Era
martes aquel día 22 de mayo de 1764 cuando el teniente coronel Joaquín
Sabas Moreno de Mendoza, arribó con 249 pobladores, más los soldados de la
guarnición, con animales y enseres, a estrenar la nueva ciudad que con el
nombre de Nueva Guayana de la Angostura del Orinoco
había comenzado a edificar, por instrucciones del rey Carlos III, en febrero de
1764, a “189 kilómetros río arriba, a la margen sur del Orinoco, en el sitio
donde este se estrecha hasta unos 800 metros”, luego de recorrer las 34
leguas que lo separaban de la antigua Ciudad del Santísimo Sacramento y Santo
Tomé de Guayana.
Razón por la cual la nueva ciudad obvió su acta de
fundación, pues, a pesar de haber cambiado de nombre, se trató de la sexta
mudanza de la originaria Santo Tomé de Guayana fundada por Antonio de Berrío y
que ha sido la ciudad peregrina de Venezuela, pues huyendo de los ataques de
los piratas ingleses y holandeses y de los feroces indios caribes, que solían
atacar lanzando su pavoroso grito de guerra: ¨¡Ana karina rote amaukón papororo itoto
mantó!¨(sólo nosotros somos gente y todos los demás nuestros esclavos), tuvo
que mudarse en seis oportunidades, entre 1595 y 1764, existiendo, precaria y
amenazada.
Bajo
los nombres de Santo Tomé de Guayana – sita originalmente probablemente en el
actual Palúa y con dos mudanzas hasta su asiento a orillas del río Usupamo,
donde se le construyen dos castillos fortificados para su defensa – y Santo
Tomé del Santísimo Sacramento de Guayana – reducido a Ciudad del Sacramento de
Guayana – en la actual Matanzas, que es destruida por los caribes, para volver
de nuevo a orillas del Usupamo de donde parte para constituirse en ofrenda al
Libertador como Ciudad
Bolívar a partir del 24 de junio de 1846, en consideración a que en su tierra
el Libertador lanzó la Segunda declaración de independencia, en correspondencia
dirigida al insolente agente de negocios estadounidense Juan Bautista Irvine,
el 7 de octubre de 1818: “No permitiré se ultraje ni desprecie al gobierno y
los derechos de Venezuela, defendiéndolos contra España ha desaparecido una
gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual
suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo
entero si todo el mundo la ofende”, declaración que, en el año 1930, el
gobierno del estado Bolívar colocó en una lápida en el Panteón Nacional.
En Angostura nació Carabobo
Bolívar
se encuentra por primera vez con el Orinoco el 3 de Abril de 1817, en el puerto
de Santa María de la Cruz, más arriba de Soledad, y el día 4 a golpe de cinco
de la mañana lo atravesó, con su secretario José Gabriel Pérez, en una precaria
curiara de tres puestos, que le capturaron los realistas después de haber
desembarcado en el Jobito, en Angostura, donde lo recibe el general Manuel
Piar.
Bolívar
conocía el Guaire de su infancia en Caracas y en Madrid apreció el afecto de
los españoles por el Manzanares, así como en París la romántica fascinación de
los franceses por el Sena y de los romanos por el Tíber. Pero cuán grande es el
Orinoco, se diría y comprendió toda la certeza de su insistencia al intuir que
la posesión de Guayana y las posibilidades reales de la guerra estaban en la
liberación del Orinoco. Por esta inmensa vía fluvial se facilitaría la llegada
de hombres y recursos a Angostura.
Por
eso le escribirá a Leandro Palacios el 16 de Mayo de 1817: “... Ahora, más que
nunca, debemos confiar en la fortuna, ya que empezamos la restauración de
Venezuela por donde debemos: por el Orinoco y por los Llanos”. Y es que después
de la ninguneada batalla de Cabrián, una de las inmortales gestas de la
Independencia, Guayana se abrió en infinitas posibilidades para los patriotas,
además de los barcos y dinero en efectivo, capturados al enemigo el tributo se
concretó en “14.513 reses, 301 mulas, 851 caballos, 1.787 yeguas, 202 pacas de
algodón, y algunos otros efectos de menor valor, fuera de muchos frutos
menores”. Con 25 de las mulas se completó el pagó de los 2.200 pesos que costó
la imprenta para imprimir “El Correo del Orinoco”.
En
Angostura, como sede política de la República en armas, el 5 de Noviembre de
1817, Bolívar establece el Consejo Provisional de Estado, que sería su órgano
asesor y cumpliría funciones de gobierno mientras se convocaba el Congreso de
Angostura, el 22 de Octubre de 1818, que se instalaría el 15 de Febrero de
1819. Angostura permite la
Campaña de los Llanos, y agotados sus recursos inmediatos sirve de garante para
el crédito internacional, y así, el 27 de Febrero de 1818 Brión parte de
Angostura en viaje de inspección por las posesiones europeas en el Caribe, a
fin de conseguir recursos monetarios hipotecando la producción de las Misiones
hasta por 600.000 pesos. Venta a futuro la llamaríamos hoy.
Pero
lo principal fue la inmensa sensación de estar en la patria que sintieron las
familias patriotas fugitivas, cuando con los ojos arrasados por el aroma de la
propia tierra, desembarcaron en Punta Cabrián y de allí se trasladaron al
seguro cobijo de Angostura, apellidos amenazados de muerte por los realistas
como Sucre, Palacios, Tovar, Aristeguieta, Soublette, Oriach, Alcalá, Bermúdez,
Arguindegui, Briceño, Pulido, Méndez y muchos otros.
A
mediados de 1818 llegaron Juana Bolívar y su hija Benigna Palacios, hermana y
sobrina del Libertador, procedentes de Curazao. En Angostura se comienza a
reconstruir la Patria aventada a los cuatro puntos cardinales por la Guerra a
Muerte y se gesta la organización militar que llevará a Bolívar al glorioso
campo de Boyacá, que libera la Nueva Granada. Y el viernes 17 de Diciembre de
1819, frente al Orinoco engalanado, el Soberano Congreso de Venezuela, decreta
la Ley Fundamental de Colombia: “Las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada
quedan desde este día reunidas en una sola bajo el título glorioso de República
de Colombia. Y al anochecer del 24 de diciembre de 1819, Angostura ve partir
por última vez a Bolívar a cumplir con el sueño de libertad que verá su luz en
Carabobo, gracias a la prodigalidad de esta tierra libertaria que arribó a sus
250 años aferrada a su imbatible espíritu de lucha.
Rafael Marrón González
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