Casos encontramos en la vida política de algunas naciones en las
cuales los herederos designados por un caudillo para continuar sus propósitos
de dominación, cambian totalmente el rumbo fijado en su brújula por años de
deformación, como fueron, por ejemplo, los casos de Eleazar López Contreras, el
zamarro delfín del bestial Juan Vicente Gómez, quien al morir este, enrumbó al
país hacia la democracia, proceso interrumpido por la prisa adeca del momento,
prisa que pagó bien caro la dirigencia. O, En España, el caso de Juan Carlos de
Borbón, criado por Franco para continuar su dictadura pacata y criminal, y
resultó un demócrata sin rival.
Pero esa actitud es reflejo de una
personalidad fuerte, capaz de fingir adhesión a la espera de su oportunidad
para desarrollarse, y ese no es el caso del designado por Raúl Castro para
suceder a Chávez, por exclusivos motivos pecuniarios: Es imperativa la sumisión
voluntaria al frente de la renta petrolera, para continuar la zafra de dólares
imperiales, extraídos a costa de la miseria del pueblo venezolano, que
garantiza la prolongación del martirio del deshilachado pueblo cubano y elevar
su magro intelecto y mezquina figura como sucesor del liderazgo emocional del
emperador de la necedad, su hermanastro Fidel Castro, que en modesta sirvienta
abandonada engendrara el gallegazo de su padre.
De este sucesor por ósmosis podemos
esperar las peores atrocidades que jamás, con todo y su desvarío, se hubiera
atrevido a cometer Chávez. Pues, tiene la obligación de demostrar que es más fidelista
que el mismísimo Fidel. Y una evidencia reciente de su impiedad castrista –
nadie es lo que no ha sido - fue su brutal respuesta al clamor por la libertad
de su padre enfermo, de la menor hija de Simonovis.
Esa es la falta de nobleza – ya este señor
la demostró cuando, después de infames horas de espera en una silla de ruedas,
negó la visa a la hija ciega de Carlos Andrés Pérez - que caracteriza a los
subalternos de cuerpo y alma imbuidos en la obediencia debida, y, lo peor, en
la adivinación espontánea de los deseos no expresados del moribundo.
Su absoluta carencia de dotes y virtudes
personales lo obliga a mimetizarse en la heredad: “Yo soy Chávez”. Y el coro lo
secunda: “Todos somos Chávez”. Y un gobernador de por estos lares, que corrió
el 11 de Abril, como guacharaca ante disparo de escopeta, grita que también él,
es Chávez. Sería el del 4 de Febrero, al que el ejército leal a la república y
a la democracia, sacó de un hueco como a Saddam los gringos, cosa que Arias
Cárdenas recordaba cuando lo llamaba “gallina”.
Y mientras tanto, el país nacional se
hunde en la desidia y ya no se hace mercado sino compras nerviosas, impelidas
por el susto del desabastecimiento. Pero Maduro sigue en la tarima con su
letanía impúdica: ¡Viva Cuba, viva Fidel, viva Raúl! Y la patria de Bolívar que
se vaya muy largo al carajo, porque de ella solo importa el poder que le
segregan, con el apoyo de la ignorancia, multiplicada exprofeso por el
socialismo, que no tiene la menor idea de lo que significa “hombre nuevo”, el que
en Cuba vende a su hermana y a su esposa – a su madre no porque es muy vieja y
no soporta el trote de los turistas sexuales.
Y es que da lástima el estado de
postración del país: Todas sus ciudades y pueblos son un asco. Las capitales
tomadas por asalto por la suciedad, el mal gusto y la rebatiña buhonera
reflejan la verdad de este gobierno al garete - en manos de los inútiles
cuidadores de la finca – cuyo signo es la estridencia: basta escuchar un minuto
a los “oradores” del postoperatorio del 4F, para hastiarse de sus cuentos
heroicos – tapa amarilla - decorados con la banderería heredada del fascismo,
con un pobre lenguaje que pretende ser grandilocuente y no pasa de inconexo
chirrido minimalista, dejando de lado – condenando al olvido – a las inocentes
víctimas de su felonía, como – para honrar en su nombre a todas – la niña
Noelia Lorenzo Parada (9 años) que recibió una bala de FAL en la cabeza
cuando los “amorosos” felones iniciaron la toma de Miraflores, cuyo homicidio
Caldera – “en mis manos no se perderá la República” - dejó impune.
No hay gobierno pero…
…amenazas contra todo lo que no hieda a
chavismo, si hay. Como si no fuera suficiente amenaza la del hampa criminal que
azota a la familia venezolana por la absoluta incompetencia de este inepto gobierno
de tarima y bambalinas. Crímenes contra la población inerme, contra la juventud
emprendedora, contra el auténtico futuro de la nación, como el asesinato vil
del hijo de Claudio Fermín, que ha conmovido – Claudio somos todos - a toda la
venezolanidad consciente, unida en la cotidianidad del dolor – “¡qué desgracia
vivir en este país!” - que nos negamos a considerar “normal”, como pretende la
estulticia empoderada que celebra su colosal derrota del 4F – como Fidel
celebra la suya del 26J que lo llevó a la cárcel como a Chávez la suya –
como si se tratara de una brillante victoria, tal el desquicio mental de estos
devotos del mal, que, mientras mueren los jóvenes de bien, mientras nuestra
sociedad enlutada se reconoce en el dolor, se disputan a dentelladas los
jirones de la patria atormentada por mil penurias. Sinvergüenzas.
En conclusión
Cada viva Cuba es un martillazo sobre el
honor patrio. Cada viva Fidel un desgarro de las glorias de nuestros
libertadores. Cada cubano en función pública es una afrenta al gentilicio
sonrojado por la sumisión obligada a un insolente extranjero - su falsa
superioridad moral es un ardid para esconder su condición de ave de rapiña -
que venga en los venezolanos la ignominia de su pasado de lameculos de los
soviéticos.
Sinvergüenzas. Las ansias de riqueza mal
habida obvian el desprecio que el invasor siente por el traidor que facilita la
invasión. La patria es la gente, y si esta gente que es la patria, cegada por
la ignorancia y la codicia, es incapaz de ver la verdad desnuda ante sus ojos,
entonces, no hay patria. Hay una inmensa urdimbre de dolor, que recorre, como
un espasmo telúrico, la espina dorsal de todos los estratos sociales, que, como
me dice el artista plástico Luís Bellorín, es la verdadera oposición.
Rafael Marrón González
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