Un chavista se queja en voz alta de la delincuencia y otro que lo escucha le recrimina su falta de compromiso con la revolución. Y en esa sencilla oración está reflejada la inmensa realidad de la inseguridad en el país. No hay nadie a salvo.
Los chavistas están condenados a llorar en silencio a sus muertos, sin una queja, para no dañar la revolución. Y los gritos ensordecedores de los demás no encuentran oídos en un gobierno que dota de impunidad al hampa – 93% de los homicidios quedan impunes - que le suministra el terror masivo indispensable para avanzar en su implantación comunista. Para forzar la emigración de la clase media. Para vaciar al país de sus talentos y promesas. Que se vayan a otra parte.
La patria socialista solo necesita parásitos. Y así Venezuela se desangra. Nuestros jóvenes valores deben escapar para preservar la vida o son asesinados a las puertas de sus casas. Con idéntica impresión escribe el profesor de la UCAB Valentín Arenas Amigó: “En la Cuba de Castro era el Estado mismo quien generaba el terror a través de los fusilamientos en el paredón para que los disidentes supieran lo que el régimen era capaz de hacer para mantenerse.
En la Venezuela de (Chávez) sería un escándalo el paredón, pero permitir que se genere una situación de inseguridad y de miedo hasta para salir a la calle, sí puede ser un instrumento válido para la revolución pues se crea una situación de (impunidad) e indefensión generalizada destinada a crear el mismo terror colectivo, pero sin paredón, que le permite al proceso avanzar hacia su objetivo de control total”.
Lo que observa y siente la población es que mientras los asesinos despiadados, bestializados por la droga, que profusamente circula por las arterias de Venezuela, se apoderan de las calles y lugares de esparcimiento a cualquier hora del día o de la noche e insatisfechos con atracar y secuestrar, disparan a matar contra sus inocentes víctimas de todas las edades – humildes trabajadores, estudiantes, profesionales, comerciantes – para probar su naturaleza asesina ante los jefes de las bandas - cubriendo de dolor y luto la geografía venezolana.
Chávez ladra contra el imperio y compra armas sofisticadas y que para enfrentar una anhelada invasión, que hace carcajear a los gringos, y la policía – insuficiente, mal pagada, mal armada y mal vestida - es penetrada por el hampa gracias a la puerta que le abrió la revolución y su estúpida visión sociológica - “quien tenga hambre puede robar” – lo que hasta el propio gobierno admite al señalar que 20% de la policía es hampa - uno de cada cinco delitos es cometido por un policía.
Pienso que el Código Penal – ante la gravedad de la situación – debe contemplar la aplicación del doble de la pena estipulada – con eliminación de beneficios procesales - si el delito es cometido por un policía. Y, además, es necesario ir pensando seriamente – por la severa psicopatía nacional - las personas son becerros, muñecos, cosas - en incorporar la figura de la “cadena perpetua” para crímenes horrendos y juzgar como adultos a los menores homicidas, pues es necesario defender a ultranza a la sociedad ante este Estado de horror que nos mancilla.
Un ejército terrorista
Y es que todavía parece que no hemos analizado en su justa dimensión el serio problema de la delincuencia, convertida por la impunidad en poderoso ejército terrorista – como tal debe ser considerada - que tiene a la población venezolana en estado paranoico, porque en Venezuela la delincuencia practica un sadismo que solo puede entenderse bajo la óptica del odio.
No tiene idea este gobierno de ambiciosos cohesionados por la codicia, de la ferocidad depredadora de la bestia que han creado. Su Estado corrupto y quebrado está siendo absorbido por la inmoralidad que han desatado con su imbecilidad, demostrada al invocar la “lucha de clases” – vaina de aduldolescentes tarados - con lo que pretenden justificar los crímenes del hampa.
Un comunista sostenía en un foro universitario, que la revolución “canalizaría la rebeldía que se expresaba en la violencia delictiva por la injusticia social del capitalismo”. Una estupidez, pues esa violencia lo que busca es la riqueza capitalista por la vía fácil del crimen, para el procaz disfrute pervertido de su ignorancia. Por eso es tan atractivo el tráfico de drogas. Que por cierto recluta no pocos diputados, ministros, jueces, militares, empresarios en estos tierreros conceptuales que mientan América Latina.
El problema es tan alarmante que no estamos lejos – tal la pérdida de la moral pública - de que se cree una institucionalidad al servicio de asesinos y traficantes – ¿por qué existen más defensores públicos que fiscales? – hay que recordar que en Colombia llegaron hasta el Congreso, y las FARC – su organización política – sigue en pie de guerra, y aquí en Venezuela el caso Makled no es menos emblemático, por poco uno de estos capos no fue alcalde de Valencia regalando lavadoras – indicativo de la irracionalidad de la ignorancia que llevó a Chávez al poder omnímodo que detenta.
A esa fuerza letal, impía e irracional solamente falta la disposición organizativa – ya hay megabandas - para apoderarse formalmente del país. Y no es precisamente este gobiernucho corrupto - a todas luces cómplice por razones políticas, si se le puede llamar política a esa enloquecida codicia - el que pueda detenerla una vez fijado ese objetivo. Que Dios nos ampare.
Estamos todos en el infierno
Al respecto, O Globo publicó hace unos años una entrevista del periodista Arnaldo Jabor a Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de "Marcola", máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC). Sus respuestas revelan la dimensión brutal del problema continental de la delincuencia:
- ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...! Mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios o infelices o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Está delante de una especie de post miseria que genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. (…) Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos. Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".
Se ha dudado de la autenticidad de esta entrevista, sin embargo su veracidad ha sido confirmada en Venezuela: Recientemente fue atracada en su vivienda una familia en Maracay, y los cinco delincuentes repetían que “eran hampa y en el país mandaban ellos”.
Con delincuencia y muerte no hay patria
En el año 2010 ocurrieron – extraoficialmente, porque el gobierno oculta las cifras - 17.600 homicidios en todo el territorio nacional, lo que coloca en 60,68 la tasa de homicidios por cada 100.00 habitantes - 20 en Brasil y 15 en México.
Lo que alegan los jefes policiales es que la mayoría de esas víctimas son delincuentes, lo que, supuestamente debe alegrarnos - por pequeño que sea el porcentaje de inocentes que perezcan en esa atrocidad alucinante, la lesión es inconmensurable - sin embargo esa es una evidencia del cáncer feroz que hace metástasis en nuestra sociedad.
Van cerca de 130 mil muertos en los doce años del gobierno de Chávez y el crimen sigue en ascenso – aunque la idiotez oficialista lo niegue o celebre supuestos descensos - y si esas autoridades tienen razón, entonces ¿cuál es la población delictiva del país? ¿40%? O Chávez reacciona ante esta realidad incontrovertible o seguiremos pensando que el problema radica en que entre bomberos no se pisan la manguera.
Rafael Marrón González
Los chavistas están condenados a llorar en silencio a sus muertos, sin una queja, para no dañar la revolución. Y los gritos ensordecedores de los demás no encuentran oídos en un gobierno que dota de impunidad al hampa – 93% de los homicidios quedan impunes - que le suministra el terror masivo indispensable para avanzar en su implantación comunista. Para forzar la emigración de la clase media. Para vaciar al país de sus talentos y promesas. Que se vayan a otra parte.
La patria socialista solo necesita parásitos. Y así Venezuela se desangra. Nuestros jóvenes valores deben escapar para preservar la vida o son asesinados a las puertas de sus casas. Con idéntica impresión escribe el profesor de la UCAB Valentín Arenas Amigó: “En la Cuba de Castro era el Estado mismo quien generaba el terror a través de los fusilamientos en el paredón para que los disidentes supieran lo que el régimen era capaz de hacer para mantenerse.
En la Venezuela de (Chávez) sería un escándalo el paredón, pero permitir que se genere una situación de inseguridad y de miedo hasta para salir a la calle, sí puede ser un instrumento válido para la revolución pues se crea una situación de (impunidad) e indefensión generalizada destinada a crear el mismo terror colectivo, pero sin paredón, que le permite al proceso avanzar hacia su objetivo de control total”.
Lo que observa y siente la población es que mientras los asesinos despiadados, bestializados por la droga, que profusamente circula por las arterias de Venezuela, se apoderan de las calles y lugares de esparcimiento a cualquier hora del día o de la noche e insatisfechos con atracar y secuestrar, disparan a matar contra sus inocentes víctimas de todas las edades – humildes trabajadores, estudiantes, profesionales, comerciantes – para probar su naturaleza asesina ante los jefes de las bandas - cubriendo de dolor y luto la geografía venezolana.
Chávez ladra contra el imperio y compra armas sofisticadas y que para enfrentar una anhelada invasión, que hace carcajear a los gringos, y la policía – insuficiente, mal pagada, mal armada y mal vestida - es penetrada por el hampa gracias a la puerta que le abrió la revolución y su estúpida visión sociológica - “quien tenga hambre puede robar” – lo que hasta el propio gobierno admite al señalar que 20% de la policía es hampa - uno de cada cinco delitos es cometido por un policía.
Pienso que el Código Penal – ante la gravedad de la situación – debe contemplar la aplicación del doble de la pena estipulada – con eliminación de beneficios procesales - si el delito es cometido por un policía. Y, además, es necesario ir pensando seriamente – por la severa psicopatía nacional - las personas son becerros, muñecos, cosas - en incorporar la figura de la “cadena perpetua” para crímenes horrendos y juzgar como adultos a los menores homicidas, pues es necesario defender a ultranza a la sociedad ante este Estado de horror que nos mancilla.
Un ejército terrorista
Y es que todavía parece que no hemos analizado en su justa dimensión el serio problema de la delincuencia, convertida por la impunidad en poderoso ejército terrorista – como tal debe ser considerada - que tiene a la población venezolana en estado paranoico, porque en Venezuela la delincuencia practica un sadismo que solo puede entenderse bajo la óptica del odio.
No tiene idea este gobierno de ambiciosos cohesionados por la codicia, de la ferocidad depredadora de la bestia que han creado. Su Estado corrupto y quebrado está siendo absorbido por la inmoralidad que han desatado con su imbecilidad, demostrada al invocar la “lucha de clases” – vaina de aduldolescentes tarados - con lo que pretenden justificar los crímenes del hampa.
Un comunista sostenía en un foro universitario, que la revolución “canalizaría la rebeldía que se expresaba en la violencia delictiva por la injusticia social del capitalismo”. Una estupidez, pues esa violencia lo que busca es la riqueza capitalista por la vía fácil del crimen, para el procaz disfrute pervertido de su ignorancia. Por eso es tan atractivo el tráfico de drogas. Que por cierto recluta no pocos diputados, ministros, jueces, militares, empresarios en estos tierreros conceptuales que mientan América Latina.
El problema es tan alarmante que no estamos lejos – tal la pérdida de la moral pública - de que se cree una institucionalidad al servicio de asesinos y traficantes – ¿por qué existen más defensores públicos que fiscales? – hay que recordar que en Colombia llegaron hasta el Congreso, y las FARC – su organización política – sigue en pie de guerra, y aquí en Venezuela el caso Makled no es menos emblemático, por poco uno de estos capos no fue alcalde de Valencia regalando lavadoras – indicativo de la irracionalidad de la ignorancia que llevó a Chávez al poder omnímodo que detenta.
A esa fuerza letal, impía e irracional solamente falta la disposición organizativa – ya hay megabandas - para apoderarse formalmente del país. Y no es precisamente este gobiernucho corrupto - a todas luces cómplice por razones políticas, si se le puede llamar política a esa enloquecida codicia - el que pueda detenerla una vez fijado ese objetivo. Que Dios nos ampare.
Estamos todos en el infierno
Al respecto, O Globo publicó hace unos años una entrevista del periodista Arnaldo Jabor a Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de "Marcola", máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC). Sus respuestas revelan la dimensión brutal del problema continental de la delincuencia:
- ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...! Mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios o infelices o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Está delante de una especie de post miseria que genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. (…) Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos. Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".
Se ha dudado de la autenticidad de esta entrevista, sin embargo su veracidad ha sido confirmada en Venezuela: Recientemente fue atracada en su vivienda una familia en Maracay, y los cinco delincuentes repetían que “eran hampa y en el país mandaban ellos”.
Con delincuencia y muerte no hay patria
En el año 2010 ocurrieron – extraoficialmente, porque el gobierno oculta las cifras - 17.600 homicidios en todo el territorio nacional, lo que coloca en 60,68 la tasa de homicidios por cada 100.00 habitantes - 20 en Brasil y 15 en México.
Lo que alegan los jefes policiales es que la mayoría de esas víctimas son delincuentes, lo que, supuestamente debe alegrarnos - por pequeño que sea el porcentaje de inocentes que perezcan en esa atrocidad alucinante, la lesión es inconmensurable - sin embargo esa es una evidencia del cáncer feroz que hace metástasis en nuestra sociedad.
Van cerca de 130 mil muertos en los doce años del gobierno de Chávez y el crimen sigue en ascenso – aunque la idiotez oficialista lo niegue o celebre supuestos descensos - y si esas autoridades tienen razón, entonces ¿cuál es la población delictiva del país? ¿40%? O Chávez reacciona ante esta realidad incontrovertible o seguiremos pensando que el problema radica en que entre bomberos no se pisan la manguera.
Rafael Marrón González
0 comentarios:
Publicar un comentario