Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

6 de octubre de 2013

CARTA A RONALD CARABALLO



Recibo tus siempre afectuosas líneas, con el interés que despierta la inteligencia, aunque esta vez  sea para hacer consideraciones sobre mi artículo “El poder viola”, en el cual propongo se despoje, por traidores a la patria, de la nacionalidad venezolana a ese 1% de la población que se dedica al  crimen y que mantiene en el terror a la ciudadanía laboriosa, estudiosa y responsable, pensamiento que sostengo dada la gravedad a la que ha llevado la impunidad la situación de la violencia delictiva a nuestro país, pues la defensa de la sociedad debe llevarse a los extremos que las amenazas a la paz y a la convivencia remitan.

Sería interesante conocer el sistema penal de Singapur,  aunque no estoy de acuerdo con la pena de muerte, por el peligro que representa tal instrumento en manos de hombres de poder que se creen la solución final, como ocurre en estos tierreros conceptuales, minados por la ignorancia, pero sí creo en la severidad de las sentencias a aplicar a quienes violen las leyes, pues la sociedad no le exige a nadie que corra cien metros planos en siete segundos ni descubra la vacuna contra el Sida, sino que simplemente respete las normas escritas y no escritas de la moral pública.

Por eso estoy de acuerdo con la cadena perpetua, que no se aplica para asustar a los demás malandros y que se hagan boyescaos, sino para apartar de la sociedad, de manera definitiva, al delincuente. Porque estos enfermos no se regeneran. Coincido contigo en que se les someta a las reglas jurídicas del debido proceso, y se vigile que no sean torturados ni se les ajusticie ni se les aplique una pena superior a la que estipule la ley para el delito imputado, pero todo dentro de los límites de la racionalidad para evitar el exceso de defensa, que incluye el lenguaje imbécil del gobierno para referirse a los criminales en prisión. Idiotez que constituye una ofensa a las víctimas.

Me comentas, y cito: “…lo que pasa también es que la policía abusa. La policía está penetrada por el hampa. Hay escuadrones de exterminadores matando malandros, pero asesinan también a inocentes. Y allí es donde son indispensables los defensores de los derechos humanos. Si no fuera por ellos, no se descubrirían estos casos”. Muy bien. Pero vamos a extrapolar eso. Primero, la delincuencia le ha declarado la guerra a la sociedad – “aquí manda el hampa” - y entre ambos, como única línea de defensa, está la policía con una serie de limitaciones legales que favorecen al maleante.
Ellos, los criminales, mejor armados, les disparan a la policía y esta no les puede contestar con consejos ni con palmaditas “esonosehace”. Tienen que echarles plomo. Y no para asustarlos. Porque malandro no se asusta. A menos que no esté drogado. El colmo es que al policía incurso en un enfrentamiento le quitan el arma, con lo que sacan de las calles a un defensor de la sociedad para felicidad del malandraje asesino.  

¿Te imaginas por un minuto que ganen esta guerra los malandros? Sencillamente analiza que ya, en estos momentos, nuestra sociedad llega al paroxismo de culpar a la víctima por el crimen en su contra – “salió de noche, a quién se le ocurre”, “cargaba un reloj muy ostentoso”. “Qué buscaba en ese barrio”.

En cuanto a lo de víctimas inocentes, que los hay, es necesario puntualizar, porque es fácil confundir “sin antecedentes” con inocente. Hay mucho “primera vez” con mala suerte camuflajeado en la “inocencia”. Y hay hampones que se meten a policías, pero de allí a decir que la policía está penetrada por el hampa hay un abismo. Debemos lograr una mejor policía exigiendo al Estado preste mayor atención a sus derechos laborales, sociales y humanos. Y por su parte la sociedad, así como denigra a los malos policías, debe apreciar a los buenos, reconocerles sus méritos y premiar su desempeño.

Y por último, es cierto que los defensores de los derechos humanos con sus denuncias evitan la impunidad en casos de excesos policiales con los inocentes, lo que hemos visto exacerbarse con el “plan patria segura”. Pero el problema es que ellos en todo malandro dado de baja por la policía sospechan y denuncian ajusticiamiento. Esta permanente presión, traducida en abundante centimetraje de prensa, destruye la autoestima institucional de los agentes del orden público.

Así que hay que ver la situación desde la perspectiva policial. Porque los policías también tienen derechos humanos. Como los tienen las víctimas de la violencia que sufren doble pena por la impunidad. Y los taxistas, que ejercen un trabajo con pena de muerte. No solamente el malandro. Por eso insisto e insistiré en que se debe revisar esa posición reduccionista de que solamente el Estado viola los derechos humanos, cuando es el poder el que los viola. Y nada más poderoso que un malandro neandertálico con una nueve apuntándote a la cabeza, que, como le respondí a una joven periodista enervada por mí posición contra este cáncer que carcome nuestra sociedad y que debe ser extirpado, es dueño de tus bienes, de tu vida y de todo lo que se le antoje al degenerado.   

Un ejemplo de estupidez jurídica

Analiza que la Sala Constitucional del TSJ revolucionario y pobrecitista  amplió los beneficios procesales para incluir prisioneros por crímenes horrendos, como el secuestro, el sicariato y la violación – semejante a lo ocurrido cuando entró en vigencia el COPP que puso en la calle a 12.000 delincuentes impíos - lo que constituye un atentado contra la justicia y la sociedad que, en estado alarmante de indefensión, está clamando por mayor severidad con la delincuencia.

Los Derechos Humanos, mi querido amigo, deben ser para los Humanos Derechos. Así que mantener el reduccionismo que confiere únicamente al Estado esta “potestad” punible, impide el castigo ejemplar para quienes someten a poblaciones enteras al terror. Si una nación no es capaz de adecuar las leyes a sus propias realidades no sobrevivirá su sociedad, a menos que ésta tome la ley en sus manos. Como está a punto de ocurrir en Venezuela. Un abrazo en la distancia.    

Rafael Marrón González


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EL ASUNTICO DEL MAGNICIDIO



Que una persona de las características humildes de Nicolás Maduro – que ni partida tiene y menos títulos nobiliarios, como Fidel, Gran Comendador de la Orden de Santiago – esté denunciando magnicidio, en referencia a su posible asesinato, es cuando menos un asunto para reflexionar sobre la naturaleza humana, pues no es cosa de señalar tal acción en un país sin tradición en la materia, salvo la muerte de algún jefe civil en una gallera, o el asesinato en Miraflores del buenazo de Juancho Gómez ordenado por su sobrinito del alma, José Vicente Gómez, porque el homicidio de Carlos Delgado Gómez – usurpó el Chalbaud de su padre - no fue en puridad del acto un magnicidio premeditado, sino un secuestro, para obligarlo a entregar el poder y exiliarse en Francia, que salió mal, pues trató de desarmar a su guardián, Domingo Urbina, y, al ver Pedro Antonio Díaz la situación en peligro, colocó su arma por encima del hombro de su compinche y le disparó en el pecho a Delgado, cuyo cadáver presentaría después otros tiros, en la cabeza y el abdomen.

Así, ejecutado por un estúpido grupo de chambones ebrios, se cometió el primer magnicidio de la historia republicana de Venezuela que puso a brillar “la estrella” de Pérez Jiménez. Por ello hay que aclarar, antes de que la historia sea cambiada para culpar a la oposición, que eso fue un asunto de caimanes del mismo charco en lucha denodada por el poder. Yo le recomendaría a Nicolás que se fije en este dato y mantenga un ojo abierto y el otro también, porque, puede ser, que le estén enseñando el dedo que señala y no lo señalado como está creyendo.

Y a los ingenuos los agarra la sampablera empantuflados, como le ocurrió a nuestro querido Rómulo Gallegos, que, mientras dirigía su preocupación hacia la embajada de USA, su propio ministro de la defensa, el mencionado traidor Carlos Delgado Gómez  a quien consideraba como un hijo, le propinaba su tatequieto. Que en cosas del poder en todos lares se cuecen pinochetes. Y veo con malicia demasiado interés en convencer al país de que te van a matar los gringos malucos, sobre todo si tú te prestas para la inocentada de divulgar el descubrimiento del plan maestro de bombardear Siria y siquitrillarte a ti, a la misma vez.

Toda una urdimbre 007. Ya me imagino al perverso Obama frotándose las manos. Y conste que estoy tan preocupado como tú, porque no es cosa de tomarse a la ligera, que una persona de tus altas responsabilidades, al frente de un país en el cual falta de todo y todo falta, sobre todo dólares, y cuya principal productora de tales ingresos se la pasa de incendio en incendio y de explosión en explosión, tenga que ocupar su valioso tiempo frente a las cámaras para informarnos cada cinco minutos de la develación de un nuevo intento de magnicidio, que por su profusión parece ya el desembarco de Normandía.

Sin embargo, y para tu tranquilidad, debo decirte que mientras los magnicidas sean como ese triste par de desnutridos con alzheimer – para reconocerte cargaban tu foto y en una maleta de cartón atada con guaral -  que acaba de capturar tu ministro de “patria segura”,  puedes estar tranquilo, que nadie muere a la víspera ni morrocoy come iguana. Para mí, que este asunto del magnicidio – mamadera de gallo aparte - no es otra cosa que una manera de conservar el cargo a pesar del fracaso de la gestión encomendada.

Ponte las pilas y comienza a sacudirte esa cáfila de fabricantes de conspiraciones de comiquitas. Apersónate en la cárcel donde tienen a esos tristes sicarios del hambre e interpélalos. Actúa como Enrique VIII en el juicio de Ana Bolena. No les sigas la corriente a quienes te exponen al escarnio. Y al parejero ese que se te pegó en lo del “magnicidio”, sacúdetelo también, pues si va haber magnicidio tiene que ser el tuyo nomás. El otro es un pepa asomada que no calza los puntos para ser magnicidificable. Y, además, ¿a cuenta de qué tanto nicolasismo repentino?, porque todos esos carajos te despreciaban hasta antier y tú lo sabes. Y cuando gente como esa anda en tu compañía, teme algo que tú sabes o es tuya la comía.

Y te lo digo en verdad, Nicolás, aunque  a ti nadie, ni en la oposición ni en el chavismo, te quiere, y cada día que aumenta la escasez, la inflación y la inseguridad, te queremos menos, lo que queremos es botarte, despedirte del cargo, pero jamás matarte, que eso es pavoso,  pero hay mucho pillo a tu alrededor y ahora que te dio por halar un hilito de corrupción que encontraste por allí, suelto, que comenzó a destejer la madeja por afuerita, tienes que cuidarte mucho más, porque entre más hales más gruesa será la lana y, o sueltas la madeja y te pones a cantar rancheras y a hablar de los espantos de la sabana, como hacía tu padre putativo, haciéndose el loquete con las pruebas de Urdaneta Hernández, o le pegas un templón de verdad a ese rollo y que se rompa la zaraza o se acabe la bovera.

Pero mientras te sigas dejando seducir por los cantos magnicidas de tus ineficientes corifeos, la gente terminará creyendo, al verte en la pantalla, que eres un nuevo anunciante del jabón Las Llaves. Y te irás apagando en la mente del pueblo como se apagó el mito del presidente fallecido. Porque la gente apaga le mente, cuando la ladilla es mucha. Sale pa´llá.


Rafael Marrón González
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LA CANALLA DE LAS TIRANÍAS



A sus veintitantos años mi tío Poli fue prisionero de la Seguridad Nacional, la policía política del tarugo ladrón Marcos Pérez Jiménez, porque en una alcabala encontraron unos panfletos sindicales que había dejado, entre los asientos traseros de su carro, algún amigo beneficiado con la “cola” de ocasión en aquellos tiempos de insuficiencia de transporte público. Ya en la sede de la tétrica policía política, un esbirro a tiempo completo le propinó una formidable patada en el estómago que mi tío acusó con la extrañeza por la injusticia.

Y cayó el tirano imbécil y con su huída vergonzosa se desplomó todo el andamiaje de terror que sustentaba su estúpida tiranía. Y en una calle del centro de Barcelona se encontró mi tío con aquel esbirro, que al momento de tenerlo en igualdad de condiciones, despojado de su autoridad espuria, se le reveló como un pequeño guiñapo, remedo de hombre, a quien mi tío levantó con una mano y guindó de una reja de una ventana dejándolo colgado gimiendo por el perdón, venciendo el deseo de desmotarle la precaria humanidad de un formidable vergajazo, de los que mi tío propinaba en la frente a un becerro allá en el llano, para sentarlo de ancas, sencillamente porque comprendió en aquel momento, ante las pataletas de aquel cobarde, que las tiranías son solamente el escenario de hombres inservibles, incapaces de ser algo sin el concurso del poder.

Sin embargo la culpa histórica recae en la cabeza del régimen y escapan, salvo en el caso del nazismo, la inmensa legión de serviles desalmados e inescrupulosos sin cuyo concurso entusiasta no hubiera subsistido el tirano, un pobre tipo asustado, rodeado de guardaespaldas - enfermo mental que se cree inmortal - al que miríada de canallas de toda condición segregan privilegios.

Qué tiranía puede sustentarse sin la complicidad de estas bestezuelas que escupen sobre su historia por codicia. Y es un eje transversal que afecta desde la intimidad familiar del déspota hasta el último portero de la más remota institución del estado fusionado, en apretada síntesis, con la nómina del gobierno. Jueces miserables. Fiscales que satisfacen sus bajos instintos presenciando las sesiones de tortura para afianzar la ausencia de derechos de la víctima. Militares mutados torturadores y asesinos. Funcionarios viles en todas las instancias de poder.

Pero también gente del pueblo como en Alemania o Cuba, donde bandas de descerebrados sacaban a flote lo más perverso de su naturaleza ambivalente para agredir y asesinar adversarios o perseguidos de la tiranía. Fue el pueblo alemán el encargado de señalar a los judíos para que fueran exterminados. En contraposición, la aristocracia alemana salvó miles de vidas.

En Cuba, entre muchos casos contra intelectuales que alertaban el peligro de la revolución, el admirado cantante Benny Moré fue víctima de una salvaje paliza propinada por gente “del pueblo”, ebria del libertinaje prometido por Fidel para someterlo. ¿Cómo se les ocurre a esos intelectuales estar en contra de mi comandante? Y las babas les escurrían por los intersticios del odio por todo aquello que les era inaccesible. Toda esa masa, sin principios éticos ni morales, copa las estructuras del poder para complacer al tirano y hacer posible su dominio sobre la libertad.

¡Así, así, así es que se gobierna! Y cómo florece el espionaje voluntario y el sapeo de amigos y familiares para lograr alguna prebenda que su falta de hombría les impide obtener por su propio esfuerzo. Aquí en Guayana, en las empresas básicas, decenas de inservibles se ocupaban de elaborar listas con los nombres de los disidentes para hacer botar de su trabajo a honestos padres de familia, que tenían la lucidez para vislumbrar la miseria que se cernía sobre esas empresas que hoy son un lamento. Y de esa manera aquellos lastres sociales encontraron el camino que los encumbró a posiciones jamás soñadas.

Malditos inservibles que han llenado las páginas de la historia del más feroz salvajismo. Basta que el tirano brame alguna miseria inhumana como “métanmele 30 años a esa mujer” para que implosione el estado de derecho. Las tres hermanas Mirabal, asesinadas a garrotazos y sus cadáveres lanzados a un profundo barranco, cumpliendo la interpretación de una supuesta orden del dictador Trujillo, de República Dominicana, deberían tener una estatua en cada país latinoamericano como evidencia de la barbarie de la que es capaz un inservible con tal de hacer sonreír al tirano.       

Pero si hay ejemplos de dignidad

Un ejemplo de que sí es posible impedir la legitimación de un tirano, por mucho miedo que se tenga, lo encontramos en el Consejo Supremo Electoral de 1952, presidido por Vicente Grisanti, a quien Pérez Jiménez y los felones del momento, quisieron obligar a firmar actas amañadas para dar visos de legitimidad al fraude que arrebató el triunfo a URD, sin embargo, y a pesar del poder omnímodo de los militares y la amenaza cierta de encarcelarlos si se negaban – de hecho el rector Juan Saturno Canelón fue hecho prisionero - este funcionario, que prefirió la clandestinidad, se niega y renuncia al cargo, acompañado de la mayoría de la directiva, pero nunca falta un inservible, en este caso fue elegido para aprobar la falsificación un fulano que la historia de la infamia recoge con el nombre de Héctor Parra Márquez.

Sin embargo esta estratagema debió ser acompañada de un estado de sitio en todo el país y una brutal represión que desde ese momento pautó el destino del régimen - ilegítimo a pesar de la falsificación autentificada por el inservible necesario - que sucumbió cinco años después, gracias a la valentía de Vicente Grisanti, solapada en la historia por los intereses creados alrededor del poder, la cual debería ser tomada como ejemplo en estos tiempos de nulidades encumbradas, para evidenciar el contraste. Por eso mi profundo desprecio por toda esa canalla envilecida, por codicia o ignorancia, que sustenta liberticidas. Sale pa´llá.         

Rafael Marrón González


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LA PATRIA ES LA GENTE



Es conocida la definición de “patria” como “tierra de los padres” o de los antepasados, sin embargo en la praxis moderna, dado el profuso intercambio migratorio, sólo puede significar “tierra de los hijos”, porque nuestra lucha vital por tener una mejor patria está signada por el deseo de poder influir para hacerla digna y próspera para el albergue gentil de nuestros descendientes. Y desde esa perspectiva filosófica, “la patria es la gente” y por lo tanto, todo aquello que lesione la moral pública o los intereses del pueblo es traición a la patria.

Si esta  elemental definición es difundida por los maestros en las escuelas y por los actores políticos, abarcando todas las capas sociales, la conciencia de participación ciudadana y de responsabilidad con el gentilicio, que en nuestro caso es la definición de venezolanidad, se verían fortalecidas exponencialmente, porque sacaríamos el concepto de patria de ese artificioso espacio exógeno al individuo, determinado por el simbolismo abstracto de himnos, estatuas y banderas, regularmente exaltador del pasado militarizado -ni los maestros egregios ni los pensadores cuentan - que la hace tan vulnerable a las apetencias desmesuradas de los cíclicos “salvadores” de patrias, aunque ya algunas naciones están, aparentemente, escapando de esa maldición retrógrada.

Y yo puedo dar fe de lo rápido que los escolares introyectan esta definición que los inserta como parte sustantiva de la solución de los problemas sociales al visualizar conscientemente que si la basura, por ejemplo, se pone en su lugar, la patria, como entidad urbana, tendrá un rostro aseado. Qué si ellos desprecian la violencia, la patria será pacífica. Hoy la patria sufre el insulto de ser considerada una de las más criminales del mundo porque el gobierno inepto perdió el control sobre el lumpen enloquecido por el dinero fácil,  que se dedica a matar y a robar en lugar de a trabajar.

Hasta mediados del siglo XX Venezuela era considerada una nación generosa, porque su gente lo era, además de servicial, trabajadora y honesta. Y no soy de los que creen que a Venezuela la corrompió la fiebre petrolera, sino que fuimos perdiendo las riendas de la sociedad, porque  una serie de gobiernos populistas encontraron un filón electoral en la reproducción irresponsable del lumpen de supervivencia basal, que hoy alarmantemente, por haber alcanzado un porcentaje poblacional irracional, amenaza la estabilidad de la república como propuesta democrática ascensional, y como se refugia en el hábitat de la pobreza como oficio rentable – cómodo hábitat del vivir  a la buena de  Dios - se mimetiza con ella, cuando en realidad es el depredador de su ambiente, de su paz y de su desarrollo.

A esa práctica miserable es a lo que llamamos impúdicamente clientelismo político, en realidad electoral, que ha llevado a no pocos inservibles a la máxima magistratura en estos tierreros latinoamericanos, que parecen impermeables a las lecciones de la historia, porque sus pueblos salivan ante la oferta imposible de vivir sin trabajar, por lo que condenan al ostracismo a todo quien les devele la verdad oculta tras el oropel del discurso justicialista de los codiciosos enfurecidos que se consideran la alternativa final de la humanidad.

Si la patria es la gente…

… La responsabilidad suprema del Estado es con la gente, por lo tanto no es concebible que la gente, que es la patria, haya llegado al extremo de miseria y degradación, propiciada perversamente por el gobierno, que observamos en la actualidad – la infamia de las colas ante la escasez, es un ejemplo - mientras se despilfarran miles de millones de dólares en la promoción mundial de un proyecto político históricamente fracasado, inviable y antinatural, como el que intenta la ignorancia, al servicio del resentimiento social, imponer en Venezuela por la fuerza del dinero petrolero o de las armas de la corrupción y del miedo.

Por ello es imperativo incorporarse a la lucha por el retorno a la vida democrática plena, sin caudillos ni adjetivaciones seductoras, y convertir la escuela en una herramienta de transformación cultural – cultura es conciencia de libertad razonada – porque solamente a través de la cultura, que hoy se reduce a enseñar  medocridades costumbristas que atan al sujeto al pasado, es posible decantar las potencialidades del hombre para su conversión en palanca de progreso por desarrollo.

Esto significa que la educación per se no basta – miles de depredadores sociales son egresados universitarios, una evidencia la puede usted encontrar en la bancada oficialista de nuestra deplorable Asamblea Nacional, para no mencionar la impudicia de los demás poderes públicos – como tampoco han servido las guerras para imponer la conciencia de paz, ni las leyes draconianas para alcanzar la integridad, ni la histeria hipócrita de un presidente para acabar con la corrupción. Así como de nada sirve la condena  al infierno implícita en desear la mujer de tu prójimo.
En conclusión

Un pueblo que busque la solución a sus problemas sociales en la munificiencia de una dictadura militarista, es un inmenso peso muerto colgado al cuello del desarrollo, que imposibilita el progreso general de cualquier nación, por mucha riqueza que le regale la naturaleza. Y en este país hay demasiada gente – y lo peor es que sigue naciendo – sin la menor idea de la importancia de su aporte individual para el progreso personal, familiar y nacional ni ninguna disposición para entender la diferencia entre parásito y hombre, a quien importa un carajo derechos, constituciones y libertades civiles, pues sobreviven bajo el lema “barriga llena corazón contento”, que es lo traduce el eslógan estúpido “vivir viviendo” – ven a mí y te doy tu electrodoméstiquito mientras te mantengas tranquilo y viendo pa´bajo en tu cola, votando por mí y defendiendo la revolución un bolívar pa´ti, un dólar pa´mí. Sale pa´llá.
Rafael Marrón González


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EL PODER VIOLA



¿No sería posible que la conciencia inteligente asuma que es el Poder el que viola los derechos humanos y no el Estado?

Con el asunto de los derechos humanos y su exaltación por fanáticos que los han convertido en una nueva religión, se ha creado la falsa percepción de que estos están por encima de los derechos de la sociedad. Y eso no es así. Por ello, los Derechos Humanos, concebidos originalmente para la defensa de los prisioneros por “delitos” de conciencia, se han convertido en herramienta para la impunidad de los enemigos de la sociedad, que observa alarmada como se protegen los derechos de hampones a quienes solo falta violar la ley de gravedad. Eso da vergüenza.

No existe la menor consideración con las víctimas del hampa. Lo que les falta a fiscales, abogados defensores y defensores de los derechos humanos es entalcar a los criminales y cargarlos para sacarles los gases. Y si mueren en enfrentamientos con la policía llegan al colmo de la iniquidad de presionar a los jueces para que condenen a los policías implicados aunque hayan cumplido con su deber, sustituyendo el estado de derechos por el estado de impunidad que  beneficia a los malandros, y perjudica a la sociedad que además de ser víctima de la violencia de estos sociópatas lo es también de la impunidad, por lo que está dispuesta a hacer lo necesario para quitarse de encima la plaga inmisericorde que la azota, porque la sociedad si a algo tiene perfecto derecho es a vivir en paz, sin la amenaza terrorífica de unos criminales agresivo y prepotentes, que te dicen que ellos son tu Dios.

Mi piedad es para las víctimas de esos engendros infernales. Mi sentimiento es para las viudas, mi lástima para los huérfanos, que además de sufrir el desagarrado dolor del asesinato de su padre o de su madre tienen que soportar la impotencia producida por el exceso de defensa y la estúpida clemencia con el homicida. El abogado defensor debe estar pendiente de que se cumpla el debido proceso,  se le otorguen todos los derechos que la ley contempla y de que no se le aplique una pena superior a la establecida para el delito cometido. Pero de allí a trabajar arduamente, buceando en los intersticios legales buscando un desliz para minimizar la pena o lograr la libertad de un criminal comprobado y con prontuario, hay un abismo.

Eso puede tipificarse como complicidad. Ese individuo es tan enemigo de la sociedad como el hampón. Y los defensores de los derechos humanos deben demostrar también, públicamente, que sienten compasión por las víctimas de la violencia, para que su exceso de celo por los derechos del hampón no las convierta también en víctimas de la impunidad. Porque se tornan entonces en vulgares defensores de malandros. Y si se quieren ganar el respeto de la sociedad deben tener mucho cuidado con eso.  Por eso estoy convencido de que es hora de definir ontológicamente al ser humano por la piedad.

Quien por sus acciones evidencie incapacidad para sentir piedad debe sufrir como consecuencia la reducción de sus derechos, hasta llegar a la aplicación del “Capitis deminutio” de los romanos, y despojar a los delincuentes de la nacionalidad venezolana por traidores a la patria, que es la gente. Ya lo decía Bolívar: “La clemencia con los criminales es un ataque a la virtud”. 

El crimen no es inherente a la pobreza

Quien sostenga que la delincuencia es producto de la pobreza es un irresponsable que está criminalizando la pobreza. Los delincuentes son enfermos mentales que usan los escenarios de la pobreza como excusa y son una despreciable minoría que se impone por el terror a la inmensa mayoría honesta y pacífica.

El delincuente no roba para comer. Eso es otro mito sociológico. La gente cree en un delincuente que atraca y sale corriendo a comprarles compotas a sus muchachitos.  Eso es ser bien ingenuo. Y los ingenuos pobrecitistas son los culpables de que las penas a estos sociópatas no sean más severas con su tema regeneracionista. Al delincuente lo impulsan la codicia, la locura por el dinero fácil y los vicios. No el hambre. Y bajo los efectos postizos de la droga, vence su cobardía innata para cometer sus excesos contra la sociedad, que ha introyectado el miedo como un valor cultural. Y si alguno de estos miserables se regenera es por vía de excepción o por que quedó inutilizado en una silla de ruedas y no tiene más alternativas.

Aquí hay mucho teórico que desde su balcón pontifica sin percibir que en sus narices “sociológicas” el hampa se ha constituido en una clase social. La clase F. La impunidad ha generado familias enteras de delincuentes. Desde la abuela hasta el nieto de cinco años. Todos delinquen de alguna manera. Desde el sicariato y la venta de drogas hasta alquilar a las hermanitas para la prostitución.  Encontraron su manera de vivir sin trabajar. Y les gusta ser malandros. Da estatus ser la madre, la hermana o la novia del “picoe´loro”. Disfrutan el miedo que producen. 

El poder viola los derechos humanos

Pienso que hasta que no se asuma que es el poder, en cualquiera de sus formas, y no el Estado, el que viola los derechos humanos, tendremos una posición reduccionista que exacerba el problema en la periferia social. Observamos con estupor como se violan los derechos humanos de los más débiles por el abuso de la fuerza, del dinero o de la autoridad, es decir del poder, sin que la conciencia se sacuda en una vigorosa reacción que ponga coto a tales barbaridades.

¿Estamos conscientes de la imposibilidad física del Estado para atender el enorme problema de la violación de los derechos humanos por el poder de facto? Pienso que es urgente sacar del exclusivo ámbito del Estado la defensa de los derechos humanos, es decir asumir que es el poder el que los viola, e iniciar, a la vez, una formidable campaña de formación de ciudadanos sanos mentalmente que aprecien en la debilidad física del otro un estímulo al respeto de su dignidad.        
     
Rafael Marrón González


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SE ALBOROTÓ LA CLOACOCRACIA



Al escuchar el discurso brutal del diputado Vuiton – aquel de la capacidad  bidireccional de DIRECTV -  en la Asamblea del PSUV, descalificando, con un lenguaje intestinal – no hay mejor cuña que la del mismo palo ¿verdad diputado? - derivado de la proyección de sus propias purulencias morales a los adversarios más conspicuos del entreguismo de la patria al fidelismo, que no reconoce la victoria ceenetista ni les da cuartel nacional e internacional ni se arredra ante sus amenazas de cárcel, de demandas, o atentados de bandas delictivas, y amenaza seriamente en deshuesarlos el 8D,  me dio la impresión de estar ya en la presencia de un régimen agonizante, que prescindió de las formas convencionales ante la convicción de su inexorable desaparición del escenario político nacional.

Es la actitud de quien conoce su destino y le importa un comino su historia, pues la imagen de la cuerda le afloja los esfínteres. La prostituta ebria que, iracunda, devela su condición en sociedad. Triste epígrafe para una aventura golpista con aspiraciones de revolución, llevada al paroxismo popular por la manipulación del resentimiento mutado en discurso político por un mortal elemental que se creyó su propio mito y que, una vez desaparecido, el dinero petrolero proveyó de cátedras para el estudio - o búsqueda – de su, y que, pensamiento, cuando en todos sus discursos lo que priva es esa creencia basal, infantil, que aspira la inmortalidad por la irresponsabilidad. Pero, por el pueblo que tenemos, esperanzado por la ignorancia, fue gallo, pero  no hay gallo con dos cabezas. Y muerto el gallo, que era “el gallo” único, se acabó el moquillo.

Lo que queda lo vimos el martes 13 – que coincidencia – en la gallera nacional. Empapados en sus propias excrecencias  - 20 mil millones de dólares de sobreprecio en la compra de plantas eléctricas es apenas una minúscula muestra - demostraron a relevo de pruebas  lo que tanto definí y por tantos años: con aguacates no salen batidos de fresa. Y el extinto lo sabía: - “que será de ustedes cuando yo falte” solía decirles en actitud de resignación ante aquel rebaño de salvajes opulentos, sin un solo talento para disfrutar los beneficios de poder sin enlodarse, y menos para insertarse en la civilización que los sobrepasa a velocidad alucinante. Fieras huyendo hacia adelante con el testuz sumido en el barrial. Desorbitadas apetencias de reconocimiento social sin una sola aptitud para el liderazgo. ¿O es que el diputado Luis Vuiton hasta los pies vestido es líder en algún algo?  Y el presidente de la AN solo es líder en la imaginación de Rafael Poleo, que solía ver “político” en un inescrupuloso con un fusil en una mano y un saco de real en la otra.

Político es Eduardo Fernández que apostó su futuro en la defensa de sus convicciones democráticas, al salir solo, conduciendo su carro, para ponerse al lado del presidente constitucional durante el golpe chavista. En situación similar, Diosdado, según se cuenta, se disfrazó de monja el 11A y así se apareció en una ambulancia a Miraflores, muchas horas después.

La descalificación como síntesis

Descalificar a los adversarios que no pueden reducir es una vieja maña de la secta de asesinos, que en la realidad es el comunismo, para desvalorizarlos ante la masa imbécil, cuya ignorancia es la cruz de su miseria, y poder así deshacerse de rivales de cuidado sin protesta popular, Por ello estas tiranías adjudican cognomentos infamantes para señalar a sus opositores y despojarlos de su condición humana.

Esta jauría que se apoderó del poder por malas artes en Venezuela, cuenta con un extenso aparato comunicacional al servicio del sicariato moral, asquerosa canalla que calumnia por la paga, sin recibir contundencia retributiva alguna por la parte afectada, por aquello de que “somos diferentes”, obviando que Bolívar sentenció que en la lucha contra las tiranías es lícito usar las mismas armas que ellas utilizan, por ello es saludable recordarles a estos exponentes del escupir pa´rriba que si algo abunda en sus altos predios son corruptos asquerosos y conspicuos “maricones” - se dice que en sus tiempos de cadete no se sabía cuando “Tribilín era hombre o mujer” - para usar la expresión del diputado de la fiesta de quince años más opulenta que recuerden los caraqueños, pagada con su pensión de capitán y cuyo sueldito de diputado le permite, según los entendidos,  lucir en TV una chaqueta marca “Brioni”, valorada en 3 mil 150 dólares.

¿Con qué culo se sienta la cucaracha? Lo cierto es que jamás había sido tan certero el ejemplo del ladrón que cuando huye distrae la atención simulando perseguir en lugar de huir, al grito ¡al ladrón al ladrón!  

Y concluyo

Llevo 20 años, seis meses y 15 días adversando radical e intolerantemente – no tengo ombligo “chavista” y a estas alturas chavista es sinónimo, por lo menos, de complicidad - esta farsa corrupta, mentirosa y retrógrada, y este síndrome de colocación final se veía venir, ya que no existe chavismo sin el extinto, y está más claro que el vodka lo que le espera al país en el poco tiempo que le queda en el poder a esta cloacocracia que perdió la bolsita de la vergüenza, reflejando ante el mundo su auténtica naturaleza neandertálica.

Raúl Castro, otro sospechoso de “diversidad sexual”, titiritero de la revolución pacífica, pareciera, por la viajadera a Cuba en los último días, que ha dado la orden de enseriar el asunto y con la excusa del combate a la corrupción del gobierno anterior, después de 14 años viendo para otro lado, perseguir uno a uno a los líderes democráticos – recuerden el homicidio de Oswaldo Payá - hasta descabezar totalmente el movimiento opositor, que no ha cesado de crecer, a pesar de las trampas electoreras, para el espanto cubano. Lo que Castro ignora es que Venezuela sigue siendo un cuero seco, como la consideraba Guzmán Blanco, que si lo pisan por un lado por el otro se levanta. Sale pa´llá.

Rafael Marrón González


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