Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

29 de junio de 2014

ELOGIO DE LA DICTADURA



De la ignorancia nada me asombra – el asombro es ignorancia – sin embargo cómo lamento que nuestra escuela democrática haya carecido de maestros consustanciados con la democracia y sus valores humanos, pues siento vergüenza como venezolano y demócrata cuando leo o escucho considerar al dictador y ladrón – disculpen la redundancia - Marcos Pérez Jiménez como “el mejor presidente que ha tenido el país”, y lo peor, en la voz de gente joven, que no tiene la menor idea del espeso ambiente de terror que se respiraba en aquellos tiempos, y suele invocar el testimonio de personas de suyo silenciosas, que no intentaron fundar un sindicato ni opinar en un periódico ni realizar alguna protesta en aquellos años, porque quienes sí lo hicieron sufrieron persecución y cárcel y torturas y exilios y muerte.

Y el argumento irrebatible para sostener tan infantil aserto son las obras que realizó en Caracas y que todavía perduran, salvo el viaducto Caracas – La Guaira, construccionismo que le produjo una fortuna tan considerable que le permitió vivir a lo grande, en España, hasta su muerte sin dar golpe.

Existe una biografía de este maleante en Wikipedia que es un dechado de loas a la supuesta inmarcesible y prístina ejecutoria del dictador, y que desliza esta perla: “Si bien el gobierno de Marcos Pérez Jiménez fue una dictadura (…) consideraba que la democracia es (…) una forma de gobierno que exige la existencia de una nación civilizada y productiva. Por ello, primero deben crearse las condiciones materiales y espirituales que garantizarán que la democracia no degenerará en anarquía”. Se queda uno estupefacto.

Esta brillante aclaratoria justifica el gobierno de Juan Vicente Gómez más que el de Tarugo. Es la teoría del gendarme necesario de Vallenilla Lanz. Según ella, estos pueblos, por ignorantes e incultos, no son merecedores de constituciones y derechos, sino de la estampa de una patada en “salva sea la parte”. El macho cabrío con el machete en la mano es su destino inexorable. Y la imagen del “eterno” se perfila en el horizonte. La Venezuela rural de Pérez Jiménez - condecorado por los gringos por haberles entregado 800.000 hectáreas en concesión - se hubiera prolongado quién sabe por cuántas décadas de no haberlo derrocado las fuerzas armadas cansadas de su estúpido personalismo y del ambiente de terror que como neblina espesa oscurecía el territorio.

Por este tipo de contradicciones es que considero imperativo que nuestros líderes se dediquen a hacer política. A difundir los valores de la democracia, como marco jurídico para todas las tendencias y creencias, es decir donde cabemos todos. Y para colocar las cosas en su lugar. Pues este desconocimiento abre las esclusas para peligrosas posiciones de apoyo antidemocrático de jóvenes desinformados. Porque el valor supremo de la civilización es la democracia y no es admisible considerar bondades competitivas a liberticidas, cualquiera sea su tendencia.

Regímenes como el de Marcos Pérez Jiménez, ejercido por vía de facto y fraude, y, más reciente,  el del extinto, deben ser combatidos con la bandera de la democracia, para impedir su conversión en falsos paradigmas, por los errores de los gobiernos de juris en el marco democrático, porque el pueblo ingenuo es muy dado a confundir democracia con gobiernos democráticos, cuyas ejecutorias durante sus cuarenta años de gobierno estuvieron signadas por el desarrollo humano, sin obviar las grandes inversiones en infraestructuras, como ejemplo, el gobierno de Rómulo Betancourt, a pesar de la traición de aquellos exaltados que querían entregarle el país a Fidel, y que costó ingentes recursos del ya saqueado erario dejado por el dictador, construyó 3.600 escuelas en sus primeros dos años de gobierno lo que le mereció un reconocimiento de la UNESCO.              

La Venezuela del dictador

“Que no había ranchos cuando Pérez Jiménez”, suele decir la ignorancia, pero la verdad es que toda Venezuela era un gran racho, “Venezuela es Caracas y lo demás monte y culebra” era la despreciativa visión que sobre el país   tenían los citadinos, porque solamente en Caracas se afincó en este sentido la obra del dictador. Y fue, precisamente, la caída del tirano lo que estimuló la gran emigración desde el miserable “interior” hacia Caracas y otras ciudades de mayores posibilidades económicas como Maracaibo o Puerto La Cruz, creando los cinturones de lata y cartón que hoy nos acongojan.

Así que Venezuela era un harapiento país campesino para 1958, sin libertades públicas, con un nivel de analfabetismo superior al 50%, a pesar de que su población apenas llegaba a los siete millones de habitantes; con un liceo con bachillerato completo en las capitales de Estado y hasta tercer año en las capitales de distrito; en el que existían tres universidades públicas y dos privadas; sin luz eléctrica ni cloacas ni agua potable en la mayoría de los pueblos provinciales; sin vías de comunicación, salvo las que entrelazaban las grandes ciudades; sin hospitales para las mayorías; con un reducido e insignificante número de profesionales universitarios y con una industria mínima.

De ese estado semi bárbaro pasamos, a partir de 1958, a transitar el camino del desarrollo, administrado  bajo un proceso de descentralización esperanzador, en el que se “sembró el petróleo” financiando un sistema educativo masificado y cuyas obras de infraestructura dejan en pañales los delirios del sátrapa.

Y fue contra este proceso de desarrollo, no exento de contradicciones, pero perfectible, contra el que insurgió la revolución que durante 15 años se ha dedicado a desmontar los elementos de progreso edificados en el período democrático, destruyendo la infraestructura y el equipamiento industrial y tecnológico, desmantelando los servicios públicos y condenando al exilio nuestra plantilla de jóvenes profesionales, dejando tras de sí la pútrida estela de la más abyecta corrupción. Restituir la democracia republicana es el objetivo, pues, la única dictadura deseada es la del imperio de la ley, que cuando se banaliza y tergiversa genera la pérdida de la moral pública como la que nos infecta en la actualidad. Sale pa´llá.

Rafael Marrón González


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¡CARABOBO!



Me entregan la totuma con mi trago de ron. Ron blanco. De sabor acre. Con disimulo le agrego un taco de pólvora. El estómago me arde con furia con el bárbaro trago. Las orejas se me encienden. Faltan pocos minutos para el mediodía. Aprieto la lanza bajo el brazo. La agarro con fuerza hasta blanquear los nudillos. El caballo me tiembla bajo las piernas. El negro está al frente de mi pelotón. Mirando al catire de reojo. Por eso le mientan “negro primero”. Porque en lo que el catire baja la mano sale disparado en ese caballo que parece un rayo. Y siempre le gana al catire en ser el primero. El primero en mojar la cuchara de sacar sangre enemiga. Así llamamos a la lanza en el llano. La cuchara.

El negro tiene un trapo rojo amarrado en la cabeza. Para que el sudor del combate no le vaya a caer en los ojos. Y para que lo busque con gula el enemigo. Pa’dale gusto a la lanza. El negro subió de raso a teniente en la punta de la lanza. Cuando el catire dice patria al negro se le traba la quijada. Para él la patria es la guerra. Yo tampoco entiendo mucho. Pero cuando el catire dice patria. A mí se me dibuja en la mente un estero. Porque mi patria es el llano. Así me lo dijo mi taita. Y ahora resulta que aquí también es mi patria. Eso dice el catire.

Comienza la marcha. El miedo es una vaina seria. Siempre entro al combate con el pantalón orinado. Pero se me seca en el calor de la batalla. Y después cuando termina la matazón si no orino rápido me vuelvo a mojar los pantalones. Éste es una vaina rara. Dice el catire. Le da miedo antes y después. Pero en plena batalla se vuelve una fiera. Y a lanza pa’ buena. Y si el catire lo dice. Que es la primera lanza del llano. Seré una fiera con una lanza en batalla. Pero al catire también le dan sus ataques. Y al negro se le traba la lengua. Pero cuando se dice a matar godos. No hay miedo que los salve.

Yo vi al negro en una pelea atravesar a un godito y levantarlo de la montura y dejarlo chorrear suavecito y sacarlo de la lanza con una patada. Por eso los godos se cagan cuando ven un lancero llanero. Está sonando el clarín. Me estoy orinando. El negro calla. El catire habla. Duro. Fuerte. Al que se raje lo raspo, carajos. A matar a los enemigos de la patria. Los caballos entienden también. Ellos mueren en las batallas como los hombres. A lanzazos. A tiros. A cañonazos. Degollados. Caballo y lancero. Uno en combate.

El caballo obedece aunque la rienda se lleve en los dientes. Como el tigre encaramao. Yo pelee con él. En Aragua. Lo mataron velado. Un cañón nos estaba desbaratando. Y el tigre se les fue encima a los artilleros con una lanza en cada mano. Y la rienda en la boca. Saltó el cañón y los atravesó. Pero un infante desde una ventana lo asesinó.

Culo e’fierro lo recogió moribundo y lo ascendió a Coronel al pie del cañón. Ya no podemos decirle culo e’fierro como antes cuando comíamos del mismo rancho. Y nadábamos en la misma laguna allá en el llano. Y saltaba con nosotros un caballo de cola a cabeza. Una vez por poco deja los testículos en el pescuezo de un moro. Allá está. Encaramado en el techo de una casa. Acechando al enemigo. Oteándole sus pasos. Tremendo uniforme lleva hoy. Yo también estoy vestido de gala. Como para un joropo. Pero este joropo es de plomo y sangre. De muerte y coraje. El arpa cañones. El cuatro la lanza. Las maracas en el latido de las sienes. El catire ordena marchar en columna de a uno. La pica es estrecha.

Vamos desfilando y un capitancito musiú a caballo va saludando a cada uno que va entrando a la trocha. ¡Hileras a la izquierda, y trote! Es O’Leary. Cuando se me cuadró a mí. Que lo que soy es un cabo. Se me encendió la cara de orgullo. De vaina no se me reventó el pecho. De repente el catire grita. Como en vuelvan caras. Y se lanza al galope. El negro a su lado. Nosotros detrás sin saber qué pasaba. Hay un camino en el monte. Escondido. La pica de la Mona. Los godos que nos esperaban en la colina del frente quedaron con la boca abierta. Salieron corriendo a impedirnos la entrada. Nosotros para adentro. Galopando. Desafiantes. Reconcentrados. El ceño fruncido. Los dientes apretados hasta hacerlos crujir. La lanza firme apuntando parejo. Acostados sobre el lomo del caballo para esquivar las balas. Balas. Balas. De cañón. De rifles. De todas partes. Diez muertos por cada batallón. Diez de este, diez de aquel. Diez del otro. Los muertos recobran su nombre después de la batalla.

Fue el costo de la entrada. Pero entramos. Carabobo se llama. Carabobo. El impacto es formidable. Furioso. Ellos pelean con tanto furor como nosotros. Pero para nosotros la lucha tiene un nombre. Libertad. Y contra eso no puede el denuedo. Son valientes. Nosotros mejores. Quieren mi patria para ellos. Nosotros para nosotros. El olor a sangre se esparce. Revuelve el estómago. Ruedan caballos. Jinetes. Muertos. Heridos. Destripados. Mutilados. El olor es infernal. Pólvora y sangre revueltos. Sudor de hombres. Sudor de caballos. Vísceras de hombres. Vísceras de caballos. Los relinchos agónicos crispan los nervios. Polvo. Las caras se cubren del barro que se hace con sudor y polvo. Y sangre del otro.

Por allá Borrás. Y Manuel Cala. También Iribarren que parece otro Páez. Y Arguíndegui. Y Cornelio Muñoz. Y Alcántara. Y Salom. Y el granadino Vélez. Y José de la Cruz Paredes. El mismito de las Queseras del Medio. Su lanza le dio una estrella en las Queseras. Su lanza lo hizo capitán en Carabobo. En pleno Carabobo. Como a Páez General en Jefe. Es que en Carabobo se es o no se es. Tengo el brazo dormido. La lanza hace surcos apretada en mi axila. Giro. Vuelta y revuelta. Atrás. Atrás. Adelante. De lado. Cuida mi espalda. Yo cuido la tuya. Y la de este y la de aquel. El catire parece repetirse. Allá está el catire lanceando. Y más allá. Y de aquel lado. Aquí. Allá. Acullá. Es el catire Páez. Páez y Carabobo. Carabobo y Páez.

Tengo el brazo empapado de sangre. Sangre que chorrea. Sangre de otros. Con el mismo olor que la mía. Y el mismo color. El caballo gira casi en las corvas. Se dobla. Se empina en sus patas traseras. Y gira. Preciso. Recibe la herida bestial en el pecho. La que era para mí. Relincha de dolor y cae. Y yo salto. Suelto la lanza. Me encaramo en la grupa del godo. Lo tomo del cuello y le entierro una vara e’puñal hasta el codo. Mi rucio era bueno. Pero también es bueno su bayo. Digo… el mío. Lo hago caracolear en el claro que va dejando la matanza. Recobro mi lanza. Estamos a punto de sucumbir. Son demasiados y estamos solos. El catire se bate con dos como dos. Un patriota pierde su lanza. Se baja del caballo y se faja a puñetazos. Destroza narices hasta caer baleado.

¡Cuidado negro! Llega tarde mi grito. Una lanza se abre paso por el costado del negro. El negro atrapa la lanza. No puede entrar más. A pesar del empuje del otro. Pero ya es suficiente. Sacude al realista como un pelele. Y se la saca de un tirón. Con rabia. Empapada en su sangre. La revira en el aire. Ensarta al godo al galope. Lo levanta en vilo del caballo. Lo deja chorrear suavecito. Parando el caballo en dos patas. Y le saca la lanza de una furiosa patada. Quien lo mata muere. Y muere cagado ante tanta furia. Arroja al suelo la lanza enemiga. Se mira la herida que le brotó por el pecho. Refrena al caballo. Se alza sobre los estribos. Y ubica al catire.

En el centro de la polvareda. En plena refriega. Le abro camino. Con mi lanza destripando godos. ¡Sigue matando, negro! No, catire, vengo a decirte adiós porque estoy muerto. Y cayó el negro de cara al suelo pisoteado. Cosas de los hombres. Y vi al catire. Y lo juro. Lloró. Como llora un guerrero. Matando enemigos. Uno. Diez. Cien. Y vuelta a empezar. Uno. Diez. Cien. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez. La primera lanza del llano. Ahora será la primera de Carabobo. Cosas de los hombres. Catorce lanzazos deshilachan la guerrera de Juan Ángel Bravo. Ninguno lo hiere. Se ganó un uniforme de oro. Cosas de los hombres. Viene en nuestro apoyo la Legión Británica. A Pendón desplegado. A tambor batiente. Como en un desfile. Temerarios. Las balas los diezman. Y ellos como que si nada.

Cae un oficial. ¡Firmes! Cae otro oficial. ¡Firmes! Un cañonazo cercena el brazo que hereda la espada. ¡Firmes! Recoge la espada el imberbe oficial mutilado. ¡Rodilla en tierra! ¡Fuego!... ¡Fuego!... ¡Fuego! Y cae desangrado. Cosas de los hombres. La certera descarga destroza. Y nos salva la vida. Nos reagrupamos en el asombro. El clarín resuena alborozado. En el fragor el catire tiembla de ira. A vengar los muertos.

Viva el Negro Primero. ¡Viva! Muere. Muere. ¡Muere! Los gritos de la furia sobrecogen. El catire convulsiona. Se paraliza. Es la ira. La epilepsia. En plena batalla. Un soldado enemigo lo pone a salvo. Cosas de los hombres. Retrocede el enemigo. Avanzamos. Terribles. Mortíferos. Seguros del triunfo. Desplegados. En abanico. Arrasando. La victoria es nuestra. Se la arrebatamos a coraje limpio. Cosas de los hombres. Por allá Mellado persigue. Delante de él solo la cabeza de su caballo. Se estrella contra la muerte. Siete balazos y una herida de baqueta lo fulminan. Su caballo muere clavado en las bayonetas enemigas. Jinete y caballo. Caballo y jinete. Cosas de los hombres.

Persigue Sedeño. A galope febril. Adelanta a su tropa. Solo topa contra el enemigo. Una bala basta para el bravo de los bravos de Colombia. Un jefe español ordena a un joven tambor: ¡Sostenga la cabeza de este bravo general! ¿Cómo un jefe de miles muere así? Cosas de los hombres. Sepulcro. Carabobo. Sepulcro. Bolívar se multiplica. Grita. ¡Recuerden el Semén! ¡Orden! ¡Cada soldado con su oficial! ¡Orden! Pero nadie escucha. Gritos. Gritos. Más gritos. Relinchos. Polvo. ¡Ay, mi madre! Los españoles se repliegan. No huyen. Se repliegan. Bolívar persigue. Persigue. Persigue. La victoria es nuestra.

Ambrosio Plaza no ha podido combatir. Desesperado se lanza solo. Penetra como una exhalación en lo profundo del campo. Donde no llegó ni Páez. Cae a traición. Diego Ibarra enfurecido le arrebata la lanza a un patriota. Y venga al héroe. Cosas de los hombres. Es Carabobo. Y muere Melean. Y muere Ferriar. Y muere Scott. Y muere Bruno. Y muere Olivera. Y muere Arias que era teniente. Y muere Osorio. Y muere Milano y Nicasio Rodríguez y Juan Cabiades y Rafael Rodríguez y Agustín Urbina. Muertos. Muertos. Muertos. Cosas de la patria. Es Carabobo. Polvo. Sangre. Pólvora. Y aquel olor… A sangre. A pólvora. A polvo. A sangrepólvorapolvo. Olor metido en la memoria. Es Carabobo. Carabobo.

Carabobo. "Nuestras pérdidas no son sino dolorosas". Carabobo. Pero qué dolorosas. Carabobo. El himno debiera decirlo. Gloria al bravo pueblo/ que luchó en Carabobo. Durante dos horas. Y en esas dos horas todo. Patria. Libertad. Igualdad. En esas dos horas. Carabobo. Y Bolívar. Altivo. “Se ha confirmado, con una espléndida victoria, el nacimiento político de la República de Colombia”. Carabobo. Carabobo. ¡Carabobo!


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PUNTUALIZANDO….



Sigo escuchando voces autorizadas de la oposición informando la situación de deterioro de los servicios públicos y de la infraestructura nacional, de la inseguridad y por supuesto del desastre económico que nos ha sumido en la ruina, llevándose en los cachos el poder adquisitivo del bolívar más endeble que ha tenido la república, todo impecablemente ajustado a la verdad, pero esa plañidera cantaleta está muy bien para los consejos comunales o para los medios de comunicación que son el parlante del pueblo, pero jamás como bandería política de nuestra dirigencia, que todavía no maneja un discurso contundente y unívoco – el del chavismo, aunque falaz, lo es – porque si lo que se busca es un cambio de rumbo, eso nunca sucederá, ni soltarán a Simonovis ni Maduro va a renunciar ni se adelantarán elecciones, y de convocarse una constituyente se corre el riesgo de que con menos votos obtengan más diputados, como sucedió en la AN, sencillamente porque el proceso concentra el poder en manos de incondicionales al castrismo.

Por eso el trabajo, hasta en sus mínimas expresiones, tiene que ser  político, en un esfuerzo conjunto, sin personalismos ni “pescuezamientos” de micrófonos, con líderes sindicales,  comunitarios,  del mismo barrio, para señalarle, por ejemplo, al pueblo que la verdad es el resultado de comparar el discurso de Maduro con la realidad, con lo que descubrirá que no es la oposición la que descalifica su discurso, por razones políticas, sino que es la contundencia innegable de la realidad lo que lo devela como mentira, y como la voz de dos de cada tres venezolanos le dice inservible al gobierno.

Hay que corporificar esas voces para convertirlas en una mayoría crítica, señalándoles que en lugar de ser escuchadas en sus clamores, el gobierno sigue impertérrito con sus políticas de estado dirigidas a crear desabastecimiento artificial para facilitar el control social al mantenerlos en una cola de mendigos, ilusionados con la posibilidad de conseguir los productos de la cesta básica que se niegan a los demás venezolanos, impedidos de hacer tales colas, con lo que el gobierno manifiesta su supuesto “amor” a los pobres, siempre que sean ovejas trasquiladas.

Y empeñado en el derroche internacional del erario para continuar, a troche y moche, con la exportación de su adefesio político, pues es el mandato de su comandante supremo, quien, seguramente avizorando el derrotero de su “proceso” y las probables consecuencias de sus planes empobrecedores, resumió su “plan de la patria” en esta frase inmortal, la que junto aquel eslogan suicida “con hambre y sin empleo, con el extinto me resteo”, configura toda la lógica que moviliza la sin razón del chavismo gobernante:

“No importa que andemos desnudos, no importa que no tengamos ni para comer, aquí se trata de salvar a la revolución”. Entones, una vez entendida cabalmente la misión encomendada por el castrismo cubano a estos fidelísimos devotos, no tenemos que seguir perdiendo el tiempo en la denuncia  hacia la destrucción que llevan a cabo con la nación, pues esta realidad es redundante en el discurso y la sufre en su humanidad y vida el propio pueblo, con cuyo nombre pretenden justificar sus desmanes y violaciones constitucionales y jurídicas, y, por lo tanto es inútil como herramienta política, sino que hay que trabajar para construir un formidable muro móvil de contención al socialismo con la bandera de la democracia, como insignia generica.        

Esto sí es socialismo

En primer lugar hay que dejar de lado la ingenuidad patética de que “esto no es socialismo” o ¿qué socialismo es este? Porque esto, machete, sí es socialismo, del real, no la utopía de los románticos que se encuentran horrorizados al comprobar que el sueño socialista que acompañó sus espinillas adolescentes, es una canallada liberticidal y que Churchil tenía razón al considerarla la “repartición equitativa de la miseria” y que Fidel, en uno de sus escasos instantes de lucidez, definió como “comunismo”.

Ante este monumento a la inhumanidad, que reniega del individuo, de la propiedad privada y de la libre empresa, es necesario asumir nuestra condición de demócratas sin adjetivos, con la convicción de que la democracia es “un pacto político para impedir la tiranía” y no una empresa constructora. Son los gobiernos que el pueblo elige los que construyen obras y realizan buenos o malos ejercicios gubernamentales, dependiendo, en nuestro caso, de los precios del petróleo.  

La democracia es… estado de derecho

Mientras en la democracia priva el estado de derecho, que es su fundamento esencial, en el socialismo impera, por la fuerza y las trapisondas leguleyas que hasta enmiendan la Constitución, el “derecho de estado”. Por eso vemos el asombro que concita en la ingenuidad la ferocidad jurídica del régimen contra quienes se les oponen, con énfasis en las protestas callejeras, que en democracia, tradicionalmente, se han considerado eventos políticos sin consecuencias penales o sujetas a la flexibilidad del estado, hasta en casos graves como las guerrillas y los golpes de estado del ´92.

Pero como el socialismo considera al estado una entidad superior a las leyes, y como el gobierno está imbricado íntimamente al concepto de estado, pues el gobierno subyuga la justicia,  y así ha sido reconocido por Jorge Rodríguez – “la seguridad del estado está por encima de las leyes” -un jerarca político de un régimen, cuya militarización es ya tan evidente, que tienen un “estado mayor” político, cuando la democracia es eminentemente civil.

Con esta confesión de parte no hay nada que discutir o denunciar, en un estado en el cual el derecho está subordinado a su supervivencia, es  claro que la justicia también lo está. Por eso Leopoldo será condenado y muchos de los muchachos que se lanzaron a la calle en busca de una salida inmediata, también sufrirán sentencias condenatorias de clara intención coercitiva, así chille y patalee el universo. Lo triste es no haber estado consciente de ello.

Rafael Marrón González


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SINDROME DE COLOCACIÓN FINAL



Hay que considerar la  situación política que vive la nación con mucha lucidez, para poder entender la delicada posición en la cual se encuentra la dirigencia opositora, sometida a presiones y críticas injustas por parte de quienes no han logrado ni tan siquiera vislumbrar la ferocidad de la fiera sedienta de libertades a las que nos enfrentamos, y que demasiados políticos bisoños confunden con otro gobierno democrático, sin percibir su total falta de compromiso con las acciones políticas que en el pasado les permitieron acceder al gobierno, pues si contra ellos hubiera sido el golpe del 4F sus actores hubieran muerto en la cárcel o todavía estuvieran en ella como la coherencia constitucional lo exigía.

Las características absolutistas – por concentración del poder – hacen sumamente difícil mantener el precario equilibrio democrático que nos separa de la guerra civil, pues este gobierno, que lleva quince años en el poder sin gobernar – no es otro “período constitucional” - aunque procedente de un acto electoral constitucional originario, se considera producto, onírico por supuesto, de una victoria obtenida por los “patas en el suelo” en una terrible guerra social contra la odiada oligarquía imperialista, de lo que se desprende su posición unívoca de adalides insustituibles  de la única alternativa posible para la redención de los oprimidos, y, por lo tanto, toda oposición a su forma de conducción del Estado y su modelo económico fracasado, es una rebelión contra los intereses de los desposeídos de la tierra, y será combatida con toda la fuerza de su poder de fuego militar  y paramilitar, judicial y extrajudicial.

Porque para su extravío e inescrupulosidad  no se considera “gobierno” sino depositario insustituible de “¡el poder!”, con todo lo que ello implica. Por lo tanto, bajo este síndrome de colocación final, actúa como amo vitalicio de la cosa pública, sin nadie a quien rendir cuenta, y, además, como es una revolución en pleno desarrollo, no se ocupa de minucias como  la infraestructura nacional ni del desabastecimiento ni de la inflación ni del desastre económico ni de la destrucción de los servicios públicos y menos de la inseguridad, que asume sin rubor como políticas de Estado, pues encarna un fin superior – “qué importa que andemos desnudos!” – la construcción de un nuevo orden planetario, tal como lo expresara el extinto en Tucupita el 20 de mayo 2006:

"del éxito de nuestra revolución – léase “permanencia en el poder” - puede depender, en el futuro, la salvación del mundo", palabras recogidas en el Plan de la Patria, que es ley de la república en extinción, y por ello, durante cada minuto de estos quince años, ha copado y partidizado, a  punta de dólares, toda la urdimbre institucional de la nación, creando un poder omnímodo al servicio incondicional del proceso – por eso ascienden los peores - banalizando el articulado constitucional y derogando la democracia y el estado de derechos por la inobservancia de sus preceptos, arrastrando en el camino al pueblo venezolano a la miseria cubana que los inspira, siguiendo la pauta del difunto, quien, el  7 de Julio 2005, en su programa Aló, presidente, definiera: “la democracia es la transición al socialismo revolucionario, bolivariano, americanista”.

Lo que significa que es un sinsentido continuar pretendiendo la coexistencia imposible de socialismo y democracia, por lo menos frente al planteamiento político del régimen que desarma la memoria histórica del período democrático, reniega de sus valores humanos e implanta en sustitución una simbología sustantiva espectacular pero vacía de contenido, para consumo de la ignorancia esperanzada, con dios tutelar en el Cuartel de la Montaña y libro rojo que contiene toda la sabiduría del cosmos para regresar a un país de altos ingresos petroleros y en vías de desarrollo a la edad media, con supersticiones y tradicionalismos atávicos incluidos.  

O democracia o socialismo

Ya la línea divisoria es sumamente grosera como para no observar el resquebrajamiento de las garantías políticas propias del sistema democrático, pivotado en leyes y sentencias antidemocráticas, aunado a la pose prepotente de quienes se saben apoyados por la violencia como para hacer su real parecer con la justicia como garrote vil, sin contemplación política alguna, por lo que hay que plantear  la lucha, ya sin tapujos, entre socialismo y democracia, lo que requiere un discurso firme, sin veleidades, en una incansable labor de zapa, que lleve a la masa poblacional menos informada las graves consecuencias de apoyar un sistema liberticida, que, con la excusa de los programas sociales asistencialistas, que los esclavizará por hambre primero y luego por el miedo impuesto por el fusil arbitrario, pretende acabar con los derechos civiles que constituyen el concepto básico de la ciudadanía, pues para ellos el asunto está planteado en una supuesta lucha de clases, lo que en Venezuela superó y debe seguir superando la educación, pero ellos no se han enterado por su fiebre esquizofrénica. 

Ante la gravedad de esta  situación, que deriva a todas luces hacia una militarización de la sociedad civil – el hombre nuevo será militar - es imperativo asumir posiciones verticales, radicales si se quiere, en defensa de los valores de la democracia frente a su confeso depredador el socialismo, asumiendo la bandera constitucional que nos define como un Estado democrático, no socialista, que entre sus fines contempla el ejercicio democrático de la voluntad popular, lo que traduce que el voto recibido no es una patente de corso para imponer un régimen totalitario, y señalando por todos los medios a nuestro alcance, amparándonos en el artículo 333, las violaciones constitucionales que lo señalan, más allá de su comprobada situación de Estado fallido,  como gobierno forajido.

Ya no hay medias tintas ni claroscuros. Así que, en socialismo, machete, no hay democracia, por la condición deliberante, crítica y contestataria de esta, por lo tanto su ejercicio es considerado insurrección que debe ser reprimida por el peligro que representa para los ungidos como portadores de la paz… de los sepulcros. Sale pa´llá.     

Rafael Marrón González


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ESTADO FALLIDO



Ahondando en la columna del 17/05 en la cual denuncio la característica fallida del actual estado venezolano en su obligación constitucional de garantizar la soberanía y estabilidad económica y alimentaria, la seguridad social, personal y de bienes y propiedades de la ciudadanía,  que, evidentemente y a toda prueba – devaluación constante, desabastecimiento, inflación e inseguridad – han superado la capacidad del gobierno, que se niega a admitir el fracaso de sus políticas públicas, que han colocado a un país petrolero con ingresos inimaginables para muchos países de Europa que nos superan en modernidad y calidad de vida, en un alarmante estado de incertidumbre y miedo sin parangón en toda América Latina, excluyendo el cochambre miserable de Cuba, un país de indigentes que depende de la filantropía mundial para alimentar su discurso barato de “patria y soberanía”.

No es posible encontrar en el devenir de nuestras naciones ejemplo similar de imbecilidad gubernamental, y con la historia a cuestas, lo que demuestra que si el hombre tropieza varias veces con la misma piedra, no es por animal sino por estúpido, y es la ignorancia la que tiene los gobiernos que se merece, no los pueblos. Y con aguacate, machete, no se hace batido de fresa.

Por ello es imperativo aplicar los mecanismos constitucionales pertinentes a fin de producir el cambio político imprescindible, exigido por la realidad que sufre el pueblo en general, en cuyas manos reside la soberanía de manera directa como “depositario del poder constituyente originario” (art. 347), antes de que las protestas alcancen las proporciones de un violento estallido social que derrumbe las débiles barreras democráticas que nos protegen de un indeseable protectorado militar, tan impresentable como el militarismo que padecemos hoy.

Un gobierno que no escucha el murmullo de la arrechera popular, por muy de revolucionario que se las dé, es un gobierno en peligro de extinción. Porque sí es verdad que un pueblo arrecho/ reclama su derecho – ocho de cada diez venezolanos rechaza las políticas del gobierno - y las protestas que se producen en los escenario de la clase media, donde no hay asesinos a sueldo, son tan socialmente plurales como los problemas que aquejan a Venezuela – 420 mil hogares han ingresado al estatus de pobreza en el último año - por la desidia de este gobierno necio, dirigido por la necedad castrista que devastó Cuba, que cree que la realidad puede taparse con un afiche del difunto diciendo que no está muerto sino de parranda.

Mientras PDVSA, la petrolera más demandada – $20 MM para Conocco Phillips – y endeudada del mundo - $48MM y ahora con $2MM con los voraces rusos -  produce apenas para pagar el irresponsable ensartamiento con las sanguijuelas chinas, que cobran intereses leoninos, exigen petróleo con descuentos ruinosos y venden los expoliados barriles en alta mar a los petroleros yanquis. Negocio redondo a expensas del cretinismo revolucionario  venezolano, que obvia que el gobierno chino es esclavista salvaje en lo político y capitalista salvaje en lo económico.

Por ese cúmulo de irresponsabilidades rayanas en traición a la patria, como pelearse con los únicos empresarios que les pagan el petróleo de contado, comprar el afecto de 22 países a punta de regaladera y malversar en Cadivi una suma que según expertos alcanza los $25MM, Venezuela sufre una severa crisis económica   ostenta la más  elevada inflación entre las 42 principales economías  del mundo, sin otra explicación que la ceguera gubernamental que obvia que, sencillamente, “es la economía, estúpido”. Y la única economía posible, de comprobada eficacia, que reduce la pobreza por el trabajo, el estudio y la responsabilidad, es el libre mercado:

la economía social de mercado es un eslogan político, que también se conoció como Tercera vía, y la economía planificada o socialista rompe las barreras históricas de la imbecilidad, y la prueba es la Venezuela residual luego de 15 años de experimentación socialista, el único país del continente que padecerá una contracción del Producto interno bruto (-0,5) y una tasa inflacionaria calculada generosamente entre 70 y 80% - si no migra el dólar controlado al Sicad II porque entonces será del 300% - lo que arrasa con salario y ahorro de todos los sectores, menos los de los enchufados del régimen.  

Para nuestra estupefacción, Bolivia crecerá 5,1 % con una inflación de 6,8%, sencillamente porque no siguió el ejemplo que Caracas dio, el chulito les cogió los dólares y los regalos y le hizo caso al Banco Mundial y allí tienen los resultados. Su economía crece pero aquí “tenemos patria”, pero como la cubana, con desabastecimiento  y con una moneda que no cubre el costo del material que la contiene. Me cuentan que en Colombia compran con sobreprecio los billete de cien para usar el papel quien sabe con  qué fines. Y quienes permitieron a los Castro esta destrucción de nuestro signo monetario, y quiero concederles el beneficio de la duda, porque lo otro es monstruoso,  son tan ignorantes que desconocen que el valor de la moneda nacional es un factor moral determinante en la autoestima de sus ciudadanos que ven la burla a su moneda en la frontera colombiana, país cuyas casas de cambio son las únicas del mundo que aún conceden algún valor comercial a la divisa venezolana.

Pero en lugar de tener la vergüenza de renunciar se creen la mamá de los patriotas, aunque debemos reconocerles el esfuerzo colectivo y singular que han hecho para, adicionalmente,  aislar al país por maula, llevarlo al  segundo lugar en tasa de homicidios del planeta y disputarle a Argentina la hegemonía como el más corruptos de América. Ah, y otro trofeo ganado a pulso por este Estado fallido es que la malaria reapareció en las áreas urbanas de Venezuela por primera vez en medio siglo. Bravo. Que la gradería se desgrane en aplausos y votos ilegítimos. ¡Sale pa´llá!    

Rafael Marrón González     



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“NOBLE Y LEAL CIUDAD”


Era martes aquel día 22 de mayo de 1764 cuando el  teniente coronel Joaquín Sabas Moreno de Mendoza, arribó con 249 pobladores, más los soldados de la guarnición, con animales y enseres, a estrenar la nueva ciudad que con el nombre de Nueva Guayana de la Angostura del Orinoco había comenzado a edificar, por instrucciones del rey Carlos III, en febrero de 1764, a “189 kilómetros río arriba, a la margen sur del Orinoco, en el sitio donde este se estrecha hasta unos 800 metros”, luego de recorrer las 34 leguas que lo separaban de la antigua Ciudad del Santísimo Sacramento y Santo Tomé de Guayana. 

Razón por la cual la nueva ciudad obvió su acta de fundación, pues, a pesar de haber cambiado de nombre, se trató de la sexta mudanza de la originaria Santo Tomé de Guayana fundada por Antonio de Berrío y que ha sido la ciudad peregrina de Venezuela, pues huyendo de los ataques de los piratas ingleses y holandeses y de los feroces indios caribes, que solían atacar lanzando su pavoroso grito de guerra: ¨¡Ana karina rote amaukón papororo itoto mantó!¨(sólo nosotros somos gente y todos los demás nuestros esclavos), tuvo que mudarse en seis oportunidades, entre 1595 y 1764, existiendo, precaria y amenazada.

Bajo los nombres de Santo Tomé de Guayana – sita originalmente probablemente en el actual Palúa y con dos mudanzas hasta su asiento a orillas del río Usupamo, donde se le construyen dos castillos fortificados para su defensa – y Santo Tomé del Santísimo Sacramento de Guayana – reducido a Ciudad del Sacramento de Guayana – en la actual Matanzas, que es destruida por los caribes, para volver de nuevo a orillas del Usupamo de donde parte para constituirse en ofrenda al Libertador como  Ciudad Bolívar a partir del 24 de junio de 1846, en consideración a que en su tierra el Libertador lanzó la Segunda declaración de independencia, en correspondencia dirigida al insolente agente de negocios estadounidense Juan Bautista Irvine, el 7 de octubre de 1818: “No permitiré se ultraje ni desprecie al gobierno y los derechos de Venezuela, defendiéndolos contra España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero si todo el mundo la ofende”, declaración que, en el año 1930, el gobierno del estado Bolívar colocó en una lápida en el Panteón Nacional.

En Angostura nació Carabobo

Bolívar se encuentra por primera vez con el Orinoco el 3 de Abril de 1817, en el puerto de Santa María de la Cruz, más arriba de Soledad, y el día 4 a golpe de cinco de la mañana lo atravesó, con su secretario José Gabriel Pérez, en una precaria curiara de tres puestos, que le capturaron los realistas después de haber desembarcado en el Jobito, en Angostura, donde lo recibe el general Manuel Piar.

Bolívar conocía el Guaire de su infancia en Caracas y en Madrid apreció el afecto de los españoles por el Manzanares, así como en París la romántica fascinación de los franceses por el Sena y de los romanos por el Tíber. Pero cuán grande es el Orinoco, se diría y comprendió toda la certeza de su insistencia al intuir que la posesión de Guayana y las posibilidades reales de la guerra estaban en la liberación del Orinoco. Por esta inmensa vía fluvial se facilitaría la llegada de hombres y recursos a Angostura.

Por eso le escribirá a Leandro Palacios el 16 de Mayo de 1817: “... Ahora, más que nunca, debemos confiar en la fortuna, ya que empezamos la restauración de Venezuela por donde debemos: por el Orinoco y por los Llanos”. Y es que después de la ninguneada batalla de Cabrián, una de las inmortales gestas de la Independencia, Guayana se abrió en infinitas posibilidades para los patriotas, además de los barcos y dinero en efectivo, capturados al enemigo el tributo se concretó en “14.513 reses, 301 mulas, 851 caballos, 1.787 yeguas, 202 pacas de algodón, y algunos otros efectos de menor valor, fuera de muchos frutos menores”. Con 25 de las mulas se completó el pagó de los 2.200 pesos que costó la imprenta para imprimir “El Correo del Orinoco”.

En Angostura, como sede política de la República en armas, el 5 de Noviembre de 1817, Bolívar establece el Consejo Provisional de Estado, que sería su órgano asesor y cumpliría funciones de gobierno mientras se convocaba el Congreso de Angostura, el 22 de Octubre de 1818, que se instalaría el 15 de Febrero de 1819. Angostura  permite la Campaña de los Llanos, y agotados sus recursos inmediatos sirve de garante para el crédito internacional, y así, el 27 de Febrero de 1818 Brión parte de Angostura en viaje de inspección por las posesiones europeas en el Caribe, a fin de conseguir recursos monetarios hipotecando la producción de las Misiones hasta por 600.000 pesos. Venta a futuro la llamaríamos hoy.

Pero lo principal fue la inmensa sensación de estar en la patria que sintieron las familias patriotas fugitivas, cuando con los ojos arrasados por el aroma de la propia tierra, desembarcaron en Punta Cabrián y de allí se trasladaron al seguro cobijo de Angostura, apellidos amenazados de muerte por los realistas como Sucre, Palacios, Tovar, Aristeguieta, Soublette, Oriach, Alcalá, Bermúdez, Arguindegui, Briceño, Pulido, Méndez y muchos otros.

A mediados de 1818 llegaron Juana Bolívar y su hija Benigna Palacios, hermana y sobrina del Libertador, procedentes de Curazao. En Angostura se comienza a reconstruir la Patria aventada a los cuatro puntos cardinales por la Guerra a Muerte y se gesta la organización militar que llevará a Bolívar al glorioso campo de Boyacá, que libera la Nueva Granada. Y el viernes 17 de Diciembre de 1819, frente al Orinoco engalanado, el Soberano Congreso de Venezuela, decreta la Ley Fundamental de Colombia: “Las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedan desde este día reunidas en una sola bajo el título glorioso de República de Colombia. Y al anochecer del 24 de diciembre de 1819, Angostura ve partir por última vez a Bolívar a cumplir con el sueño de libertad que verá su luz en Carabobo, gracias a la prodigalidad de esta tierra libertaria que arribó a sus 250 años aferrada a su imbatible espíritu de lucha.

 Rafael Marrón González



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IMPUNIDAD: ESTADO FALLIDO



La voz “impunidad” refiere a la falta de castigo o pena que impide resarcir los derechos de las víctimas. Y es la palabra justa que puede definir la cotidianidad venezolana de  estos últimos quince años: Impunidad. Para comenzar de abajo hacia arriba, la tasa de impunidad del hampa en el país se calcula en un 92,5%. Por ello la virulencia y desparpajo con las que actúan los hampones, al grado de asegurar a sus aterrorizadas víctimas que “aquí manda el hampa”, fíjense que usan el verbo “mandar” y no gobernar, pues “mandar” es la acción de “poder”. Mato porque puedo. Y punto. Idéntico razonamiento que priva en las altas esferas del poder: “abuso porque puedo”.

Sin embargo, y en su inconveniencia, la impunidad derivada, ha permeado todos los estamentos de la vida social, creando una atmósfera de ingobernabilidad y absolutismo social que evidencian el fin del Estado. Es decir que lo que Venezuela sufre en su cotidianidad, son las consecuencias derivadas de un Estado fallido, tanto por la evidente pérdida del control de la violencia, la incapacidad para suministrar servicios básicos y garantizar seguridad alimentaria y personal.

Pérdida total de credibilidad del gobierno en la toma de decisiones que afectan la vida de la nación, como por el colapso ético de sus instituciones que han sido puestas al servicio inconstitucional de una parcialidad política, y que asume el ejercicio de la autoridad como un mandato irrevocable para continuar imponiendo por la fuerza, a toda la nación, un sistema político, y económico, retrógrado, que ya ha dado suficientes muestras de su inviabilidad, con la consecuencia inevitable de una reacción de protesta nacional in crescendo,  que ya lleva 95 días, un líder opositor preso, una diputada defenestrada, dos alcaldes destituidos y encarcelados, 43 muertos, centenares de heridos, 3062 detenciones, de ellos 196 menores de edad  252 ciudadanos imputados por Fiscalía, por supuestos actos violentos, y 12 funcionarios del orden públicos por violaciones a los derechos humanos, y destrozos millonarios en la infraestructura pública y privada.

Reacción espontánea, participativa, multiétnica y pluricultural que sigue impertérrita en sus reclamos por un cambio de rumbo, sin líderes visibles ni lineamientos políticos, extra partidos y fuera de la órbita del Movimiento estudiantil, aunque hay estudiantes participando, y en paralelo a decenas de diarias marchas cívicas pacíficas – a las que se obliga ridículamente a pedir permiso en un vano intento por detenerlas - reclamando atención a diversos problemas sociales acumulados en 15 años de asqueroso latrocinio, despilfarro entreguista e ineficiencia punible, que no dudo tendrá consecuencias dramáticas para un régimen asociado en grado de sumisión  al gobierno cubano, que confunde la obtusa terquedad con solidez principista.

Alarma internacional

Ante esta situación y conocida la condición criminal de las esquizofrenias políticas, como el comunismo, el nazismo o el fascismo,  la preocupación internacional por esta Venezuela polarizada en mitades numéricamente iguales, pero con el poderío bélico en manos del gobierno y sus fanáticos civiles, militares y militarizados – para eso el difunto empeñó el erario en  adquirir cualquier cantidad de armas -  intuye una masacre de la población opositora más que una guerra civil, y la forma como ha desarrollado la represión a las protestas, este Estado fallido, que ha tomado en paralelo a la represión policial, el camino escabroso de la coacción judicial, es suficiente mérito para tal preocupación.

Los cuerpos represivos del régimen actúan con odio y saña contra civiles desarmados – una molotov se desactiva con un chorro de agua, no con un disparo de fusil – y las gráficas y videos que inundan las redes sociales del planeta, mostrando los heridas graves causadas por los disparos de perdigones realizados a quemarropa contra la humanidad de jóvenes contestatarios, constituyen pruebas irrefutables de que el gobierno está incurriendo en actos de inhumanidad que pueden acarrearle juicios en la Corte de la Haya.

El diálogo es política

Y, precisamente, para abrir un espacio alternativo, la Mesa de la Unidad Democrática, que es una organización de partidos políticos, le aceptó a Maduro incorporarse a un ejercicio de diálogo para buscar en conjunto una salida inteligente a la grave crisis que vive la república y que escapa a la capacidad de control del gobierno, que a su vez es rehén de su propia conformación entre gente que cree en matar para imponerse - Antonio Aponte: “…el enfrentamiento será cada vez más cruento y nos sentimos complacidos de ser acusados de incitar a la violencia" - la que está para robar – por allí ronda la lista gringa - y los castrocomunistas apátridas, que usan el país como banco para financiar la exportación del socialismo en el mundo.

Por esto, desconozco quién representa los intereses de Venezuela por parte del gobierno en esa mesa de diálogo, hoy en suspenso por la carencia de un estadista capaz de admitir los errores – que ya señaló Correa - y aceptar que el adversario merece respeto, sobre todo si tiene la razón, como es el caso.

Sé que la MUD los representa, a tal grado que no vaciló en jugarse su capital político con tal de evitar a la nación una confrontación que derive en la atroz matanza que anhelan los comunistas para revivir las horas de la toma del palacio de invierno, y tememos, tanto los escenarios internacionales como quienes conocemos la historia. Loco hay de parte y parte y cualquiera puede matar a cualquiera.

La patria como refugio de los canallas, como los traficantes que se arropan con la bandera, no tiene dolientes, pero la nuestra, la que cobija las esperanzas de un pueblo y provee a sus hijos de las posibilidades para edificar el futuro, sí los tiene. Y por ella nos mantendremos siempre en el campo constitucional, pacífico y democrático. Porque la patria es la gente. Allá aquellos infelices a quienes la suerte estúpida dotó de poder, que no de autoridad, que confunden con “patria” sus caprichos, porque de ellos será el degredo de la historia. Sale pa´llá.           

Rafael Marrón González



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