Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

30 de abril de 2011

¿45 por ciento de gente contenta?

Una encuestadora sostiene que 45% de los venezolanos opina que Venezuela es un paraíso, para el venezolano, señor. Por mi cercanía con esa realidad no dudo de esta revelación del autismo de un pueblo que considera machete vivir al filo del sobresalto - obviando lo que afecta a nivel más elevado, como el deterioro generalizado del sistema político republicano y su institucionalidad financiera, la complejidad geopolítica que nos cerca y la vomitiva corrupción – comenzando por la inmensa inseguridad que agobia a todos los estratos sociales de la nación, pero con singular preponderancia en los barrios populares los cuales protagonizan el 90% de los homicidios.

Una horrorosa forma de vivir con la espada del hampa siempre pendiente del cuello, y que no respeta edades ni instituciones. La policía, penetrada por el hampa es a su vez víctima de su sevicia, Venezuela es la capital latinoamericana del secuestro cuyas modalidades asombran por su creatividad, y la extorsión es el pan de cada día de los comerciantes y de los más pobres que tienen la desgracia de tener un familiar en prisión.

Que sea cierto que 45% de la población venezolana se sienta de lo más relajada y contenta con quince mil homicidios anuales es, cuando menos, una referencia de peligrosa esquizofrenia. En cualquier lugar del mundo una realidad inimaginable en la ficción, como la que vivimos los ciudadanos de este andrajo en lo que ha convertido Chávez y sus corte malandra a la orgullosa Venezuela - visite cualquier instalación pública y lo comprobará, en San Félix un idiota cubrió de chapapote negro el bronce de las estatuas de Bolívar y Piar - sería motivo suficiente para la destitución inmediata, y juicio consecuente, de su presidente, por inepto, indolente y traidor a sus responsabilidades constitucionales, puesto que, según el artículo 55 de la Constitución, “toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado a través de los órganos de seguridad ciudadana … bla, bla. bla”: Léanselo a las casi 300 personas asesinadas en el país en Semana Santa.

El derecho a la vida es inviolable y quien ose transgredir ese derecho debe pagar sin apelación la pena establecida, pero para Chávez la impunidad es una garantía de poder personal, que le suministra enfermos mentales para difundir el terror de masas leninista, por eso la delincuencia grita a sus aterrorizadas víctimas: “Aquí manda el hampa”, y tiene razón porque acaban de detener a un asesino con 30 homicidios, que tenía 11 años cuando Chávez llegó al poder.


Y la Constitución miente – o nadie le para bola - ante la contundencia de la realidad, cuando asegura, en su artículo 324, que “sólo el Estado puede poseer y usar armas de guerra…”, lo que es falso porque aquí en este tierrero en el que Chávez ha convertido la institucionalidad formal de la República, cualquier malandrín de poca monta posee, con derecho pleno a uso, disposición y disfrute, por lo menos una automática 9mm de 17 tiros con culata retráctil y mira infrarroja y los atracos a blindados y bancos se comenten con armas largas y en cualquier barrio de cualquier ciudad del país, quien quiera un arma, de cualquier calibre, puede comprarla por un precio por lo demás módico, único rubro sin inflación del mercado interno. Y Chávez no autoriza la operación desarme porque tendría que empezar por sus violentos “colectivos” de amedrentamiento político.

La inflación y los bajos salarios

Es una confesión de locura, incomprensible para cualquier observador imparcial, que para, nada menos, que el 45% de la población venezolana ¿adulta? sea motivo de felicidad que la canasta básica esté cercana a los siete millones de escuálidos bolivarillos extra devaluados y el salario mínimo, que es el salario oficial de la gran masa trabajadora, incluyendo nuevos profesionales, cubre apenas un cuarto de ese costo – con el aumento decretado por Chávez el salario real será 37,50% menos en dólares que en 2010 y solo cubrirá el 48,7% de la canasta alimentaria familiar, según CENDAS - con la amenaza de una inflación que fácilmente puede llegar al 30% este año, superando nuevamente al resto de las naciones del mundo con contadas excepciones.

Situación insostenible que mantiene a todo el país laboral convulsionado con reclamos y paros, pero como salto de garrocha electorera ofrece – como si fuera una gran vaina - aumentar el salario básico en 45% a los trabajadores de la administración pública luego de muchos años sin tabulador ni permitir la discusión de sus contratos colectivos y después de su desprecio por la huelga de sangre de enfermeros y enfermeras, y en 40% - sin retroactivo - para el sector universitario que lleva más de cuatro años sin mejoras salariales y aspiraba por lo menos un 120% de bien merecido aumento.

Paños calientes busca votos que no compensan la realidad económica de estos sectores, ni la ausencia de políticas coherentes para enfrentar la inflación, que sus seguidores idiotizados atribuyen a la especulación, lo que significaría que reconocen que este gobierno es tan malo que ni siquiera eso puede combatir.

El alegre desempleo

Debe existir alguna conjura infernal a favor del culpable, para que el 45% de la nación venezolana cante “…toy contenta yo no sé que es lo que siento, voy saltando como el río, como el viento…”, frente a un desempleo y subempleo que abarca casi el 60 % de la fuerza laboral del país, aunque el INE jure por la burca de su madre que el desempleo está en 10,4%, porque mete como empleados – es decir, que tienen trabajo estable, prestaciones sociales y movilidad social – a los millones de buhoneros fijos, portátiles y ocasionales, taxistas (destino forzado de los jóvenes egresados de nuestras universidades), vendedores de comida rápida y fritangas callejeras y zanjoneras y a los cientos de miles de misioneros franelitas colorás y milicianos “socialismo o muerte”, subpagados y sin alicientes y a los militantes del PSUV que cobran para asistir a los bodrios mitinescos del clon de Fidel.

La verdad es que, no solamente el desempleo es alarmante – en Guayana supera la media nacional con creces – sino que el problema se agudiza por el “efecto Chávez”, que concitó el cierre de cerca de siete mil industrias y miles de comercios pequeños y medianos, el escape de empresas y empresarios hacia países de mayor seguridad jurídica como Colombia o Panamá (vergonzoso), la desinversión nacional y extranjera, la quiebra e insubsistencia de las empresas expropiadas (ejemplo, la cadena Friosa y La Fuente en Puerto Ordaz) y el desastre irreversible de las empresas de Guayana y lo que queda de PDVSA.

Y es que ya la nómina del Estado está repleta y no hay recursos para meter más gente a cobrar sin trabajar como en los inicios de la revolución, cuando, irresponsablemente, saturaron las nóminas de las empresas del estado con activistas violentos y sapos para amedrentar a la masa trabajadora. Violentos y sapos que hoy marchan y protestan también por lo suyo. Salvo deshonrosas excepciones. Pero eso parece que alegra al 45% del país. ¡Vaya pa´la auyama!

Jodidos pero contentos

La población electoral venezolana era, para el 26 de Septiembre de 2010, de 17.518.965 personas adultas o en vías de adultez, y alarmantemente – según la encuestadora en cuestión - el 45% de esa cifra, 7.883.534, estaría constituida por unidades morfológicas, de elemental desgaste orgánico, afectadas de inconsciencia inhabilitante progresiva, pues no es posible admitir, sin acudir a la ovnilogía, que tal cantidad de gente sienta un éxtasis orgásmico cada vez que se va la luz por el abandono patológico de Chávez de todas las instalaciones de suministro eléctrico – como Gurí, Tacoa, Planta Centro – y su negativa a invertir en la materia según las exigencias del crecimiento natural de la población, es decir que, sumamente ocupado por las fallas eléctricas en La Habana o en Bolivia y en regalar el patrimonio nacional a la chulería internacionales, no cumplió con la ampliación de la infraestructura de transmisión y no adquirió los equipos necesarios para aumentar la maquinaria y renovar la deteriorada existente (más del 30% según expertos). “Jodida pero contenta” es una contagiosa canción de Concha Buika aplicable a este enorme sector poblacional que todo lo ve color de rosa, aunque en lo oscuro sea.

En conclusión

Esta encuesta refleja que estamos en presencia del despeje serio de la realidad. Ese es el país que tenemos: Dividido, gracias a Dios, y por ahora, en un 55% de gente con lucidez crítica – demócrata liberal - pero inerme y hasta atemorizada, y un pavoroso 45% de autómatas desclasados, reclutados por la mentira, pero programados por la codicia, el resentimiento y el odio hacia lo que envidia, al que poco, muy poco, importa ni patria ni progreso. Para tomar en cuenta sin bolserías contritas ni poses pobrecitistas.

Rafael Marrón González

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