Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

18 de diciembre de 2010

¡Habilítenme que tengo frío!

Quedará para la historia de la farsa y de la infamia el patético caso de una Asamblea Nacional despedida por el pueblo en elecciones libres, que legisla en las sombras – donde solo trabaja el crimen, según Bolívar - en contra de la voluntad popular y aprueba una Ley habilitante al Presidente de la República – su compañero de partido.

¿Cuál puede ser la respuesta a una acción a todas luces ilegítima - de “búsqueda de formas creativas para justificar poderes autocráticos" la calificaron los gringos - que tiene como precedente la decisión de la Fiscal General y del Tribunal Supremo de Justicia de interpretar a su capricho la Constitución para que los diputados electos no gocen de la inmunidad parlamentaria desde el momento de su proclamación - como ordena el Artículo 200 – sino desde su juramentación? Si no queda en este tierrero conceptual, en el que Chávez ha convertido la autoridad en Venezuela, ni un solo resquicio de moralidad pública, solo resta aparentar silencio y resignación. Porque toda instancia de apelación está secuestrada por el miedo o la complicad corrupta. Porque ellos son así. Apoyaos. Patoteros. Salte pa´juera. ¿Y a mí qué?

Sin embargo, si se presta atención con cuidado, se escucha por estas calles un rechinar de dientes apretados por la indignación, que no presagia nada bueno para esa canalla embrutecida por las ansias de dinero fácil. La excusa para ordenar esta habilitación legislativa, no puede ser más pueril e inoficiosa: “La Habilitante es imprescindible para actuar con diligencia” ante la emergencia originada por las lluvias que dejaron en la intemperie a miles de familias cuyos ranchos fueron arrasados por las aguas y los deslaves de los cerros - ironía cruel esta última, porque siempre amenazan los chavistas a los opositores con la furia de la gente que bajará de los cerros. Y lo que bajó de esos cerros repletos de miseria, después de días para cumplir Chávez doce años en el poder y despilfarrada la fortuna más gigantesca que haya recibido algún país latinoamericano, fue dolor, frustración y rabia... y muerte.

Y esa devastación no fue causada por las lluvias, sino por la ineficiencia, la ineptitud y la corrupción de un gobierno que no limpió quebradas, ni supervisó construcciones en áreas de alto riesgo, ni construyó viviendas para dotar esos alaridos voceados por la realidad que el clima convirtió en damnificados, que solamente Chávez no escuchó. Por eso el grito de pavor contenido en esa petición: ¡Habilítenme que tengo frío!

No hay nada nuevo bajo el sol…

Y esa es la verdad: Luego de las intensas lluvias brilló el sol – aunque con timidez - y bajo su luz encontramos la desolación presentida, salvo que ahora fue transmitida por CNN, revelando al mundo la mentira estrafalaria que bajo el nombre de Hugo Chávez obnubiló la aduldolescencia multitudinaria de la izquierda redentora global, que todavía cree – en conmovedora Fe – en hienas altruistas.

Es catastrófico el balance de este llover que arrasó vidas, viviendas y enseres, destrozó puentes y carreteras cariadas por la desidia - o mal construidas por la corrupción que asentó feria en este período de indignidades coloradas, simbolizadas en las trenzas rojas de las impecables botas de campaña de Chávez, que le confieren un no sé qué de vodevil de cabaret – oh lalá - al ascetismo de la vestimenta militar - y desnudó la inmensa mentira del supuesto empoderamiento de los pobres mientras la corriente los revolcaba montañas abajo en un amasijo de barro y esperanzas trituradas por el alud de piedras y llanto, simbolizadas cínicamente por 26 familias – de las decenas de miles damnificadas (133.200 personas) – que Chávez encerró en Miraflores para mostrarlas como blasón de la pureza de sus ideales corrompidos hasta el asco por la terquedad de una realidad que lo señala como único culpable de esta tragedia repetida desde aquel aciago diciembre en el cual el estado Vargas pereció sepultado a pesar de los previos alertas de los entendidos a los oídos sordos del gobierno, mientras el engreimiento de un poderoso sustentado por la equivocación popular, blasfemaba contra la naturaleza y ofrecía luchar contra ella y obligarla a obedecerle, tratando de emular a Bolívar en trance similar, cuando jurara seguir luchando contra los españoles aun en contra de los embates de la naturaleza.

Frase que fue distorsionada por el realista José Domingo Díaz, caricaturizándola del modo que ha trascendido a pesar de su sinsentido y que solo sirve para adornar la simpleza mental de algún populista cómodamente instalado – entre fusiles - sobre la miseria de un pueblo cuya ignorancia lo arrastra hacia el parasitismo, bajo la fanfarria revolucionaria de sus saqueadores.

Y Chávez es el culpable porque no es posible que luego de doce años en el poder, manejando una fortuna gigantesca, exista un pueblo en el colmo de la miseria, sobreviviendo en ranchos de cartón a merced de los elementos – y todavía los chavistas cantan “que triste se oye la lluvia en los techos de cartón”, de Alí Primera - pues de haber sido un patriota – como suelen considerarse, desgraciadamente, todos los nacionalistas – no existiría un solo venezolano en situación de riesgo en este país. Porque la patria, para un patriota, es la gente. Lo demás es carraspera y reptar de serpientes.

Y Bolivia envió ayuda

Pero además de la vergüenza que siente la nación decente ante la verdad del gobierno de Chávez, éste recibe ayuda internacional, como si de Haití se tratara: Un tipo que financia con $34 millones una carrera de Fórmula 1 – lo que convirtió al piloto elegido en furibunda pancarta de Chávez - recibe, compungido, colchones, arroz, leche en polvo, agua, carpas y compotas. Y hasta Bolivia y Bielorrusia, beneficiarios de ingentes donaciones que reflotaron sus economías, aprovechan para formar parte del circo con sus pereticos para los pobres venezolanos.

Y Correa se presenta en persona a solidarizarse ¿de cuántas cifras será el cheque que compensará su solidaridad? Pero, salvo el millón de dólares que donaron los Emiratos Árabes – los donativos han sido muy modestos, presumo que debe ser porque todavía no se conoce el destino de los millones de dólares enviados a Caracas por diferentes gobiernos y organizaciones privadas para ayudar en la tragedia de Vargas, cuyas víctimas – y que “dignificados”, que riñones – 11 años después todavía exhiben su damnificación - ¿alguien recuerda aquellas promesas de Chávez: “Haremos desarrollos de vivienda, paseos marinos y de incentivo al turismo…” - lo que desmiente su proclama de “arreglarlo todo” frente al drama humano que encontró refugio militarizado en los hoteles privados o en edificaciones como el Sambil, también de origen privado, lo que desnuda todavía más su inmensa ineficiencia e indolencia ante un pueblo que ahora entiende el sufrimiento implícito en aquella arenga que concitó sus aplausos estúpidos: “¡No importa que andemos desnudos, no importa que no tengamos ni para comer, aquí se trata de salvar a la revolución”, claro que ahora ese pueblo arracimado en la miseria más atroz, la del damnificado, siente en carne viva lo que “salvar la revolución” significa.

Y es precisamente la posible reacción airada de ese pueblo burlado y frustrado en sus más caras esperanzas lo que ha impulsado a Chávez a exigir a sus incondicionales legisladores, cómplices de la miseria exhibida por CNN, que ha llevado su otrora popularidad a un mísero 23% : ¡Habilítenme que tengo frío!

Lo que esconde la mano que mece la cuna

Además de poder imponer leyes como la ley sapo y limitar la libertad de expresión - ¿cómo quedarán La Hojilla y el Nolia con la nueva ley que sanciona la incitación al odio y a la intolerancia? - aumentar las tasas impositivas, crear comunas para minimizar alcaldías y gobernaciones, legislar en materia de seguridad y defensa y en la operatividad de la Fuerza Armada, podrá a su real parecer, nada menos que: “Dictar o reformar normas que permitan diseñar una nueva regionalización geográfica del país con la finalidad de reducir los altos niveles de concentración demográfica en algunas regiones, regular la creación de nuevas comunidades…”. O sea. ¿Recuerdan las mudanzas de pueblos enteros en la Rusia de Stalin? Veremos cómo responde el pueblo caraqueño a esta pretensión de mudarlo, digamos… para las Mercedes del Llano.

Otro sí

Mis deseos por una grata Navidad – entendida como práctica de la generosidad que reditúa satisfacción personal - y mucha salud y fuerza espiritual, mental y física para continuar en el 2011 con nuestra lucha incesante para vencer la maldad que se enquistó en nuestra patria. No hay prosperidad ni ventura sin libertad “y por ella Sancho, se debe dar hasta la vida”.
Rafael Marrón González
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13 de diciembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (IV)

9º Mandamiento

“El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”: Este pensamiento de Bolívar inserto en una carta al canónigo José Cortez de Madariaga, de fecha 16 de noviembre de 1826, se complementa con su siguiente explicación: “Mi profesión militar me ha obligado a formarme una conciencia de soldado y un brazo fuerte que no puede manejar el bastón sino la espada. El hábito de la guerra, el servicio de los campamentos, el contacto con los enemigos, me han puesto fuera del mando civil”.

En esta apreciación insistió siempre, los militares no están formados para el mando civil: "Un militar no tiene virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas". "Es insoportable el espíritu militar en el mando civil". “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el arbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad”. Un ejemplo de la diferencia del pensamiento militar activo con el del civil, nos lo dio un experto socorrista internacional, que señalaba que para un civil, sin importar los días transcurridos, siempre existiría la esperanza de encontrar vida, por eso actuaban con sumo cuidado, incluso diseñando herramientas especiales, al levantar los escombros. Los militares al transcurrir el tiempo especificado en el manual para la expectativa de vida, arremeten con maquinaria pesada y terminan de aplastarlo todo.

Igualmente la represión a la delincuencia o el mantenimiento del orden público, deben estar en manos de autoridades civiles y no del ejército cuya mentalidad es la de la guerra y la tierra arrasada, por eso el estupor mundial ante el uso de fuerzas militarizadas, como la Guardia Nacional, en Venezuela para reprimir brutalmente las protestas populares. Y de eso es de lo que se trata, de la imposibilidad de conciliar una mentalidad estructurada, por razones de supervivencia institucional, en el orden, la disciplina y la obediencia debida, libre de responsabilidad por delegación a una autoridad superior; con una liberal actitud cotidiana basada en la lucidez y la coherencia subjetivas y la obediencia razonada y responsable propia del mundo civil.

En los tiempos modernos los militares están perfectamente preparados profesionalmente para desempeñarse con éxito en el mundo civil, cuando sean civiles, pero Bolívar se refería al ejercicio de la autoridad en el campo civil, que debe estar reservado a los civiles. Por eso insisto en citar el caso del General en Jefe José Francisco Bermúdez que dejó para la historia de esta nación, la más elevada lección de civilidad.

El 30 de abril de 1830 dirigió una correspondencia al Congreso Nacional exigiendo su licencia absoluta para retirarse a la vida privada. En ella expresa: “...Venezuela acaba de dar la última prueba de su amor a la libertad. Ella solicita instituciones verdaderamente republicanas, y yo que me he identificado de corazón con tan bellos sentimientos, quiero dar a ella y al mundo entero el testimonio más auténtico de esta verdad, y ninguno más digno ni más poderoso que el de solicitar como solicito mi entero desprendimiento de la carrera de las armas que abracé por la absoluta necesidad en que estábamos de lanzar de la patria a nuestros opresores.

Cesó la época del soldado. Llegó la más feliz y la más gloriosa que podíamos apetecer. Ella es aquella en que no reinan sino las leyes, cuya regla universal lejos de ser un yugo para los ciudadanos, es una fuerza que le protege y le pone a cubierto de los tiros de la arbitrariedad, y una vigilancia que a la vez que afianza su tranquilidad, asegura todas las demás garantías sociales”. Y es que un militar está entrenado en la estrategia para confundir al enemigo, que aplicada a la política se traduce en engaño y mentira, porque su formación le exige vencer mientras el civil necesita convencer.

Disenso, negociación, oposición, disidencia, son palabras que su mentalidad no puede traducir como acciones válidas. Las fórmulas interrogativas ¿por qué? y ¿para qué? constituyen delitos en la estructura jerárquica militar. Su orden se cumple sin protesta porque de ello depende la vida. Por eso su tendencia natural a la autocracia en el ejercicio del poder civil.

Por otro lado los militares están entrenados, como debe ser, para combatir enemigos de la patria, invasores extranjeros. No para discutir posiciones ideológicas. Chávez es un militar activo, pues asumió como tal la Jefatura Suprema de la Fuerza Armada – con uniforme y charreteras propias - que es una jerarquía civil inherente al cargo de Presidente de la República, lo que sitúa al poder civil por encima del estamento militar, que no es un poder legítimo porque la Constitución no lo incluye dentro de los poderes públicos.

10º Mandamiento

“La patria exige cada día nuevos sacrificios y es necesario darle hasta el último aliento de la vida”: El 23 de octubre de 1829 Bolívar escribe al general Bartolomé Salom, que le había manifestado en correspondencia precedente que se encontraba en mal estado de salud: “…La patria, mi amigo, exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida. Usted ha sido nombrado representante para el próximo congreso, y es necesario venir a hacer un buen legislador, después de haber sido un excelente guerrero. Yo me intereso en que usted, de cualquier modo que sea, venga al congreso, lo exige el bien de la nación. (...) Mi salud ha estado también en mal estado y, sin embargo, no he desmayado en mis penosas tareas…”.

Bolívar lo que quiso decir con este mensaje fue que la patria estaba ya militarmente lograda, pero que exigía el esfuerzo de sus mejores hombres, hasta el último aliento de su vidas, para perfeccionarle su suerte. Nuestros abuelos dieron la vida por la patria en los campos de batalla para que nosotros hoy la diéramos en las universidades, en los laboratorios, en las artes y la literatura, en el periodismo, en la industria y el comercio y en cada rincón generador de progreso a través del desarrollo del hombre y de la mujer nacidos en su suelo o llegados voluntariamente de otras latitudes. Morir es fácil y para muchos una solución. Lo difícil es vivir. Yo convoco a la juventud de mi patria a vivir por ella.

Porque la patria es la gente… pero viva y con ganas de vivir a plenitud para desarrollar sus potencialidades en aras del bienestar general, porque el progreso o es colectivo o no lo es. Las ideologías, todas, tanto políticas como religiosas, ubican su campo de gloria eterna en la muerte: hay vida después de la muerte para las religiones obviando que también hay vida plena y repleta de satisfacciones por las realizaciones antes de la muerte. Así el lema de los enemigos de la libertad, del individuo y del libre mercado es “Patria socialista o muerte”, pero sin explicarle a la ingenuidad popular que ya de por sí socialismo es muerte. Pregunten a Corea del Norte o en Cuba, los dos últimos reductos del socialismo en el mundo.

En Conclusión

“Moral y luces son nuestras primeras necesidades” (…) “La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”: “La verdadera igualdad no existe sino en la formación y delante de la ley que liga y comprende a todos indistintamente; premia y recompensa al virtuoso, al justo, al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al benéfico; y castiga y reprime al vicioso, al injusto, al inmoral, al cobarde, al temerario, al holgazán y al perezoso”: “La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término”: “...El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”: “Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública” (…) “El talento sin probidad es un azote”: “La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos”: “El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza”: “El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”: “La patria exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida”.

Rafael Marrón González
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11 de diciembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (III)

6º Mandamiento

“La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos”: En su Discurso a la Convención de Ocaña, el 29 de febrero de 1828, Bolívar insiste en atribuir a la lenidad en la aplicación de la justicia, la perversión de los pueblos: “La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los Tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad que sin fuerza no hay virtud y sin virtud perece la República. Mirad, en fin, que la anarquía destruye la libertad…”.

Estos mensajes de Bolívar cobran inusual vigencia en estos tiempos de turbulencia política en los que parece haberse desdibujado su frontera con la decencia y el “vale todo” se inclina por la corrupción superlativa. Ya es normal en esta Venezuela de gobierno revolucionario – “robolucionario” lo bautizó el pueblo – la figura del delito sin delincuente: Una ligera visita a una hemeroteca de los últimos doce años nos refleja la comisión in crescendo de multimillonarias estafas al tesoro público que gozan de total impunidad, con el agravante de que los denunciantes se convierten en perseguidos políticos, así sean de la tolda gobernante.

Un escándalo delictivo tapa al otro a velocidad de vértigo: Desde el cobro de comisiones - que ha llegado al paroxismo con las compras innecesarias o excedentarias de artículos perecederos o chatarra militar - pasando por la directa apropiación indebida de fondos, como el extravío de millones de dólares en efectivo en actos de prestidigitación, hasta tráfico de narcóticos y armas, que generan una riqueza que se exhibe groseramente desatando una ola criminal – por imitación – que incorpora alarmante porcentaje de la fuerza de orden público, sin precedentes en la historia nacional, que disfruta también de absoluta impunidad.

Un ejemplo es que Venezuela ha sido declarada en instancias internacionales como la capital mundial del secuestro, lucrativa empresa delictiva que solo puede florecer ante la ausencia de gobierno o con su complicidad. La lucha contra la impunidad, invocando este pensamiento de Bolívar, debe ser la primera de nuestras preocupaciones ciudadanas ya que para el gobierno es una aliada que le procura la incondicionalidad lacaya que le es indispensable para sobrevivir en el poder.

7º Mandamiento

“La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”: En abril de 1825, Bolívar escribe a su hermana María Antonia: “Escribe tú de mi parte, a los encargados en el Norte de la educación del joven Fernando Bolívar, encareciéndoles el esmero con que yo quiero que se eduque a mi sobrino. (…) Un hombre sin estudios es un ser incompleto...”.

De allí la importancia que Bolívar siempre concedió a la educación para crear republicanos, afirmando repetidas veces, como en octubre de 1825: “La Nación será sabia, virtuosa, guerrera si los principios de su educación son sabios virtuosos y militares: ella será imbécil, supersticiosa, afeminada y fanática si se la cría en la escuela de estos errores.

Por esto es que las sociedades ilustradas, han puesto siempre la educación entre las bases de sus instituciones políticas. (...) Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que camina la educación. Ellas vuelan, si esta vuela, retrogradan, si retrograda, se precipitan y hunden en la oscuridad si se corrompe o absolutamente se abandona”. O como en diciembre de ese mismo año, cuando expresa que “la salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia”. Y previamente, en su Discurso al Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, alertó a los padres sobre su responsabilidad con la educación de sus hijos: “No puede ser buen ciudadano ni hombre honrado el que, olvidando que su familia pertenece más a la Patria que a sí mismo, descuida la educación de sus hijos. Todo padre de familia está obligado a inspirar a la suya amor a la Patria, a la libertad, a la virtud y al trabajo”.

Sin embargo es importante destacar que no se refería Bolívar, exclusivamente, al campo del conocimiento sino que planteaba la instrucción general del pueblo para hacerlo ciudadano, lo que traduciríamos hoy como educar al hombre y a la mujer en la convivencia pacífica y la tolerancia, en el uso consciente de su libertad con el debido respeto al derecho de los demás, en el compromiso ético que define su relación con la sociedad y sus instituciones. El fracaso de la educación, que tanta gente deplora hoy, no estriba en falencias del conocimiento sino en el ejercicio ciudadano.

No es posible que cada ladrón del erario sea egresado de nuestro sistema educativo. Cada violador de los derechos humanos haya sido formado académicamente en escuelas, liceos o universidades. ¿Ningún educador fue capaz de detectar las tendencias corruptas de estos individuos? Por ello este pensamiento de Bolívar no podemos limitarlo a la ignorancia como falta de información o desconocimiento, sino a la peor de las ignorancias que es la del que no es capaz de entender su rol en la sociedad.

Abogados expertos en bucear intersticios leguleyos para procurarles impunidad a los delincuentes. Médicos que dejan morir pacientes porque no tienen dinero. Políticos que aspiran ser elegidos por el pueblo para depredar el erario. Ningún político puede enriquecerse en sus actividades gubernamentales, sino es robando. Por eso el ignorante no entiende la democracia, no es capaz de discernir sus alcances ni de vislumbrar sus oportunidades.

Acostumbrado a depender de alguien o de algo, necesita la fuerza de la opresión para evitar sus propios desmanes. Es el que exige censura, porque no puede dominar sus instintos. Hay que prohibir la minifalda para protegerlo de su propia morbosidad. Roba porque no tiene razones para no hacerlo. Necesita un policía en cada esquina para que le impidan violar la ley. Incapacitado para tomar decisiones necesita quien las tome en su lugar. Este es el tipo de gente que se vuelca en turba violenta para expresar sus preferencias, que en su caso son elementales apetitos.

Es el que dice que “la revolución está por encima de las instituciones”, o que “prefiere la igualdad a la libertad”. Y volviendo a Bolívar, no olvidemos jamás, si en verdad somos bolivarianos históricos, no políticos porque es una aberración, “que un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla, porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud”.

8º Mandamiento

“El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza”: Esta convicción, como artículo de Fe, la expresa Bolívar en su Discurso al Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, con la idea de que fuera incorporado a la Constitución que se aprobaría en esa instancia constituyente. Y como podemos apreciar, Bolívar no le confiere solamente valor constitucional a este derecho, sino que lo percibe como un fundamento del derecho natural, como un derecho fundamental, y establece que “es el primero y más inestimable don de la naturaleza”.

Es decir, que para Bolívar la libertad de expresión era supra constitucional y por lo tanto la violación de este precepto es un acto antibolivariano. Este pensamiento de Bolívar, profundamente democrático, se suscribe a la Carta Interamericana de la OEA, que establece en su artículo 4: “Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa.

La subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia”. En Venezuela, la resolución del veedor de la OEA, en su única visita de inspección en el país, pues el gobierno prohibió luego su acceso bajo subterfugios pueriles, determinó que la “libertad de expresión existe en Venezuela por el coraje de los periodistas”. Continuará.

Rafael Marrón González
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