Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

18 de diciembre de 2010

¡Habilítenme que tengo frío!

Quedará para la historia de la farsa y de la infamia el patético caso de una Asamblea Nacional despedida por el pueblo en elecciones libres, que legisla en las sombras – donde solo trabaja el crimen, según Bolívar - en contra de la voluntad popular y aprueba una Ley habilitante al Presidente de la República – su compañero de partido.

¿Cuál puede ser la respuesta a una acción a todas luces ilegítima - de “búsqueda de formas creativas para justificar poderes autocráticos" la calificaron los gringos - que tiene como precedente la decisión de la Fiscal General y del Tribunal Supremo de Justicia de interpretar a su capricho la Constitución para que los diputados electos no gocen de la inmunidad parlamentaria desde el momento de su proclamación - como ordena el Artículo 200 – sino desde su juramentación? Si no queda en este tierrero conceptual, en el que Chávez ha convertido la autoridad en Venezuela, ni un solo resquicio de moralidad pública, solo resta aparentar silencio y resignación. Porque toda instancia de apelación está secuestrada por el miedo o la complicad corrupta. Porque ellos son así. Apoyaos. Patoteros. Salte pa´juera. ¿Y a mí qué?

Sin embargo, si se presta atención con cuidado, se escucha por estas calles un rechinar de dientes apretados por la indignación, que no presagia nada bueno para esa canalla embrutecida por las ansias de dinero fácil. La excusa para ordenar esta habilitación legislativa, no puede ser más pueril e inoficiosa: “La Habilitante es imprescindible para actuar con diligencia” ante la emergencia originada por las lluvias que dejaron en la intemperie a miles de familias cuyos ranchos fueron arrasados por las aguas y los deslaves de los cerros - ironía cruel esta última, porque siempre amenazan los chavistas a los opositores con la furia de la gente que bajará de los cerros. Y lo que bajó de esos cerros repletos de miseria, después de días para cumplir Chávez doce años en el poder y despilfarrada la fortuna más gigantesca que haya recibido algún país latinoamericano, fue dolor, frustración y rabia... y muerte.

Y esa devastación no fue causada por las lluvias, sino por la ineficiencia, la ineptitud y la corrupción de un gobierno que no limpió quebradas, ni supervisó construcciones en áreas de alto riesgo, ni construyó viviendas para dotar esos alaridos voceados por la realidad que el clima convirtió en damnificados, que solamente Chávez no escuchó. Por eso el grito de pavor contenido en esa petición: ¡Habilítenme que tengo frío!

No hay nada nuevo bajo el sol…

Y esa es la verdad: Luego de las intensas lluvias brilló el sol – aunque con timidez - y bajo su luz encontramos la desolación presentida, salvo que ahora fue transmitida por CNN, revelando al mundo la mentira estrafalaria que bajo el nombre de Hugo Chávez obnubiló la aduldolescencia multitudinaria de la izquierda redentora global, que todavía cree – en conmovedora Fe – en hienas altruistas.

Es catastrófico el balance de este llover que arrasó vidas, viviendas y enseres, destrozó puentes y carreteras cariadas por la desidia - o mal construidas por la corrupción que asentó feria en este período de indignidades coloradas, simbolizadas en las trenzas rojas de las impecables botas de campaña de Chávez, que le confieren un no sé qué de vodevil de cabaret – oh lalá - al ascetismo de la vestimenta militar - y desnudó la inmensa mentira del supuesto empoderamiento de los pobres mientras la corriente los revolcaba montañas abajo en un amasijo de barro y esperanzas trituradas por el alud de piedras y llanto, simbolizadas cínicamente por 26 familias – de las decenas de miles damnificadas (133.200 personas) – que Chávez encerró en Miraflores para mostrarlas como blasón de la pureza de sus ideales corrompidos hasta el asco por la terquedad de una realidad que lo señala como único culpable de esta tragedia repetida desde aquel aciago diciembre en el cual el estado Vargas pereció sepultado a pesar de los previos alertas de los entendidos a los oídos sordos del gobierno, mientras el engreimiento de un poderoso sustentado por la equivocación popular, blasfemaba contra la naturaleza y ofrecía luchar contra ella y obligarla a obedecerle, tratando de emular a Bolívar en trance similar, cuando jurara seguir luchando contra los españoles aun en contra de los embates de la naturaleza.

Frase que fue distorsionada por el realista José Domingo Díaz, caricaturizándola del modo que ha trascendido a pesar de su sinsentido y que solo sirve para adornar la simpleza mental de algún populista cómodamente instalado – entre fusiles - sobre la miseria de un pueblo cuya ignorancia lo arrastra hacia el parasitismo, bajo la fanfarria revolucionaria de sus saqueadores.

Y Chávez es el culpable porque no es posible que luego de doce años en el poder, manejando una fortuna gigantesca, exista un pueblo en el colmo de la miseria, sobreviviendo en ranchos de cartón a merced de los elementos – y todavía los chavistas cantan “que triste se oye la lluvia en los techos de cartón”, de Alí Primera - pues de haber sido un patriota – como suelen considerarse, desgraciadamente, todos los nacionalistas – no existiría un solo venezolano en situación de riesgo en este país. Porque la patria, para un patriota, es la gente. Lo demás es carraspera y reptar de serpientes.

Y Bolivia envió ayuda

Pero además de la vergüenza que siente la nación decente ante la verdad del gobierno de Chávez, éste recibe ayuda internacional, como si de Haití se tratara: Un tipo que financia con $34 millones una carrera de Fórmula 1 – lo que convirtió al piloto elegido en furibunda pancarta de Chávez - recibe, compungido, colchones, arroz, leche en polvo, agua, carpas y compotas. Y hasta Bolivia y Bielorrusia, beneficiarios de ingentes donaciones que reflotaron sus economías, aprovechan para formar parte del circo con sus pereticos para los pobres venezolanos.

Y Correa se presenta en persona a solidarizarse ¿de cuántas cifras será el cheque que compensará su solidaridad? Pero, salvo el millón de dólares que donaron los Emiratos Árabes – los donativos han sido muy modestos, presumo que debe ser porque todavía no se conoce el destino de los millones de dólares enviados a Caracas por diferentes gobiernos y organizaciones privadas para ayudar en la tragedia de Vargas, cuyas víctimas – y que “dignificados”, que riñones – 11 años después todavía exhiben su damnificación - ¿alguien recuerda aquellas promesas de Chávez: “Haremos desarrollos de vivienda, paseos marinos y de incentivo al turismo…” - lo que desmiente su proclama de “arreglarlo todo” frente al drama humano que encontró refugio militarizado en los hoteles privados o en edificaciones como el Sambil, también de origen privado, lo que desnuda todavía más su inmensa ineficiencia e indolencia ante un pueblo que ahora entiende el sufrimiento implícito en aquella arenga que concitó sus aplausos estúpidos: “¡No importa que andemos desnudos, no importa que no tengamos ni para comer, aquí se trata de salvar a la revolución”, claro que ahora ese pueblo arracimado en la miseria más atroz, la del damnificado, siente en carne viva lo que “salvar la revolución” significa.

Y es precisamente la posible reacción airada de ese pueblo burlado y frustrado en sus más caras esperanzas lo que ha impulsado a Chávez a exigir a sus incondicionales legisladores, cómplices de la miseria exhibida por CNN, que ha llevado su otrora popularidad a un mísero 23% : ¡Habilítenme que tengo frío!

Lo que esconde la mano que mece la cuna

Además de poder imponer leyes como la ley sapo y limitar la libertad de expresión - ¿cómo quedarán La Hojilla y el Nolia con la nueva ley que sanciona la incitación al odio y a la intolerancia? - aumentar las tasas impositivas, crear comunas para minimizar alcaldías y gobernaciones, legislar en materia de seguridad y defensa y en la operatividad de la Fuerza Armada, podrá a su real parecer, nada menos que: “Dictar o reformar normas que permitan diseñar una nueva regionalización geográfica del país con la finalidad de reducir los altos niveles de concentración demográfica en algunas regiones, regular la creación de nuevas comunidades…”. O sea. ¿Recuerdan las mudanzas de pueblos enteros en la Rusia de Stalin? Veremos cómo responde el pueblo caraqueño a esta pretensión de mudarlo, digamos… para las Mercedes del Llano.

Otro sí

Mis deseos por una grata Navidad – entendida como práctica de la generosidad que reditúa satisfacción personal - y mucha salud y fuerza espiritual, mental y física para continuar en el 2011 con nuestra lucha incesante para vencer la maldad que se enquistó en nuestra patria. No hay prosperidad ni ventura sin libertad “y por ella Sancho, se debe dar hasta la vida”.
Rafael Marrón González
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13 de diciembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (IV)

9º Mandamiento

“El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”: Este pensamiento de Bolívar inserto en una carta al canónigo José Cortez de Madariaga, de fecha 16 de noviembre de 1826, se complementa con su siguiente explicación: “Mi profesión militar me ha obligado a formarme una conciencia de soldado y un brazo fuerte que no puede manejar el bastón sino la espada. El hábito de la guerra, el servicio de los campamentos, el contacto con los enemigos, me han puesto fuera del mando civil”.

En esta apreciación insistió siempre, los militares no están formados para el mando civil: "Un militar no tiene virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas". "Es insoportable el espíritu militar en el mando civil". “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el arbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad”. Un ejemplo de la diferencia del pensamiento militar activo con el del civil, nos lo dio un experto socorrista internacional, que señalaba que para un civil, sin importar los días transcurridos, siempre existiría la esperanza de encontrar vida, por eso actuaban con sumo cuidado, incluso diseñando herramientas especiales, al levantar los escombros. Los militares al transcurrir el tiempo especificado en el manual para la expectativa de vida, arremeten con maquinaria pesada y terminan de aplastarlo todo.

Igualmente la represión a la delincuencia o el mantenimiento del orden público, deben estar en manos de autoridades civiles y no del ejército cuya mentalidad es la de la guerra y la tierra arrasada, por eso el estupor mundial ante el uso de fuerzas militarizadas, como la Guardia Nacional, en Venezuela para reprimir brutalmente las protestas populares. Y de eso es de lo que se trata, de la imposibilidad de conciliar una mentalidad estructurada, por razones de supervivencia institucional, en el orden, la disciplina y la obediencia debida, libre de responsabilidad por delegación a una autoridad superior; con una liberal actitud cotidiana basada en la lucidez y la coherencia subjetivas y la obediencia razonada y responsable propia del mundo civil.

En los tiempos modernos los militares están perfectamente preparados profesionalmente para desempeñarse con éxito en el mundo civil, cuando sean civiles, pero Bolívar se refería al ejercicio de la autoridad en el campo civil, que debe estar reservado a los civiles. Por eso insisto en citar el caso del General en Jefe José Francisco Bermúdez que dejó para la historia de esta nación, la más elevada lección de civilidad.

El 30 de abril de 1830 dirigió una correspondencia al Congreso Nacional exigiendo su licencia absoluta para retirarse a la vida privada. En ella expresa: “...Venezuela acaba de dar la última prueba de su amor a la libertad. Ella solicita instituciones verdaderamente republicanas, y yo que me he identificado de corazón con tan bellos sentimientos, quiero dar a ella y al mundo entero el testimonio más auténtico de esta verdad, y ninguno más digno ni más poderoso que el de solicitar como solicito mi entero desprendimiento de la carrera de las armas que abracé por la absoluta necesidad en que estábamos de lanzar de la patria a nuestros opresores.

Cesó la época del soldado. Llegó la más feliz y la más gloriosa que podíamos apetecer. Ella es aquella en que no reinan sino las leyes, cuya regla universal lejos de ser un yugo para los ciudadanos, es una fuerza que le protege y le pone a cubierto de los tiros de la arbitrariedad, y una vigilancia que a la vez que afianza su tranquilidad, asegura todas las demás garantías sociales”. Y es que un militar está entrenado en la estrategia para confundir al enemigo, que aplicada a la política se traduce en engaño y mentira, porque su formación le exige vencer mientras el civil necesita convencer.

Disenso, negociación, oposición, disidencia, son palabras que su mentalidad no puede traducir como acciones válidas. Las fórmulas interrogativas ¿por qué? y ¿para qué? constituyen delitos en la estructura jerárquica militar. Su orden se cumple sin protesta porque de ello depende la vida. Por eso su tendencia natural a la autocracia en el ejercicio del poder civil.

Por otro lado los militares están entrenados, como debe ser, para combatir enemigos de la patria, invasores extranjeros. No para discutir posiciones ideológicas. Chávez es un militar activo, pues asumió como tal la Jefatura Suprema de la Fuerza Armada – con uniforme y charreteras propias - que es una jerarquía civil inherente al cargo de Presidente de la República, lo que sitúa al poder civil por encima del estamento militar, que no es un poder legítimo porque la Constitución no lo incluye dentro de los poderes públicos.

10º Mandamiento

“La patria exige cada día nuevos sacrificios y es necesario darle hasta el último aliento de la vida”: El 23 de octubre de 1829 Bolívar escribe al general Bartolomé Salom, que le había manifestado en correspondencia precedente que se encontraba en mal estado de salud: “…La patria, mi amigo, exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida. Usted ha sido nombrado representante para el próximo congreso, y es necesario venir a hacer un buen legislador, después de haber sido un excelente guerrero. Yo me intereso en que usted, de cualquier modo que sea, venga al congreso, lo exige el bien de la nación. (...) Mi salud ha estado también en mal estado y, sin embargo, no he desmayado en mis penosas tareas…”.

Bolívar lo que quiso decir con este mensaje fue que la patria estaba ya militarmente lograda, pero que exigía el esfuerzo de sus mejores hombres, hasta el último aliento de su vidas, para perfeccionarle su suerte. Nuestros abuelos dieron la vida por la patria en los campos de batalla para que nosotros hoy la diéramos en las universidades, en los laboratorios, en las artes y la literatura, en el periodismo, en la industria y el comercio y en cada rincón generador de progreso a través del desarrollo del hombre y de la mujer nacidos en su suelo o llegados voluntariamente de otras latitudes. Morir es fácil y para muchos una solución. Lo difícil es vivir. Yo convoco a la juventud de mi patria a vivir por ella.

Porque la patria es la gente… pero viva y con ganas de vivir a plenitud para desarrollar sus potencialidades en aras del bienestar general, porque el progreso o es colectivo o no lo es. Las ideologías, todas, tanto políticas como religiosas, ubican su campo de gloria eterna en la muerte: hay vida después de la muerte para las religiones obviando que también hay vida plena y repleta de satisfacciones por las realizaciones antes de la muerte. Así el lema de los enemigos de la libertad, del individuo y del libre mercado es “Patria socialista o muerte”, pero sin explicarle a la ingenuidad popular que ya de por sí socialismo es muerte. Pregunten a Corea del Norte o en Cuba, los dos últimos reductos del socialismo en el mundo.

En Conclusión

“Moral y luces son nuestras primeras necesidades” (…) “La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”: “La verdadera igualdad no existe sino en la formación y delante de la ley que liga y comprende a todos indistintamente; premia y recompensa al virtuoso, al justo, al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al benéfico; y castiga y reprime al vicioso, al injusto, al inmoral, al cobarde, al temerario, al holgazán y al perezoso”: “La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término”: “...El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”: “Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública” (…) “El talento sin probidad es un azote”: “La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos”: “El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza”: “El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”: “La patria exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida”.

Rafael Marrón González
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11 de diciembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (III)

6º Mandamiento

“La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos”: En su Discurso a la Convención de Ocaña, el 29 de febrero de 1828, Bolívar insiste en atribuir a la lenidad en la aplicación de la justicia, la perversión de los pueblos: “La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los Tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad que sin fuerza no hay virtud y sin virtud perece la República. Mirad, en fin, que la anarquía destruye la libertad…”.

Estos mensajes de Bolívar cobran inusual vigencia en estos tiempos de turbulencia política en los que parece haberse desdibujado su frontera con la decencia y el “vale todo” se inclina por la corrupción superlativa. Ya es normal en esta Venezuela de gobierno revolucionario – “robolucionario” lo bautizó el pueblo – la figura del delito sin delincuente: Una ligera visita a una hemeroteca de los últimos doce años nos refleja la comisión in crescendo de multimillonarias estafas al tesoro público que gozan de total impunidad, con el agravante de que los denunciantes se convierten en perseguidos políticos, así sean de la tolda gobernante.

Un escándalo delictivo tapa al otro a velocidad de vértigo: Desde el cobro de comisiones - que ha llegado al paroxismo con las compras innecesarias o excedentarias de artículos perecederos o chatarra militar - pasando por la directa apropiación indebida de fondos, como el extravío de millones de dólares en efectivo en actos de prestidigitación, hasta tráfico de narcóticos y armas, que generan una riqueza que se exhibe groseramente desatando una ola criminal – por imitación – que incorpora alarmante porcentaje de la fuerza de orden público, sin precedentes en la historia nacional, que disfruta también de absoluta impunidad.

Un ejemplo es que Venezuela ha sido declarada en instancias internacionales como la capital mundial del secuestro, lucrativa empresa delictiva que solo puede florecer ante la ausencia de gobierno o con su complicidad. La lucha contra la impunidad, invocando este pensamiento de Bolívar, debe ser la primera de nuestras preocupaciones ciudadanas ya que para el gobierno es una aliada que le procura la incondicionalidad lacaya que le es indispensable para sobrevivir en el poder.

7º Mandamiento

“La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”: En abril de 1825, Bolívar escribe a su hermana María Antonia: “Escribe tú de mi parte, a los encargados en el Norte de la educación del joven Fernando Bolívar, encareciéndoles el esmero con que yo quiero que se eduque a mi sobrino. (…) Un hombre sin estudios es un ser incompleto...”.

De allí la importancia que Bolívar siempre concedió a la educación para crear republicanos, afirmando repetidas veces, como en octubre de 1825: “La Nación será sabia, virtuosa, guerrera si los principios de su educación son sabios virtuosos y militares: ella será imbécil, supersticiosa, afeminada y fanática si se la cría en la escuela de estos errores.

Por esto es que las sociedades ilustradas, han puesto siempre la educación entre las bases de sus instituciones políticas. (...) Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que camina la educación. Ellas vuelan, si esta vuela, retrogradan, si retrograda, se precipitan y hunden en la oscuridad si se corrompe o absolutamente se abandona”. O como en diciembre de ese mismo año, cuando expresa que “la salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia”. Y previamente, en su Discurso al Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, alertó a los padres sobre su responsabilidad con la educación de sus hijos: “No puede ser buen ciudadano ni hombre honrado el que, olvidando que su familia pertenece más a la Patria que a sí mismo, descuida la educación de sus hijos. Todo padre de familia está obligado a inspirar a la suya amor a la Patria, a la libertad, a la virtud y al trabajo”.

Sin embargo es importante destacar que no se refería Bolívar, exclusivamente, al campo del conocimiento sino que planteaba la instrucción general del pueblo para hacerlo ciudadano, lo que traduciríamos hoy como educar al hombre y a la mujer en la convivencia pacífica y la tolerancia, en el uso consciente de su libertad con el debido respeto al derecho de los demás, en el compromiso ético que define su relación con la sociedad y sus instituciones. El fracaso de la educación, que tanta gente deplora hoy, no estriba en falencias del conocimiento sino en el ejercicio ciudadano.

No es posible que cada ladrón del erario sea egresado de nuestro sistema educativo. Cada violador de los derechos humanos haya sido formado académicamente en escuelas, liceos o universidades. ¿Ningún educador fue capaz de detectar las tendencias corruptas de estos individuos? Por ello este pensamiento de Bolívar no podemos limitarlo a la ignorancia como falta de información o desconocimiento, sino a la peor de las ignorancias que es la del que no es capaz de entender su rol en la sociedad.

Abogados expertos en bucear intersticios leguleyos para procurarles impunidad a los delincuentes. Médicos que dejan morir pacientes porque no tienen dinero. Políticos que aspiran ser elegidos por el pueblo para depredar el erario. Ningún político puede enriquecerse en sus actividades gubernamentales, sino es robando. Por eso el ignorante no entiende la democracia, no es capaz de discernir sus alcances ni de vislumbrar sus oportunidades.

Acostumbrado a depender de alguien o de algo, necesita la fuerza de la opresión para evitar sus propios desmanes. Es el que exige censura, porque no puede dominar sus instintos. Hay que prohibir la minifalda para protegerlo de su propia morbosidad. Roba porque no tiene razones para no hacerlo. Necesita un policía en cada esquina para que le impidan violar la ley. Incapacitado para tomar decisiones necesita quien las tome en su lugar. Este es el tipo de gente que se vuelca en turba violenta para expresar sus preferencias, que en su caso son elementales apetitos.

Es el que dice que “la revolución está por encima de las instituciones”, o que “prefiere la igualdad a la libertad”. Y volviendo a Bolívar, no olvidemos jamás, si en verdad somos bolivarianos históricos, no políticos porque es una aberración, “que un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla, porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud”.

8º Mandamiento

“El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza”: Esta convicción, como artículo de Fe, la expresa Bolívar en su Discurso al Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, con la idea de que fuera incorporado a la Constitución que se aprobaría en esa instancia constituyente. Y como podemos apreciar, Bolívar no le confiere solamente valor constitucional a este derecho, sino que lo percibe como un fundamento del derecho natural, como un derecho fundamental, y establece que “es el primero y más inestimable don de la naturaleza”.

Es decir, que para Bolívar la libertad de expresión era supra constitucional y por lo tanto la violación de este precepto es un acto antibolivariano. Este pensamiento de Bolívar, profundamente democrático, se suscribe a la Carta Interamericana de la OEA, que establece en su artículo 4: “Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa.

La subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia”. En Venezuela, la resolución del veedor de la OEA, en su única visita de inspección en el país, pues el gobierno prohibió luego su acceso bajo subterfugios pueriles, determinó que la “libertad de expresión existe en Venezuela por el coraje de los periodistas”. Continuará.

Rafael Marrón González
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29 de noviembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (II)

4º Mandamiento

“...El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”:

Muchos creen ver en este pensamiento de Bolívar una posición utilitarista, en la que lo que priva es el resultado sin importar la vía, y por lo tanto una aceptación de las dictaduras, si eficientes, cuando es sabido que el costo en derechos y en atraso, sin mencionar al elevado costo de la recuperación del humanismo, que produce esta infame forma de gobierno hoy sometida al escarnio mundial, no compensa jamás los pírricos resultados económicos que preconizan sus reaccionarios seguidores.

Lo que Bolívar quiso decir en Angostura con “sistema de gobierno” fue precisamente “gobierno sistémico”, es decir, gobierno dependiente de un conjunto de normas que garanticen su eficiencia social, política y económica, para que tuviera como resultado las premisas mencionadas. Y el único sistema político capaz de producir la organización necesaria referida por Bolívar, es la democracia.

Lo que sucede es que la democracia se ha definido tradicional y simplistamente, por una premisa de Montesquieu, y sin mayor revisión ni adecuación posterior a las dinámicas políticas actuales, como “gobierno del pueblo”, con lo que sirve como fachada para cualquier andamiaje tiránico sustentado en la seducción y el soborno a una muchedumbre desclasada sin conciencia de nación, de libertad ni de progreso a la que se le ofrece la “igualdad” como señuelo.

La definición académica no se aleja mucho de esta primera referencia y sostiene que la democracia es un “régimen político en el cual la soberanía pertenece al conjunto de los ciudadanos sin distinción, es decir, al pueblo”, y la divide en representativa – que es la única posible - autoritaria - para incluir los regimenes despóticos que guardan las apariencias - y social - la que es llamada también “popular”, adjetivación que pretende conceder estatus democrático a dictaduras infames como la de los hermanos Castro en Cuba, porque realizan elecciones - a las que se suma ahora otra adjetivación divisoria imposible, la “participativa” – en la que el tirano de turno “participa” al pueblo sus decisiones de obligatorio cumplimiento.

La frase “régimen político” con la que se inicia esta última definición refiere a “conjunto de reglas o normas” es decir “sistema”. Y desde este punto sugiero una definición acorde con nuestras realidades y esperanzas, y sustentada en el enunciado de Bolívar: Democracia es el sistema político cuyos atributos son el Estado de Derecho, la celebración de elecciones libres, periódicas y justas, un régimen plural de partidos políticos, el respeto a los derechos humanos y a las libertades civiles, especialmente la libertad de expresión, y cuyos gobiernos están sujetos a las normas constitucionales establecidas por la ciudadanía en el libre ejercicio de su soberanía, regido por los principios capitales de la división de poderes, la alternabilidad y el equilibrio de las autoridades y consagrado a producir la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política.

Esta definición elimina adjetivaciones a la democracia – democracia y punto - y le impide a las tiranías que violan estos preceptos, cobijarse bajo su férula, sobre todo bajo la denominada “democracia autoritaria”, en la que supuestamente “el pueblo” delega; para siempre, en un solo hombre providencial todos los poderes y asume la servidumbre por la subsistencia de manera supuestamente voluntaria, pero, por si acaso, apuntada por los fusiles de “su ejército”, concepto que alcanza también a la llamada “democracia popular”, denominación que encubre el estatismo criminal del comunismo que confunde adrede “espacio público” con espacio del gobierno para liquidar las libertades y derechos ciudadanos, considerando que su perverso sistema es el único posible y por lo tanto toda disidencia o protesta debe ser reprimida con violencia extrema porque conspira contra los sagrados postulados del Estado – erigido en religión - corporificado en el líder supremo, tenedor de todas las acciones y valores.

5º Mandamiento

“Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública”: Este pensamiento lo plasma Bolívar en su correspondencia al general Francisco Carabaño, el 8 de octubre de 1828. En ella le expresa: “Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública. El talento sin probidad es un azote. Los intrigantes corrompen los pueblos, desprestigiando la autoridad. Ellos buscan la anarquía, la confusión, el caos, y se gozan en hacer perder a los pueblos la inocencia de sus costumbres honestas y pacificas”.

Según Kant, “opinión”, que deriva del latín “opinio” que significa creencia, conjetura, “es el hecho de tener algo por verdadero con la conciencia de una insuficiencia subjetiva tanto como objetiva del juicio que así lo expresa”. Es decir, que la opinión es la creencia o toma de posición por la que el sujeto pasa de la simple impresión a la afirmación decidida pero no sometida a examen crítico.

Por las características populares de la democracia en cuanto a la cuestión electoral, los demagogos han llevado al paroxismo la importancia de la “opinión pública”, al grado de considerarse el pensamiento social dominante para todas las decisiones en materia políticas, económicas, sociales, morales y hasta filosóficas, obviando el carácter emocional de la opinión pública, que suele estar influenciada por el medio ambiente, el entorno social, cultural y familiar, el carisma, el afecto, entre muchas influencias externas, como las modernas campañas mediáticas.

Cuando Bolívar expresa que deben ser los hombres de luces los que debieran fijar la opinión pública, se está refiriendo al pensamiento, a que la opinión de los ciudadanos debe ser el producto de un ejercicio intelectual y no de la emoción contaminante. Es necesario que la “opinión pública” se nutra del pensamiento de los “hombres de luces” porque ellos, según la definición de Kant, forman los conceptos a través del juicio, es decir, del acto del pensamiento por el cual tomamos conciencia de la relación entre las cosas o las ideas y afirmamos la verdad de dicha relación.

Y el segundo requisito que exige Bolívar para un formador de opinión pública, es la honradez. ¡Cuántos “líderes” políticos son simples enunciadores de valores! Usted los oye afirmar que la familia es la “célula fundamental de la sociedad”, cuando, en su vida privada, se caracterizan por el desprecio a la familia. Tienen decenas de hijos adosados al destino de la manera más irresponsable, en múltiples uniones infelices. “La verdad es la ausencia de contradicciones”, y un líder debe ser paradigmático para que su ejemplo sirva de contraste a lo pervertido de la sociedad.

Un líder que lo sea porque “se parece al pueblo”, cuando la realidad de ese pueblo es su desequilibrio ético, es una contradicción que revierte al “líder” en jefe de pandillas. Hay que recordar que cuando el pueblo trasciende éticamente, no necesita líderes. Y menos héroes. La voz honrado, en boca de Bolívar, es decir, de un hombre del siglo XIX, significa para nosotros “integridad”, que traduce a su vez recto, probo, intachable. Y así debe ser el político, una persona de elevados valores, honrado por definición, no porque no haya tenido oportunidad de robar, sin tacha pública ni privada.

Conozco muchos hombres así, pero se niegan a participar en la política precisamente por lo escatológico de su ejercicio actual. Venezuela ofrece hoy una insuperable oportunidad para los jóvenes talentos con inclinación social, para realizar una depuración del ejercicio de la política para llevarla a su exacta dimensión como ciencia del gobierno o teoría del Estado, que los impulse a conquistar el poder para el auténtico beneficio colectivo y no clientelar. Serán estos hombres y mujeres, provistos de conciencia inteligente, ética a prueba de tentaciones y compromiso decantado con la venezolanidad, los que guiarán la opinión pública de la Venezuela del mañana.

Hoy en día la juventud venezolana tiene el privilegio de poder generar una opción política que rompa con un pasado denigrante y con un presente oprobioso, cuyo eslabón es la corrupción, dando paso a la decencia y a la civilidad como doctrina para rescatar la política como herramienta de transformación social. No se trata de revolucionar sino de evolucionar a través de la justicia, el conocimiento y la generosidad. Continuará.
Rafael Marrón González
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21 de noviembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (I)

Fue el poeta civil Andrés Eloy Blanco quien resaltó la cualidad oceánica de Bolívar, pues ha servido su palabra – citada fuera de contexto - hasta para justificar la más vil de las canalladas contra la libertad, que fue su auténtica pasión. Sin embargo, escrutando su epistolario y sus discursos podemos extraer diez postulados, diez mandamientos, en los cuales se define la arteria de su pensamiento universal y el pivote de su estructura filosófica:

1er Mandamiento

“Moral y luces son nuestras primeras necesidades”: Bolívar aseguraba que el primer deber del gobierno era educar al pueblo para fortalecerlo y enrumbarlo hacia el progreso y en Angostura lo declara: ¨... La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras primeras necesidades¨.

Este pensamiento que tiene tremenda vigencia en nuestro tiempo – sobre todo por estar lo suficientemente comprobado que la educación es primordial en el combate a la pobreza - debe actualizarse para ser comprendido a cabalidad por nuestra juventud. Su nuevo planteamiento debe ser “Ética y conocimiento son nuestras primeras necesidades”.

Ética, porque significa y traduce el compromiso del sujeto con la sociedad, la confesión pública de su vocación ciudadana y solidaria. Escucho multitud de voces exigiendo justicia, que es el compromiso de la sociedad con el individuo, pero nadie pide ética, es decir, a nadie parece importarle su contribución particular a la decencia social. Si cada uno de nosotros piensa que su particular actuación ética no es necesaria porque nadie notará su falta, el resultado seguirá siendo el que tenemos: La pérdida de la moral pública. El ascenso de los pillos. Sinvergüenzas de etiqueta representando a la nación.

El segundo componente de esta exigencia vital, es la responsabilidad de acceder al progreso por el desarrollo del individuo, sin intervención de Dios, del Estado o de la suerte. Es decir que en la medida en que cada individuo como integrante solidario de un colectivo, posea los conocimientos necesarios para ejecutar a plenitud determinado trabajo productivo que lo catapulte hacia el progreso – que no necesariamente a la riqueza sino a una mejor calidad de vida - la sociedad, integrada de esta manera por hombres y mujeres con especificidades productivas, progresará en pleno. Porque el progreso sino es colectivo – cada cual con su manera de tener algo - es injusto.

Ya Bolívar lo recalcaba cuando expresara: “Cuán superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas”. Por eso al observar la inquietud por alfabetizar, me pregunto si no sería mejor preocuparse por “oficionar”. Por dotar a cada individuo, hombre o mujer, desde la niñez, de un oficio que le permita vivir de un trabajo decente si debe por presiones exógenas abandonar la escuela. Da tristeza mirar a jóvenes bachilleres que luego de once años de estudio carecen del mínimo conocimiento laboral sustentable.

Los emigrantes italianos de la post guerra llegaron a América provistos de un oficio, eran barberos, carpinteros, albañiles, fundidores, mecánicos, panaderos, entre una gama extensa de posibilidades para ganarse la vida honestamente. Y, gracias a esa previsión política, fue menos duro el desarraigo y triunfaron económica y socialmente. Por el trabajo y la responsabilidad y luego sus descendientes incorporaron el estudio a esa dupla ganadora. Basta comparar, sin estereotipos ni antiguallas ideológicas, la actitud activa de los pueblos que han logrado el progreso económico con la resignada espera de los pueblos latinoamericanos para comprender la verdad.


2º Mandamiento

“Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela”: Bolívar preconizaba la igualdad como la ley de las leyes, pero haciendo énfasis en la nivelación política constitucional, por la ley, y la superación por el estudio y el trabajo, jamás defendió Bolívar la demagógica presunción de la igualdad por debajo, el igualitarismo, que tanto daño ha hecho a nuestras repúblicas, y que constituye el banal discurso de los populistas: “La verdadera igualdad no existe sino en la formación y delante de la ley que liga y comprende a todos indistintamente; premia y recompensa al virtuoso, al justo, al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al benéfico; y castiga y reprime al vicioso, al injusto, al inmoral, al cobarde, al temerario, al holgazán y al perezoso”.

(...) “Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la Constitución, intérprete de la naturaleza, de una perfecta igualdad política. Cuando esta igualdad no hubiese sido un dogma en Atenas, en Francia y en América, deberíamos nosotros consagrarlo para corregir la diferencia que aparentemente existe. (…) Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios; como también lo está que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no lo son; todos deben poseer talentos, y todos no lo poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente establecida.

Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente benéfica, la reunión de todas las clases en un estado, en que la diversidad se multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este solo paso se ha arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuántos celos, rivalidades y odios se han evitado!¨.


Bolívar, como nosotros hoy, estaba convencido de que el bienestar de las naciones no era un asunto de leyes, constituciones o programas sociales, sino de la voluntad general de los ciudadanos, y acotaba: ¨Al proponeros la división de los ciudadanos en activos y pasivos, he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria, el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más difícil entre los hombres, hacerlos honrados y felices¨. Ser igualitarista es ser anti bolivariano.


3er Mandamiento

“La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término”: Este precepto de Bolívar manifestado a Santander el 31 de diciembre de 1822, pertenece en realidad al filósofo francés Henry Benjamín Constant, que estableció los límites de la soberanía popular por la justicia y el bien común, la soberanía del pueblo no puede estar por encima de los derechos fundamentales del ciudadano. Así diga lo contrario el 100% del pueblo, el derecho a la vida es inviolable, los derechos humanos son inalienables, la autonomía de los poderes constituyen la base de la democracia.

Caro están pagando, aunque siempre será barato el precio, los confundidos criminales de pasadas dictaduras sus delitos contra la humanidad. Rousseau proponía que toda la sociedad se rigiera por leyes inexorables que expresaran la voluntad popular, para que no fuera el rey la sola persona que tuviera ese privilegio y poder, por lo tanto debían ser redactadas por el pueblo.

Propugnaba Rousseau un sistema de gobierno en el que la ley estuviera por encima del hombre, un orden jurídico por el que estuvieran sometidos por igual gobernados y gobernantes. Eso es lo que llamamos democracia. Sin embargo, tenía Rousseau una gran preocupación, dada su honestidad intelectual: “¿Cómo una multitud ciega, que a menudo no sabe lo que quiere, porque rara vez sabe lo que es bueno para ella, ejecutaría por sí misma una empresa tan grande, tan difícil como un sistema de legislación?”. Como certificación a esa inquietud vemos como la masa aplaude acciones gubernamentales violatorias de los principios constitucionales, justificados por la repartición proporcional de la riqueza – favorecer al pueblo - sin colegir el efecto descendente de esas medidas sometidas a las leyes precisamente para proteger a los más débiles de la poderosa fuerza del Estado.

Mañana, cuando le toque, esa misma masa seducida por el delito estatal, llorará la pérdida de sus derechos. Es la inexorable condena del estúpido: Con lo que daña para satisfacer sus instintos primitivos, será dañado. Continuará.

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13 de noviembre de 2010

¿Golpe en ciernes?

La historia es harto conocida: Chávez salió el cuatro de febrero de 1992 a dar un golpe de Estado – sin ningún apoyo popular - y fue derrotado, preso y sepultado por la institucionalidad. Luís Miquilena, observando la candidez de la clase media venezolana – que saltó de la frivolidad “noche tan linda como ésta” de Irene Sáenz a un vulgar golpista feroz, sin pestañar - la codicia de la plutocracia, que creyó que podía controlar esa fuerza desatada de la naturaleza y los medios de comunicación que destrozaron a los partidos políticos – la partidocracia - lo convenció en la cárcel de someterse a las normas democráticas para lograr el poder y desarrollar su proyecto, que deshonestamente dice no saber que era comunista. Y resucitó inmaculado a los dos años, vía insensato perdón presidencial. Inaugurando la era de la impunidad.

Pero el golpista siguió allí. Latente. Dando zarpazos de vez en cuando. Socavado las bases constitucionales. Pero es a partir de su derrota en la pretendida reforma constitucional cuando se reencontró consigo: Con los nudillos destrozados contra las paredes asumió que la vía segura para eternizarse en el poder seguía siendo la del golpe de Estado – “disfruten su victoria de mierda” - convencimiento que se exponencia a partir de la derrota sufrida el 26S, cuando hasta los barrios vecinos de Miraflores votaron en su contra.

Son demasiadas ya las declaraciones que amenazan con esa realidad. Sobre todo luego de analizar el parte político diario que le suministran desde Cuba, basado en la información del ejército cubano de ocupación, que llega primero a La Habana y por las últimas declaraciones de su otrora asesor, Heinz Dieterich, quien coincide con los amos cubanos en que para el 2012 “el Presidente solo tendrá seguridad de ganar, si hace un cambio radical y pronto en su modelo de gobierno”. Y Chávez no tiene ninguna disposición ni posibilidad de realizar ningún cambio en su rumbo de destrucción masiva de nuestro sistema de vida, aunque cada día tiene frente a sí nuevas protestas, sobre todo laborales, que se están conformando como la auténtica barricada a sus aspiraciones totalitarias.

Así que Chávez está hoy en día de pie frente a su destino manifiesto, porque inexorablemente será derrotado en las urnas electorales y carece de condiciones y voluntad para revertir la inmensa ola de indignación nacional que ha generado su pésimo gobierno - su pueblo sigue siendo rojo rojito, pero ahora de la ira. Y su salida del poder significa un boleto hacia los tribunales nacionales e internacionales, recordemos que para la televisión cubana señaló que USA pretende usar el caso Makled – que convirtió a un anhelante Chávez en el “nuevo mejor amigo” de Santos - para llevarlo a la corte penal internacional, sobre lo cual declara Robert Noriega: “Fiscales de los Estados Unidos tienen a la red criminal de Venezuela en sus manos - 10.000 toneladas de cocaína transitaron por Venezuela vía Estados Unidos y Europa, sostiene la Fiscalía gringa - y Makled-García está listo para implicar a altos militares y ministros. Algunos piensan que la conspiración no va más allá del círculo íntimo de Chávez. Pero Chávez parece saber algo más”.

Por eso el jefe del Comando Estratégico Operacional, Henry Rangel Silva, afirmó – con ese estilo peculiar que obvia la sintaxis – en el diario Últimas Noticias, que “la Fuerza Armada Nacional no tienen (sic) lealtades “a medias” sino completas con un (…) “comandante en Jefe” y la “hipótesis” de un Gobierno de oposición, que podría emanar de las urnas en 2012, “es difícil, sería vender al país, eso no lo va a aceptar la gente, la FAN no, y el pueblo menos”, lo que le mereció las felicitaciones de Chávez que lo premió ascendiéndolo a General en Jefe, ascenso que debe preocuparlo.

Esas palabras son el corolario de lo expresado por Chávez a finales de octubre, en lo que parece una preparación del terreno: “Pobre de ellos (la oposición). No tendrían como contener una revolución violenta (¿golpe de Estado?) liderada por los militares y por el pueblo". No sé si esta es la opinión de la Fuerza Armada en conjunto - ¿subordinación de la FANB a Chávez, como asegura Darío Vivas? - o es la simple altanería de un oficial – seriamente cuestionado - en desacato flagrante al artículo 328 de la Constitución – “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política… bla, bla, bla” - gloriosa impunidad - pero lo que sí inferimos muchos es que este oficial está anunciando una rebelión, si Chávez pierde las elecciones.

No tiene este oficial ninguna evidencia que corrobore su suposición de una traición a la patria – “vender al país” – entre los planes de la oposición venezolana, cuyos dirigentes representan la voluntad del 57% del electorado según mediciones cubanas. Lo que sí está planteado es llevar ante los tribunales competentes a los corruptos, que han ocasionado un tremendo daño patrimonial a la republica, a los aliados del narcotráfico y del terrorismo que han cometido – esos sí - traición a la patria y a quienes violan la Constitución, cualesquiera sean su filiación institucional y su jerarquía, si los hubiere. Las palabras del general traducen un salto a la yugular jurídica del país – del potrero de Chávez no sale un becerro sin herrar.

Una revolución armada

Adverso a Chávez, desde el mismo 4F – no tengo ombligo chavista - , porque detesto el gorilismo, pero debo admitir que jamás ha mentido sobre sus intenciones – tanto él como sus anillos actúan bajo la norma pandillera, amenazan y cumplen - son los ingenuos y esperanzados quienes han obstaculizado la verdad creando la confusión que ha trabajado a favor del régimen.

La burla a la voluntad popular cometida el 26 de septiembre - con la venia de la oposición oficial - y convertida en chiste por la frivolidad, es una pequeña muestra de la absoluta discrecionalidad electoral del gobierno apoyado irrestrictamente por un sector de la Fuerza Armada ¬– deseo creer que existe el sector institucional - con la prescindencia consciente de su responsabilidad constitucional.

Participo en las elecciones porque es moralmente correcto si se es demócrata participar, reditúa reconocimiento internacional, sirve para movilizar masas, para afinar un discurso que estructure en el pueblo sólidos argumentos anticomunistas y antimilitaristas – ambos rechazados con desprecio por la mayoría – y, además, para medirnos, a pesar de las trampas y del grosero abuso de poder, porque el pueblo, allá abajo, no necesita CNE para saber si Chávez ganó o perdió. Por eso el silencio del 26S – mismo silencio del referendo revocatorio - a pesar de las fanfarrias de los corruptos y alabarderos, porque el asunto no es de cargos sino con quién está la mayoría real.

Es lúcido que de nuestra parte la lucha sea política, pacífica y electoral, sin obviar, por supuesto, el carácter fascista de este gobierno: Cuando Chávez asevera que “esta revolución es pacífica pero está armada” (…) “derrotar a Chávez es como tragarse un crisol de aluminio o una barra candente de acero” (…) “ni muerto me sacan de Miraflores" (…) "Chávez no se va, Chávez se queda… hasta el 2019, hasta el 2021, hasta el 2030” , nos está enseñando los dientes, pues eso traduce “te la calas por las buenas o por las malas, pues a mí lo que diga el pueblo me importa muy poco porque para eso tengo las armas”.

Así que hay que tomar sus palabras en serio. Muy en serio. Más aún cuando promete asistencia por cien años a Cuba. Mil años duraría el tercer Reich. A los doce era polvo. Pero a costa de 50 millones de muertos.

Quien tenga ojos que vea

La respuesta a esta amenaza debe ser el fortalecimiento monolítico de la unidad democrática, arreciando las acciones políticas de calle y denunciando por todos los medios posibles la corrupción y la ineficiencia de este gobierno crapuloso. El grave caso Mackled ha dejado a cielo abierto la purulencia chavista. Y allí hay que hincar el diente, pues hemos llegado a tal nivel de inmoralidad que nuestra vida republicana parece depender de a quien Colombia entrega a Mackled, pues se siente en el aire que si lo envía a USA, el pánico podría impulsar a los poderosos imputables a derogar la institucionalidad, en nombre de los sagrados intereses del pueblo y de la soberanía, claro.

¿Qué mejor escondite que el poder? Las revoluciones – todas - arrastran un fardo delictivo que la victoria desvanece. Los triunfadores dejan de ser atracadores de blindados para convertirse en diputados. Sin embargo, perro que come manteca mete la lengua en tapara. Y hay demasiados lamedores de manteca en este régimen como para no preocuparnos. Las palabras del general pueden estar marcando el rumbo final de la revolución. Al sentirse acorralado el instinto animal cava o trepa. Y nadie es lo que no ha sido. Chávez – aunque se vista de seda y el oportunismo y hedonismo internacional le otorguen patente civilizada - lo único que ha sido, en lo más profundo de su ser, es un golpista.
Rafael Marrón González
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6 de noviembre de 2010

Pequeño burgués… pero estoy ahorrando

“Pequeño burgués…” es una frase hecha que los socialistas usan como el no va más de los insultos descalificadores – el pequeño burgués imita culturalmente a la alta burguesía bañándose a diario y viviendo decentemente - ante cuya amenaza debemos abjurar de nuestra lucidez y arrojarnos de chupulúm en la miasma colectivista, que refleja la inmensa ignorancia que acogota a cierto sector operario que ha encontrado en el discurso comunista justificación para cubrir las consecuencias de sus falencias personales, entre ellas la flojera y la sinvergüenzura.

Fue la dupla Marx-Engels – mantenida toda su vida por el papá capitalista de Engels, es decir por un alto burgués, que tuvo que calarse a ese par de calamares ociosos en la nómina de su textilera – la que calificó como “burguesía” a los propietarios de los medios de producción para diferenciarlos tanto de la oligarquía que ejercía el poder político como del proletariado que era asalariado de aquellos, sin aclarar debidamente que la burguesía fue una expresión revolucionaria frente al absolutismo y al régimen feudal, cuya máxima expresión histórica es la Revolución Francesa.

Chávez – que es un oligarca contumaz, además de un difusor de ignorancias - llama “burguesitos” a los estudiantes que lo retan, con la intención de descalificarlos como hedonistas o indiferentes, obvia que ese cognomento sí aplica a sus hijos, hijas, sobrinos y similares que ostentan opípara vida de ociosos vástagos de sultanes en “las uropas” sin pelar concierto de las luminarias del imperio, cuyos groseros lujos estrafalarios y vulgares fiestas principescas, aderezadas con su ordinariez de origen, retan burlonamente la triste realidad económica que sufre el pueblo venezolano, es decir el proletariado, chavista y no chavista que es confundido intencionalmente con el lumpen, que existe y en demasía para la sanidad democrática de la nación.

Y en su afán de imponer el término, escoge a María Corina Machado como su contendor para el 2012 – quiero medirme con esa “buguesita” - como un reto al alto empresariado que paga con Sidetur, Venprecar y Orinoco Iron, filiales de Sivensa, la empresa familiar de los Machado Zuluaga, el precio de que uno de los suyos se atreva a penetrar territorio chavista con tanta aceptación popular, como también lo hacen el eficaz Enrique Capriles Radonski, nieto judío del poderoso hombre de medios Miguel Ángel Capriles, miembro a regañadientes de la rancia aristocracia capitalista caraqueña, y Leopoldo López, de la familia empresarial Mendoza Goiticoa, descendiente del aristócrata Simón Bolívar por la línea de Juana Bolívar y Palacios Blanco.

Pura alta burguesía metida en los barrios que Chávez considera de su propiedad. Toda una alegoría. ¿Cómo pasó en revolución étnica como la ha planteado Chávez? ¿Faltaron los fusilamientos que esperaba realizar el 4F? ¿O tendremos ante nosotros una contundente muestra del determinismo genético? Porque, de que Chávez es majunche en todo lo que hace, es una verdad absoluta. Su elección ha sido la más costosa equivocación popular de la historia de la humanidad.


De productivo viene burgués


Definidas las cosas, es necesario recordar una vez más cuál es el origen de la palabra “burgués”, sobre todo para la claridad de muchos compatriotas ingenuos y desinformados, proclives a ser seducidos por la latonería verbal de los comunistas que les muestran como disfrute injusto lo que es producto de una vida de esfuerzos sostenidos.

Es conocido, pero no por eso inútil repetirlo, que “Burgo” se denominaba en la Edad Media a las fortalezas construidas por los nobles feudales para vigilar los territorios de su jurisdicción, alrededor de las cuales se asentaban personas no sometidas a la autoridad señorial y artesanos y comerciantes a pequeña escala, los buhoneros de entonces, que con el tiempo constituyeron pequeñas aldeas y luego se instalaron en las ciudades y llegaron a tener tal poder económico que prestaban dinero a los reyes que les permitieron entonces acceder a la administración del Estado, constituyendo una clase social entre la plebe y la nobleza con la cual llegaron a mezclarse por la ruina de muchos nobles cuyas tierras, propiedades y apellidos blasonados pasaron manos de los burgueses más acomodados generando la alta burguesía francesa.

Caso similar a los judíos de la diáspora que crearon una clase económica poderosa que incitó el odio de los naturales de los países que los acogieron, llegando a expulsarlos como hicieron en España o a asesinarlos en masa como en Alemania o a entregarlos a sus enemigos como en Francia, con el único propósito de quedarse con sus propiedades como está haciendo Chávez a través de las expropiaciones con los “burgueses venezolanos”, con la perversión adicional de destruir el sistema productivo nacional para privilegiar a la alta burguesía yanqui, española, portuguesa, brasileña, argentina o colombiana, ésta última fortalecida con la alianza íntima de Chávez con Santos.

Así, a partir del siglo XIX, con la revolución industrial, los burgueses – originados por el tesonero trabajo independiente – fueron marcados como enemigos de los trabajadores por los revolucionarios marxistas y anarquistas y por lo tanto había que destruirlos, pues explotaban a los trabajadores - hasta hacía nada esclavos de los señores feudales - y se apoderaban del valor del producto cuyo precio lo establecía – según la idiotez marxista – el trabajo y no la necesidad que de él tenga la sociedad, pero ¿cómo le quitamos el discursito que reditúa tanto agradecimiento focal? Lo que la historia nos revela es todo lo contrario, al destruir sus bases productivas – para ser empresario se nace como para ser músico – el andamiaje económico del comunismo se derrumba. Allí está Fidel haciendo burgueses por intermedio de Raúl,

Hoy burgueses somos todos

Para la sociología moderna son burgueses todos aquellos cuya profesión no es principalmente manual – ni obreros del campo ni de la ciudad - como funcionarios públicos - Chávez y sus ministros, gobernadores y alcaldes y diputados y directivos y gerentes de las empresas públicas - miembros de las profesiones liberales, educadores, empresarios en general, ganaderos, industriales del campo, banqueros, escritores, intelectuales, etc.

Y según el nivel económico - debería ser cultural y profesional - la burguesía se estratifica en pequeña – sufre las mismas penurias que el proletariado - mediana – clase media, recipiendaria del odio de Chávez y del chavismo - y alta burguesía, ésta última asaltada por la godarria chavista que se desvive por ser vecino de la aristocracia plebeya – porque la de origen noble – sangre azul – pereció en los campos de batalla luchando por la independencia –– por lo cual, a estos arribistas enriquecidos con dólares imperiales, la expresión popular llama “boliburgueses” aunque en realidad pertenecen a una nueva clase surgida del atraco al erario, la “cleptocracia” que en su afanosa codicia pone a robar a toda la familia.


Cuando veas a tu vecino arder, métete a la regadera


En Venezuela, con la maniática constante revolucionaria que impide consolidar una estructura institucional de Estado, desde los albores de la República las revoluciones “quítate tú pa´poneme yo” – salvo algunos interregnos – se han sucedido a ritmo vertiginoso sin que absolutamente nada haya cambiado en lo sustantivo, salvo la sustitución de una élite dominante, derivada de una revolución, corrompida por las melaza del poder omnímodo, por otra que se corrompe cada vez en menos tiempo.

A la Revolución de octubre le costó 25 años prostituirse, la chavista a los seis meses era una cloaca putrefacta, pero con sus andrajos morales empeñados en desmantelar el Estado burgués liberal para sustituirlo por el Estado comunista aburguesado como lo evidencia la extrema obesidad gourmet de su líder, cuyo presupuesto presidencial para 2011 es el doble de lo asignado a la construcción de viviendas para el pueblo.

En conclusión

El lenguaje usado por Chávez - y repetido aborregadamente por sus loros enrojados - es de un atraso espectacular en su definición, quiere expresar cosas con palabras cuyo sentido se perdió en la vorágine de la historia de los últimos veinte años. Y, además, escupe para arriba, pues la clase económica que sustituye a la expropiada o arruinada por sus políticas comunistas inviables, proviene de sus filas y sería interesante escuchar los argumentos que invertirán la carga semántica de empresario burgués a empresario socialista – una contradicción de términos - con las mismas características capitalistas, idénticas consecuencias crematísticas y la misma explotación de los pendejos.

El poder bien vale una manipulación verbal para estafar incautos, ignorantes y románticos aduldolescentes. Yo – como dice un amigo – seré pequeño burgués… pero estoy reuniendo.
Rafael Marrón González
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30 de octubre de 2010

REFLEXIÓN Y CONCIENCIA

Reflexionar es, para la sicología, un acto de introspección en el que se revisan la conciencia, las ideas y los juicios. En el ejercicio cotidiano de la vida solemos actuar por reflejo o condicionados por nuestras tradiciones y visiones particulares del mundo, en la mayoría de los casos impulsados por la herencia o por asimilación cultural. De esa manera transitamos repitiendo errores, asumiendo como ciertas especulaciones y habitando el escenario de la equivocación por impulsividad.

Tomando en cuenta que el hombre es él y sus decisiones, y que en tiempos distintos ante circunstancias similares el individuo toma decisiones diferentes, por lo que la experiencia es de poca ayuda, y que en muchas oportunidades tendrá que decidirse, ante lo justo, por lo correcto, se hace necesario que esas decisiones obedezcan a un acto reflexivo, porque de ellas derivarán consecuencias, y si éstas serán negativas es prudente que las esperemos conscientemente como el costo de nuestro compromiso razonado. Porque la reflexión es para evitar el hecho, no para buscar soluciones después de cometido.


Invitar a alguien a “reflexionar sobre lo que hizo” es un disparate. Lo apropiado es decirle que se atenga a las consecuencias. Con un refrán popular marcamos pauta en esto: “Después de ojo sacado no vale Santa Lucía”. Actuar racionalmente, no por emociones y menos por impulsos, es el deber del hombre de pensamiento crítico, y aunque existan situaciones emocionales que nos estimulen a la irracionalidad, debemos estar tan acostumbrados a reflexionar que éste sea un acto reflejo que en segundos dilucide lo conveniente.

Aunque el dominio emocional sucumba ante determinadas circunstancias, serán menores las consecuencias negativas de sus actos derivados si actuamos reflexivamente. Y esto es válido para todas las actividades humanas, porque, además, como ocurre en el campo de la política, por ejemplo, la impulsividad es manipulable por agentes externos y se pueden controlar nuestras reacciones a capricho de terceros. Pero lo más importante de la reflexión como comportamiento es que nos permite conocernos exhaustivamente, anticipando nuestras reacciones ante las situaciones adversas intempestivas y organizando nuestra percepción para la toma de decisiones asertivas, y lo más importante nos impide infligir daños a terceros. Pero también es un instrumento eficaz para juzgar las ajenas pretensiones.

Reflexionar sobre quién o qué es el otro, qué busca, qué tenemos que necesita, qué beneficio nos aporta el intercambio, nos librará de pesares futuros, porque actuaremos siempre bajo riesgos calculados. Y para aquellos que se organizan en gremios en los que se delega la toma de decisiones, la reflexión, que es una condición individualista, permitirá mantener a salvo la responsabilidad cuando la codicia, por ejemplo, que puede ser, como la locura, colectiva, intente dirigir las acciones. ¡Cuántos devorados por propias acciones en la vorágine de las circunstancias! Así que los hombres estamos divididos, no en superiores e inferiores, sino en reflexivos e impulsivos.

Los reflexivos crean y estimulan la creación, es decir avanzan, los impulsivos solamente obedecen a la voz de la destrucción y su existencia se torna circular. Reflexionar es, en fin, la manera más prolija de salvaguardar la decencia, la paz, la libertad y el respeto. Y arrepentirse, amigos, es como perfumar cadáveres. No sirve de nada. Si alguna definición práctica puede darse al arrepentimiento es… reflexionar antes de actuar.

La conciencia: Tribunal personal

El orador latino, Marco Tulio Cicerón, expresó en uno de sus recordados discursos: "Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo". En la Biblia la palabra conciencia la usa por primera vez San Pablo en una de sus epístolas, pero es San Agustín quien la define: “Si la esencia del hombre es la interioridad, la conciencia es esa interioridad que lo define en su cualidad central: el hombre es su conciencia, se encuentra a sí mismo en su conciencia, que contiene y le dicta la norma del valor moral”.

Llamamos conciencia al juicio práctico por el cual el sujeto, conocedor de su propia existencia, de sus estados, de sus actos y de las cosas, distingue el bien y el mal, y aprecia moralmente sus actos o los de otros. Las personas que tienen bien desarrollada esa capacidad analítica y valorativa que llamamos conciencia, cuando cometen cualquier acto reñido con el bien, sienten profundos remordimientos, se juzgan a sí mismos, así nadie se haya percatado de su acción, porque han puesto en riesgo su individualidad. Pero aquellos que han adquirido la capacidad de acallar la conciencia con justificaciones materiales, la reducen de tal manera que su única preocupación es que sus actos lesivos a la moral no sean descubiertos, es decir, les preocupa exclusivamente la lesión a su reputación y no el daño que causan a terceros, a eso llamo “conciencia modular”.

Hay que distinguir de este grupo a los débiles mentales que son individuos que sufren de un estado permanente, congénito o precoz, de insuficiencia intelectual, en el que, a pesar de una buena memoria y de habilidad verbal, son casi incapaces de razonar. Ese dudar sobre si será bueno o malo el acto que vamos a cometer, es lo que llamamos escrúpulo.

Un hombre escrupuloso, es sencillamente un hombre de buena conciencia. No puedo entender como ha llegado a justificarse la inescrupulosidad, pero como se ha extendido en la actualidad. Inescrupulosos son los políticos mendaces, los comerciantes avarientos, pero también el buen vecino que compra artículos robados porque “lo beneficia”. Es inescrupuloso todo quien pretenda sus fines sin reparar en medios.

La reflexión activa la conciencia

Los nazis aseguraban que la conciencia era un invento judío, y de esa despectiva manera despacharon los escrúpulos que pudieran impedirle el exterminio sistemático de un grupo humano. Muchos de ellos, durante el juicio de Nuremberg, se horrorizaban al asumir que sus actos de “defensa de la raza aria”, eran considerados brutales asesinatos, y por lo tanto no eran más que despreciables homicidas.

Eso ocurre cuando las pasiones subalternas acallan la conciencia, que no es un invento judío, sino que es la diferencia del hombre con los animales, lo que lo separa de ser “especie” y lo unifica en una sola e indivisible raza, expresada en versiones culturales distintas. Esa mutilación de la conciencia, se llama en sociología “anomia”, que es un desorden moral que produce desprecio por las convenciones sociales y leyes establecidas y hasta por la solidaridad entre miembros de una misma comunidad, y que sufren mayoritariamente “los emigrados desarraigados y los campesinos instalados en comunidades suburbanas” que no se integran al resto de la sociedad sino que se enfrentan a ella.

Las religiones han venido llenando un espacio imprescindible para el estímulo de la reflexión, que fortalece la conciencia. Pero es el individuo, en ejercicio de su personalidad, el que debe crear conciencia inteligente, es decir capaz de activarse ante las tentaciones para evitar el acto, y no como simple instrumento de arrepentimiento, que servirá para salvar el alma, pero no el dolor causado.

Es la reflexión sobre quiénes somos, qué queremos y qué vías emplearemos para lograr nuestros fines, sin causar daños a terceros, la que fortalece la conciencia. Un individuo, por ejemplo, que, a cambio de beneficios personales inmediatos, apoye proyectos políticos liberticidas, que atentan contra la democracia y contra el individuo y su derecho a la vida y a la propiedad, es un inconsciente sin el menor sentido de las consecuencias de sus acciones, que ocasionará irreparables daños, incluyéndolo y a su propia su familia.

La profusión de leyes señala el fracaso del hombre como humanidad

¿Cuántos códigos, normas, reglamentos, estatutos y leyes no penden sobre nuestras sociedades? ¿Y han evitado estas reglamentaciones el crimen, el abuso y el desorden? ¿Usted no ignora el semáforo porque la ley se lo prohíbe o porque vio al fiscal en la esquina? Una de las grandes utopías de la humanidad es que el hombre en algún momento de su evolución será pura conciencia y sus actos obedecerán a la previa reflexión. En ese instante el hombre se habrá transmutado en humanidad, no existirán leyes ni tribunales. Enmohecerán las espadas y brillarán los arados. La conciencia inteligente hecha fundamento colectivo emprenderá la era de la paz y del progreso verdadero, bajo un lema universal: “No hagas a otros lo que no deseas que te hagan”. ¿Llegará ese día?
Rafael Marrón González
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23 de octubre de 2010

El único proyecto viable

Sesudos analistas y encuestólogos de fama internacional insisten en asegurar que la oposición carece de un proyecto de país atractivo para el chavismo de base y me pregunto ¿qué significa proyecto de país para esta gente? Porque los venezolanos tenemos un país geográficamente inventariado por las naciones del mundo, con dirección postal astronómica y con una historia gloriosa que se inscribe entre las grandes de la humanidad.

Es decir, que no necesitamos ningún “proyecto de país” porque tenemos un país, con una nación – dividida entre desarrollada – que Chávez se empeña en destruir - y sub desarrollada – que Chávez ha convertido perversamente en parasitaria - y un sistema de gobierno republicano que estamos defendiendo con uñas y dientes frente a la intención artera de imponer un totalitarismo mesiánico y liberticida.

Ahora lo que sí es necesario desarrollar frente a la propuesta comunista de Fidel Castro – que los chavistas de base apoyan porque roba a Juan para darle a Pedro - es un adecuado programa económico liberal (como Chile, Perú, Panamá, Colombia, México y los hipócritas de Brasil y Argentina) – “es la economía, estúpido” - basado en el mercado y su libre concurrencia y pivotado en el respeto absoluto de la propiedad privada, sin obviar la aplicación eficiente de planes de combate a la pobreza – racionalidad social - con eficiencia y eficacia, para generar la prosperidad nacional a través del trabajo, el estudio, la responsabilidad individual – contra masa individuo productivo de conciencia inteligente.

En lugar de seguir hablando de repartición proporcional de la riqueza – discurso que atrae parásitos como a las moscas la miel - hablemos de ahora en delante de creación proporcional de la riqueza, cada cual según sus capacidades aportará su grano de arena a la prosperidad nacional.

No tengo la menor duda de que esa masa aclamacionista franelitacolorá financiada por Chávez esté disfrutando como nunca de un ingreso milagroso que no se gana, aunque íntimamente sabe que eso no puede ser bueno para sí ni para el país. Cuando la oposición clona el discursito socialista de la “justicia social” –que en la realidad es el “novedoso” apelativo de antiguo y desprestigiado “estado de bienestar” que tantos populistas reivindicaron como el no va más de las soluciones finales y que llevó a la ruina a más de un país improductivo - lo que está transmitiendo es algo así como “lo malo es Chávez” pero el chavismo es bueno.

No, vale, lo malo es el chavismo completo. Porque es militarista, totalitario, centralista, personalista, sectario, excluyente, antidemocrático, es decir comunista. Son perniciosas sus misiones porque están concebidas por Fidel Castro para destruir la formalidad institucional de la república creando un precario aparato asistencialista paralelo que facilita la dominación de la sociedad.

Es perverso el chavismo porque ha introyectado en el pueblo ingenuo y menos informado - improductivo y marginal por falencias individuales - la idea de la lucha de clases, que en Venezuela están contenidas y el chavismo de la godarria es el más claro ejemplo, y, además a estas alturas ya sabemos que significa “quítate tú para ponerme yo”.

Es malo engañar a la mediocridad haciéndole creer que no ocupaba posiciones relevantes en el pasado por egoísmo de la supuesta clase dominante y ponerla a gerenciar, con las desastrosas consecuencias que observamos en empresas como Pdvsa y las de Guayana, por citar sólo un par de ejemplos. Es malo el chavismo porque destruye la moral pública y envilece al pueblo – legión de parásitos cobran sin trabajar.

La fulana “justicia social” siempre se tranca en la alcabala de los afectos al régimen de turno, o de los más vivos, se usa para fines electorales y es absolutamente injusta con la gran mayoría de la población, como lo estamos viendo hoy, cuando a pesar de los inmensos recursos que ha recibido Chávez, la pobreza ha crecido y el desempleo y sub empleo son alarmantes, perdiéndose así en los últimos once años una oportunidad insuperable de progreso, mientras una insólita boliburguesía estruja contra el rostro de las mayorías depauperadas sus lujos y prebendas, exacerbando la delincuencia por imitación.

Lo que los analistas mencionados al principio deben puntualizar, sin la nostalgia chavista – o socialista - que destilan, es que es fundamental que el pueblo, entendido como ese desesperado conglomerado humano que subyace en la miseria, comprenda que él es parte de las soluciones y que no es posible resolver, ni aquí ni en ningún lugar del mundo, el problema de la pobreza sino se ataca su raíz cultural y que el reparto irresponsable del capital de la Nación lo hará en breve plazo más pobre y más indigno.

La riqueza en Europa

No hay petróleo en España, Italia, Francia o Noruega, pero hay ciudadanos, y ese es el quid (cuid) de la cosa. Francia produce más dinero exportando quesos y vinos que Venezuela produciendo petróleo. En España se conformó una poderosa estructura productiva con la pequeña y mediana industria, que aquí es despreciada e insultada como “burguesía”. Italia produce absolutamente todo lo que consume y ha logrado eliminar su emigración, como lo hizo Portugal con el turismo y fortaleciendo su producción artesanal, atrayendo inversión extranjera.

Suecia, por ejemplo, es un país con nueve millones de habitantes, aproximadamente, un poco menos que Cuba, con un territorio de unos 449.964 km2., la mitad de Venezuela, pero con un PIB de 478,96 mil millones de dólares (2008) que duplica al de aquí, sin petróleo, ni hierro y acero, maquinas de precisión (ralimanes, piezas para radios y teléfonos, armamentos), productos a base de pulpa forestal y papel, industrias de alimentos y bebidas, y vehículos, con una fortaleza industrial de unas 10.000 empresas privadas – mientras Chávez acaba las de este tierrero conceptual - lo que significa un ingreso per cápita de unos 36 mil dólares por habitantes, uno de los más altos del mundo y con 99% de alfabetismo.

Suecia es la patria de Alfred Nobel y del grupo ABBA que ha facturado 400 millones de discos, cifra solamente superada por Los Beatles. Es decir que en estos países al no existir riquezas naturales, ciudadanía y gobiernos tuvieron que ponerse a trabajar para crearlas, demostrando – otra vez - que ha sido el desarrollo de las potencialidades individuales de su población las que han logrado el progreso de sus naciones.

Durante los años del post gomecismo y hasta principios de los 90, miles de emigrantes europeos llegaron a Venezuela atraídos por sus ventajas comparativas, y lo hicieron con todas sus pertenencias metidas en una maleta de cartón amarrada con un guaral. Y abriendo zanjas, batiendo concreto, remendando zapatos, como barberos o tenderos y agricultores, se convirtieron en unos pocos años en una recia estructura económica que coadyuvó al desarrollo del país, mientras nuestros naturales, que querían ser doctores o gerentes, se convirtieron en su mano de obra.

Lo que confirma a plenitud y de primera mano que es del trabajo y de la creatividad de sus ciudadanos de donde proviene la riqueza de un país, de una sociedad o de una familia, postulado que Bolívar integró a su ideario político, pero que los populistas bolivarianos de toda índole ocultan convenientemente. Para empezar a poner orden: ¡Cambio diez a uno petróleo por ciudadanos!

La pobreza es producto de la ignorancia

Hasta que el “pueblo” venezolano no se saque la alpargata de la cabeza, la botella de ron del hocico y la frivolidad del espíritu y deje de ser turbamulta desenfrenada – al filo del delito - en pos de un caudillo que, pasándose la lógica por el forro, le ofrece felicidad instantánea – traducida como dinero fácil, lo que lo enloquece - y entienda de una vez por todas que tiene que trabajar hasta que la muerte lo separe del trabajo – no para dejar de trabajar - y responsabilizarse de las consecuencias de sus actos, jamás, léase bien, jamás saldrá de la violenta miseria que lo constriñe, désele a Venezuela el gobierno que se le dé, porque la pobreza es la maldición de la ignorancia, como gritaba Simón Rodríguez sin que ni ayer ni hoy le escucharan: “Son pobres porque son ignorantes”, no al revés.

El único proyecto viable

Así que, señores y señoras de oposición, si quieren presentar al país un proyecto económico viable, comiencen por decir esta verdad que, según ustedes, les puede quitar votos: Quien trabaje no comerá paja. Ofrezcan sudor y más sudor. Combatan el criminal simplismo socialista sin ambages ni falsos pudores. Y, por amor a Dios, no más populismo, que es el verdadero criadero de parásitos que devasta las potencialidades de nuestro pueblo y es el verdadero enemigo del progreso de esta desolación – por definición - latinoamericana.
Rafael Marrón González
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16 de octubre de 2010

Basta de gobiernos bienhechores

Uno de los anzuelos de pescar ingenuos que enarbola el socialismo para convencer de lo machete que es ser esclavo es que al ser el Estado el gran poseedor de las riquezas nacionales, su gobierno será como un amoroso padre bienhechor responsable de la mínima necesidad del pueblo.

El propio Bolívar – contradiciendo su axioma que establece, como Adam Smith, que la riqueza de las naciones proviene de la laboriosidad de sus ciudadanos - no escapó a esta tentación de ofrecer la mano bienhechora del gobierno para procurar el progreso del país: En el Discurso al Congreso de Angostura - que no refleja su verdadero pensamiento político porque fue un ejercicio diplomático para los países libres del mundo, especialmente Inglaterra, tal como lo expresa en carta a Santander el 27 de Diciembre de 1825: “El discurso que daré (en Bolivia) para probar su utilidad será muy fuerte. No dudo que será mejor que el otro de Angostura, pues ya no estoy en trance de transigir con nadie”,

Bolívar desliza esta fase que ha servido a todos los dictadores de su América para erigirse herederos de su pensamiento: “¿Quién puede resistir el imperio de un Gobierno Bienhechor, que con una mano hábil, activa y poderosa dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social?”. Aquí encontramos la síntesis del poderoso Estado centralista y totalitario que propugna el “bolivarianismo” transcontinental, de Chávez a Mugabe pasando por Tirofijo y Fidel.


Qué contraste con el pensamiento de los fundadores de los Estados Unidos que basaron su Constitución en el precepto filosófico que consagra que “Los gobiernos se instituyen entre los hombres sólo para asegurar sus derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad!”.

Lo que genera la envidia a los gringos

Suelo recordarles a los furibundos enemigos de los Estados Unidos que esa nación fue construida por colonos que llegaron a un desierto donde todo tuvo que ser construido. No había a quien pedirle ayuda ni a quien comprarle nada. No existía Fondo Monetario Internacional ni Banco Mundial y mucho menos “gobiernos de mano habilidosa y bienhechora”. Tuvieron que domesticar la tierra, producir, fabricar e inventar todo lo que hoy está al alcance de toda la humanidad. Y ese espíritu de trabajo y progreso es el que ha faltado en muchos países penetrados por la pobreza, como los latinoamericanos.

Fueron hombres y mujeres absolutamente comprometidos con la convicción de que es el trabajo, el estudio y la responsabilidad lo que genera progreso. Y, por eso, el Estado es una institución al servicio de la sociedad, y los gobiernos, sin importar el signo político, son herramientas de continuidad administrativa, sucesivas y alternativas, de la sociedad cuya trilogía leyes, dinero y votos constituye la base de su armonía productiva.

Por eso es tan envidiado este país, porque se nota el bulto de sus realizaciones y no se reflexiona sobre una larga historia de trabajo constante y esfuerzo productivo, cuyo desarrollo es atribuido, sin mayor sentido crítico, al asalto a las riquezas naturales de sus vecinos. Este es el manido argumento de Fidel, ahora calcado por Chávez y coreado por los vagos “antiimperialistas” del planeta. Cuba está en la miseria por el embargo yanqui, pero nada dicen de los multimillonarios subsidios en dólares recibidos durante décadas de la Unión Soviética, desviados a cuentas privadas en Suiza por la nomenclatura cubana.

Latinoamérica no surge económicamente porque los Estados Unidos, que le compra el 50% de todo lo que produce, es rico: En Venezuela, con un ingreso petrolero y fiscal superior a los 900.000 millones de dólares durante los casi doce años de revolución personalista y autoritaria de Chávez, ha aumentado la miseria y la marginalidad porque los Estados Unidos existen. Argumentos de sinvergüenzas.

Miranda en los Estados Unidos

El 9 de Junio de 1783 (46 días antes de nacer Bolívar) llega Miranda a los Estados Unidos donde va a viajar extensamente desde Carolina del Sur hasta Nueva Inglaterra, y donde permanecerá año y medio, hasta diciembre de 1784 y en su Diario asienta que desde su primer contacto con los norteamericanos, viajando de Filadelfia a Nueva York, se admira de la prosperidad de Nueva Jersey, “la complexión y robustez de sus habitantes, lo cual atribuye sin ambages a la buena alimentación, “y la población y agricultura del país, pues apenas se descubre un rincón o quebrada donde no haya plantada una casa... puedo asegurar que... jamás encontré un individuo que demostrara estar desnudo, hambriento, enfermo u ocioso. (...) El territorio, a lo que se ve, está dividido... en pequeñas porciones que llaman farms (granjas), de que resulta que la tierra está mucho más bien cultivada, y el número de casas es mucho mayor (bien que no de suntuosa apariencia) como en otros países (por ejemplo las esclavistas Cuba y Carolina del Sur).

Y eso que “el terreno más bien puede llamarse indiferente que bueno, y sobre las costas del mar es sumamente pobre y arenisco, pero la circunstancia de estar regado por todas partes, en las manos de un pueblo industrioso, y sobre todo bajo el influjo de un gobierno libre, le hacen prosperar a pesar de todos estos inconvenientes”.

Un gobierno totalmente sometido a la soberanía del pueblo

Ha sido tan celoso el pueblo estadounidense del producto de su persistencia y sacrificio generacional, que, como su Constitución comienza con ese soberbio “Nosotros, el pueblo…”, ninguna legislación ni gobierno ha podido lograr el desarme de los ciudadanos, que tienen derecho y libertad para adquirir cualquier tipo de armamento de guerra, aunque de vez en cuando un loco justifique la crítica a esa permisividad, pero eso ocurre porque el Estado no puede ser más poderoso que el pueblo. Y si algún gobernante se desquicia y pretende usar la fuerza del ejército para conculcar los derechos civiles y políticos del pueblo, se va a enfrentar con 300 millones de ciudadanos armados.

El Estado es un instrumento de la ciudadanía para lograr la felicidad general. En cambio en esto eriales conceptuales, sin el menor sentido del significado de la libertad, es el Estado todopoderoso el que determina el rumbo de la sociedad. Cada cierto tiempo un maldito loco decide por cual despeñadero va a lanzar al país y tenemos que obedecerle porque sino el ejército del “gobierno habilidoso de mano bienhechora”, se encargará de acallar la protesta con el crimen.

Esa premisa hay que sustituirla por el concepto de productividad

En lugar de continuar con el fracaso histórico del “gobierno bienhechor”, sustento de caudillos y déspotas en América Latina, que no ha entendido todavía que el problema es precisamente la cultura parasitaria, la corrupción, el estatismo exagerado y la improductividad, es necesario hablar de sujeto productivo, adjetivo éste que ofende la sensibilidad de los comunistas, para generar una sociedad de bienestar - en producir riqueza está el secreto de su repartición equitativa - de la que dependa el Estado, pues la pobreza no es un problema ideológico sino económico, de productividad, pero si los pueblos insisten en elegir gobernantes cavernícolas que exudan “amor por los pobres”, por lo que la pobreza es su pedestal que debe crecer para poder ellos empinarse, no hay escape posible para esta región.

Conclusión

Como lo demuestra la historia a lo largo del portentoso siglo XX, esos “gobierno habilidosos de mano bienhechora” cuando no han derivado en populismo empobrecedores y castradores de la potencialidad productiva individual, deformando la definición de democracia y atándola a las perversiones de sus gobiernos demagogos, han sido feroces dictaduras estatistas que han sepultado las esperanzas de estos pueblos latinoamericanos en la indigencia.

La única salida posible a la pobreza es el progreso derivado del desarrollo de la productividad del individuo. Trabajo, estudio y responsabilidad de parte de la sociedad, y estímulo a la inversión nacional e internacional, reglas de juego claras, descentralización y respeto total a la propiedad privada por parte del Estado cuyos gobiernos deben estar sometidos tajantemente a la Constitución sin posibilidad de cambiarla mientras estén en ejercicio del poder. Lo demás es ruinoso canto de sirenas.
Rafael Marrón González
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2 de octubre de 2010

Carta a Ronald Caraballo

Estimado Ronald Caraballo: Qué de tiempo sin saber de ti, aunque por amigos comunes me mantengo informado de tus actividades, que, por lo que deduzco, no tienen nada que ver con el aislamiento que te impusiste cuando decidiste asilarte en el silencio atronador de las montañas, confundido con paisanos de largas pausas entre sorbos de vida aletargada por el frío.

Me alegra que tu lucidez siga al servicio de la causa de la libertad, del progreso y de la paz, pero de la paz que surge de los tres elementos sustantivos de la armónica relación social: La ley, bajo cuyo imperio brilla la justicia, se respeta el derecho ajeno y se sanciona la transgresión sin distingo de raza, credo o posición social, como reza la esperanza; el dinero – el producido por el trabajo, con honestidad, por supuesto – que es la única manera de apropiarse de la propiedad ajena sin coacción – la otra forma es la del malandro con una pistola o con el ejército - y el voto, sistema insustituible para dirimir las diferencias políticas por decisión de la mayoría, que es lo que en la realidad traduce “soberanía popular” que la Constitución otorga al pueblo.

Cuando uno de esos elementos se distorsiona, banaliza o frustra las consecuencias son el caos, la incertidumbre y el miedo que derivan, por imperativo de la supervivencia en la pérdida absoluta de la moral pública que, como dijera Bolívar, bien pronto causa la disolución del Estado. Como bien mencionas en tu certero análisis, Chávez se ha convertido en el Atila de esos tres pilares de la paz y, por ende, del progreso.

Ha convertido la ley en un instrumento perverso que, además de usarse para legitimar procesos ilegales e inconstitucionales y hasta reñidos con los derechos humanos y el avance jurídico de la civilización, se aplica según su conveniencia, para premiar lealtades viles y castigar disidencias dignas.

Declarándose enemigo jurado del capitalismo, es decir del dinero – por infección fidelista – ha eliminado las posibilidades del pueblo y de las nuevas generaciones que se incorporan al mercado de trabajo, de obtener un empleo ético que le produzca el ingreso necesario para mantenerse y proteger a su familia, pues de manera sistemática, violando el precepto constitucional que protege la propiedad, ha destruido el inventario empresarial privado, principal empleador de este país, alejando la inversión nacional y extranjera. El resultado de esta práctica funesta ha sido el aumento desmesurado de toda forma de delincuencia que ha penetrado toda la estructura de la sociedad, poniendo en práctica formas inéditas de delinquir, como que desde las cárceles se extorsione a los familiares de los presos primerizos, a quienes se secuestra en el interior de la celda – a lo mejor con la anuencia de los guardianes - y bajo amenaza de muerte obtienen sumas millonarias de humildes hombres y mujeres del pueblo y cada vez son más las evidencias de la participación de funcionarios policiales en la comisión de atracos y homicidios por encargo.

Como Roma, hermano, como Roma

Como bien recuerdas, fue la depravación moral de los césares, que ocasionó la desmoralización del ejército, lo que destruyó al imperio romano, y eso será lo que acabará con el chavismo, pero desgraciadamente como a Roma, la ruina de la nación será la consecuencia.

No sé si leíste la reflexión coincidente con tu preocupación, de Joaquín Villalobos – antiguo comandante del Ejercito Revolucionario del Pueblo, integrante del Frente Farabundo Martí que ocasionó decenas de miles de muertes en El Salvador, hoy anti izquierdista dedicado a la prédica democrática, como toda puta redimida que después de hartarse de putear predica la virtud propia de las mujeres de honor que no necesitaron prostituirse para descubrir que la honestidad es una virtud – que alerta a Latinoamérica del inminente destino de Venezuela: “El caos institucional ha convertido a Venezuela en la principal plataforma de tráfico de drogas hacia EE UU y Europa. Centenares de miles de armas han pasado a manos de civiles y diversidad de ejércitos conviven en el territorio en un equilibrio muy frágil. Los espacios entregados a las FARC colombianas; el surgimiento de múltiples grupos armados de izquierda dominando barrios urbanos; la formación de milicias partidarias y la generación de grupos del crimen organizado han hecho perder soberanía y poder al Estado venezolano.

Las instituciones policiales y las Fuerzas Armadas – que se reconocen a sí mismas solo como uno más de los poderes armados que existen en el país - se han debilitado seriamente en el control de la seguridad interna y estas últimas son vistas por Chávez como amigas y enemigas al mismo tiempo. Las milicias han sido creadas para enfrentar al Ejército en caso de un golpe de Estado. El Gobierno de Chávez, por estar jugando a "luchar contra el imperialismo y la oligarquía", le abrió las puertas al crimen organizado. Dejar asentarse a las descabezadas y derrotadas FARC en territorio venezolano equivale a haberse llevado alacranes a la cama porque esos desmoralizados combatientes terminarán convertidos en bandidos.

Chávez es pasajero y en el corto o mediano plazo saldrá del Gobierno. El Estado venezolano tendrá entonces que reconstruir sus instituciones de seguridad, recuperar el monopolio de la fuerza y restablecer la seguridad interna. Quizás los militares venezolanos se la estén pasando bien ahora, con millonarias compras de armamento inútil y una gran corrupción, sin embargo, cuando Chávez salga, tendrán que enfrentar a los poderes armados que hoy están creciendo. Es tristemente previsible que muchos venezolanos - militares, policías y civiles - morirán en esa guerra que se viene”.

Más claro, certero y objetivo no es posible ser, solamente los saqueadores, los esquizofrénicos ideológicos y el pueblo ignorante seducido y sobornado por la corrupción más degradante, son capaces de obviar esta espantosa realidad que amenaza disolver la nación.

Pueblos estúpidos, como el romano de aquella hora, incapaces de prever su aniquilamiento, se postran a los pies de un desquiciado moral que les habla en el lenguaje onomatopéyico que les remueve la sentina. “El loco Hugo” – como solían llamarlo sus amigos de juventud por su atolondramiento – está logrando su sueño de inmortalidad como aquel griego idiota que incendió el templo de Diana, en Atenas, para pasar a la historia.

Y ahora subordina la voluntad popular

Y llego al punto álgido de tu fraterna carta que rezuma tristeza por la suerte de la patria que, definitivamente no mereció jamás pasar por esta penitencia alucinante cualquiera haya sido su pecado original. En el año 750 a .C. los griegos inventaron el voto para decidir en asamblea pública cual solución era la mejor para resolver un problema. Desde esa lejana época es ley que quien obtenga la mayoría en unas elecciones obtiene la delegación de la soberanía popular.

En Venezuela, durante su vida republicana, el pueblo acudía a las urnas electorales a elegir a sus diputados y el partido que obtenía la mayoría llevaba más diputados al Congreso. Así de simple. Pero Chávez, todavía inconforme con el abuso y el ventajismo que caracteriza su participación en cada contienda electoral, que la idiotez internacional – léase izquierda – no se cansa de alabar como evidencia de talante democrático, desvirtuó el principio universal de la proporcionalidad recogida en el artículo 186 de su propia Constitución, y por mal arte de una ley espuria – inexistente, como toda ley que colide con la Carta Magna – se apodera de la mayoría parlamentaria (58%) a pesar de haber obtenido una votación inferior (49%) a sus adversarios, es decir que ha destruido otro puente de la paz ciudadana, puesto que el voto pierde así su estructura democrática, representativa de la voluntad popular, para ser un instrumento manipulado por los intereses particulares del gobierno.

La destrucción sistémica de estos tres pilares de la convivencia pacífica evidencian el perverso plan de Chávez de llevar a la nación a una guerra fratricida – toda guerra es incivil. Sin embargo, apreciado amigo, los resultados de esta gesta electoral demuestran que su histérico grito de guerra no fue escuchado, así que lo que cuenta son los votos emitidos por el pueblo, que venció el miedo y le demostró a este engreído inescrupuloso que cuando le puso como fecha de vencimiento el 2012, estaba hablando en serio. Y eso, amigo, no tiene precio. Un abrazo en la distancia.
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25 de septiembre de 2010

La insurrección del derecho

Los líderes de la oposición venezolana aceptaron concurrir a estas elecciones en absoluta desigualdad, admitiendo la eliminación de la representación proporcional, bajo el más despreciable ventajismo cometido con el mayor descaro y sin el menor asomo de vergüenza – perdido ya todo vestigio de moralidad - en el uso de los recursos ý cargos públicos y con bandas de desadaptados engolosinados con la impunidad, destruyendo la escasa propaganda de los candidatos de la oposición, aunque esa conducta vil cubre de ignominia cualquier resultado que pudiera favorecer al régimen – cada diputado obtenido de esta manera es ilegítimo - pues la ley establece que los funcionarios públicos sólo pueden actuar bajó los cánones que les son expresamente permitidos, somos los ciudadanos quienes podemos hacer todo aquello que no esté claramente prohibido.

Pero, en una demostración de grosera burla al ordenamiento legal la propia rectora del organismo comicial, obviando el articulado constitucional, su propio reglamento comunicado por ella a la ciudadanía al iniciarse el período electoral y el artículo 68 de la ley contra la corrupción, autorizó a los funcionarios públicos a hacer campaña electoral, invocando falazmente sus derechos políticos, para, en realidad, cohonestar el abuso de poder de Chávez, que se confeccionó una blusa de samba con la bandera nacional – está prohibido el uso de los símbolos patrios en las campañas - para echarse a la espalda su huacal de clones “a que no me conoces”.

La resignación ante esta infame demostración de barbarie da como hecho consumado la muerte del Estado de derecho, cuando lo que la lógica impone es la insurrección del derecho ante las tropelías de quienes vulneran la ley desde el poder, que es un delito atroz, porque se comete desde el podio de su magistratura. Y es que la permisividad o dejar pasar el desacato constituye, también, una violación al Estado de Derecho, pues de esa manera se deroga de facto la Constitución con la anuencia de la cobardía, por ello es imperativo la toma de conciencia sobre nuestro ordenamiento legal para no cohonestar con nuestro silencio acciones forajidas que están sancionadas penalmente.

“Al derecho no se renuncia” solía responder un jurista chileno que, en plena dictadura salvaje de Pinochet, introducía libelos en la Corte Suprema contra las ilegalidades cometidas por el régimen, a sabiendas de que no iban a atenderlas. Por eso es nuestro deber denunciar y documentar las violaciones a la legalidad cometidas por este gobierno y sus seguidores convencidos de la impunidad como derecho adquirido por su condición de “burócratas revolucionarios”, una contradicción de términos que define la característica oclocrática de esta propuesta siglo XVIII que nos amenaza.

El derecho de Estado

Cuando hablamos de Estado de Derecho, nos referimos al marco jurídico normativo para proteger el ejercicio de la democracia y de la libertad del abuso y de la transgresión, del individuo y del propio Estado.

Lo que existe en Cuba, y en los países totalitarios, es un Derecho de Estado (Estado legalista lo llaman algunos) que pivota en leyes ilegítimas, según el ordenamiento jurídico moderno, la supresión de las libertades y los derechos de los ciudadanos, para reprimir legalmente la disidencia y perpetuar a una decrépita dinastía en el poder.


La finalidad perseguida por las leyes no se cifra en abolir o limitar la libertad, sino, por el contrario, en preservarla y aumentarla, y esta es una moderna definición universal violada por los totalitarismos. Para ejemplarizar, mientras Luis XVI, Fidel, y ahora Chávez, han manifestado: “El Estado soy yo, porque tengo el “derecho” de redactar la ley, aplicarla e interpretarla, y cuando me equivoco es ley que se considere que he modificado la ley”, en nuestro ordenamiento jurídico el Estado de Derecho excluye la imposición unilateral de la voluntad de unos sobre otros, la violencia y el ejercicio de la justicia por propia mano.

Exige, por el contrario, que todos reconozcan los derechos y obligaciones de cada uno y que las controversias se resuelvan por la vía legal. Sólo el Estado de Derecho permite el despliegue en la libertad de las potencialidades de cada individuo y de la sociedad en su conjunto.

El Derecho surge de la libertad

Es fundamental que el pueblo, como nación sujeta de deberes y derechos, conozca a cabalidad que es la libertad la que ha generado los derechos. Así como son los delitos y los abusos, del individuo y del Estado, los que generan las leyes y las normas. No fue que un tipo con poder se levantó inspirado una mañana y se dijo: -¿Y qué tal si esta gente vota? No. Fue la voluntad de millones de hombres y mujeres, que forzando la barrera de su libertad generaron ese derecho.

Así como los derechos laborales surgieron del ejercicio de la libertad para declararse en huelga y hasta para morir por sus ideales y los de millones de obreros en el mundo. Por eso me arrecha cuando unos ignorantes, herederos irresponsables de esas luchas, entregan sus derechos a cambio de una promesa o por el babieco encantamiento de un desaprensivo estigmático. Así como un baboso politiquero incondicional que propone la igualdad por encima de la libertad, cuando la primera es consecuencia de la segunda. La igualdad sin libertad es un vejamen.

Las debilidades del Estado de Derecho

En los países totalitarios, como Cuba, el derecho protege y garantiza a los incondicionales comunistas, mientras que proscribe y encarcela y fusila a los disidentes. En Venezuela la ley que se aplica a los adversarios de Chávez es inexistente para los aduladólares. Porque así es el Derecho de Estado. Omnímodo y brutal.

En cambio, en cualquier Estado de Derecho, un liberticida comunista, por ejemplo, conociéndose que, de obtener el poder, destruiría la libertad - obligando y prohibiendo - goza de los mismos privilegios y libertades que los demócratas. Y a nade se le ocurriría fusilarlo, deportarlo o encarcelarlo por su prédicas mentirosas para atrapar incautos. Esa es una debilidad de nuestro Estado de Derecho, pero es la diferencia fundamental con el Derecho de Estado. Por eso no somos comunistas.

La Constitución y el Estado de Derecho

La Constitución – según su artículo 7 - es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico de la nación, es decir que su supremacía es taxativa, esta fuera de toda duda, discusión o interpretación. Por ello, todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a ella. Así que por su preeminencia, las actuaciones de Chávez en esta campaña y la posición del rectorado del CNE son inconstitucionales – salvo el honorable rector Vicente Díaz sometido al escarnio de Zeus.

El primer efecto de la obediencia constitucional debe ser que la ley funcione como el único marco para la convivencia social y que las normas regulen, efectivamente, las relaciones entre los integrantes de la sociedad y sus autoridades, así como las relaciones entre los diversos órdenes y órganos de gobierno, con la finalidad superior de garantizar para todos la seguridad y el acceso a la justicia, el goce de los derechos fundamentales y el disfrute del bienestar general.

Por todo ello, tanto autoridades como los particulares tenemos el mandato ineludible, de coadyuvar al desarrollo y al fortalecimiento del Estado de Derecho, que está contemplado en su artículo 2 de su Constitución: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”, que, por cierto, es la última de las propuestas liberales.

Derecho que no se defiende se pierde

Julio César solía decir que sus legiones conferían legalidad a sus leyes. Así definía para la posteridad lo que hoy conceptúo como Derecho de Estado. En cambio las armas del Estado de Derecho son las leyes y su acatamiento define su legitimidad.

Hoy en Venezuela – es sabido y comprobable - los demás poderes públicos están subordinados voluntariamente – por la vía de la membresía comunista aduldolescente – a la omnipotencia macho cabrío del Poder Ejecutivo, pero eso no significa que los demócratas lo aceptemos por la vía de la aborregada resignación de los eunucos ni por la admisión del hecho cumplido.

Mediante la insurrección del derecho lucharemos contra la ilegalidad que ilegitima el ejercicio del poder y haremos prevalecer la justicia. Mártires habrá, sin duda, en esta lucha, pero resignados borregos de balidos lastimeros, jamás.
Rafael Marrón González
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