Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

10 de junio de 2020

Bolívar y la Negritud




Intensamente Bolívar


Bolívar y la negritud

 

LOS NEGROS DURANTE LA COLONIA:

A semejanza de lo que ocurría en otras colonias, en las españolas carecía el negro del ejercicio de sus derechos políticos, se encontraba en el extremo de la escala social y completamente ajeno a al lucha de las ideas. Pero, a diferencia de lo que ocurría en otras posesiones europeas, la condición del esclavo era con los españoles en Venezuela bastante buena. Las leyes suavizaron cuanto era posible la desgracia que pesaba sobre los esclavos, los protegían contra la brutalidad de los amos, favorecían su manumisión, promovían su defensa y reglamentaban su trabajo, así como el trato que debían recibir. El amo venezolano fue de continuo protector de sus esclavos, con lo cual se ganó, a la vez que la gratitud, su adhesión para sus futuras empresas. Notable ejemplo de esto nos lo suministra el conde de Tovar, iniciativa seguida por otros venezolanos, al dividir y repartir entre sus esclavos parte de sus tierras de Cura donde inmediatamente se levantaron plantíos y aldeas. Los esclavos se mostraron, como los indios, ajenos a cualquier cambio de régimen, a toda aspiración política o social. Sencillamente siguieron las órdenes de sus amos o inconscientemente ejecutaron planes cuyos móviles no les sería dable comprender. Una ordenanza de 1602 había prohibido conferirles cualquier empleo público, aun cuando fuese el de notario. Por dos reales Cédulas, de 1643 y de 1654, se les excluía del servicio militar en las tropas permanentes, fuera de que en los cuerpos de milicianos les estaba negado todo grado superior al de capitán.

BOLÍVAR NACIÓ Y CRECIÓ DENTRO DE ESE CONTEXTO SOCIAL:
Una pragmática de 1776 impedía el matrimonio de negros y blancos, medida que se reitera en 1785. Simón Bolívar creció dentro del contexto social que determinaba la igualdad a la relación entre blancos económica y socialmente nivelados, en el que ni remotamente  se pensaba en otra concepción que no fuera la del exclusivo ámbito de la propiedad. Los esclavos eran considerados “res” o “cosa”, no personas sujetas de derechos, aun cuando en la América española la esclavitud no tuvo la connotación que en la anglosajona. Por ello, y a pesar de las evidencias de la buena relación de Bolívar con sus negros (como él los llamaba) como es el caso de un poder otorgado a su hermano Juan Vicente Bolívar el 14 de octubre de 1803 donde le pide que conceda “carta de libertad y ahorría, en forma, a los esclavos que se la pidieren”, Bolívar, como todos sus iguales, en esta época de sus primeros años no consideraba a los negros, ni a los indios ni a los pardos, sus iguales.

EN 1808 HABLA DE “MI ESCLAVITUD” LO QUE INFIERE QUE CUANDO EL JURAMENTO EN ROMA LOS ESCLAVOS NO ESTABAN EN SU MENTE:

En otra carta fechada el 14 de Marzo de 1808 a raíz del pleito entablado contra Nicolás Briceño, a través de Vicente Tejera, una vez mas se refiere a sus negros como esclavitud: “Hallándome con mi esclavitud rasando parte de mis tierras altas que cubren el frente de mi hacienda, se apareció Briceño armado de pistolas y daga, trayendo en su compañía toda su esclavitud con machetes, puñales, garrotes, etc.”. 

BOLÍVAR INTERCEDE EN EL RECLAMO DE UNA HERENCIA PARA “SUS NEGROS”:
En otra carta fechada el 15 de Marzo de 1809 Bolívar actúa como intermediario, en la disputa de una herencia, ya que los negros herederos no podía reclamar bienes ante la Audiencia,  estos le exigen interceda por “María Magdalena Ponte y  sus hijos Félix Antonio y María Bonifacia (libres), y por los esclavos Juliana, Juana y María Ignacia, de don Juan Aristiguieta, para obtener una hacienda de cacao que habían heredado de don Nicolás de Ponte”. Bolívar aceptó la representación  porque, como lo dice textualmente: “...en ciertas circunstancias quiero tomar la voz de los mencionados mis esclavos, para promover el inventario y avalúo y petición de estos bienes y que se les adjudique la parte que les corresponda”. En tal situación se puede observar en Bolívar ese sentido de justicia propia de un amo que defiende los bienes de sus esclavos, pero esto no indica sentimientos igualitarios.

TODAVÍA EN 1812 LA ESCLAVITUD NO ERA PARA BOLÍVAR UNA CARGA DE CONCIENCIA:
Otro caso similar ratifica la mentalidad del Bolívar pre revolucionario, que repetimos, es la mentalidad de su época,  se encuentra en un poder otorgado a don Domingo Ascanio el 30 de Junio de 1812 antes de su exilio a Curazao y Cartagena donde realiza una distribución de la renta de sus bienes. En este documento Bolívar una vez mas deja claramente definida su posición con respecto a sus esclavos: “José Cayetano Bolívar debe quedar libre por los buenos servicios que me ha hecho. (...) Los esclavos que no pertenecen al vinculo de San Mateo, deberán ir a servir en las haciendas de Yare y por ahora marcharan todos allá. (...) Que los criados libres de la hacienda de San Mateo, la mitad sean para mi hermana doña Juana y la otra para los hijos de Josefa María de Tinoco, debiéndose entender, que esto será después de mi fallecimiento o en caso de que no halla medios para suministrar las pensiones que arriba he señalado; pues mientras que reciban éstas, no deberán salir dichos esclavos de mis haciendas”. De lo anterior se desprende que la única relación que para ese momento Bolívar establece con sus esclavos es la de amo- siervos, en ningún momento se refiere a ellos como sujetos de independencia, justicia o redención. Sin embargo, a pesar de que Bolívar fue un hombre de su época,  precisamente su grandeza estriba en su capacidad de integrarse al pensamiento liberal avanzado que estaba germinado en Europa al cual accede gracias a sus viajes, contactos personales y lecturas. Existe este Bolívar y otro totalmente diferente después de Haití y su relación con Petión. Aun cuando todavía en esa época, para 1815, utiliza el sentido de propiedad al referirse a su sirviente negro, en su relato sobre el homicidio de Amestoy: “...Efectivamente salí con mi negro Andrés con el objeto de buscar otra casa...”.

A PARTIR DE 1816 COMIENZA A PERFILARSE EN SU PENSAMIENTO LA IGUALDAD:
Aunque Bolívar tenía clara la necesidad de liberar a los esclavos como recurso político para impedir la guerra civil cuyo ejemplo devastador tenía fresca en la memoria por los acontecimientos de 1813 y 1814, su sensibilidad social se agudiza a partir de 1816 cuando,  influenciado por Alejandro Petión, que le muestra por primera vez el rostro formidable de la igualdad, defiende de una manera apasionada la abolición de la esclavitud, lanzando proclamas en Margarita, Ocumare y Carúpano. En el Cuartel General de Ocumare, el 6 de julio de 1816, proclama: “SIMÓN BOLÍVAR, Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada, etc. A los habitantes de la provincia de Caracas. Un ejército provisto de artillería y cantidad suficiente de fusiles y municiones está hoy a mi disposición para libertaros. Vuestros tiranos serán destruidos, o expelidos del país, y vosotros restituidos a vuestros derechos, a vuestra patria y a la paz. La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Los que sirvan la causa de Venezuela serán considerados como amigos, y empleados según su mérito y capacidad. Las tropas pertenecientes al enemigo que se pasen a nosotros, gozarán de todos los beneficios que la patria concede a sus bienhechores. Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla. Ningún americano sufrirá el menor perjuicio por haber seguido el partido del rey, o cometido actos de hostilidad contra sus conciudadanos. Esa porción desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden la emancipación de los esclavos; de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán ciudadanos. Luego que tomemos la capital convocaremos el Congreso General de los representantes del pueblo, y restableceremos el gobierno de la República. Mientras nosotros marchamos hacia Caracas, el general Mariño a la cabeza de un cuerpo numeroso de tropas, debe a Cumaná. El general Piar sostenido por los generales Rojas y Monagas ocupará los Llanos, y avanzará sobre Barcelona, mientras el general Arismendi con su ejército victorioso ocupará la Margarita".

El 27 de Junio de 1816, desde Carúpano, Bolívar escribe al general Marion, gobernador del departamento de Los Cayos: "... He proclamado la libertad absoluta de los esclavos. ¡La tiranía de los españoles les ha puesto en tal estado de estupidez e imprimido en sus almas tan grandes sentimientos de terror, que han perdido hasta el deseo de ser libres!! Muchos de ellos han seguido a los españoles o se han embarcado a bordo de los buques ingleses, que los han vendido en las colonias vecinas. Se ha presentado apenas un centenar de ellos, cuando el número de hombres libres que voluntariamente tomaron las armas es considerable".        

El 15 de febrero de 1819, en su discurso al Congreso de Angostura, Bolívar enfatiza:
"La atroz e impía esclavitud cubría con su negro manto la tierra de Venezuela, y nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban un diluvio de fuego. Yo imploré la protección del Dios de la humanidad, y luego la redención disipó las tempestades. La esclavitud rompió sus grillos, y Venezuela se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su cautiverio en armas de libertad. Sí, los que antes eran esclavos, ya son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta medida, es superfluo cuando vosotros sabéis la historia de los ilotas, de Espartaco y de Haití; cuando vosotros sabéis que no se puede ser libre y esclavo a la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas y las leyes civiles. Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocación de todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.

 Y el 11 de enero de 1820, el Congreso de Angostura, “...tomando en consideración las dos proclamas en que el general Bolívar, entonces Jefe Supremo de la República  de Venezuela, decretó la libertad de los esclavos, primera con algunas modificaciones, y luego entera y absoluta. (...) Y en otras consideraciones decreta la abolición de la esclavitud en todo el territorio...”. Añade el Decreto que “...Los que fueron llamados a las armas por el Presidente de la República, o hicieron algún servicio distinguido, entrarán desde luego, en posesión de su libertad...”.

EN BOLIVIA ECLOSIONA SU PASIÓN CONTRA LA ESCLAVITUD:
Después de Carabobo, cuando pide al Congreso la libertad de los esclavos como premio a su hazaña (que el Congreso le niega), y libera de esclavitud a los negros de sus haciendas,  es ya el Bolívar convencido de la igualdad como supremo bien de la humanidad, lo que eclosiona en su discurso al congreso de Bolivia: “...He conservado intacta la ley de las leyes: la igualdad: sin ella perecen todas las garantías, todos los derechos. A ella debemos hacer los sacrificios. A sus pies he puesto, cubierta de humillación, a la infame esclavitud. Legisladores, la infracción de todas la leyes es la esclavitud. La ley que la conservara, sería la más sacrílega. ¿Qué derecho se alegaría para su conservación? Mírese este delito por todos los aspectos, y no me persuado que haya uno solo Boliviano tan depravado, que pretenda legitimar la más insigne violación de la dignidad humana. ¡Un hombre poseído por otro! ¡Un hombre propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como el bruto! Dígasenos ¿dónde están los títulos de los usurpadores del hombre? La Guinea no las ha mandado, pues el África devastada por el fratricidio, no ofrece más que crímenes. Trasplantadas aquí estas reliquias de aquellas tribus africanas, ¿qué ley o potestad será capaz de sancionar el dominio sobre estas víctimas? Trasmitir, prorrogar, eternizar este crimen mezclado de suplicios, es le ultraje más chocante. Fundar un principio de posesión sobre la más feroz delincuencia no podría concebirse sin el trastorno del deber. Nadie puede romper el santo dogma de la igualdad. Y ¿habrá esclavitud donde reina la igualdad? Tales contradicciones formarían más bien el vituperio de nuestra razón que el de nuestra justicia: seríamos reputados por más dementes que usurpadores. Si no hubiera un Dios Protector de la inocencia y de la libertad, prefiriera la suerte de un león generoso, dominando en los desiertos y en los bosques, a la de un cautivo al servicio de un infame tirano que, cómplice de sus crímenes, provocara la cólera del Cielo. Pero no: Dios ha destinado el hombre a la libertad: él lo protege para que ejerza la celeste función del albedrío”. 

Valencia, 14 de julio de 1821

A S. E. el señor Presidente del Soberano Congreso de Colombia.
La sabiduría del congreso general de Colombia está perfectamente de acuerdo con las leyes existentes en favor de la manumisión de los esclavos; pero ella pudo haber extendido el imperio de su beneficencia sobre los futuros colombianos que, recibidos en una cuna cruel y salvaje, llegan a la vida para someter su cerviz al yugo. Los hijos de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia deben ser libres, porque estos seres no pertenecen más que a Dios y a sus padres, y ni Dios ni sus padres los quieren infelices. El Congreso general, autorizado por sus propias leyes, y aun más, por la naturaleza, puede decretar la libertad absoluta de todos los colombianos al acto de nacer en el territorio de la República. De este modo se concilian los derechos posesivos, los derechos políticos y los derechos naturales.
Sírvase V. E. elevar esta solicitud de mi parte al Congreso general de Colombia para que se digne concedérmela en recompensa  de la batalla de Carabobo, ganada por el ejército libertador, cuya sangre ha corrido sólo por la libertad.
Dios, etc.

El 29 de Mayo de 1823, desde Guayaquil escribe a su sobrino Anacleto Clemente que desde el 5 de Julio de 1821 representa sus intereses económicos en Venezuela: "... Todos los esclavos que no eran del vínculo, que tú posees ahora, los he dado por libres porque eran míos y he podido darles la libertad , así ninguno quedará esclavo por ninguna causa ni motivo".       

"Conste que a María Jacinta Bolívar, esclava de mi propiedad en la hacienda de San Mateo, le concedí la libertad, de que ahora goza, en el año de mil ochocientos veintiuno, después de la batalla de Carabobo. Libertad que ratifico por la presente carta dada en Caracas a 26 de abril de 1827. Bolívar


Los enemigos de Bolívar, en aquellos tiempos racistas en los que “tener de negro” era un baldón, aprovecharon la misteriosa ascendencia de su bisabuela paterna  para escribir artículos sobre la supuesta negritud de Bolívar, que “agravaba” el color atezado de su piel por la profunda quemadura solar producida por los años expuesto a la inclemencia solar en este trópico inhumano. Así que los bogotanos le dijeran “longaniza” y el cognomento  “negruemierda” circulaba en voz baja, en los corrillos conspirativos, en los días de la dictadura.   En realidad la situación ha sido suficientemente aclarada en la historia que registra documentalmente toda la genealogía de Bolívar, tanto paterna como materna. Hoy en día la sangre negra de Bolívar, de haber sido cierta la especie, simbolizaría la potencialidad de este mestizaje fraguado en la inédita experiencia de un pueblo original que surgió de las entrañas de sus propias circunstancias, eclosionando en el siglo XVI en el homo venezuelanensis que ha eclosionado en la pluralidad del venezolano de hoy.

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