Por aquella idiotez de “yo respeto su opinión” – se respeta la
persona no la opinión, sobre todo si no proviene del pensamiento - se le
permitió a la más grade estafa política que haya concebido la estupidez humana,
sentar raíces en el idealismo social de la humanidad: El socialismo –
“socialismo es comunismo”, Fidel dixit - cuyo discurso es tan atractivo tanto
para quienes sufren los rigores de la pobreza derivada de la ignorancia –
siempre acompañada del fanatismo, la superstición y el miedo, que lo traduce
como capìtalismo pa´los obreros, obviando que socialismo no paga prestaciones
sociales –
como para los inservibles que ven en el éxito ajeno un reto a sus
incompetencias, vicios y falencias estructurales, que los hace supurar de odio
resentido.
La democracia venezolana, sustentada por
los precios del petróleo, ha sido un largo ejemplo de los
magros resultados de las prácticas socialistas, magnificadas en estos catorce
años de sistemática destrucción de los valores morales de la hombría, en la
propuesta, fallida hasta ahora por nuestra reacción, de creación de una nación
de parásitos sociales – aduldolescentes - que sustente un gobierno caudillista
dictatorial, de mano paternal. Y es que solamente para eso sirve el socialismo
real, para crear dictadores feroces apuntalados por las bayonetas de ejércitos
corrompidos hasta el asco, y pueblos andrajosos sumisos por la supervivencia
basal.
Parece mentira que la única posibilidad
cierta que tiene la pobreza de vencerse a sí misma, por el trabajo, el estudio
y la responsabilidad, practicando una economía productiva, libre concurrencia y
libre mercado, bajo un gobierno que se ocupe de los asuntos que le son propios,
no haya sido capaz de generar un discurso ni un liderazgo que proclame sus
posibilidades, y, por el contrario, se ha cerrado permitiendo que se considere
perversa la creación de riquezas, explotador a quien empeña su vida en la
creación de empleos y de “derecha” – pecador, conservador, atrasado – a quien
defiende el sistema capitalista, de filosofía liberal, que los hará libres por
la explotación de sus potencialidades.
Siempre el ignorante vociferador, de
discurso memorizado sin el menos análisis crítico, que promete repartición
“proporcional” de la riqueza, cuya creación, contradictoriamente, es un anatema,
obtendrá el aplauso fervoroso del pueblo que históricamente ha sido esclavizado
por la praxis de esta idiotez imposible que necesita de la miseria para
subsistir. Y es que nuestra raigambre democrática ha sido nuestra principal
enemiga en la lucha contra este sistema estatista de esclavitud – pivotado en
la ignorancia que les produce pobreza para su sustento - de castración de la
individualidad, de eliminación de la propiedad y de la empresa privada y de la
proscripción de la recompensa por el esfuerzo – la productividad no es heroica
- que han hecho grande a las naciones donde se practica.
Nos negamos a definir al socialista como
merece, porque nunca nos falta un amigo de esa tendencia que suele ser
“chévere”… hasta que llega al poder y se convierte en lobo del hombre
productivo, única forma de demostrar que el socialismo es la alternativa. De
nada valen las lecciones de la historia que señala la miseria intelectual,
moral y física que ha causado el socialismo.
Sin mencionar los horrendos crímenes y exclusiones
de este perverso sistema de esclavizar hombres. Los gobiernos latinoamericanos
presididos por socialistas, que han escapado a las prácticas criminales del
socialismo real, ha sido porque la madurez intelectual se ha impuesto sobre su
esquizofrenia ideológica, y han gobernado con las prácticas capitalistas que
han permitido superar la pobreza de millones, pero esa hipocresía bastarda ha
contribuido a la ilusión de eficiencia que solapa la miseria del socialismo.
Socialismo bueno… se muere chiquito
Si el dogma universal del socialismo
contempla la eliminación de la propiedad privada, la igualdad por encima de la
libertad, la masa de responsabilidad delegada sobre el individuo responsable de
las consecuencias de sus actos – por lo que debería llamarse “masalismo” - y la
preponderancia de la economía planificada por el Estado todopoderoso sobre el
libre mercado, entonces, si es tan sencilla la
evidencia en el marco teórico, ¿por qué se piensa que hay socialismo malo y
socialismo bueno?, porque lo contrario de esta fórmula inhumana, antinatural,
es el capitalismo.
Simplemente porque parece que definirse
capitalista da vergüenza, y hasta los que los son en puridad práctica – yo, por
ejemplo, soy un liberal crítico, al estilo europeo, que defiendo el capitalismo
por ser la única propuesta viable para el hombre libre, pero no soy capitalista
- suelen sostener ser de “izquierda” – socialismo embozado - lo que además de
anacrónico es algo insostenible intelectualmente en el mundo de hoy, en el que
el pensamiento económico universal propende al progreso humano por interés
propio, es decir al desarrollo de la inclusión social – a cada quien según sus
capacidades - y la tecnología ha expandido exponencialmente el área de
influencia del conocimiento.
En conclusión
Es imperativo, por razones de Estado y de
sociedad, que se desarrolle una intensa campaña de información sobre las
realidades del sistema liberal – el más espectacular proyecto de desarrollo
creado por el hombre, cuya base sustantiva es la voluntad – que enfrente de
manera decidida y sin necedades cortesanas la monumental mentira socialista que
germina en las mentes dúctiles del hambre y el abandono, pero también de la
desidia, la flojera y los vicios.
Comenzando por definir que ser liberal es
reconocer que son fundamentales para la persona humana el
derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, así como que los países
progresan por el trabajo de sus pueblos y no por sus riquezas naturales. Así
que manos a la obra, sin complejos, que tenemos mucho capitalista en los
barrios creyendo ser socialista, por el caramelito envenenado de Robin Hood.
Rafael Marrón González
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