Estimado Ronald Caraballo: Qué de tiempo sin saber de ti, aunque por amigos comunes me mantengo informado de tus actividades, que, por lo que deduzco, no tienen nada que ver con el aislamiento que te impusiste cuando decidiste asilarte en el silencio atronador de las montañas, confundido con paisanos de largas pausas entre sorbos de vida aletargada por el frío.
Me alegra que tu lucidez siga al servicio de la causa de la libertad, del progreso y de la paz, pero de la paz que surge de los tres elementos sustantivos de la armónica relación social: La ley, bajo cuyo imperio brilla la justicia, se respeta el derecho ajeno y se sanciona la transgresión sin distingo de raza, credo o posición social, como reza la esperanza; el dinero – el producido por el trabajo, con honestidad, por supuesto – que es la única manera de apropiarse de la propiedad ajena sin coacción – la otra forma es la del malandro con una pistola o con el ejército - y el voto, sistema insustituible para dirimir las diferencias políticas por decisión de la mayoría, que es lo que en la realidad traduce “soberanía popular” que la Constitución otorga al pueblo.
Cuando uno de esos elementos se distorsiona, banaliza o frustra las consecuencias son el caos, la incertidumbre y el miedo que derivan, por imperativo de la supervivencia en la pérdida absoluta de la moral pública que, como dijera Bolívar, bien pronto causa la disolución del Estado. Como bien mencionas en tu certero análisis, Chávez se ha convertido en el Atila de esos tres pilares de la paz y, por ende, del progreso.
Ha convertido la ley en un instrumento perverso que, además de usarse para legitimar procesos ilegales e inconstitucionales y hasta reñidos con los derechos humanos y el avance jurídico de la civilización, se aplica según su conveniencia, para premiar lealtades viles y castigar disidencias dignas.
Declarándose enemigo jurado del capitalismo, es decir del dinero – por infección fidelista – ha eliminado las posibilidades del pueblo y de las nuevas generaciones que se incorporan al mercado de trabajo, de obtener un empleo ético que le produzca el ingreso necesario para mantenerse y proteger a su familia, pues de manera sistemática, violando el precepto constitucional que protege la propiedad, ha destruido el inventario empresarial privado, principal empleador de este país, alejando la inversión nacional y extranjera. El resultado de esta práctica funesta ha sido el aumento desmesurado de toda forma de delincuencia que ha penetrado toda la estructura de la sociedad, poniendo en práctica formas inéditas de delinquir, como que desde las cárceles se extorsione a los familiares de los presos primerizos, a quienes se secuestra en el interior de la celda – a lo mejor con la anuencia de los guardianes - y bajo amenaza de muerte obtienen sumas millonarias de humildes hombres y mujeres del pueblo y cada vez son más las evidencias de la participación de funcionarios policiales en la comisión de atracos y homicidios por encargo.
Como Roma, hermano, como Roma
Como bien recuerdas, fue la depravación moral de los césares, que ocasionó la desmoralización del ejército, lo que destruyó al imperio romano, y eso será lo que acabará con el chavismo, pero desgraciadamente como a Roma, la ruina de la nación será la consecuencia.
No sé si leíste la reflexión coincidente con tu preocupación, de Joaquín Villalobos – antiguo comandante del Ejercito Revolucionario del Pueblo, integrante del Frente Farabundo Martí que ocasionó decenas de miles de muertes en El Salvador, hoy anti izquierdista dedicado a la prédica democrática, como toda puta redimida que después de hartarse de putear predica la virtud propia de las mujeres de honor que no necesitaron prostituirse para descubrir que la honestidad es una virtud – que alerta a Latinoamérica del inminente destino de Venezuela: “El caos institucional ha convertido a Venezuela en la principal plataforma de tráfico de drogas hacia EE UU y Europa. Centenares de miles de armas han pasado a manos de civiles y diversidad de ejércitos conviven en el territorio en un equilibrio muy frágil. Los espacios entregados a las FARC colombianas; el surgimiento de múltiples grupos armados de izquierda dominando barrios urbanos; la formación de milicias partidarias y la generación de grupos del crimen organizado han hecho perder soberanía y poder al Estado venezolano.
Las instituciones policiales y las Fuerzas Armadas – que se reconocen a sí mismas solo como uno más de los poderes armados que existen en el país - se han debilitado seriamente en el control de la seguridad interna y estas últimas son vistas por Chávez como amigas y enemigas al mismo tiempo. Las milicias han sido creadas para enfrentar al Ejército en caso de un golpe de Estado. El Gobierno de Chávez, por estar jugando a "luchar contra el imperialismo y la oligarquía", le abrió las puertas al crimen organizado. Dejar asentarse a las descabezadas y derrotadas FARC en territorio venezolano equivale a haberse llevado alacranes a la cama porque esos desmoralizados combatientes terminarán convertidos en bandidos.
Chávez es pasajero y en el corto o mediano plazo saldrá del Gobierno. El Estado venezolano tendrá entonces que reconstruir sus instituciones de seguridad, recuperar el monopolio de la fuerza y restablecer la seguridad interna. Quizás los militares venezolanos se la estén pasando bien ahora, con millonarias compras de armamento inútil y una gran corrupción, sin embargo, cuando Chávez salga, tendrán que enfrentar a los poderes armados que hoy están creciendo. Es tristemente previsible que muchos venezolanos - militares, policías y civiles - morirán en esa guerra que se viene”.
Más claro, certero y objetivo no es posible ser, solamente los saqueadores, los esquizofrénicos ideológicos y el pueblo ignorante seducido y sobornado por la corrupción más degradante, son capaces de obviar esta espantosa realidad que amenaza disolver la nación.
Pueblos estúpidos, como el romano de aquella hora, incapaces de prever su aniquilamiento, se postran a los pies de un desquiciado moral que les habla en el lenguaje onomatopéyico que les remueve la sentina. “El loco Hugo” – como solían llamarlo sus amigos de juventud por su atolondramiento – está logrando su sueño de inmortalidad como aquel griego idiota que incendió el templo de Diana, en Atenas, para pasar a la historia.
Y ahora subordina la voluntad popular
Y llego al punto álgido de tu fraterna carta que rezuma tristeza por la suerte de la patria que, definitivamente no mereció jamás pasar por esta penitencia alucinante cualquiera haya sido su pecado original. En el año 750 a .C. los griegos inventaron el voto para decidir en asamblea pública cual solución era la mejor para resolver un problema. Desde esa lejana época es ley que quien obtenga la mayoría en unas elecciones obtiene la delegación de la soberanía popular.
En Venezuela, durante su vida republicana, el pueblo acudía a las urnas electorales a elegir a sus diputados y el partido que obtenía la mayoría llevaba más diputados al Congreso. Así de simple. Pero Chávez, todavía inconforme con el abuso y el ventajismo que caracteriza su participación en cada contienda electoral, que la idiotez internacional – léase izquierda – no se cansa de alabar como evidencia de talante democrático, desvirtuó el principio universal de la proporcionalidad recogida en el artículo 186 de su propia Constitución, y por mal arte de una ley espuria – inexistente, como toda ley que colide con la Carta Magna – se apodera de la mayoría parlamentaria (58%) a pesar de haber obtenido una votación inferior (49%) a sus adversarios, es decir que ha destruido otro puente de la paz ciudadana, puesto que el voto pierde así su estructura democrática, representativa de la voluntad popular, para ser un instrumento manipulado por los intereses particulares del gobierno.
La destrucción sistémica de estos tres pilares de la convivencia pacífica evidencian el perverso plan de Chávez de llevar a la nación a una guerra fratricida – toda guerra es incivil. Sin embargo, apreciado amigo, los resultados de esta gesta electoral demuestran que su histérico grito de guerra no fue escuchado, así que lo que cuenta son los votos emitidos por el pueblo, que venció el miedo y le demostró a este engreído inescrupuloso que cuando le puso como fecha de vencimiento el 2012, estaba hablando en serio. Y eso, amigo, no tiene precio. Un abrazo en la distancia.
Me alegra que tu lucidez siga al servicio de la causa de la libertad, del progreso y de la paz, pero de la paz que surge de los tres elementos sustantivos de la armónica relación social: La ley, bajo cuyo imperio brilla la justicia, se respeta el derecho ajeno y se sanciona la transgresión sin distingo de raza, credo o posición social, como reza la esperanza; el dinero – el producido por el trabajo, con honestidad, por supuesto – que es la única manera de apropiarse de la propiedad ajena sin coacción – la otra forma es la del malandro con una pistola o con el ejército - y el voto, sistema insustituible para dirimir las diferencias políticas por decisión de la mayoría, que es lo que en la realidad traduce “soberanía popular” que la Constitución otorga al pueblo.
Cuando uno de esos elementos se distorsiona, banaliza o frustra las consecuencias son el caos, la incertidumbre y el miedo que derivan, por imperativo de la supervivencia en la pérdida absoluta de la moral pública que, como dijera Bolívar, bien pronto causa la disolución del Estado. Como bien mencionas en tu certero análisis, Chávez se ha convertido en el Atila de esos tres pilares de la paz y, por ende, del progreso.
Ha convertido la ley en un instrumento perverso que, además de usarse para legitimar procesos ilegales e inconstitucionales y hasta reñidos con los derechos humanos y el avance jurídico de la civilización, se aplica según su conveniencia, para premiar lealtades viles y castigar disidencias dignas.
Declarándose enemigo jurado del capitalismo, es decir del dinero – por infección fidelista – ha eliminado las posibilidades del pueblo y de las nuevas generaciones que se incorporan al mercado de trabajo, de obtener un empleo ético que le produzca el ingreso necesario para mantenerse y proteger a su familia, pues de manera sistemática, violando el precepto constitucional que protege la propiedad, ha destruido el inventario empresarial privado, principal empleador de este país, alejando la inversión nacional y extranjera. El resultado de esta práctica funesta ha sido el aumento desmesurado de toda forma de delincuencia que ha penetrado toda la estructura de la sociedad, poniendo en práctica formas inéditas de delinquir, como que desde las cárceles se extorsione a los familiares de los presos primerizos, a quienes se secuestra en el interior de la celda – a lo mejor con la anuencia de los guardianes - y bajo amenaza de muerte obtienen sumas millonarias de humildes hombres y mujeres del pueblo y cada vez son más las evidencias de la participación de funcionarios policiales en la comisión de atracos y homicidios por encargo.
Como Roma, hermano, como Roma
Como bien recuerdas, fue la depravación moral de los césares, que ocasionó la desmoralización del ejército, lo que destruyó al imperio romano, y eso será lo que acabará con el chavismo, pero desgraciadamente como a Roma, la ruina de la nación será la consecuencia.
No sé si leíste la reflexión coincidente con tu preocupación, de Joaquín Villalobos – antiguo comandante del Ejercito Revolucionario del Pueblo, integrante del Frente Farabundo Martí que ocasionó decenas de miles de muertes en El Salvador, hoy anti izquierdista dedicado a la prédica democrática, como toda puta redimida que después de hartarse de putear predica la virtud propia de las mujeres de honor que no necesitaron prostituirse para descubrir que la honestidad es una virtud – que alerta a Latinoamérica del inminente destino de Venezuela: “El caos institucional ha convertido a Venezuela en la principal plataforma de tráfico de drogas hacia EE UU y Europa. Centenares de miles de armas han pasado a manos de civiles y diversidad de ejércitos conviven en el territorio en un equilibrio muy frágil. Los espacios entregados a las FARC colombianas; el surgimiento de múltiples grupos armados de izquierda dominando barrios urbanos; la formación de milicias partidarias y la generación de grupos del crimen organizado han hecho perder soberanía y poder al Estado venezolano.
Las instituciones policiales y las Fuerzas Armadas – que se reconocen a sí mismas solo como uno más de los poderes armados que existen en el país - se han debilitado seriamente en el control de la seguridad interna y estas últimas son vistas por Chávez como amigas y enemigas al mismo tiempo. Las milicias han sido creadas para enfrentar al Ejército en caso de un golpe de Estado. El Gobierno de Chávez, por estar jugando a "luchar contra el imperialismo y la oligarquía", le abrió las puertas al crimen organizado. Dejar asentarse a las descabezadas y derrotadas FARC en territorio venezolano equivale a haberse llevado alacranes a la cama porque esos desmoralizados combatientes terminarán convertidos en bandidos.
Chávez es pasajero y en el corto o mediano plazo saldrá del Gobierno. El Estado venezolano tendrá entonces que reconstruir sus instituciones de seguridad, recuperar el monopolio de la fuerza y restablecer la seguridad interna. Quizás los militares venezolanos se la estén pasando bien ahora, con millonarias compras de armamento inútil y una gran corrupción, sin embargo, cuando Chávez salga, tendrán que enfrentar a los poderes armados que hoy están creciendo. Es tristemente previsible que muchos venezolanos - militares, policías y civiles - morirán en esa guerra que se viene”.
Más claro, certero y objetivo no es posible ser, solamente los saqueadores, los esquizofrénicos ideológicos y el pueblo ignorante seducido y sobornado por la corrupción más degradante, son capaces de obviar esta espantosa realidad que amenaza disolver la nación.
Pueblos estúpidos, como el romano de aquella hora, incapaces de prever su aniquilamiento, se postran a los pies de un desquiciado moral que les habla en el lenguaje onomatopéyico que les remueve la sentina. “El loco Hugo” – como solían llamarlo sus amigos de juventud por su atolondramiento – está logrando su sueño de inmortalidad como aquel griego idiota que incendió el templo de Diana, en Atenas, para pasar a la historia.
Y ahora subordina la voluntad popular
Y llego al punto álgido de tu fraterna carta que rezuma tristeza por la suerte de la patria que, definitivamente no mereció jamás pasar por esta penitencia alucinante cualquiera haya sido su pecado original. En el año 750 a .C. los griegos inventaron el voto para decidir en asamblea pública cual solución era la mejor para resolver un problema. Desde esa lejana época es ley que quien obtenga la mayoría en unas elecciones obtiene la delegación de la soberanía popular.
En Venezuela, durante su vida republicana, el pueblo acudía a las urnas electorales a elegir a sus diputados y el partido que obtenía la mayoría llevaba más diputados al Congreso. Así de simple. Pero Chávez, todavía inconforme con el abuso y el ventajismo que caracteriza su participación en cada contienda electoral, que la idiotez internacional – léase izquierda – no se cansa de alabar como evidencia de talante democrático, desvirtuó el principio universal de la proporcionalidad recogida en el artículo 186 de su propia Constitución, y por mal arte de una ley espuria – inexistente, como toda ley que colide con la Carta Magna – se apodera de la mayoría parlamentaria (58%) a pesar de haber obtenido una votación inferior (49%) a sus adversarios, es decir que ha destruido otro puente de la paz ciudadana, puesto que el voto pierde así su estructura democrática, representativa de la voluntad popular, para ser un instrumento manipulado por los intereses particulares del gobierno.
La destrucción sistémica de estos tres pilares de la convivencia pacífica evidencian el perverso plan de Chávez de llevar a la nación a una guerra fratricida – toda guerra es incivil. Sin embargo, apreciado amigo, los resultados de esta gesta electoral demuestran que su histérico grito de guerra no fue escuchado, así que lo que cuenta son los votos emitidos por el pueblo, que venció el miedo y le demostró a este engreído inescrupuloso que cuando le puso como fecha de vencimiento el 2012, estaba hablando en serio. Y eso, amigo, no tiene precio. Un abrazo en la distancia.
0 comentarios:
Publicar un comentario