Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

7 de octubre de 2009

LIBERALISMO SIGLO XXI VS SOCIALISMO SIGLO XXI

Hitler tenía un incondicional cuya tarea era traducir a lenguaje civilizado los crímenes contra los judíos, y así la orden de exterminarlos fue emitida bajo el título “solución final”. Este tipejo se suicidó en Nuremberg, horrorizado al despertar del letargo moral en el que lo sumió el carisma de Hitler y percibir a plena conciencia y en toda su infamia su condición criminal. Era un vil asesino y punto, no un héroe protector de la pureza racial de Alemania.

Chávez tiene también su embrión de suicida que le sugiere sustantivos elegantes para sus torpezas y pretensiones absolutistas. Por ejemplo, “Socialismo siglo XXI” es el apelativo mediático para su “petrocomunismo militarista”. Sin embargo al analizar el contexto de su propuesta develamos su intención de comunistizar su gobierno, a saber, centralismo exacerbado, salvaje capitalismo de Estado, limitación a la propiedad privada, intervensionismo gubernamental en el aparato productivo, sustitución paulatina de la empresa privada nacional por transnacionales que no se meten en política, destrucción de la formalidad institucional de la república disfrazada de misiones electoreras, educación ideologizante, sacrificio del individuo por la masa, patronalización del movimiento sindical en las empresas y entidades del Estado, comunitarismo laboral, control de la sociedad por el sistema represivo cubano, leyes expresas para la criminalización de la disidencia, parasitismo social para atar la voluntad del pueblo a la riqueza del gobierno, entre otros elementos como la regulación de la libertad de expresión.

Frente a esto no ha surgido ninguna propuesta que no apunte a un chavismo sin Chávez, por el supuesto apoyo popular, masivo, que sus propuestas asistencialistas han logrado en las comunidades más empobrecidas del país bajo la premisa de la sumisión por la subsistencia.
Los líderes emergentes y los tradicionales se encuentran atrapados en una profunda contradicción, unos por no abandonar antiguas posiciones ideológicas, a pesar de su manifiesto fracaso, y otros por seguirle la corriente al pueblo que todavía no ha percibido el desastre económico que significa para su futuro la improductividad inducida a cambio de solidaridad automática con el “proceso”, y que a la larga producirá escasez y represión. Ya se han adelantado con la reforma del Código Penal que criminaliza la protesta pública y conculca el derecho huelga, que ya había sido prohibida para funcionarios públicos como maestros y médicos.

¿47 años de socialismo no bastan para entender que ha fracasado?

Es importante destacar que la democracia venezolana estuvo, desde su nacimiento, signada por gobiernos socialistas de corte socialdemócrata o social cristiano, con oposición socialista, que mantuvieron suspendidos los derechos económicos consagrados en la Constitución del 61, hasta el segundo gobierno de Caldera.

Si analizamos las leyes sociales sancionadas en ese período encontraremos que todas están dirigidas al proteccionismo, por ejemplo, la ley de inquilinato y la reforma agraria de Betancourt, aunque la de Chávez es más comunista porque le niega la titularidad de la tierra a los campesinos. En contradicción con el desarrollo, los empresarios se encontraron desmedidamente favorecidos con leyes arancelarias que, hasta hoy, limitan fuertemente la competencia para proteger la “industria nacional” que no necesitó crecer porque aumentando los precios nivelaba su ineficiencia, por lo que un bluyín de mala calidad nacional es diez veces más caro que uno de asiático de superior factura. Y ni se diga de los automóviles. Sin embargo, estas medidas “nacionalistas” lo que lograron fue crear cordones de miseria de reproducción irresponsable que inundó la nación de delincuencia y parasitismo, que por paradoja encontró en Chávez a su redentor.

Y éste líder de los desposeídos ha dilapidado la más formidable oportunidad de desarrollo del país, estimulando ese parasitismo y destruyendo posibilidades de empleo porque toda su propuesta económica se basa en las importaciones porque así logra apoyo internacional a sus vehementes deseos hegemónicos y somete a la sumisión al empresariado criollo. Hemos pasado del Estado de Bienestar populista clientelar al Bienestar del Estado populista clientelar, en los cuales todo es gratis aunque malo, escaso y sumamente costoso en posibilidades de desarrollo, pero da votos y en el caso del último, voto traduce poder omnímodo y eterno.

Frente a ese discurso pobrecitista y empobrecedor...

Sin olvidar que el eje de nuestra propuesta es la “racionalidad social”, es decir “responsabilidad social” sin caer ni por un instante en la veleidad de “complacer al pueblo” o en seguir sus contradicciones, y en lugar de usar el término justicia para el debido balance de los social planteamos la equidad social a través del desarrollo económico liberal, sistema de seguridad social en manos de empresas privadas de inversión que garanticen la progresividad de las pensiones, servicios públicos eficientes, oportunos y de calidad, descentralización efectiva, empleo digno, infraestructura popular que incluya viviendas dignas, hospitales de primer nivel, instalaciones sanitarias, agua potable, escuelas, preescolares y guarderías.

A las comunidades empobrecidas es imperativo ofrecerles la oportunidad de progresar por el desarrollo de sus individuos no por la dádiva infamante que las mantiene atadas a los caprichos electorales del autócrata de turno. He constatado que los jóvenes de esas barriadas populares están hartos de que los políticos los visiten en cada evento electoral para ofrecerles bacheo y cloacas, sin considerar la posibilidad de educarlos políticamente para que ejerzan sus derechos a plena conciencia.

Una propuesta basada en la ética, la política, el individuo y la libertad

Esta propuesta está articulada en el plano de la ética, la política, el individuo y la libertad, en democracia, dentro del marco de la reducción del poder del Estado y sus asfixiantes controles burocráticos, y del libre mercado, es decir avanzar del Estado de Bienestar a la Sociedad de Bienestar.

Y es en el liberalismo, y dígalo sin sonrojo, donde encontramos la auténtica doctrina de esa libertad, en la que el hombre es él y sus decisiones y su progreso dependerá exclusivamente del desarrollo de sus potencialidades, en el entendido de que cada cual obtendrá lo que su capacidad y responsabilidad quieran. Nada es más digno para un hombre y una mujer que poder producir el sustento por sus propios medios.

Es la trilogía trabajo, estudio, responsabilidad la clave del desarrollo del individuo, y es el individuo, formado y desarrollado, en el dominio de sus facultades creativas, el auténtico núcleo de la sociedad. Y una sociedad integrada por individuos especificistas es una sociedad que avanza indetenidamente hacia el progreso, inserta en la modernidad y la globalización compitiendo con las grandes naciones liberales del planeta.

El petróleo debe ser el instrumento económico para romper con la dependencia del Estado que ha generado este parasitismo social que hoy amenaza con disolver la nación. Su destino es ser un rubro más, y no el más importante, de los que producirá el formidable aparato productivo de esta nación que soñamos.

Es un trabajo de largo aliento que debe comenzar desde la oposición

Observando de cerca la realidad económica y social que vive Venezuela, con tal magnitud de pobreza, aumentada en estos años de mal gobierno chavista, parece una labor titánica lo que planteo, porque el inmediatismo de la supervivencia pospone cualquier posibilidad a largo plazo, y porque se ha asumido que el reverso de la pobreza es la riqueza y nada que no prometa riqueza fácil es plausible.

Pero la verdad es que el reverso de la pobreza es mejor calidad de vida a través del empleo digno y la educación para la vida, y servicios públicos eficientes y solidaridad social orgánica. Y, repito, pobreza es una forma modesta de vivir que puede ser hasta voluntaria, que nada tiene que ver con la miseria que es una manera de sobrevivir sin dignidad. Quien quiera recoger la bandera del liderazgo opositor debe ponerse en marcha hacia los barrios a buscar potencialidades y convertirlas en transformadores sociales, actores políticos responsables de edificar una nueva realidad con el hombre y sus circunstancias. Eso sí, no es un trabajo para ganar las próximas elecciones, es un compromiso de vida por la patria y de muy larga paciencia. La recompensa: una mejor patria por una mejor gente.

El liberalismo también se puede redefinir como Siglo XXI

El liberalismo no es una ideología como el socialismo, y mucho menos un dogma, es una doctrina de vida basada en la libertad y en la primacía del individuo sobre la masa y, por tanto, en el obligatorio reconocimiento de las libertades individuales como inalienables; esas libertades incluyen la de pensamiento, expresión y religión pero también las económicas, bajo la base de la libre disposición, posesión y disfrute de la propiedad legítimamente adquirida.

“En cuanto a la política, la ideología liberal encuentra sus bases en Montesquieu; y parte del hecho de que no hay personas ni sistemas perfectos, y por lo tanto, el Estado debe ser un conjunto de pesas y balanzas en el que se contrapesen los distintos poderes que ostenta sobre el individuo, para que ninguno pueda devenir en tiranía. Por tanto, el Estado debe seguir una filosofía de mínima intervención, o laissez faire (en francés, “dejar hacer”).

Esta se sustenta de un lado en la convicción de que cada individuo buscará lo mejor para si mismo, y del otro en que las relaciones sociales surgidas de este modo tenderán a beneficiar a todos, siendo la labor del Estado corregir los casos en que esto último no se cumpla”.

“Ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta, y, por lo tanto, es mucho más que una política. Y, como tal conducta, no requiere profesiones de fe sino ejercerla, de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio o como, por instinto, nos resistimos a mentir. Como todos los pensamientos que han agitado a la Humanidad, el liberalismo es al mismo tiempo una dirección del pensamiento y una acción práctica.

Es una acción del pensamiento porque no es una doctrina cerrada, sino una tendencia, mejor dicho, una fuerza espiritual sujeta a continuo desenvolvimiento, que se concreta en los diversos periodos de su historia en distintas ideas, para sobrepasarlas inmediatamente. En su primera época se limita a conquistar los derechos individuales. Después lucha por los políticos, luego pide los derechos de la mujer. Planteado este problema, combate por la cultura y la libertad económica del pueblo y ahora trata de consolidar esa empresa organizando la Humanidad sobre el principio de la igualdad internacional y la justicia económica.

Y es una acción práctica porque se manifiesta también como un sentimiento que impulsa a los pueblos a encarnar las ideas liberales en instituciones. Por ello para ser liberal no basta con conocer propiamente las doctrinas liberales; es necesario sentir la libertad, practicarla y propagarla. Y ese aspecto activo del liberalismo encierra tanto valor que, sin él, no podrían explicarse las agitaciones que han conmovido a todos los pueblos civilizados, y la revolución operada en su edad contemporánea; y es más, la misma crisis que actualmente sufre el liberalismo depende principalmente de que los elementos liberales que han incluido en la gobernación a los pueblos se han preocupado de todo menos de crear y mantener vivo el sentimiento de la libertad”. Gregorio Marañón

¿Qué es proyecto político?

Como proyecto político liberal se entiende un adecuado programa económico con reglas de juego claras, y la aplicación eficiente de planes sectoriales, con voluntad de servicio y eficiencia, para generar la prosperidad nacional a través del desarrollo del individuo, según sus capacidades, mediante el trabajo, el estudio, la responsabilidad, la creatividad, la igualdad de oportunidades, la meritocracia.

Rafael Marrón González





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