Los hombres de poder son entidades totalitarias para quienes su voluntad tiene que ser la ideología de los seguidores. Sean teocráticos, nazis, comunistas o fascistas el cordón umbilical es el ansia desmedida de poder producida por una patología narcisista que ejerce una inexplicable fascinación sobre colectivos supuestos inteligentes que pierden la necesaria racionalidad frente al carisma voluptuoso - erotizante – que emana de estas figuras estigmáticas, al grado de perder la noción del peligro.
Es digna de estudio psiquiátrico la captación hipnótica que activan estos personajes, regularmente ineficientes y corruptos, pero de verbo irreverente y de posturas heroicas que rayan en el ridículo – emblemáticos el saludo de Hitler o las manos a la cintura de Mussolini o el golpear el puño izquierdo contra la palma derecha de Chávez.
Esta realidad nos lleva a aseverar que el totalitarismo no existe sino que es el resultado de la complicidad convocada por el magnetismo de la entidad totalitaria que se erige símbolo viviente de la nación y por lo tanto todo quien lo adverse es apátrida. Que de los más despiadados liberticidas de la humanidad, Stalin, Fidel y Mao sean comunistas, Hitler, nacionalsocialista y Mussolini fascista es irrelevante, para lo que nos ocupa; tienen idéntica implicación sociológica los personalismos como el “franquismo” de Franco - cobijado bajo el clericalismo radical - el “evitismo” de Perón - devenido peronismo - o del bolivarianismo ad hoc de Chávez mutado en “chavismo”.
La ideología siempre es secundaria, en todo caso es una metodología para instaurar el Estado de servidumbre inherente a la actuación despótica de la entidad totalitaria, por dos vías: La represión que instaura el miedo – sin el cual no es posible que un hombre de verdad resigne la libertad y sus derechos derivados - y la sumisión por la supervivencia, que comienza por los más débiles, pero que al final oprime a todos.
Chávez ha degradado comunista - de eso no hay la menor duda – y, si no lo detenemos, el destino que espera a Venezuela será el de todos los países que han tenido la inmensa desgracia de caer en las garras de esa secta criminal. Sin embargo, el comunismo de Chávez ha sido claramente asumido, no como ideología motriz, sino como vector de su condición patológica como entidad totalitaria.
Esto es importante entenderlo para poder descifrar la dimensión de lo que hemos venido enfrentando los venezolanos y que ha llevado a demasiados analistas a juzgar la situación desde una óptica formalista que se sorprende de la absoluta falta de escrúpulos de Chávez, que llega al paroxismo de subordinar los poderes públicos de control, manejar a su arbitrio los recursos del Estado y de fanatizar a miles de sus débiles mentales a conciencia de la criminalidad implícita en la sensación de impunidad. Y esa evaluación ingenua de esta entidad totalitaria genera errores de operación en el campo de la oposición que se niega – inconscientemente - a pronunciar la definición precisa, colaborando así con su ficción democrática.
No mienten pero nadie les cree
Chávez – como entidad totalitaria - jamás ha mentido sobre sus intenciones, su irrupción en la escena política fue con el discurso de la violencia y la descalificación inmoral – “escuálido” significa “no gente”, como el cognomento “gusano” que Fidel aplica a los hombres libres, estrategia para eliminar la condición humana de los adversarios para que puedan ser asesinados por sus débiles mentales, sin cargos de conciencia.
Los documentos confiscados en la derrota de su golpe de Estado reflejan la visión mesiánica y destructiva de su carácter despótico, además de su prédica contra la propiedad privada, la exaltación de la economía planificada y la satanización de la productividad.
Y es que todos los hombres de poder han sido brutalmente francos, pero la ingenuidad adormecida por la tradición se niega a admitir que lo que escucha es el proyecto que indefectiblemente se va a ejecutar desde el poder. Hitler se cansó de expresar públicamente su odio al pueblo judío, anticipó que lo iba a exterminar si llegaba al poder, lo decía inclusive en presencia de familias judías que lo invitaban a cenar con la esperanza de ingresar a su círculo íntimo y no faltaron judíos que prestaron su apoyo financiero para dotarlo del poder que los aniquiló y que, fascinados por la entidad totalitaria, llamaban radical al periodista – voz solitaria que clamó en el desierto - que los alertaba.
Jamás le mintió al pueblo alemán sobre sus intenciones expansionistas y criminales. Pero todos pensaron que era un discurso oportunista dada la crisis económica y social que atravesaba Alemania y por ello obtuvo la complicidad infantil de la sociedad que muy tarde comprendió la estupidez de su incredulidad. Sin esa colaboración, que incluyó a filósofos, académicos, militares, aristócratas, obreros, sindicatos, Hitler jamás hubiera existido. Lo que nos indica que la patología totalitaria deslumbra y desarma la lógica lo que le permite instaurar el régimen totalitario que lo exalta.
De esa manera Chávez ofreció al populacho “freír cabezas de adecos” – que traduce “eliminar a todo quien no esté conmigo incondicionalmente”, y, por ese sol que nos alumbra, que lo cumplirá…. si lo dejamos. Pero a su lado pululan todavía empresarios, sindicalistas, gente de la clase media idiotizada por los privilegios y buena parte del pueblo, convencidos todos, por la torpeza de la ilusión, de que “Chávez no es así”. Pues, sí lo es.
Es una entidad totalitaria con una idea fija: Quedarse para siempre en el poder. Así tenga que aniquilar a media Venezuela. Y su metodología de control social es la comunista – que en su sistema operativo es fascista, como lo es el nazismo, el peronismo, el franquismo y todos los “ismos” totalitarios que en el mundo han sido y serán – y eso significa sencillamente todo el poder – político, militar, económico, religioso – que en el caso de Chávez es antropológico - para el Estado que el gobierno usurpa, es decir para Chávez, que convirtió la jerarquía militar inherente a la presidencia de la República en un grado activo - porque las entidades totalitarias se sustentan en ejércitos, así sean papales – y que la sociedad de bienestar desaparecerá engullida por la ignara masa igualitarista seducida y sobornada, que luego de destruir gozosamente todo lo construido, se sentará a llorar su miseria histórica sobre los escombros de lo que fue Venezuela. Como Cuba. Porque para la ignorancia, “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Una de las más conspicuas idioteces de la que tenga noticias en el amplio campo de la estupidez humana.
La respuesta de los demócratas
La democracia ha sido la propuesta civilizada para combatir la tendencia totalitaria que anida – como la codicia - en todo hombre en su estado natural. De allí que la democracia sea una propuesta cultural, por eso es tan difícil de introyectar por el hombre común para quien los preceptos democráticos son exquisiteces que amenazan su almuerzo y cuya ignorancia lo hace fácil presa de la inescrupulosidad totalitaria que lo convence de que su “soberanía” alcanza proporciones supra constitucionales, lo que demuestra aprobando alteraciones que anulan la democracia.
Pero es la política la respuesta a las entidades totalitarias, que no son políticos sino hombres de poder. En Argentina continúa vivo el desastroso peronismo porque no se derrotó políticamente, sino que se interrumpió con golpes militares de mediocres dictadores de instintos asesinos, hoy sentenciados por la justicia. En Venezuela la cosa no le ha salido tan bien a Chávez como a Fidel por el espíritu libertario que todavía anida en la mayoría de los venezolanos, pero esta entidad totalitaria hará lo que tenga que hacer sin pararse en mientes para lograr sus fines. Pero su ciclo histórico se está cerrando demasiado pronto y cada vez tiene menos fuerza popular, por eso la política debe asumir su compromiso para desterrar el miedo, que sustituyó la esperanza que Chávez encarnó alguna vez, en el espíritu del pueblo y debe coadyuvar en América entera para vigilar la legitimidad de desempeño de estas entidades totalitarias camufladas, que usan sin pudor las debilidades de la democracia para destruirla. Es la política el formidable enemigo de toda entidad totalitaria. Y todas han sucumbido a ella.
Rafael Marrón González
Es digna de estudio psiquiátrico la captación hipnótica que activan estos personajes, regularmente ineficientes y corruptos, pero de verbo irreverente y de posturas heroicas que rayan en el ridículo – emblemáticos el saludo de Hitler o las manos a la cintura de Mussolini o el golpear el puño izquierdo contra la palma derecha de Chávez.
Esta realidad nos lleva a aseverar que el totalitarismo no existe sino que es el resultado de la complicidad convocada por el magnetismo de la entidad totalitaria que se erige símbolo viviente de la nación y por lo tanto todo quien lo adverse es apátrida. Que de los más despiadados liberticidas de la humanidad, Stalin, Fidel y Mao sean comunistas, Hitler, nacionalsocialista y Mussolini fascista es irrelevante, para lo que nos ocupa; tienen idéntica implicación sociológica los personalismos como el “franquismo” de Franco - cobijado bajo el clericalismo radical - el “evitismo” de Perón - devenido peronismo - o del bolivarianismo ad hoc de Chávez mutado en “chavismo”.
La ideología siempre es secundaria, en todo caso es una metodología para instaurar el Estado de servidumbre inherente a la actuación despótica de la entidad totalitaria, por dos vías: La represión que instaura el miedo – sin el cual no es posible que un hombre de verdad resigne la libertad y sus derechos derivados - y la sumisión por la supervivencia, que comienza por los más débiles, pero que al final oprime a todos.
Chávez ha degradado comunista - de eso no hay la menor duda – y, si no lo detenemos, el destino que espera a Venezuela será el de todos los países que han tenido la inmensa desgracia de caer en las garras de esa secta criminal. Sin embargo, el comunismo de Chávez ha sido claramente asumido, no como ideología motriz, sino como vector de su condición patológica como entidad totalitaria.
Esto es importante entenderlo para poder descifrar la dimensión de lo que hemos venido enfrentando los venezolanos y que ha llevado a demasiados analistas a juzgar la situación desde una óptica formalista que se sorprende de la absoluta falta de escrúpulos de Chávez, que llega al paroxismo de subordinar los poderes públicos de control, manejar a su arbitrio los recursos del Estado y de fanatizar a miles de sus débiles mentales a conciencia de la criminalidad implícita en la sensación de impunidad. Y esa evaluación ingenua de esta entidad totalitaria genera errores de operación en el campo de la oposición que se niega – inconscientemente - a pronunciar la definición precisa, colaborando así con su ficción democrática.
No mienten pero nadie les cree
Chávez – como entidad totalitaria - jamás ha mentido sobre sus intenciones, su irrupción en la escena política fue con el discurso de la violencia y la descalificación inmoral – “escuálido” significa “no gente”, como el cognomento “gusano” que Fidel aplica a los hombres libres, estrategia para eliminar la condición humana de los adversarios para que puedan ser asesinados por sus débiles mentales, sin cargos de conciencia.
Los documentos confiscados en la derrota de su golpe de Estado reflejan la visión mesiánica y destructiva de su carácter despótico, además de su prédica contra la propiedad privada, la exaltación de la economía planificada y la satanización de la productividad.
Y es que todos los hombres de poder han sido brutalmente francos, pero la ingenuidad adormecida por la tradición se niega a admitir que lo que escucha es el proyecto que indefectiblemente se va a ejecutar desde el poder. Hitler se cansó de expresar públicamente su odio al pueblo judío, anticipó que lo iba a exterminar si llegaba al poder, lo decía inclusive en presencia de familias judías que lo invitaban a cenar con la esperanza de ingresar a su círculo íntimo y no faltaron judíos que prestaron su apoyo financiero para dotarlo del poder que los aniquiló y que, fascinados por la entidad totalitaria, llamaban radical al periodista – voz solitaria que clamó en el desierto - que los alertaba.
Jamás le mintió al pueblo alemán sobre sus intenciones expansionistas y criminales. Pero todos pensaron que era un discurso oportunista dada la crisis económica y social que atravesaba Alemania y por ello obtuvo la complicidad infantil de la sociedad que muy tarde comprendió la estupidez de su incredulidad. Sin esa colaboración, que incluyó a filósofos, académicos, militares, aristócratas, obreros, sindicatos, Hitler jamás hubiera existido. Lo que nos indica que la patología totalitaria deslumbra y desarma la lógica lo que le permite instaurar el régimen totalitario que lo exalta.
De esa manera Chávez ofreció al populacho “freír cabezas de adecos” – que traduce “eliminar a todo quien no esté conmigo incondicionalmente”, y, por ese sol que nos alumbra, que lo cumplirá…. si lo dejamos. Pero a su lado pululan todavía empresarios, sindicalistas, gente de la clase media idiotizada por los privilegios y buena parte del pueblo, convencidos todos, por la torpeza de la ilusión, de que “Chávez no es así”. Pues, sí lo es.
Es una entidad totalitaria con una idea fija: Quedarse para siempre en el poder. Así tenga que aniquilar a media Venezuela. Y su metodología de control social es la comunista – que en su sistema operativo es fascista, como lo es el nazismo, el peronismo, el franquismo y todos los “ismos” totalitarios que en el mundo han sido y serán – y eso significa sencillamente todo el poder – político, militar, económico, religioso – que en el caso de Chávez es antropológico - para el Estado que el gobierno usurpa, es decir para Chávez, que convirtió la jerarquía militar inherente a la presidencia de la República en un grado activo - porque las entidades totalitarias se sustentan en ejércitos, así sean papales – y que la sociedad de bienestar desaparecerá engullida por la ignara masa igualitarista seducida y sobornada, que luego de destruir gozosamente todo lo construido, se sentará a llorar su miseria histórica sobre los escombros de lo que fue Venezuela. Como Cuba. Porque para la ignorancia, “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Una de las más conspicuas idioteces de la que tenga noticias en el amplio campo de la estupidez humana.
La respuesta de los demócratas
La democracia ha sido la propuesta civilizada para combatir la tendencia totalitaria que anida – como la codicia - en todo hombre en su estado natural. De allí que la democracia sea una propuesta cultural, por eso es tan difícil de introyectar por el hombre común para quien los preceptos democráticos son exquisiteces que amenazan su almuerzo y cuya ignorancia lo hace fácil presa de la inescrupulosidad totalitaria que lo convence de que su “soberanía” alcanza proporciones supra constitucionales, lo que demuestra aprobando alteraciones que anulan la democracia.
Pero es la política la respuesta a las entidades totalitarias, que no son políticos sino hombres de poder. En Argentina continúa vivo el desastroso peronismo porque no se derrotó políticamente, sino que se interrumpió con golpes militares de mediocres dictadores de instintos asesinos, hoy sentenciados por la justicia. En Venezuela la cosa no le ha salido tan bien a Chávez como a Fidel por el espíritu libertario que todavía anida en la mayoría de los venezolanos, pero esta entidad totalitaria hará lo que tenga que hacer sin pararse en mientes para lograr sus fines. Pero su ciclo histórico se está cerrando demasiado pronto y cada vez tiene menos fuerza popular, por eso la política debe asumir su compromiso para desterrar el miedo, que sustituyó la esperanza que Chávez encarnó alguna vez, en el espíritu del pueblo y debe coadyuvar en América entera para vigilar la legitimidad de desempeño de estas entidades totalitarias camufladas, que usan sin pudor las debilidades de la democracia para destruirla. Es la política el formidable enemigo de toda entidad totalitaria. Y todas han sucumbido a ella.
Rafael Marrón González
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