Si alguna vez fue cuestión de vida o muerte para la república
acudir a votar es en estas elecciones del próximo 14 de abril, pues el
candidato del gobierno anterior, Nicolás Maduro, es una herramienta política de
los seniles hermanos Castro, que necesitan el petróleo venezolano más que el
oxígeno para que su ruinosa revolución pueda seguir respirando.
Sin los dólares imperiales que la
irresponsabilidad chavista derrama sobre Cuba, en detrimento de los
venezolanos, no existiría socialismo ni fidelismo en Cuba, pues a la llegada
del presidente muerto al poder ya Fidel estaba en brazos de los gringos. Y
Nicolás Maduro no es el candidato del presidente muerto sino de Raúl Castro,
Por ello este candidato embustero / vendido y paquetero, tiene que ser
derrotado por la racionalidad y la lucidez del pueblo.
Sabemos que Henrique Capriles enfrenta la
inmensa y multimillonaria maquinaria estatal, usada sin vergüenza ni
escrúpulos, ni observancia de la ley ni de la Constitución por el candidato del
gobierno anterior, cuyo comando de campaña está integrado por burócratas del
régimen. Sin embargo han sido tan cuantiosos y dolorosos los embustes que ha
metido al país chavista y no chavista, este candidato de la inflación, el
desabastecimiento, el hampa desatada, el desempleo, la falta de viviendas y
“una infraestructura en decadencia y parte de producción de crudo hipotecada a
los chinos”, que su campaña se limita a tratar de engatusar al pueblo, envuelto
en el sudario del presidente muerto, para que no perciban la tristeza de su
figura insípida de lengua entaparada y cerebro en duermevela – “abran más el
telepronter” - sino la visión ectoplásmica del presidente
muerto, pero a pesar del disfraz - ¡a qué no
me conoces¡ - y de sus esfuerzos balbuceantes, el pueblo sigue viendo un bulto
sin carisma ni credibilidad que se desvanece cuando se apaga la luz.
Maduro no es el presidente muerto. Por
mucho militarismo que lo rodee. Y por mucho “yo soy el comandante en jefe”. Y
lo está percibiendo en la mezquindad de los aplausos. Y esto pasa porque cuando
dice al pueblo que va a combatir el hampa porque “la familia venezolana merece
vivir en paz”, está atacando al gobierno del presidente muerto, del cual fue
vicepresidente, que durante catorce años no levantó un dedo para reducir ese flagelo
asesino que costó la vida a 150.000 venezolanos – ya en el gobiernillo de
Maduro van 2.000 según diputada de Carabobo.
Un candidato presidencial atado de pies y
manos, porque cualquier alusión a cualquiera de las penurias que sufre a diario
el pueblo devoto del presidente muerto es un insulto a su memoria inmortal de
ídolo que vivirá por siempre – cual Pedro Infante - según
el cronograma oficial. Pero el sol no se puede tapar con deseos. Porque esto lo
sabe hasta el gato de Cilia: La situación socioeconómica del país es culpa de
la falta de gerencia y probidad del gobierno anterior. Y en la actualidad hay
inflación y desabastecimiento porque el gobiernillo de Maduro devaluó la moneda
en un 46,5%, y fue el gobierno de Maduro porque Argénis
Chávez – y no tengo porque dudar de su palabra - asegura que el presidente
muerto sufrió un derrame cerebral durante la operación en Cuba.
¿Entonces, cómo es que autorizó con su
firma la destrucción del poder adquisitivo del salario de los trabajadores? Esa
traición al movimiento obrero no la hubiera cometido jamás el presidente
muerto, sobre todo porque esa devaluación favorece los grandes capitales,
incluyendo los de la godarria chavista. Y eso significa que, a pesar del endoso
del presidente muerto, ese cheque es incobrable.
La hora de Capriles
Maduro, cautivo en su media hora de fama
inconcebible – “jamás se vio un elefante volar” - se limita a insultar la
soltería de Capriles, lo que multiplica la imagen del candidato de las fuerzas
democráticas que si puede atacar con la energía de la verdad las fallas
estructurales en materia social y económica del gobierno anterior y el del
propio Maduro, que gobierna al país desde el 10 de diciembre del 2012 y su
única gesta revolucionaria fue meterle la mano al bolsillo al pueblo venezolano
para tratar de tapar el gigantesco hueco fiscal que la irresponsabilidad en el
manejo de la casa pública ocasionó, con los mejores ingresos petroleros de la
historia.
Así que esta es la hora de Capriles - y de
nosotros los demócratas – en una versión siglo XXI de la Campaña Admirable de
nuestro egregio Simón Bolívar, el único libertador. Y Capriles lidera, nada
menos, que una gesta liberadora de la satrapía cubana, cuyas garras infectas
hunden sus uñas en la dignidad de la patria, con la anuencia del servilismo
ideológico, “inmaduro y descabellado”, y cuenta con la participación entusiasta
y voluntaria de millones de conciudadanos, para quienes es imperativo moral el
rescate de la soberanía nacional mancillada, y consideran la libertad un
derecho natural irrenunciable, y, al respecto, recordamos las palabra de
Bolívar en el Manifiesto de Carúpano: “No son los hombres vulgares quienes
pueden entender el eminente valor de la libertad”.
En conclusión
Vamos a aglutinar voluntades en la senda
democrática hacia la libertad, apartando a los “duros” que consideran la
participación electoral como “legitimar al régimen” sin presentar ni evidencias
del fraude ni alternativas viables, y votemos masivamente contra este aliado
del mal de la felicidad.
No olvidemos que el presidente muerto no
es el Cid. Estoy consciente de las dificultades
abrumadoras que enfrentará Capriles en la presidencia, dada la maraña de
complicidades de la secta que mantiene secuestradas la institucionalidad, sin embargo
somos mejores y tenemos razón, y esa fuerza derrumbará obstáculos en la medida
de su aparición. Por los momentos lo importante es que arranca Capriles con
siete millones de votos y el candidato del gobierno anterior tiene
que buscar los suyos, por ello debemos convencernos y convencer de la inmensa
importancia de acudir a votar el 14 de abril, ya que se trata de arrancar de
las manos del sicariato político de los Castro, la integridad republicana de la
patria de Bolívar. La abstención contra Capriles es un crimen de lesa patria en
este momento histórico. Sale pa´llá.
Rafael Marrón González
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