricos y famoso, para constituirse en una posición natural ante la vida que traduce honestidad e integridad. En el caso del socialismo, estamos observando en nuestros políticos latinoamericanos una ambigüedad preocupante, porque en lugar de señalar con precisión las perversiones de este sistema en la práctica, intentan desvincularlo de ella para mantenerlo en el plano de la oferta de “progreso” humano, obviando que todos los gobiernos socialistas – no confundir estúpidamente con socialdemócratas – en la práctica han sido – y son - feroces dictaduras criminales que siguen al pie de la letra la praxis marxista – leninista, y cuya realidad socio política, se ha constituido en ejemplos de inicua explotación del hombre en estado de esclavitud, frase que identifica plenamente al comunismo, presentado eufemísticamente, para preservarle la virginidad, como “socialismo real”, definido en la práctica como gobierno personalista que controla la vida económica, social y política de la nación bajo el imperio de las armas de un ejército incondicional por los privilegios que actúa sobre las “desviaciones”, como llaman al pensar distinto, con furia satánica.

Los reformistas del socialismo en lugar de reconocer de una vez por todas que ese es un sistema inhumano, que castra la individualidad indispensable para el desarrollo, que es como quitarle el germen a la semilla, y denunciarlo ante el mundo como genocida, se la pasan creando “socialismos diferentes”.

Todo con tal de no reconocer que han perdido su vida política detrás de una forma de gobierno que va a contrapelo de lo que han logrado en el ejercicio de sus potencialidades en democracia. Pero el colmo es que pretenden debatir con nosotros, los liberales, sobre las “bondades” de esta criminalidad que ha cometido el más espantoso acto terrorista selectivo de todos los tiempos.

¿De qué vamos a debatir? ¿De lo maravilloso que es la exclusión socialista representada en Venezuela por la Lista Tascón? ¿O de la aberración imposible de la propiedad social, comunitaria o colectiva? Ah, ya sé, vamos a debatir sobre "patria socialista o muerte", eslogan estúpido que define en cuerpo entero el pensamiento totalitario de esta gente cuyas falencias personales y genéticas les han inoculado odio por todo quien se ponga una corbata.

¿Vamos a debatir? ¡No, vamos a derrotarlos! Ah, comunistas, pueden incluirme en su demanda porque yo si es verdad que ante el mundo proclamo sin ambages que el comunismo es una secta de asesinos.
Rafael Marrón González
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