Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

13 de diciembre de 2010

Bolívar en diez mandamientos (IV)

9º Mandamiento

“El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”: Este pensamiento de Bolívar inserto en una carta al canónigo José Cortez de Madariaga, de fecha 16 de noviembre de 1826, se complementa con su siguiente explicación: “Mi profesión militar me ha obligado a formarme una conciencia de soldado y un brazo fuerte que no puede manejar el bastón sino la espada. El hábito de la guerra, el servicio de los campamentos, el contacto con los enemigos, me han puesto fuera del mando civil”.

En esta apreciación insistió siempre, los militares no están formados para el mando civil: "Un militar no tiene virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas". "Es insoportable el espíritu militar en el mando civil". “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el arbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad”. Un ejemplo de la diferencia del pensamiento militar activo con el del civil, nos lo dio un experto socorrista internacional, que señalaba que para un civil, sin importar los días transcurridos, siempre existiría la esperanza de encontrar vida, por eso actuaban con sumo cuidado, incluso diseñando herramientas especiales, al levantar los escombros. Los militares al transcurrir el tiempo especificado en el manual para la expectativa de vida, arremeten con maquinaria pesada y terminan de aplastarlo todo.

Igualmente la represión a la delincuencia o el mantenimiento del orden público, deben estar en manos de autoridades civiles y no del ejército cuya mentalidad es la de la guerra y la tierra arrasada, por eso el estupor mundial ante el uso de fuerzas militarizadas, como la Guardia Nacional, en Venezuela para reprimir brutalmente las protestas populares. Y de eso es de lo que se trata, de la imposibilidad de conciliar una mentalidad estructurada, por razones de supervivencia institucional, en el orden, la disciplina y la obediencia debida, libre de responsabilidad por delegación a una autoridad superior; con una liberal actitud cotidiana basada en la lucidez y la coherencia subjetivas y la obediencia razonada y responsable propia del mundo civil.

En los tiempos modernos los militares están perfectamente preparados profesionalmente para desempeñarse con éxito en el mundo civil, cuando sean civiles, pero Bolívar se refería al ejercicio de la autoridad en el campo civil, que debe estar reservado a los civiles. Por eso insisto en citar el caso del General en Jefe José Francisco Bermúdez que dejó para la historia de esta nación, la más elevada lección de civilidad.

El 30 de abril de 1830 dirigió una correspondencia al Congreso Nacional exigiendo su licencia absoluta para retirarse a la vida privada. En ella expresa: “...Venezuela acaba de dar la última prueba de su amor a la libertad. Ella solicita instituciones verdaderamente republicanas, y yo que me he identificado de corazón con tan bellos sentimientos, quiero dar a ella y al mundo entero el testimonio más auténtico de esta verdad, y ninguno más digno ni más poderoso que el de solicitar como solicito mi entero desprendimiento de la carrera de las armas que abracé por la absoluta necesidad en que estábamos de lanzar de la patria a nuestros opresores.

Cesó la época del soldado. Llegó la más feliz y la más gloriosa que podíamos apetecer. Ella es aquella en que no reinan sino las leyes, cuya regla universal lejos de ser un yugo para los ciudadanos, es una fuerza que le protege y le pone a cubierto de los tiros de la arbitrariedad, y una vigilancia que a la vez que afianza su tranquilidad, asegura todas las demás garantías sociales”. Y es que un militar está entrenado en la estrategia para confundir al enemigo, que aplicada a la política se traduce en engaño y mentira, porque su formación le exige vencer mientras el civil necesita convencer.

Disenso, negociación, oposición, disidencia, son palabras que su mentalidad no puede traducir como acciones válidas. Las fórmulas interrogativas ¿por qué? y ¿para qué? constituyen delitos en la estructura jerárquica militar. Su orden se cumple sin protesta porque de ello depende la vida. Por eso su tendencia natural a la autocracia en el ejercicio del poder civil.

Por otro lado los militares están entrenados, como debe ser, para combatir enemigos de la patria, invasores extranjeros. No para discutir posiciones ideológicas. Chávez es un militar activo, pues asumió como tal la Jefatura Suprema de la Fuerza Armada – con uniforme y charreteras propias - que es una jerarquía civil inherente al cargo de Presidente de la República, lo que sitúa al poder civil por encima del estamento militar, que no es un poder legítimo porque la Constitución no lo incluye dentro de los poderes públicos.

10º Mandamiento

“La patria exige cada día nuevos sacrificios y es necesario darle hasta el último aliento de la vida”: El 23 de octubre de 1829 Bolívar escribe al general Bartolomé Salom, que le había manifestado en correspondencia precedente que se encontraba en mal estado de salud: “…La patria, mi amigo, exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida. Usted ha sido nombrado representante para el próximo congreso, y es necesario venir a hacer un buen legislador, después de haber sido un excelente guerrero. Yo me intereso en que usted, de cualquier modo que sea, venga al congreso, lo exige el bien de la nación. (...) Mi salud ha estado también en mal estado y, sin embargo, no he desmayado en mis penosas tareas…”.

Bolívar lo que quiso decir con este mensaje fue que la patria estaba ya militarmente lograda, pero que exigía el esfuerzo de sus mejores hombres, hasta el último aliento de su vidas, para perfeccionarle su suerte. Nuestros abuelos dieron la vida por la patria en los campos de batalla para que nosotros hoy la diéramos en las universidades, en los laboratorios, en las artes y la literatura, en el periodismo, en la industria y el comercio y en cada rincón generador de progreso a través del desarrollo del hombre y de la mujer nacidos en su suelo o llegados voluntariamente de otras latitudes. Morir es fácil y para muchos una solución. Lo difícil es vivir. Yo convoco a la juventud de mi patria a vivir por ella.

Porque la patria es la gente… pero viva y con ganas de vivir a plenitud para desarrollar sus potencialidades en aras del bienestar general, porque el progreso o es colectivo o no lo es. Las ideologías, todas, tanto políticas como religiosas, ubican su campo de gloria eterna en la muerte: hay vida después de la muerte para las religiones obviando que también hay vida plena y repleta de satisfacciones por las realizaciones antes de la muerte. Así el lema de los enemigos de la libertad, del individuo y del libre mercado es “Patria socialista o muerte”, pero sin explicarle a la ingenuidad popular que ya de por sí socialismo es muerte. Pregunten a Corea del Norte o en Cuba, los dos últimos reductos del socialismo en el mundo.

En Conclusión

“Moral y luces son nuestras primeras necesidades” (…) “La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”: “La verdadera igualdad no existe sino en la formación y delante de la ley que liga y comprende a todos indistintamente; premia y recompensa al virtuoso, al justo, al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al benéfico; y castiga y reprime al vicioso, al injusto, al inmoral, al cobarde, al temerario, al holgazán y al perezoso”: “La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término”: “...El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”: “Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública” (…) “El talento sin probidad es un azote”: “La impunidad de los delitos hace que estos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos”: “El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza”: “El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno”: “La patria exige cada día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida”.

Rafael Marrón González

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