Intensamente Bolívar
Bolívar y la negritud
LOS NEGROS DURANTE LA COLONIA:
A semejanza de lo que ocurría en otras
colonias, en las españolas carecía el negro del ejercicio de sus derechos
políticos, se encontraba en el extremo de la escala social y completamente
ajeno a al lucha de las ideas. Pero, a diferencia de lo que ocurría en otras
posesiones europeas, la condición del esclavo era con los españoles en
Venezuela bastante buena. Las leyes suavizaron cuanto era posible la desgracia
que pesaba sobre los esclavos, los protegían contra la brutalidad de los amos,
favorecían su manumisión, promovían su defensa y reglamentaban su trabajo, así
como el trato que debían recibir. El amo venezolano fue de continuo protector
de sus esclavos, con lo cual se ganó, a la vez que la gratitud, su adhesión
para sus futuras empresas. Notable ejemplo de esto nos lo suministra el conde
de Tovar, iniciativa seguida por otros venezolanos, al dividir y repartir entre
sus esclavos parte de sus tierras de Cura donde inmediatamente se levantaron
plantíos y aldeas. Los esclavos se mostraron, como los indios, ajenos a
cualquier cambio de régimen, a toda aspiración política o social. Sencillamente
siguieron las órdenes de sus amos o inconscientemente ejecutaron planes cuyos
móviles no les sería dable comprender. Una ordenanza de 1602 había prohibido
conferirles cualquier empleo público, aun cuando fuese el de notario. Por dos
reales Cédulas, de 1643 y de 1654, se les excluía del servicio militar en las
tropas permanentes, fuera de que en los cuerpos de milicianos les estaba negado
todo grado superior al de capitán.
BOLÍVAR NACIÓ Y CRECIÓ DENTRO DE ESE CONTEXTO
SOCIAL:
Una pragmática de 1776 impedía el matrimonio
de negros y blancos, medida que se reitera en 1785. Simón Bolívar creció dentro
del contexto social que determinaba la igualdad a la relación entre blancos
económica y socialmente nivelados, en el que ni remotamente se pensaba en
otra concepción que no fuera la del exclusivo ámbito de la propiedad. Los
esclavos eran considerados “res” o “cosa”, no personas sujetas de derechos, aun
cuando en la América española la esclavitud no tuvo la connotación que en la
anglosajona. Por ello, y a pesar de las evidencias de la buena relación de
Bolívar con sus negros (como él los llamaba) como es el caso de un poder
otorgado a su hermano Juan Vicente Bolívar el 14 de octubre de 1803 donde le
pide que conceda “carta de libertad y ahorría, en forma, a los esclavos que se
la pidieren”, Bolívar, como todos sus iguales, en esta época de sus primeros
años no consideraba a los negros, ni a los indios ni a los pardos, sus iguales.
EN 1808 HABLA DE “MI ESCLAVITUD”
LO QUE INFIERE QUE CUANDO EL JURAMENTO EN ROMA LOS ESCLAVOS NO ESTABAN EN SU
MENTE:
En otra carta fechada el 14 de Marzo de 1808 a raíz del pleito
entablado contra Nicolás Briceño, a través de Vicente Tejera, una vez mas se
refiere a sus negros como esclavitud: “Hallándome con mi esclavitud
rasando parte de mis tierras altas que cubren el frente de mi hacienda, se
apareció Briceño armado de pistolas y daga, trayendo en su compañía toda su
esclavitud con machetes, puñales, garrotes, etc.”.
BOLÍVAR INTERCEDE EN EL RECLAMO DE UNA HERENCIA PARA
“SUS NEGROS”:
En otra carta fechada el 15 de Marzo de 1809
Bolívar actúa como intermediario, en la disputa de una herencia, ya que los
negros herederos no podía reclamar bienes ante la Audiencia, estos le
exigen interceda por “María Magdalena Ponte y sus hijos Félix Antonio y
María Bonifacia (libres), y por los esclavos Juliana, Juana y María Ignacia, de
don Juan Aristiguieta, para obtener una hacienda de cacao que habían heredado
de don Nicolás de Ponte”. Bolívar aceptó la representación porque, como
lo dice textualmente: “...en ciertas circunstancias quiero tomar la voz de los
mencionados mis esclavos, para promover el inventario y avalúo y
petición de estos bienes y que se les adjudique la parte que les corresponda”.
En tal situación se puede observar en Bolívar ese sentido de justicia propia de
un amo que defiende los bienes de sus esclavos, pero esto no indica
sentimientos igualitarios.
TODAVÍA EN 1812 LA ESCLAVITUD NO ERA PARA BOLÍVAR
UNA CARGA DE CONCIENCIA:
Otro caso similar ratifica la mentalidad del
Bolívar pre revolucionario, que repetimos, es la mentalidad de su época,
se encuentra en un poder otorgado a don Domingo Ascanio el 30 de Junio de 1812
antes de su exilio a Curazao y Cartagena donde realiza una distribución de la
renta de sus bienes. En este documento Bolívar una vez mas deja claramente
definida su posición con respecto a sus esclavos: “José Cayetano Bolívar debe
quedar libre por los buenos servicios que me ha hecho. (...) Los esclavos que
no pertenecen al vinculo de San Mateo, deberán ir a servir en las haciendas de
Yare y por ahora marcharan todos allá. (...) Que los criados libres de la
hacienda de San Mateo, la mitad sean para mi hermana doña Juana y la otra para
los hijos de Josefa María de Tinoco, debiéndose entender, que esto será después
de mi fallecimiento o en caso de que no halla medios para suministrar las
pensiones que arriba he señalado; pues mientras que reciban éstas, no deberán
salir dichos esclavos de mis haciendas”. De lo anterior se desprende que la
única relación que para ese momento Bolívar establece con sus esclavos es la de
amo- siervos, en ningún momento se refiere a ellos como sujetos de
independencia, justicia o redención. Sin embargo, a pesar de que Bolívar fue un
hombre de su época, precisamente su grandeza estriba en su capacidad de
integrarse al pensamiento liberal avanzado que estaba germinado en Europa al
cual accede gracias a sus viajes, contactos personales y lecturas. Existe este
Bolívar y otro totalmente diferente después de Haití y su relación con Petión.
Aun cuando todavía en esa época, para 1815, utiliza el sentido de propiedad al
referirse a su sirviente negro, en su relato sobre el homicidio de Amestoy:
“...Efectivamente salí con mi negro Andrés con el objeto de buscar otra casa...”.
A PARTIR DE 1816 COMIENZA A PERFILARSE EN SU
PENSAMIENTO LA IGUALDAD:
Aunque Bolívar tenía clara la necesidad de liberar a
los esclavos como recurso político para impedir la guerra civil cuyo ejemplo
devastador tenía fresca en la memoria por los acontecimientos de 1813 y 1814,
su sensibilidad social se agudiza a partir de 1816 cuando, influenciado
por Alejandro Petión, que le muestra por primera vez el rostro formidable de la
igualdad, defiende de una manera apasionada la abolición de la esclavitud,
lanzando proclamas en Margarita, Ocumare y Carúpano. En el Cuartel General de
Ocumare, el 6 de julio de 1816, proclama: “SIMÓN BOLÍVAR, Jefe Supremo de la
República y Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada,
etc. A los habitantes de la provincia de Caracas. Un ejército provisto
de artillería y cantidad suficiente de fusiles y municiones está hoy a mi
disposición para libertaros. Vuestros tiranos serán destruidos, o expelidos del
país, y vosotros restituidos a vuestros derechos, a vuestra patria y a la paz.
La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra
parte: perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Los que sirvan
la causa de Venezuela serán considerados como amigos, y empleados según su
mérito y capacidad. Las tropas pertenecientes al enemigo que se pasen a
nosotros, gozarán de todos los beneficios que la patria concede a sus
bienhechores. Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla.
Ningún americano sufrirá el menor perjuicio por haber seguido el partido del
rey, o cometido actos de hostilidad contra sus conciudadanos. Esa porción
desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la
esclavitud ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden la
emancipación de los esclavos; de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una
clase de hombres, todos serán ciudadanos. Luego que tomemos la capital
convocaremos el Congreso General de los representantes del pueblo, y
restableceremos el gobierno de la República. Mientras nosotros marchamos hacia
Caracas, el general Mariño a la cabeza de un cuerpo numeroso de tropas, debe a
Cumaná. El general Piar sostenido por los generales Rojas y Monagas ocupará los
Llanos, y avanzará sobre Barcelona, mientras el general Arismendi con su
ejército victorioso ocupará la Margarita".
El 27 de Junio de 1816, desde Carúpano, Bolívar
escribe al general Marion, gobernador del departamento de Los Cayos: "...
He proclamado la libertad absoluta de los esclavos. ¡La tiranía de los
españoles les ha puesto en tal estado de estupidez e imprimido en sus almas tan
grandes sentimientos de terror, que han perdido hasta el deseo de ser libres!!
Muchos de ellos han seguido a los españoles o se han embarcado a bordo de los
buques ingleses, que los han vendido en las colonias vecinas. Se ha presentado
apenas un centenar de ellos, cuando el número de hombres libres que
voluntariamente tomaron las armas es considerable".
El 15 de febrero de 1819, en su discurso
al Congreso de Angostura, Bolívar enfatiza:
"La atroz e impía esclavitud cubría con su
negro manto la tierra de Venezuela, y nuestro cielo se hallaba recargado de
tempestuosas nubes, que amenazaban un diluvio de fuego. Yo imploré la
protección del Dios de la humanidad, y luego la redención disipó las
tempestades. La esclavitud rompió sus grillos, y Venezuela se ha visto rodeada
de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su
cautiverio en armas de libertad. Sí, los que antes eran esclavos, ya son
libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una
patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta medida,
es superfluo cuando vosotros sabéis la historia de los ilotas, de Espartaco y
de Haití; cuando vosotros sabéis que no se puede ser libre y esclavo a la vez,
sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas y las leyes
civiles. Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocación de
todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad
absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.
Y el 11 de enero de 1820, el Congreso de
Angostura, “...tomando en consideración las dos proclamas en que el general
Bolívar, entonces Jefe Supremo de la República de Venezuela, decretó la
libertad de los esclavos, primera con algunas modificaciones, y luego entera y
absoluta. (...) Y en otras consideraciones decreta la abolición de la
esclavitud en todo el territorio...”. Añade el Decreto que “...Los que fueron
llamados a las armas por el Presidente de la República, o hicieron algún
servicio distinguido, entrarán desde luego, en posesión de su libertad...”.
EN BOLIVIA ECLOSIONA SU PASIÓN CONTRA LA ESCLAVITUD:
Después de Carabobo, cuando pide al Congreso
la libertad de los esclavos como premio a su hazaña (que el Congreso le niega),
y libera de esclavitud a los negros de sus haciendas, es ya el Bolívar
convencido de la igualdad como supremo bien de la humanidad, lo que eclosiona
en su discurso al congreso de Bolivia: “...He conservado intacta la ley de las
leyes: la igualdad: sin ella perecen todas las garantías, todos los
derechos. A ella debemos hacer los sacrificios. A sus pies he puesto, cubierta
de humillación, a la infame esclavitud. Legisladores, la infracción de todas la
leyes es la esclavitud. La ley que la conservara, sería la más sacrílega. ¿Qué
derecho se alegaría para su conservación? Mírese este delito por todos los
aspectos, y no me persuado que haya uno solo Boliviano tan depravado, que
pretenda legitimar la más insigne violación de la dignidad humana. ¡Un hombre
poseído por otro! ¡Un hombre propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como
el bruto! Dígasenos ¿dónde están los títulos de los usurpadores del hombre? La
Guinea no las ha mandado, pues el África devastada por el fratricidio, no
ofrece más que crímenes. Trasplantadas aquí estas reliquias de aquellas tribus
africanas, ¿qué ley o potestad será capaz de sancionar el dominio sobre estas
víctimas? Trasmitir, prorrogar, eternizar este crimen mezclado de suplicios, es
le ultraje más chocante. Fundar un principio de posesión sobre la más feroz
delincuencia no podría concebirse sin el trastorno del deber. Nadie puede
romper el santo dogma de la igualdad. Y ¿habrá esclavitud donde reina la
igualdad? Tales contradicciones formarían más bien el vituperio de nuestra
razón que el de nuestra justicia: seríamos reputados por más dementes que usurpadores.
Si no hubiera un Dios Protector de la inocencia y de la libertad, prefiriera la
suerte de un león generoso, dominando en los desiertos y en los bosques, a la
de un cautivo al servicio de un infame tirano que, cómplice de sus crímenes,
provocara la cólera del Cielo. Pero no: Dios ha destinado el hombre a la
libertad: él lo protege para que ejerza la celeste función del albedrío”.
Valencia, 14 de julio de 1821
A S. E. el señor Presidente del Soberano
Congreso de Colombia.
La sabiduría del congreso general de Colombia
está perfectamente de acuerdo con las leyes existentes en favor de la
manumisión de los esclavos; pero ella pudo haber extendido el imperio de su
beneficencia sobre los futuros colombianos que, recibidos
en una cuna cruel y salvaje, llegan a la vida para someter su cerviz al yugo.
Los hijos de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia deben ser
libres, porque estos seres no pertenecen más que a Dios y a sus padres, y ni
Dios ni sus padres los quieren infelices. El Congreso general, autorizado por
sus propias leyes, y aun más, por la naturaleza, puede decretar la libertad
absoluta de todos los colombianos al acto de nacer en el territorio de la
República. De este modo se concilian los derechos posesivos, los derechos políticos
y los derechos naturales.
Sírvase V. E. elevar esta solicitud de mi
parte al Congreso general de Colombia para que se digne concedérmela en
recompensa de la batalla de Carabobo, ganada por el ejército libertador,
cuya sangre ha corrido sólo por la libertad.
Dios, etc.
El 29 de Mayo de
1823, desde Guayaquil escribe a su sobrino Anacleto Clemente que desde el 5 de
Julio de 1821 representa sus intereses económicos en Venezuela: "... Todos
los esclavos que no eran del vínculo, que tú posees ahora, los he dado por
libres porque eran míos y he podido darles la libertad , así ninguno quedará
esclavo por ninguna causa ni
motivo".
"Conste que a María
Jacinta Bolívar, esclava de mi propiedad en la hacienda de San Mateo, le
concedí la libertad, de que ahora goza, en el año de mil ochocientos veintiuno,
después de la batalla de Carabobo. Libertad que ratifico por la presente carta
dada en Caracas a 26 de abril de 1827. Bolívar
Los
enemigos de Bolívar, en aquellos tiempos racistas en los que “tener de negro”
era un baldón, aprovecharon la misteriosa ascendencia de su bisabuela
paterna para escribir artículos sobre la supuesta negritud de Bolívar,
que “agravaba” el color atezado de su piel por la profunda quemadura solar
producida por los años expuesto a la inclemencia solar en este trópico
inhumano. Así que los bogotanos le dijeran “longaniza” y el cognomento
“negruemierda” circulaba en voz baja, en los corrillos conspirativos, en los
días de la dictadura. En realidad la situación ha sido
suficientemente aclarada en la historia que registra documentalmente toda la
genealogía de Bolívar, tanto paterna como materna. Hoy en día la sangre negra
de Bolívar, de haber sido cierta la especie, simbolizaría la potencialidad de
este mestizaje fraguado en la inédita experiencia de un pueblo original que
surgió de las entrañas de sus propias circunstancias, eclosionando en el siglo
XVI en el homo venezuelanensis
que ha eclosionado en la pluralidad del venezolano de hoy.
0 comentarios:
Publicar un comentario