Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

27 de septiembre de 2009

Del siglo de las luces al de la idiotez

Cada día me convenzo más – si las cosas siguen como van - del triste papel del siglo XXI en la historia universal: Será recordado como el Siglo de la idiotez, sencillamente porque ha ingresado a la toma de posesión de su era prescindiendo de las lecciones precedentes, con la frivolidad como su símbolo más conspicuo y los comerciales de TV sustituyendo la realidad en un universo de coleccionistas de baratijas tecnológicas que les atrofian las neuronas, lo que facilita su organización en domesticados rebaños de plácidas ovejas – crédulas y bocabiertas - que ofrendan su dignidad al supremo bien de dormir comidos y se desvelan por el suicido de las ballenas y el deshielo ártico – convenientemente publicitado con foros mundiales de alto nivel, a pesar de que la masa helada del planeta ha crecido 24% en los últimos años y los crudos inviernos europeos desmienten el fulano calentamiento global - mientras millones de niños sufren las calamidades de la miseria y de la explotación – la niñez debiera ser decretada patrimonio de la humanidad para evitar su deformación por carencia o por exceso - y mil millones de seres humanos expuestos al hambre evidencian la idiotez de un mundo que dilapida fortunas en equipamiento militar – 600 millones de dólares destina Latinoamérica para armarse mientras 54 millones de personas sufren desnutrición crónica - y hasta en desarrollo nuclear para exterminarse y viajes en busca de vida en Marte cuando hay tanta que proteger en la Tierra. Idiotez pura.

El mercantilismo insiste en mantener la obscena preponderancia de su exacerbada codicia en detrimento de la imprescindible racionalidad social que le permitirá sobrevivir en un mundo cada día más necesitado de conciencia inteligente para imponer la única paz posible: La que produce la justicia.

No es posible que el costo del transporte sea un obstáculo para llevar a millones de seres humanos famélicos los excedentes alimentarios que el Primer Mundo incinera en sus basureros. Idiotez pura.

Paraísos fiscales a cielo abierto cuidan celosamente las fortunas provenientes de la corrupción – que debe ser un delito de lesa humanidad porque produce hasta desnutrición infantil – que devasta las posibilidades de desarrollo de los empobrecidos pueblos del Tercer Mundo y carcome los cimientos de la moral pública al constituirse en vitoreado acto de viveza que denosta como pendejos a los honestos. Idiotez pura.

Los liberticidas – vencidos y humillados por el siglo XX – por su astucia financiera y la codicia de gobiernos devenidos comerciantes, vuelven a sus andadas, a sus anchas – diluyendo sus atroces crímenes en los intereses creados - con tribuna en las instancias internacionales, cual rutilantes astros intimidantes – estigmáticos erotizantes - seduciendo multitudes previamente idiotizadas por los vendedores de parcelas en el cielo. Idiotez pura.

La democracia permite que ajusten sus principios a capricho y la adjetiven – feroces tiranías de izquierda como la cubana son etiquetadas como “democracias populares” por la idiotez del izquierdismo europeo - consintiendo que la libertad se subordine a la igualdad por decreto revolucionario y abre las piernas para la violación consentida por los llamados a defender sus bastiones, para complacer al lumpen programado para la reproducción irresponsable - para solaz del populismo - específicamente con la finalidad de legitimar la prostitución del sistema de libertades que, por el esfuerzo individual, era su única posibilidad de dignificarse. Infame paradoja que traduce la idiotez de los pueblos que en verdad creen en la estupidez de que la ignorancia nunca se equivoca - porque lo dijo con sarcasmo un político derrotado - o que “la voz del pueblo es la voz de Dios”, especie de mantra para la voracidad de los autócratas que suele entronizar la equivocación popular.

El pasado como karma

Uno de los elementos fundamentales de la idiotez, que afecta a naciones enteras y a personalidades del supuesto universo de la inteligencia, es no admitir que el pasado es inmodificable e irrepetible. Por mucho que nos moleste la irreversible hazaña de Cristóbal Colón o la trata de esclavos – que hoy subsiste en la miseria emigrante y no por el color de la piel - de nada servirán las lamentaciones, salvo como evidencia de una baja autoestima. Las facturas por cobrar al pasado carecen de taquillas de pago en el presente.

Derribar una estatua de un despistado navegante – cuya rueda de prensa le confirió la propiedad del Descubrimiento - según la cursilería, encuentro de dos mundos - que colocó las tierras ignotas e incultas de lo que hoy es América en el mapamundi, es una estúpida destrucción de una obra de arte sin más consecuencias prácticas que la confesión del complejo de inferioridad de un pueblo idiota que sigue buscando fuera de sí las causas de su atraso y pobreza, obviando que si en lugar de Colón hubiera llegado un vikingo o un inglés, este pueblo no hubiera existido – incluyendo al grupo idiota que derribó la estatua - y que es irreal suponer que sin Europa este Continente se hubiera desarrollado por generación cultural espontánea.
Si esa energía pasadofílica se dedicara al trabajo creativo, a la innovación, al cultivo del conocimiento para el desarrollo de las potencialidades nacionales – gente y naturaleza - otra sería la realidad de estas naciones plagadas de miseria y sed. De una prisión de malhechores en ultramar surgió Australia, .una nación inserta en la modernidad - declarada por la ONU como el segundo mejor país del mundo para vivir, después de Noruega, debido a sus excelentes índices de calidad de vida en general - cuyas principales ciudades son una muestra de desarrollo arquitectónico - el Teatro de la ópera de Sidney es uno de los edificios emblemáticos del siglo XX - posee 800 mil millones de dólares de PIB, una población de 21 millones de habitantes, un ingreso per cápita de 37.500 dólares, 140 mil millones de dólares de ingresos por su diversidad de exportaciones y su moneda es la sexta más fuerte del mundo. Y eran delincuentes los padres de la patria, pero a nadie ocupa esa anécdota del pasado.

La culpa de la miseria latinoamericana - 200 millones de personas viven bajo la línea de pobreza y se considera indigente al 12% de la población - es la idiotez, tanto de sus dirigentes que desprecian las fórmulas económicas exitosas – atadas a la libertad – que han forjado al Primer Mundo y que han sacado en los últimos 50 años a cientos de millones de la pobreza, para especular con recetas esotéricas fracasadas – seducidos por el discurso banalmente justicialista de repartición “proporcional” de un “maná” providencial - como de sus pueblos susceptibles a la tentación del menor esfuerzo, que trabajan lo imprescindible para dejar de trabajar y que reaccionan alborozadamente al clarín del saqueo. Por eso tienen tanto éxito los demagogos del jet set que Oliver Stone eleva al estrellato - que les cambian votos al pueblo por la promesa de mantenerlo ronroneando en la charca de la miseria tradicionalista e inculta – que mientan “popular” - en la cual subsisten ilusiones como lo gratuito, la riqueza fácil y la felicidad. Por eso indigna la posición de la idiotez que exculpa a los pueblos de su cuota de responsabilidad política y moral, apelando al pobrecitismo parasitario que los considera en estado de adolescencia perpetua.

En conclusión

Por esta deplorable verdad, si queremos un mundo distinto hay que denunciar la idiotez, por muy conspicua que sea su procedencia, pues los idiotas – entre ellos los que reciben señales del Más Allá en sus blackberrys – y los pueblos barbarizados por la ignorancia consentida – a los cuales aquellos idiotas dicen lo que pueden hacer - están arrasando con la civilización.

Hay que dirigir toda la energía a construir una sociedad del conocimiento, de la razón, del pensamiento crítico, pero con un paralelo nivel de conciencia inteligente y alto sentido del respeto, de cuyo seno surjan pueblos formados para el progreso por el desarrollo de sus individuos y lideres auténticos – no mercaderes de la ignorancia - capaces y eficaces que sustituyan esta mavita porosa de zapateros, berlusconis, lulas, fideles, amadineyaces, obamas, sarcosies, kadafis, chaveces y demás idioteces que mantienen en vilo el futuro de la humanidad. Sale pa´llá.
Rafael Marrón González

Leer más »

19 de septiembre de 2009

Fraude con la voluntad popular

Para la fecha de la publicación de este artículo, varios analistas se han pronunciado sobre el caso de la epidemia reeleccionista en América Latina, sin embargo el tema amerita una discusión profunda, partiendo de la inconveniencia de toda reelección en estos lares latinoamericanos – “no somos suizos” dijo una vez un adeco lúcido - tan proclives a elevar caudillos a los altares.
Lo sensato para la sanidad democrática es que un ciudadano ejerza la primera magistratura por cinco años y una sola vez en su vida, sin concesiones como la establecida a los gobernantes volver a postularse pasados diez años de su mandato, lo que ocasionó en Venezuela el cierre de oportunidades a jóvenes talentos insertos en la modernidad, para dar paso al barro de este lodazal.
La justificación de los golpistas constitucionales – como el gran iniciador de la farsa, Alberto Fujimori, seguido por Hugo Chávez, Álvaro Uribe, Rafael Correa y Evo Morales, por ahora – para reformar la Constitución y reelegirse indefinidamente o cuantas veces quieran, es que los pueblos o sus naciones los necesitan, sin ellos se perderá la revolución, el proyecto, la guerra o lo que sea que personalicen en su obsesión. Todos ellos son hombres de poder – con el poder como fin en realidad - que sufren el delirio del ungido.
Se presume en Colombia que sin Uribe las FARC y el narcotráfico recuperarán el terreno perdido, pues solamente Uribe posee el fuego sagrado de la victoria y conste que respeto a este estadista, pero su segunda reelección es una traición a la democracia, así obedezca al más clamoroso voluntarismo popular, porque el asunto es de principios no de emociones populacheras ni de suposiciones de la ignorancia. Rafael Caldera se negó a imitar a Fujimori y usar su popularidad electoral para disolver los poderes constituidos, alegando – aunque se lo pedía el pueblo y se lo susurraban los notables - que eso no era democrático y creo que ese es su legado, seguir siendo desde el poder un político prácticamente de los valores intrínsecos de la democracia – porque ser demócrata significa que no se cede ante las tentaciones continuistas aunque se tenga la opción de hacerlo.
Esto significa, ejemplo mediante, que refugiarse en la soberanía popular para dinamitar un principio básico de la democracia, como es la alternabilidad, es sencillamente una vulgar perversión totalitaria, así millones de “pueblos” digan lo contrario, sobre todo porque “el pueblo” al que apelan estos líderes providenciales –o como calificara el ex encapuchado incendiario El Aissami a Chávez: “insustituible e indispensable” - es el conformado por el sector menos informado y más necesitado de la sociedad, vulnerable a la seducción y al soborno y cuyas perentorias necesidades primarias lo divorcian – desde el cristal de su realidad - de exquisiteces principistas que pueden sobresaltarle el almuerzo tan duramente logrado vitoreando al salvador de turno.

La soberanía popular no es ilimitada

Aunque Bolívar expresó el 25 de mayo de 1826, que “la Soberanía del Pueblo es la única autoridad legítima de las naciones”, en carta a Santander del 31 de diciembre de 1822, había aclarado que esta soberanía estaba limitada por la justicia: “La soberanía del pueblo no es ilimitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le pone término. Esta doctrina es del apóstol constitucional del día (se refiere al filósofo francés Benjamín Constant).
¿De dónde pueden creerse autorizados los representantes del pueblo a cambiar constantemente la organización social? ¿Cuál será entonces el fundamento de los derechos, de las propiedades, del honor, de la vida de los ciudadanos? Valdría más vivir bajo el feroz despotismo, pues al fin el sagrado del hombre tendría algún apoyo en el poder mismo que lo oprime”.
El filósofo Benjamín Constant – citado por Bolívar - señaló que era exactamente igual de perverso el ejercicio discrecional del poder por un solo hombre o grupo de hombres que por la sociedad entera, enmendando la utopía de Rousseau en su Contrato Social: “La soberanía popular no existe sino de una manera limitada y relativa. En el punto donde empieza la independencia y la existencia individual se detiene la jurisdicción de esta soberanía.
Si la sociedad atraviesa esta línea, se confiesa tan culpable como el déspota, que no tiene por título más que el poder exterminador. La sociedad no puede exceder su competencia sin ser usurpadora, la mayoría sin ser facciosa. El asentimiento de la mayoría no es en absoluto suficiente en todos los casos para legitimar sus actos; existe algo que nadie puede sancionar cuando una autoridad, cualquiera sea, comete actos semejantes, poco importa la fuente de que ella dice emanar, importa poco que se llame individuo o nación, será la nación entera, menos el ciudadano que ella oprime, la que dejará de ser legítima”.
Y es que los principios no pueden estar subordinados a la soberanía popular, el derecho a la vida es inviolable por un principio humanista universal, no como resultado de un referendo perdido por el gobierno que lo convocó y así la propiedad privada, la libertad y la igualdad ante la ley, son valores irrenunciables. Y de ellos – precisamente para su defensa - surge el Estado de derecho, frente al derecho de Estado que confería potestad constitucional sobre vidas y haciendas a los gobernantes vitalicios elegidos por Dios, sustituido por las armas del ejército “patriota” y ahora por las reformas constitucionales apuntaladas por aquello de que “la voz del pueblo es la voz de Dios”, como si Dios pudiera ser tan desacertado, porque el pueblo se equivocará siempre y será siempre sujeto de manipulaciones mientras la ignorancia campee.

El Papel de la Constitución

Ante esta anormalidad política, nos preguntamos cuál es el papel de la Constitución, pues si puede ser adaptada a los caprichos del gobernante electo bajo sus normas – como lo hicieron los caudillos y dictadores de los siglos XIX y XX por su obsesión continuista - no es más que un manual de instrucciones intrascendente. Lo lógico es que el gobernante electo se ciña a sus postulados y si alguna reforma se realiza durante su mandato no puede afectar los principios fundamentales – que son la síntesis de su articulado - ni ampliar el rango de su autoridad. Es más, si el Congreso reforma principios fundamentales, su efecto debe ser posterior a la gestión en vigencia. Pues, allí radica la perversión, al eliminarse la atadura del mandatario electo con la legalidad que le confirió el poder y que él juró cumplir. De lo contrario, la constitucionalidad es una farsa, pues el asambleísmo – o referendismo – sustituye sus postulados y, además, por inducción.

Esas reformas constituyen fraude constitucional

Así que la Constitución ha devenido en un formidable instrumento formalizador de dictaduras, en una de las burlas más finas de la historia, al conspirar entre los poderes constituidos - con la complacencia de las instancias democráticas internacionales - para usar el legitimador de la mayoría – llamado referendo - para legalizar una violación a un principio fundamental de la Constitución, bajo la falsa premisa de que si el pueblo lo quiere hay que dárselo, pero a ese arbitrio no someten el cobro de impuestos o el servicio militar.
Y los llamados “demócratas” de izquierda sienten que deben apoyar irrestrictamente la nueva travesura de sus conspicuos miembros, porque fue avalada por la “voluntad popular” así se logre conquistar ésta mediante la manipulación y el soborno de las masas depauperadas, con los recursos del Estado, aunque muchos de ellos como la Bachelet expresen con asco: “Jamás reformaría la Constitución para beneficiarme yo”. O el agente vendedor internacional del empresariado capitalista brasileño, Lula da Silva, se niegue a prestigiar con su historia política la comisión de este fraude constitucional.
Tal como fue definido por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en la sentencia No. 74 de 25 de Enero de 2006: “Un fraude a la Constitución ocurre cuando se destruyen las teorías democráticas mediante el procedimiento de cambio en las instituciones existentes aparentando respetar las formas y procedimientos constitucionales, o cuando se utiliza el procedimiento de reforma constitucional para proceder a la creación de un nuevo régimen político, de un nuevo ordenamiento constitucional, sin alterar el sistema de legalidad establecido”. El colmo del cinismo político es invocar la voluntad popular para vulnerar el Estado de derecho que le perjudicará al pueblo hasta lo popular de su voluntad.

Rafael Marrón González
Leer más »

15 de septiembre de 2009

Honduras como lección

Ya han transcurrido dos meses y medio de la deposición constitucional del Presidente de Honduras Manuel Zelaya, por insistir en violar la Constitución pese a las advertencias formales de los demás poderes públicos y ni Chávez ni sus súbditos internacionales han podido reponer al corrupto que ahora se descubre se robó millones de Lempiras – sacadas en sacos de los bancos - para sufragar su propaganda constituyentista y para satisfacer su extravagante tren de vida.

Si la necedad formalista se detuviera un poco a reflexionar sobre las acciones que llevaron a la destitución de Zelaya se encontrarían con la sorpresa inédita en América Latina - tan proclive al jefaturato del Poder Ejecutivo por aquello del presupuesto - de la acción salutífera de unos poderes autónomos, compactados en torno a los valores democráticos.

Los que insisten en llamar “gobierno de facto” al gobierno surgido de esta impecable operación constitucional, que a través del ejército – como institución de protección de la democracia, responsabilidad que la idiotez suprimió de la Constitución nacional vigente – son los mismos que se prestan para seguirle el juego al régimen, plegándose a llamar “bolivariana” a la Fuerza Armada Nacional, asumiendo la existencia de un imaginario “Poder Popular” y adjetivando como “revolucionario” al gobierno, todo ello absolutamente inconstitucional, porque ninguna ley o decreto presidencial puede estar por encima de la Carta Magna que es la Ley Suprema de la República.

Si en Venezuela hubiéramos tenido en nuestras instituciones gente con los redaños bien puestos – dispuesta a enfrentar su hora histórica - y no la piara de cobardes que resignaron la democracia a los pies de la grosera prepotencia de Chávez y le entregaron la República - que sí se perdió en las manos de Caldera - para que destrozara su basamento legal y creara todo este entramado faccioso que tiene a la nación al borde del abismo disolvente, otra – muy otra – sería la realidad venezolana y no quiero pecar de ucrónico. El Congreso Nacional con mayoría democrática - adeca – electa por el pueblo con más votos que a Chávez, permitió por cobardía que lo redujeran a “congresillo” simbólico y el Poder Judicial - cuya presidente de la extinta Corte Suprema anda por allí como si no hubiera roto un plato, dándosela de líder de oposición - actuó al margen de la Ley, al legitimar la convocatoria a una Asamblea Constituyente, violando el artículo 250 que establecía que la Constitución no perdería su vigencia si fuera derogada por un medio distinto del que ella disponía, bajo la ridícula premisa de “refundar la República”, la que fue creada para su gloria por el Congreso de 1811, cuyos diputados soltaron la toga para empuñar la espada y rubricar su creación en los campos de batalla.

Pero, en Honduras, para vergüenza venezolana, esos mismos organismos se dejaron de exquisiteces dialécticas y sacaron a Zelaya a empujones por pretender hacer lo que aquí le resultó tan fácil a Chávez: Ser electo por una Constitución y cambiarla mediante una Constituyente surgida del voto famélico - sobornado y seducido - para beneficiarse con un nuevo orden que le permite eternizarse en el Poder, obviando que la alternancia en el ejercicio de la autoridad es uno de los principios de la democracia, por lo que no es susceptible a la veleidad de la “voluntad popular”.

Hay que meter la lupa en el asunto

Por eso la situación de Honduras hay que verla en su justa dimensión – incluyendo la expulsión de Zelaya supuestamente en piyama pero con tarjeta de crédito - pues lo que no es democrático es permitir que se destruya la democracia usando los instrumentos de la democracia, como ha hecho Chávez, asesorado por Fidel y unos juristas mercenarios españoles.

La lección que está dando Honduras será reivindicada en el tiempo cuando pase esta nefasta hora del izquierdismo zopilote que desde la ONU honra al miserable déspota Fidel Castro como “Héroe de la Humanidad” y ha convertido a la OEA en un macilento club de mediocridades envanecidas – con una que otra excepción que otorga porque calla - aferradas a sus más íntimos miedos – el mismo miedo que apoyó el fraude del revocatorio venezolano por terror al contagio – tutelado por el nuevo gobierno de los Estados Unidos - cuya posición en este caso es una prueba de la idiotez que domina al mundo en estos tiempos huérfanos de sindéresis política - empeñado en caer simpático en su otrora patio trasero y que para ello no vacila en radicalizar las medidas contra el pueblo hondureño, uno de los más pobres de América, que les ha respondido con la dignidad que ya quisieran otros gallitos hipócritas lacayos de sus dólares, conminándolo a sacar su base militar de su territorio y amenazándolo con permitir el reabastecimiento de combustible de las avionetas repletas de droga - la mayoría de Venezuela - que hacen escala en su territorio rumbo, precisamente, a Estados Unidos.

El mensaje de Honduras

La inmensa marcha del pueblo hondureño el día de “No más Chávez” - portando pancartas “No tenemos petróleo pero tenemos huevos” – fue una clara evidencia de con quién está, a pesar del aislamiento internacional de gobiernos cómplices – es embuste que sean “los pueblos” ni que ellos los representen, algunos tiene el 60% del sus pueblos en contra - de la destrucción de la democracia en Venezuela, Ecuador y Bolivia – en Nicaragua el pueblo le dijo que no a Ortega en su pretensión de imitar estos golpes de Estado vía reforma de la Constitución – lo que nos lleva a interrogantes que es importante tratar de dilucidar:

En primer lugar, ¿qué significa eso de “Libre determinación de los pueblos”? En un caso como el de Honduras, ¿no se dio la libre determinación de un pueblo a través de sus instituciones oficiales, políticas y sociales? Con la actitud cerrada de los gobiernos que se han negado a escuchar las razones de ese pueblo y tratan de torcer su brazo por el hambre, para que un corrupto aspirante a dictador “constitucional”, como Zelaya, vuelva al poder como condición sine qua non para reconocer al nuevo gobierno que surja de las urnas electorales, se demuestra que esa “libre” determinación funciona y es reconocida solamente en casos como el de Cuba, Corea del Norte, Zimbawe, Libia, Bielorrusia o Turkmenistan, países en los que astrosos criminales cuatriboleados se pasan por el forro impunemente los valores democráticos y los derechos humanos, llegando al extremo de que un miserable guiñapo moral como Raúl Castro se siente en la OEA a pontificar de democracia, simplemente porque es “socialista”, sustantivo feliz – contradictorio con su realidad, pues debe ser “masalista” - cuyo discurso romántico de repartición proporcional de la riqueza les abre las esclusas a no pocos flojos y sinvergüenzas, y que considera que colocar la igualdad por encima de la libertad, es una vaina machete, a pesar de las muestras de miseria y opresión de su historial.

Otra de las preguntas es ¿qué significa la palabra “soberanía”? ¿Qué define esta palabra dependiente de variables tan frágiles como las que hoy sufre Honduras, cuyo comercio, ayudas e inversiones internacionales y suministros energéticos son sofocados para obligarla a traicionar sus postulados constitucionales, sin tomar en cuenta que quien sufre las consecuencias de este bostezo de los poderosos es el pobre pueblo hondureño? Que esta pequeña nación haya mandado al carajo a ese mundo idiota, regocija al alma. ¡Eso es soberanía y libre determinación! Hay que tener toda la dignidad del Universo para pararse frente a toda esa caterva de burócratas poderosos encuevados en sus organizaciones siniestras - con las alforjas repletas de los dólares que hacen salivar a la ignominia – y espetarles: “…Pagaremos cualquier precio, cargaremos cualquier carga, asumiremos cualquier dificultad y nos opondremos a cualquier enemigo para asegurar la supervivencia y el éxito de las libertades de nuestro pueblo y de la democracia”, es decir: ¡váyanse a la mismísima mierda! Ese es un himno a la humanidad. Honduras se ha convertido en la Esparta política de América.

Rafael Marrón González
Leer más »

6 de septiembre de 2009

El orden público de la Fiscal…

…Es la paz de los sepulcros.

Hay que ver cómo les gusta la paz a los tiranos, traducida en gente quieta – como muerta – resignada a la suerte que escribe para ella la amenaza del verdugo. Es la “paz” derivada del orden público de Juan Bisonte Gómez o de Marcos Tarugo Pérez Jiménez – a los que Dios guarde en acero líquido, que la historia los mantiene en su degredo – condecorado el primero con la Orden Pia del Vaticano y el segundo con la Legión del Mérito del gobierno de USA, que proclamó al dictador como “el gobernante ideal para América Latina”.

Ambos se distinguieron por practicar el terrorismo de Estado, el primero de la mano de Eloy Tarazona y el segundo del hijo adoptivo de éste, Pedro Estrada, cuya aspirante a émula, la Fiscal General de la Nación – Luisa Ortega Díaz – la misma de la Ley nazi contra “delitos mediáticos” – mientras Chávez hacia el ridículo en Bariloche al presentar un documento “¡ultrasecreto! que me envió Fidel” - estará caliente Fidel – que circula en Internet - ¿cuánto le cobraría la mercenaria Eva Gollinger por ese gazapo? – divulgó la forma de cumplir con la orden de Chávez de parar las protestas populares, lo que le erizó el espinazo a los demócratas del mundo, que opinan que “la declaración de la Fiscal no ha sido sino un signo más en la marcada tendencia del gobierno de Hugo Chávez a la criminalización de la protesta”, tal como lo editorializó el diario El País, de Madrid. Y es que la intención es tipificar las marchas como rebelión civil, dada la cantidad de protestas – 1.500 contabilizó una organización de oposición – tanto laborales y sociales, como políticas.

Y el gobierno está aterrorizado porque es cierto que el país está convulsionado, pero no por las causas que la Fiscal infiere – “para atentar contra un gobierno legítimamente electo” (como era el del Carlos Andrés Pérez contra quien sí atentó Chávez) - sino por la realidad que vive el pueblo por culpa de un gobierno malo – es decir, en palabras del pueblo, “que no sirve ni para recoger bosta” - que en once años y mil millones de dólares de ingresos – los más altos de la historia del país - no ha logrado reivindicar sus banderas, por lo que ha quedado como embustero, además.

Y mire que es largo, señora, el memorial de agravios que, cuando el miedo se revuelva en ira, el pueblo, confundido en una sola voz de justicia, le presentará a Chávez, cuya crasa ignorancia sobre el comportamiento humano en el ejercicio del poder, lo ha llevado a expresar públicamente su deseo de “aniquilar” a la oposición, con la consecuencia predecible de que la Guardia Nacional y la Policía Metropolitana – que quieren borrar de su memoria el haber sido ellos – con la DISIP – quienes lo derrotaron el 4F – actúen contra cualquier protesta popular con el salvaje ímpetu del odio “rodilla en tierra” que les insufla el fascismo de “mi comandante”, sin percibir que no están atacando a la oposición “oligarca, golpista y pitiyanqui” de su imaginería fascista - que si sabe de golpismo porque es su especialidad - sino al pueblo esperanzado más humilde que cierra vías como lo ha hecho desde siempre para ser escuchado por burócratas obesos cuyo obsesivo rumiar les ha dañado el tímpano de oír el sufrimiento del pueblo.

Pero, ¿cuál será el blanco real de esa amenaza?

Leyendo con atención la filípica de la Fiscal nos encontramos con que “pedirá el enjuiciamiento de todas aquellas personas que alteren la tranquilidad y la paz pública en el país (…) que buscan cualquier motivo para marchar, (…) lo que quieren es desestabilizar, dichas conductas encajan perfectamente en el delito de rebelión civil (tesis fascista), de acuerdo con el artículo 143 del Código Penal, que establece (…) prisión de 12 a 24 años (para) los que se alcen públicamente en actitud hostil, contra el Gobierno legítimamente constituido o elegido. Se están cerrando calles, avenidas, impidiendo el libre tránsito de los venezolanos, (…) con cuyas acciones, todos los que las ejecutan están atentando contra el gobierno constitucionalmente electo” (fascismo).

Quien no escucha tambor termina imputado – y, aunque a la Fiscal la retractan otra vez dejándola colgada de su incondicionalidad, 2.200 venezolanos imputados por “alteración” lo certifican, incluyendo 11 de la Alcaldía Mayor, el Prefecto de Caracas y varios sindicalistas de Guayana: Esta amenaza brutal de la Fiscal General – que, como he dicho, parece General Fiscal – tiene como receptor inmediato al movimiento sindical y a los trabajadores que en el caso petrolero amenazó con paralizar el país – y tiene con qué – si se atrevía el gobierno a diferir nuevamente las elecciones de sus sindicatos. Y esto es extensivo a los trabajadores de Guayana que se dejaron del “Chávez no sabe” y lo culpan directamente de la quiebra de las empresas del Estado.

Chávez ha venido dos veces a Guayana y no ha logrado convencer a los trabajadores de que se queden tan quietos como quiere la Fiscal, mientras la “revolución bonita” se los pega despojándolos de sus beneficios y conquistas laborales, como lo ha hecho con los más de dos millones de empleados públicos que llevan cinco años sin discutir sus convenciones.

Te provoco, si reviras te zampo preso

Y hay que tener cuidado, porque estos tipos ya son expertos en tirar la piedra y esconder la mano, la trampa oculta en las palabras de la Fiscal que parecen dirigidas solamente a quienes “alteren la tranquilidad y la paz pública”, consiste en la agresión oficialista planificada para provocar la reacción que será imputable por la alteración referida, como ya lo han comprobado los doce periodistas pateados por los fanáticos ofensores de la condición humana, que ahora se encuentran con la sorpresa de haber sido ellos los que provocaron la pateadura y por lo tanto “reos de alteración”.

Exactamente fue la instrucción para la fuerza represiva el día de la marcha contra la Ley de educación: Cuando los primeros marchistas llegaron a las barandas – “esas barandas son patrimonio público”, pero no lo era el valioso equipo militar que destruyó Chávez con su alzamiento contra la democracia – la policía estaba a 50 metros y sin la menor provocación – existe un video aficionado que lo prueba - comenzaron el primero de cuatro ataques con lacrimógenas, balas de goma y potentes chorros de agua de cloaca – fácil de conseguir porque Caracas es una cloaca a cielo abierto - para rubricar el deprecio que Chávez siente por todo ciudadano – chavista o no chavista - que ose disentir de sus megalomanías - lo que fue rebeldemente enfrentado durante dos horas por el pueblo no chavista que ya es mayoría en cualquier terreno.

Por eso, por ese miedo cerval que tiene Chávez a que un día el pueblo no respete el “patrimonio público” y le llegue a Miraflores a reclamarle algunos olvidos y otras traiciones, fue que comenzó el operativo para criminalizar y desacreditar a los líderes de la oposición. En San Cristóbal una marcha pacífica fue agredida por un grupo de salvajes que lanzaban botellas y piedras y palos desde la azotea de la Zona Educativa, pero Chávez cambió el libreto y fue el gobernador quien atacó a los ingenuos portadores de las andas del civismo, cuya Santa Patrona es la beata Lina Ron, hoy sacada de circulación para legitimar las acciones persecutorias contra la oposición.

Un video de un vecino que muestra a los chavistas en plena faena le arruino la farsa a Chávez, que ya había ordenado un antejuicio de mérito contra César Pérez Vivas – que lo retó con un burlón - “méteme preso y deja la amenazadera”. Táchira es vital para las relaciones bilaterales con el país que según Chávez limita con Venezuela y que no es Colombia. Y, como siempre, para simular que hay separación de poderes, luego de dar las órdenes pertinentes para la purga estaliniana contra la oposición – coadyuvada por el ventilador de la infamia VTV - se monta en un avión cubano – con tripulación cubana y 150 gozones bien provistos – y parte a recorrer el sórdido mundo dictatorial – “dime con quién andas…” - al que se muere por pertenecer. Ahora sabemos que “la revolución está armada” significa “tengo fusiles, Fiscal y jueces”. Así que la cosa se está poniendo fea… aunque de lo más interesante porque de la cárcel suelen salir los sustitutos de los tiranos. Y como alegoría jodedora, el mundo entero se unió para gritar “No + Chávez”. ¿Un ah?, ¡sí oh!

Rafael Marrón González
Leer más »