Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

25 de agosto de 2012

QUÉ CHASCO CHÁVEZ…




El dilema de Chávez es que siendo un hombre de poder – totalitario, arbitrario, inescrupuloso – debe aceptar, por el reconocimiento internacional que lo enloquece, las reglas del juego democrático que incluyen la libertad de expresión, sin embargo no deja de mostrar su talante atrabiliario, intolerante, cada vez que un periodista - hago énfasis en el término – cumple con su responsabilidad ética y le pregunta lo que no es posible responder sin incriminarse.

Es muy larga la lista de agravios contra los periodistas auténticos, los de atrevimiento y coraje, los que incomodan al poder con sus incisivas interpelaciones. La más reciente de sus pataletas de gran burgués con hacienda y galgo corredor,  fue contra un periodista de Correo del Caroní que sencillamente le exigió aclarara un par de detalles de sus promesas a los trabajadores de Sidor a quienes ofreció “el oro y el moro”, pero eso sí, tenían que votar por su caduca candidatura de Corega y Seguretza y jurar que no protestarían nunca jamás.

El cardumen de improperios no se hizo esperar, pero las preguntas quedaron  flotando, entre divagaciones inconexas, en el espeso ambiente de incertidumbre ante sus instrucciones obligadas de discutir el contrato de Sidor, que está vencido sin su cumplimiento, pero advirtiendo a los trabajadores que no deben pedir mucho – será mucho de la nada que les ha dado este patrón mala paga  – obviando los contratos vencidos de Ferrominera, las empresas del aluminio y los empleados públicos en general, que fue la otra interrogante del único periodista que se atrevió a desafiar su ira tronante de señor de los anillos… de seguridad.

Pero ese fue apenas uno de los momentos amargos que le hizo pasar Guayana en su accidentada visita doble, cuyo primer escenario estuvo tan abarrotado de autobuses de todo el oriente y sur del país, que hasta dos de ellos chocaron de frente dejando 25 heridos. ¡Qué desolación!  En su segundo debut, en el cual quiso enmendar la plana, los ¡no te queremos! se filtraban por los intersticios de la adulancia de unos líderes sindicales que dieron un espectáculo de sumisión denigrante, más interesados en agradar al manirroto caudillo que les intimida las gónadas de otrora, que en defender la subsistencia de las empresas de Guayana y, por consiguiente, los derechos de sus trabajadores que si lograron su cometido de encajonar a Chávez, iniciando un histórico juicio al culpable de la destrucción de sus conquistas laborales.

Y ¿sabes lo significan esos reclamos por contratos colectivos que te dispararon las alarmas, por lo que por poco y te da un soponcio, Chávez? Que tu proyecto socialista acaba de recibir su puntilla de muerte. ¿O crees que los trabajadores de Guayana no saben que socialismo no paga prestaciones sociales, ni beneficios, ni  bonos y mucho menos discute contratos colectivos? Ellos, Chávez, en su inmensa ingenuidad creían que socialismo significa capitalismo pa´los obreros. Por eso cuando entendieron que socialismo es renuncia a su derecho inalienable de mejoramiento económico a través del trabajo, se indignaron y te pusieron en tres y dos.    


El teatro de lo absurdo

Este segundo acto, decorado con ampulosa  prolijidad, para tapar la pifia del primero, fue para transmitir en cadena nacional, desde un ambiente aséptico,  de acceso militarmente restringido,  los vítores y aplausos de un público cuidadosamente seleccionado, con instrucciones precisas de hacer sentir en la gloria al candidato del pasado, para que Venezuela creyera que tenía a Guayana comiendo en la palma de su mano… pero, nadie sabe por dónde, se metió un gentío caliente, con reclamos iracundos, haciéndole saber que el voto castigo estaba activado.

Y se cortó la trasmisión, dejándolo hablando en mudo con una anacrónica botella uruguaya en la mano – también importaremos botellas, por haber destruido la Owen Illinois - como negro final de una película mala,  aunque, a pesar de notificar la supuesta falla de audio presidencial – inédita interrupción en 1.600 horas de encadenamiento de la paciencia nacional - por encima de la voz de un improvisado locutor que confundía represa con Iris Valera, seguían saliendo al aire los gritos destemplados de un pueblo – testigo excepcional de la ranchificación institucional y física de la república - que pedía justicia y se burlaba abiertamente de sus mentiras electoreras, tantas veces oídas que ya obstinan hasta al chavista más obtuso.

En conclusión

Lo cierto es que al candidato del pasado - presidente saliente o el presaliente, como lo llama un amigo - se le está poniendo el mundo color de hormiga. Guayana fue su Waterloo y los trabajadores lo estaban esperando como caimán en boca de caño con un mensaje de rebeldía que recorrió cada rincón de Venezuela.

Y mientras tanto un Capriles crecido – ya le sacó medio cuerpo de ventaja, y ahora es cuando falta - que no le da cuartel ni le tiene lástima a su cáncer vip – existen miles de venezolanos aquejados por esa enfermedad que carecen de los más elementales insumos de supervivencia - sigue recorriendo pueblo por pueblo señalando el abandono, la desidia y el fracaso de su mal gobierno en asuntos de tanta gravedad como  la eliminación de la pobreza – 14 años y $1.500 millones y sigue siendo el “candidato de los pobres” - seguridad personal, estabilidad y desarrollo económico – ha endeudado la nación ociosamente  en términos ofensivos para nuestra independencia - soberanía alimentaria – importa el 80% de lo que comemos y Pudreval es su símbolo - y soberanía energética – compra gasolina, a precio de libre mercado, al imperio “mesmo”. Y tiene los riñones de pedir seis años más: Sale pa´llá.  

Rafael Marrón González


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EL OTRO ESTÁ ASUSTADO



El tipo está asustado. Me refiero al candidato del pasado. Al presidente saliente. Al que endeudó al país en $200MM en pleno auge de los precios del petróleo. Al que quebró PDVSA y las empresas de Guayana junto a siete mil empresas varias. El que empujó a cinco millones de venezolanos a la subsistencia informal por regalar los recursos de la nación. El que les paga a los paramédicos cubanos el triple de lo que paga a los médicos venezolanos.

Al culpable de la impunidad del hampa que, en sus catorce años de mal gobierno, ha causado la muerte de 150 mil venezolanos. Sí señores y señoras, el culpable de la inflación – 1.245% lleva el pote - está asustado. Lo dicen su cara y sus arrebatos. Sus insultos a los suyos.  Sus brutales groserías. Y no es para menos. Cacerolazos y rechiflas en cada lugar al que acude a ofrecer lo mismo que ha incumplido.

Multitudes siguen al “flaco” que salta de un pueblo a otro mientras él se arrastra en una ambulancia disfrazada. Y para ñapa una fanática suya le entrega su gorra al flaco que se la disputa el  pueblo en cada concentración que va marcando el camino del cambio por todo el país. Esa gorra tricolor que lo obsesiona, ahora le pertenece al pueblo que canta  “la gorra no se me cae”. Millones la portan con orgullo ciudadano.  

Hay un camino gritan en los llanos, en el mar y en las montañas. Pero también en las oficinas públicas y en las fábricas del régimen. Capriles avanza. No se cansa. Suda cada voto. No trafica con la pobreza. Salta de una curiara en Maripa, mete miles en un mitin en Ciudad Bolívar y amanece como una lechuga en Caricuao. Mientras él jadea con la lengua afuera. Viejo y enfermo. Arrastrado los pies. Echando espumarajos de rabia seca.

Le pegaron en la cara una bola de papel en Maracay y una franela roja en La Vega. Eso no había pasado. Gasta cientos de miles de millones en afiches con una foto vieja, de cuando tomó la primera comunión, que las lluvias destruyen junto con puentes, carreteras y barriadas hastiadas de sus promesas embusteras.

El flaco le quitó la gorra, la calle, el discurso y el pueblo, que está hasta la coronilla de practicar el odio inculcado que lo sentenció al atraso, quiere subir al autobús del progreso. La realidad mostrada por Capriles le da bofetadas que le suben la bilirrubina y regaña al gobernador de Anzóategui que convirtió ese estado costero en un chiquero como él lo hizo con Venezuela. Y Capriles, con el dedo que él usa para repartir dólares, cargos y candidaturas, le señala la miseria generada por su gobierno en cada rincón de Venezuela.

Los pescadores arruinados. Los campesinos hambrientos. Los jóvenes desempleados. El entreguismo con Cuba, que lo estafa con sus mercenarios mediocres. Las antipatrióticas importaciones. La dependencia alimentaria. Los bandidos sinvergüenzas que se han robado los reales, acabando con el aparato productivo del país”. El desastre del sistema eléctrico. La falta de viviendas que pica y se extiende. La vergüenza de las cárceles - más de 300 presos asesinados en el transcurso del año – no cuida ni libres ni presos. La inmensa corrupción. Y le muestra las cifras escalofriantes de la inseguridad. Del narcotráfico. Del sicariato. Del secuestro.  Y le devela un ancho camino a la Fuerza Armada que pide más mensajes de vuelta a la institucionalidad vulnerada.

Y él, agarrado en falta, frente a un espejo que le delata la prematura ancianidad y la ineptitud, responde a las certezas con insultos y descalificaciones – fascista, nazi, majunche, oligarca, pitiyanqui, por poco y le dice chavista -  tratando de asustar con el cuento del lobo, y el pueblo lo mira con hastío “cuándo se irá este tipo”. Vete ya. Piérdete. Harto de sus ínfulas de “hijo de Bolívar”. Pero Capriles sí es sobrino de Bolívar. Y saberlo le irrita la garganta. Las encuestadoras le robaron los reales  y hasta la del Yesi que lo daba 60/40, como en el montaje del revocatorio, ahora lo pone a ganar de migajita, para no decirle que va en caída libre. Que no lo salva ni Bambarito. Que la campaña del flaco pegó y duro. Ese hombre sí camina. Y el fantasma de CAP ríe.

Es un relevo generacional ineludible. Los muchachos tomaron las riendas – hasta Rosinés se retrata con Capriles - y le están dando una paliza. Ay, como le duele. Él quería una invasión gringa. Un bombardeo israelí. Una guerra civil. Pero va a ser con pacíficos votos. Que son secretos. Y los militares van donde van los votos.  Y el escenario internacional apoya votos. Por eso gruñe. Refunfuña. Tira patadas con la pierna que no le duele. Da puñetazos a las paredes. Los soldados de la guardia lo miran y sonríen entre dientes. “Si me da un coñazo se lo devuelvo”, piensa alguno. Pasó la época cuando pateaba soldaditos y obras de arte que ahora tendrá que pagar.

Ya sabe que en los cuarteles el voto será por el flaco. Como en las universidades y en los sindicatos de Guayana. Sus corruptos agarran la garrocha y buscan aliados en el otro lado. Quieren salir de esto. Robar impunemente también cansa. Sus familias votarán por Capriles. Quieren gastar sus reales. José Vicente, el decrépito alcahueta, le sirve de porrista, para exprimirle unos reales.  Fidel guarda silencio y Raúl le saca el taburete. Los dolores lo atormentan. Los esteroides lo estiran y encogen.

La Corte Penal Internacional, agazapada en la bajadita, le despierta la acidez. Se calma cuando recuerda que se construyó un panteón. Solo para él y Bolívar. Cree que ya entró en la historia. Obvia que los investigadores del futuro le sacarán el trapero maloliente y que sus compinches internacionales lo negarán antes de que cante el gallo.  

Uno más de la cuarta

La verdad lo sacude: Fue el último gobernante de la cuarta. Capriles será el primero de una nueva era. Y esa convicción le eleva los antígenos. La nostalgia por aquel “uh, ah, Chávez no se va”, que bailaba Diosdado, le saca la piedra. Y siente una cosa arrugada en la garganta. Por el balcón del pueblo entra como ráfaga un agudo sobresalto: ¡Sale pa´llá! 

Rafael Marrón González
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13 de agosto de 2012

GUAYANA: CAOS, INCERTIDUMBRE Y MIEDO



Ciudad Guayana es una ciudad que fue planificada para el trabajo, aquí se venía a trabajar, a ganar el pan con el sudor, la política no era asunto que nos incumbiera y los movimientos sindicales defendían los derechos de los trabajadores sin considerar su afinidad política con el gobierno de turno, las hemerotecas guardan testimonios de aquella luchas en la cuales no faltaba la represión, pero jamás se usó la fuerza de los trabajadores para secuestrar la ciudad como ha acontecido en estos tiempos de pérdida de la moral pública y de ruptura del pacto social que permite la convivialidad pacífica por el ejercicio del estado de  derechos. 

El último de estos secuestros inciviles acaba de ocurrir el pasado miércoles primero de agosto. Durante todo el día y hasta la madrugada del jueves fue violado el derecho constitucional al libre tránsito con un cierre a la fuerza de la vía nacional que conduce a la capital del estado Bolívar, lo que viola también el artículo 33 de la nueva ley del trabajo, y que contempla privación de libertad en el código penal, lo que pereciera señalado exclusivamente para gente de la oposición, según se desprende de la experiencia. 

No niego que el reclamo sea legítimo ni que los trabajadores tengan razón al reclamar el cumplimiento de una irresponsable promesa presidencial de incorporar a la nómina fija al llamado personal tercerizado – en lugar de abrir nuevas fuentes de trabajo mediante el estímulo a la inversión nacional e internacional - que, de cumplirse, terminará con cualquier posibilidad de recuperación de las empresas básicas sobresaturadas de personal inoficioso – a Sidor, que ya sobrepasa los doce mil trabajadores pretenden incorporarle 1.700 más - pero no les asiste por ello el derecho a alterar el orden público ni a impedirle a la ciudadanía el disfrute de sus derechos constitucionales inherentes a un estado democrático, social y de justicia.

Los ciudadanos que tenían obligaciones ineludibles en la capital del estado, se vieron en
la necesidad de abrir trochas por el monte para evadir el furioso cierre de la vía, exponiendo sus vidas. La Constitución en su artículo 334 obliga a todos los jueces de la República a “asegurar la integridad de esta Constitución”, sin embargo el silencio es la respuesta a la ciudadanía afectada en sus derechos. Nada hay más despreciable que llamarse jefe para no serlo, expresaba Bolívar con toda la razón del mundo. 

La absoluta impunidad con la cual se llevó a cabo este nuevo secuestro determina que ha sido cometido por personas afines al gobierno cuyas acciones pretenden exculpar a Hugo Chávez- el omnímodo – de su responsabilidad con el incumplimiento de la palabra empeñada y señalar como culpables a uno pobres funcionarios sin autoridad para tomar decisiones y carentes de recursos financieros. Tontos útiles a quienes despedir cuando la papa hierve.

El asunto de los tercerizados Chávez, en uso de su incansable demagogia pobrecitista, llamó “tercerizados” a los trabajadores de las contratistas que prestaban servicios especiales y en ciertas áreas específicas, a las empresas del estado. Eso eliminó la mayoría de estas contratistas cuyo personal eventual pasó a la nómina fija de estas empresas, en la mayoría de los casos sin ocupación real, lo que colapsó los servicios internos, como el suministro de alimentos, por ejemplo, porque la demanda sorpresiva supera la capacidad instalada y no hay recursos para compensarlo. 

Esa discrecionalidad trajo como consecuencia que todo quien era empleado por una contratista al servicio de estas empresas estatales, se convertía automáticamente en “tercerizado”, es decir en candidato para ingresar a la nómina fija de las empresas, lo que ha generado las protestas que han lesionado los derechos de la ciudadanía. Por ello en la nueva ley del trabajo se decidió definir lo que es la tercerización y en su artículo 47 establece: “A los efectos de esta ley se entiende por tercerización la simulación o fraude cometidos por patronos en general, con el propósito de desvirtuar, desconocer  u obstaculizar la aplicación de la legislación laboral”. Y son los trabajadores de estas empresas bajo fraude laboral, quienes deben ser incorporados a las empresas contratantes, los cuales “gozarán de inamovilidad laboral hasta tanto sean incorporados efectivamente a la entidad de trabajo”. Y bajo la óptica de esta ley los trabajadores que cerraron las vías para presionar al gobierno nacional, no están tipificados como tercerizados.

En conclusión

Ciudad Guayana se ha convertido en un pueblo sin ley – uno de los “dirigentes” llevados a Caracas a mediar con la vicepresidencia fue un hombre acusado de participar en un triple homicidio y que tiene prohibición de salir del estado - donde impera caos, incertidumbre y miedo, a merced de los caprichos de las masas alteradas, de la sorda lucha de poder intrachavista por los despojos del naufragio; del prepotente sindicalismo oficialista, del abuso de corruptos altaneros; del sicariato que impone su ley en los sindicatos de la construcción, en los portones de las fábricas y en los ajustes de cuentas, y del malandraje moño suelto que pauta toque de queda a las siete de la noche so pena de la bolsa o la vida. 

No hay autoridad ni justicia y el gobierno se dedica a labores festivas y ni siquiera recoge la basura. El costo de la vida y el desempleo, que superan la media nacional, el deterioro de su infraestructura, la contaminación ambiental y la quiebra técnica de las llamadas empresas básicas, contribuyen a la zozobra que nos agobia. El tránsito estridente refleja con su hostilidad y falta de cortesía y sentido común, el ambiente general de la ciudad, considerada, gracias a la ineficiencia de su gobernador, como una de las ciudades más peligrosas del mundo. Si alguna ciudad del país puede considerarse ícono del desastre gubernamental de Hugo Chávez, ella es Ciudad Guayana. Sale pa´llá.



Rafael Marrón González

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2 de agosto de 2012

DAMAS Y CABALLEROS: ¡EL MULATO BOLÍVAR! ¡SÍ OH!



En verdad os digo que esta comisión presidencial para jurungar los restos de Bolívar ingresará con largueza al libro Guiness en la sección de la  adulancia sustentable, pero cobrando:

El rostro del Libertador presentado en cadena nacional el pasado 24 de julio, desde el palacio de Miraflores, es una oda a la manipulación complaciente: Bolívar salto atrás con los rasgos propios del mulato Machado – hijo del conde De la Granja con una esclava mandingo - nos mira con la insolencia canaria de Francisco Tomás Morales, pero con la mirada perdida de quien otea las rejas de una licorería en día feriado, mostrando en la base de la nariz cuasi aguileña,  pero de aletas gruesas, para remarcar el parecido con Chávez, quien se espeluscó, la marca de los Rayban, milagro del photoshop, aunque, según encuentro en Noticias Centro, es un burdo plagio de una vieja joda merideña. 

Es que es tan fácil ponerse en unos reales complaciendo los delirios racistas inversos de Chávez, quien como Boves, quiere un país solo de negros, pero obedientes y agradecidos, para eso usa a  Aristóbulo, “el unicornio”, como símbolo del negro necesario. Me imagino la desesperación del funcionariado alto y bajo, arrancando de las paredes de sus despachos los antiguos cuadros “oligarcas” de Bolívar para sustituirlos por la nueva imagen bolivariana, burda como todo lo hecho en socialismo, que ni a balazos se hubiera levantado a la aristócrata María Teresa del Toro y Alaiza, nada menos que en casa del marqués de Ustáriz, en el mismísimo Madrid de Carlos IV de Borbón.

Un Bolívar paralelo Pero, lo cierto es que este retrato fotochopiado, para seducir resentidos,  contradice las descripciones de personalidades de toda credibilidad que conocieron a Bolívar y pelearon a su lado, como Guillermo Miller:  “… las mejillas sumidas, la cejas hirsutas, el pelo ondeado, rebelde; las patillas castañas claras, el bigote castaño oscuro casi negro; la frente  ocupa  mucha parte del rostro. La distancia entre la nariz y la boca es grande. La nariz recta y larga y la barbilla aguda le asemejan al tipo vasco de sus antepasados...”.

Luís Perú de Lacroix: La cabeza larga, ancha en la parte superior y muy afilada en la inferior. La frente, grande, despejada, cilíndrica y  surcada de arrugas hondas.  El pelo, crespo, erizado, abundante y canoso. Los ojos son profundos, ni pequeños ni grandes; las cejas, espesas, separadas, poco arqueadas y más canosas que el pelo. La nariz, proporcionada. Los huesos de los carrillos, agudos, y las mejillas, chupadas en la parte inferior. La boca, algo grande, y saliente el labio inferior…”.

Iram Paulding, oficial estadounidense: “... Era bien parecido tanto de semblante como de persona. Tenía la tez trigueña, aunque realmente lo estaba más de lo que realmente era por estar continuamente expuesto a las faenas e intemperie de una vida militar en un clima cálido. Sus ojos tenían una expresión que no puede pintarse ni con el pincel ni con la pluma. El color de ellos era castaño oscuro…”. 

Jeannete Hart, joven estadounidense, enamorada de Bolívar:  “El general Bolívar era el centro de las miradas y parece quemado por el sol; su cara es angosta y alargada, enmarcada por cabellos negros ligeramente ensortijados, de nariz fina y aguzada, barbilla puntiaguda; su bigote es negro y sombrea una boca roja, carnosa y sensual…”.

Francois Desiree Roulin: Médico y pintor francés contratado por Francisco Antonio Zea para trabajar en el Museo de Ciencias Naturales que quería establecer en Bogotá. El 15 de febrero de 1828 dibujó un perfil de Bolívar que ha sido modelo para casi todos los pintores, grabadores y escultores modernos. Es el Bolívar de las monedas: “…En su juventud había sido muy blanco, pero al cabo le había quedado la tez bastante morena, quemada por el sol y las intemperies de quince años de campañas y viajes. (…) Tenía la cabeza de regular volumen, pero admirablemente conformada, deprimida en las sienes, prominente en las partes anterior y superior, y más abultada aún en la posterior. El desarrollo de la frente era enorme, pues ella solo comprendía bastante más de un tercio del rostro, cuyo óvalo era largo, anguloso, agudo en la barba y de pómulos pronunciados. 

Algunos escritores han dicho que Bolívar tenía la nariz aguileña, seguramente por no dar a este adjetivo su acepción verdadera, que es la de lo corvo, como el pico del águila. El Libertador tenía el perfil enteramente vascongado y griego, principalmente por el corte del rostro, la pequeñez de    la boca, la amplitud de la frente y la rectitud de la nariz,  muy finamente delineada. Al propio tiempo que tenía la frente muy levantada en la región de los órganos de la imaginación, era prominente en las cejas, bien arqueadas y extensas, donde se ponían de manifiesto los signos de la perspicacia y de prontitud y grandeza de percepción. Como tenía profundas las cuencas de los ojos, éstos que eran negros, grandes y muy vivos, brillaban con un fulgor eléctrico, concentrando su fuego cual si sus miradas surgiesen de profundos focos”. 

José Antonio Páez: Rostro feo, largo y moreno. Cejas espesas y ojos negros, románticos en la meditación y vivaces en la acción. Pelo negro cortado casi al rape, con crespos menudos. El labio inferior protuberante y desdeñoso. Larga la nariz que cuelga de una
frente alta y angosta, casi sin formar ángulo…".

El Bolívar de Bolívar El Libertador certificó el retrato que le hiciera el artista José Gil de Castro en Lima en 1825, que muestra un rostro perfilado, delgado, de frente despejada, barbilla afilada  y nariz larga y muy fina con las ventanas retraídas. En la dedicatoria de este retrato el Libertador anota: “Retrato mío hecho en Lima de la más grande exactitud y semejanza”.

Como curiosidad la boca de este retrato fue copiada, con escaso logro, derivando hacia la sonrisa de la Gioconda, por el “artista” que diseñó el Bolívar de Chávez. Así que: Sale pa´llá.

Rafael Marrón González
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