Ser honesto no significa solamente no incurrir en actos de corrupción, sino que teniendo las posibilidades de hacerlo con impunidad, no se caiga en ellos. Hay gente que pasa por íntegra cuando en realidad nadie la ha invitado a robar ni jamás ha tenido la oportunidad de ocupar cargos relevantes con manejo financiero tentador. Son honrados como la concha de aguacate flota.
Por eso hay que desconfiar de los manifiestos de honestidad de mucho caimán en boca de caño. La honestidad debe ser una materia educativa que le permita al ciudadano introyectar la integridad como valor ascensional y suscite el desprecio por todo lo mal habido y a sus portadores.
Quitarle la relevancia social al dinero obtenido sin el esfuerzo y la persistencia sería el primer paso para combatir la corrupción que parece que es genética en estos tierreros latinoamericanos, precisamente por la falencia cultural, pues en su estado natural el hombre carece de sentido de propiedad, toma aquello que necesita para saciar su apetito sin considerar si tiene dueño o causa daños.
Por eso, como la honestidad es un acto cultural, el espesor de la coraza ética y moral deber tener tales bases principistas que resista el impacto de cualquier calibre disparado por los intereses que siempre han girado en torno a los dineros públicos – “ese no aguanta un cañonazo de un millón por el pecho”, solían decir los corruptores de la democracia para referirse a la debilidad de algún burócrata por los reales fáciles - y ese espesor lo imprime el respeto propio, más allá de consideraciones de otra índole, porque es la autoestima, la conciencia histórica, el respeto por la herencia que dejamos a nuestros hijos - que también forma parte del interés propio – lo que provee de espesor antitanque a esa coraza y solamente con personas de esas característica es posible construir una sociedad de sólidas bases éticas, cuyos individuos profesionalmente formados, además, serán capaces de instaurar gobiernos respetuosos, eficientes y pulcros. Pero en Venezuela la ostentación del dinero deslumbra a una sociedad ignorante - sin cultura ni ley - y por ello hacerse de dinero es la principal preocupación del individuo.
Quien no logre obtenerlo en cantidades ostensibles no pasará de pendigenuo, lo que traduce sujeto de irrespeto por la arrogancia que se humilla en paralelo ante lo que teme. Y, por supuesto, el dinero infunde un mensaje claro de lo que es capaz de comprar: Desde un juez hasta un sicario, porque en ese mundo infame - como expresa Verdades amargas – “todo tiene su precio estipulado”. Como me gustaría poder negar esas aciaga verdad que define esencialmente a nuestra corrompida sociedad, que, sin presentir la causa, se queja de las perversiones de los chávez, que por su misma necedad, han sido y serán.
Chávez, el factor corruptor
La nación entera ha sido testigo impotente de la inmensa corrupción y del enriquecimiento súbito de “patas´en el suelo” de pobreza histórica - muchos de los cuales se “metieron” a la escuela militar porque había comida y ropa gratuita - con la más absoluta impunidad a pesar de los rumores y denuncias, que eran atribuidas “a campañas mediáticas de los “pitiyanquis” por el responsable de ordenar las investigaciones derivadas de la notitia criminis, que jura ahora no conocer ni de vista ni de trato al capo Fernández Barrueco, luego de haber sido la mugre de sus desviaciones.
Quiere hacer ignorar que fue el factor Chávez lo que colocó a humildes hijos de la necesidad, criados en barrios y pueblos deshilachados, en posiciones ni siquiera soñadas en sus mejores sueños, para las cuales no estaban preparados profesionalmente y allí están los resultados desastrosos de sus administraciones, desde PDVSA hasta Sidor y las empresas del aluminio, pasando por bancos, instituciones y alcaldías y gobernaciones, en las cuales ignorantes en grado descendente lo han destruido todo, lo que es también un acto de corrupción. Pero tampoco estaban formados éticamente – ninguno, ni civiles ni militares – por lo que, deslumbrados por los privilegios, sucumbieron a la oportunidad, que supuestamente la pintan calva, de enriquecerse groseramente a través de comisiones, contrataciones fraudulentas, auto préstamos bancarios para comprar más bancos, hatos, empresas de seguros, flotas de barcos y gandolas, en una intrincada red de negociados fraudulentos o simplemente mediante el expedito recurso de meterse en el bolsillo unas barras de oro o unos cuantos barriles de petróleo o unos pollos de Mercal o los dólares de un anticipo de una contratista minera, sin sufrir la menor molestia, ni de la conciencia ni del mimético contralor, que, por cierto, debería renunciar ante su comprobada idiotez o connivencia con el crimen oficialista.
Un caso – entre muchos - que evidencia la incidencia del factor Chávez en la prostitución de estos sujetos proclives al delito, lo tenemos con el caso del ex teniente de fragata Arné Estevenson Chácón Escamillo, hijo de un taxista copeyano de Catia. Este personaje de las páginas de sucesos, que hace diez años no tenía para comer y terminó montado en un relámpago que lo catapultó hasta tener como “joby” un haras de 67 caballos de carrera en un exclusivo hipódromo en Miami, le declaró a la Razón en noviembre de 2005: “Es perfectamente normal que si mi persona es afín al gobierno, pues éste coloque más fondos en mi banco”. ¿Cuál hubiera sido su destino si en su camino no se atraviesa el factor Chávez? Bolsa no sube palo si alcahueta no hay.
No hay crisis financiera sino ladrones banqueros
Lo primero que hay que aclarar es que no es cierto que estos corruptos lanzados por Chávez al ludibrio público, sean o hayan sido banqueros, por eso no hay en esta crisis bancaria banqueros ladrones sino ladrones metidos a banqueros y, por lo tanto, el problema no es financiero sino de honestidad chavista – que sería – según la evidencia - algo así como mamonero cargando ocumo.
La reacción de Chávez se ajusta al libreto que le escribió Fidel, por eso su salto tratando de caer parado en algún lado seco de la charca pútrida que creó con el nombre de socialismo siglo XXI, tripulado por un voluntariado desquiciado por la posibilidad de robar y no por convicciones ideológicas. Así que su arremetida contra los siete bancuchos de una de las bandas puesta al descubierto por la presión del informe del fiscal Robert Morgenthau – confirmado por el G2 - que señalaba a estos y otros bancos de la chaviburguesía – es un insulto a Bolívar continuar llamando a estos ladrones “boliburgueses” – de estar incursos en legitimación de capitales provenientes de la droga y de la corrupción, es sencillamente su forma de alimentar la idiotez popular “Chávez no sabe” – si no sabe un hombre de esa poderosa dimensión, es un redomado idiota - y aprovechar el chance para proyectarse electoralmente como adalid de la anti corrupción que ha propiciado con su absoluta falta de escrúpulos políticos.
Así que – repito - aquí no hay crisis financiera sino de honestidad, y los caídos en desgracia – no por corruptos sino por haberse dejado descubrir, según la moral modular de Chávez – son apenas una cabeza de alfiler del inmenso fraude que se sigue cometiendo contra la nación y en el que están implicados familiares de Chávez y muchos de sus más relumbrones colaboradores, algunos de los cuales por aquí fumean con el sol a medio cielo.
Ojo opositores
Esa tronco e´viga en el ojo de Chávez no se quedará sin venganza. Ya a Ramón Martínez lo andan buscando y a Salas Feo lo inhabilitarán, como imputarán a Capriles Radonski y a Pablo Pérez y a Pérez Vivas. La causa será lo de menos, pues Chávez, desorbitado por la culpa que como hiedra le trepa por los carcañales del ego magullado, desencajado por el fracaso estrepitoso de su gestión “sadim” – nacional e internacionalmente - que todo lo vejó, malogró, corrompió, frustró, vulneró, sobajó, oxidó, enmontó, ahuecó, ensució, ranchificó, depauperizó, oscureció, secó, hamponizó, lumpenizó, encareció y escaseó, mandará a escarbar en el más remoto pasado de la línea de flotación de la oposición para saciar su desquite.
La fiera herida es capaz de todo para demostrarle al pueblo que por aquí también hay podrido como por allá abunda. Por eso siempre he recomendado a quien me quiera escuchar, que jamás haga nada que lo obligue a renunciar a su futuro para escapar de su pasado. Esta batalla contra la ferocidad de un Chávez decrépito y enloquecido por la nauseabundez de su charca pútrida la ganarán los probos, así que recomiendo encarecidamente a los rabo´epaja alejarse del candelero y darle paso a la vanguardia que ni la debe ni la teme. De ella será la Venezuela digna tan pronto como Chávez termine de disolverse en lodo.
Rafael Marrón González
Por eso hay que desconfiar de los manifiestos de honestidad de mucho caimán en boca de caño. La honestidad debe ser una materia educativa que le permita al ciudadano introyectar la integridad como valor ascensional y suscite el desprecio por todo lo mal habido y a sus portadores.
Quitarle la relevancia social al dinero obtenido sin el esfuerzo y la persistencia sería el primer paso para combatir la corrupción que parece que es genética en estos tierreros latinoamericanos, precisamente por la falencia cultural, pues en su estado natural el hombre carece de sentido de propiedad, toma aquello que necesita para saciar su apetito sin considerar si tiene dueño o causa daños.
Por eso, como la honestidad es un acto cultural, el espesor de la coraza ética y moral deber tener tales bases principistas que resista el impacto de cualquier calibre disparado por los intereses que siempre han girado en torno a los dineros públicos – “ese no aguanta un cañonazo de un millón por el pecho”, solían decir los corruptores de la democracia para referirse a la debilidad de algún burócrata por los reales fáciles - y ese espesor lo imprime el respeto propio, más allá de consideraciones de otra índole, porque es la autoestima, la conciencia histórica, el respeto por la herencia que dejamos a nuestros hijos - que también forma parte del interés propio – lo que provee de espesor antitanque a esa coraza y solamente con personas de esas característica es posible construir una sociedad de sólidas bases éticas, cuyos individuos profesionalmente formados, además, serán capaces de instaurar gobiernos respetuosos, eficientes y pulcros. Pero en Venezuela la ostentación del dinero deslumbra a una sociedad ignorante - sin cultura ni ley - y por ello hacerse de dinero es la principal preocupación del individuo.
Quien no logre obtenerlo en cantidades ostensibles no pasará de pendigenuo, lo que traduce sujeto de irrespeto por la arrogancia que se humilla en paralelo ante lo que teme. Y, por supuesto, el dinero infunde un mensaje claro de lo que es capaz de comprar: Desde un juez hasta un sicario, porque en ese mundo infame - como expresa Verdades amargas – “todo tiene su precio estipulado”. Como me gustaría poder negar esas aciaga verdad que define esencialmente a nuestra corrompida sociedad, que, sin presentir la causa, se queja de las perversiones de los chávez, que por su misma necedad, han sido y serán.
Chávez, el factor corruptor
La nación entera ha sido testigo impotente de la inmensa corrupción y del enriquecimiento súbito de “patas´en el suelo” de pobreza histórica - muchos de los cuales se “metieron” a la escuela militar porque había comida y ropa gratuita - con la más absoluta impunidad a pesar de los rumores y denuncias, que eran atribuidas “a campañas mediáticas de los “pitiyanquis” por el responsable de ordenar las investigaciones derivadas de la notitia criminis, que jura ahora no conocer ni de vista ni de trato al capo Fernández Barrueco, luego de haber sido la mugre de sus desviaciones.
Quiere hacer ignorar que fue el factor Chávez lo que colocó a humildes hijos de la necesidad, criados en barrios y pueblos deshilachados, en posiciones ni siquiera soñadas en sus mejores sueños, para las cuales no estaban preparados profesionalmente y allí están los resultados desastrosos de sus administraciones, desde PDVSA hasta Sidor y las empresas del aluminio, pasando por bancos, instituciones y alcaldías y gobernaciones, en las cuales ignorantes en grado descendente lo han destruido todo, lo que es también un acto de corrupción. Pero tampoco estaban formados éticamente – ninguno, ni civiles ni militares – por lo que, deslumbrados por los privilegios, sucumbieron a la oportunidad, que supuestamente la pintan calva, de enriquecerse groseramente a través de comisiones, contrataciones fraudulentas, auto préstamos bancarios para comprar más bancos, hatos, empresas de seguros, flotas de barcos y gandolas, en una intrincada red de negociados fraudulentos o simplemente mediante el expedito recurso de meterse en el bolsillo unas barras de oro o unos cuantos barriles de petróleo o unos pollos de Mercal o los dólares de un anticipo de una contratista minera, sin sufrir la menor molestia, ni de la conciencia ni del mimético contralor, que, por cierto, debería renunciar ante su comprobada idiotez o connivencia con el crimen oficialista.
Un caso – entre muchos - que evidencia la incidencia del factor Chávez en la prostitución de estos sujetos proclives al delito, lo tenemos con el caso del ex teniente de fragata Arné Estevenson Chácón Escamillo, hijo de un taxista copeyano de Catia. Este personaje de las páginas de sucesos, que hace diez años no tenía para comer y terminó montado en un relámpago que lo catapultó hasta tener como “joby” un haras de 67 caballos de carrera en un exclusivo hipódromo en Miami, le declaró a la Razón en noviembre de 2005: “Es perfectamente normal que si mi persona es afín al gobierno, pues éste coloque más fondos en mi banco”. ¿Cuál hubiera sido su destino si en su camino no se atraviesa el factor Chávez? Bolsa no sube palo si alcahueta no hay.
No hay crisis financiera sino ladrones banqueros
Lo primero que hay que aclarar es que no es cierto que estos corruptos lanzados por Chávez al ludibrio público, sean o hayan sido banqueros, por eso no hay en esta crisis bancaria banqueros ladrones sino ladrones metidos a banqueros y, por lo tanto, el problema no es financiero sino de honestidad chavista – que sería – según la evidencia - algo así como mamonero cargando ocumo.
La reacción de Chávez se ajusta al libreto que le escribió Fidel, por eso su salto tratando de caer parado en algún lado seco de la charca pútrida que creó con el nombre de socialismo siglo XXI, tripulado por un voluntariado desquiciado por la posibilidad de robar y no por convicciones ideológicas. Así que su arremetida contra los siete bancuchos de una de las bandas puesta al descubierto por la presión del informe del fiscal Robert Morgenthau – confirmado por el G2 - que señalaba a estos y otros bancos de la chaviburguesía – es un insulto a Bolívar continuar llamando a estos ladrones “boliburgueses” – de estar incursos en legitimación de capitales provenientes de la droga y de la corrupción, es sencillamente su forma de alimentar la idiotez popular “Chávez no sabe” – si no sabe un hombre de esa poderosa dimensión, es un redomado idiota - y aprovechar el chance para proyectarse electoralmente como adalid de la anti corrupción que ha propiciado con su absoluta falta de escrúpulos políticos.
Así que – repito - aquí no hay crisis financiera sino de honestidad, y los caídos en desgracia – no por corruptos sino por haberse dejado descubrir, según la moral modular de Chávez – son apenas una cabeza de alfiler del inmenso fraude que se sigue cometiendo contra la nación y en el que están implicados familiares de Chávez y muchos de sus más relumbrones colaboradores, algunos de los cuales por aquí fumean con el sol a medio cielo.
Ojo opositores
Esa tronco e´viga en el ojo de Chávez no se quedará sin venganza. Ya a Ramón Martínez lo andan buscando y a Salas Feo lo inhabilitarán, como imputarán a Capriles Radonski y a Pablo Pérez y a Pérez Vivas. La causa será lo de menos, pues Chávez, desorbitado por la culpa que como hiedra le trepa por los carcañales del ego magullado, desencajado por el fracaso estrepitoso de su gestión “sadim” – nacional e internacionalmente - que todo lo vejó, malogró, corrompió, frustró, vulneró, sobajó, oxidó, enmontó, ahuecó, ensució, ranchificó, depauperizó, oscureció, secó, hamponizó, lumpenizó, encareció y escaseó, mandará a escarbar en el más remoto pasado de la línea de flotación de la oposición para saciar su desquite.
La fiera herida es capaz de todo para demostrarle al pueblo que por aquí también hay podrido como por allá abunda. Por eso siempre he recomendado a quien me quiera escuchar, que jamás haga nada que lo obligue a renunciar a su futuro para escapar de su pasado. Esta batalla contra la ferocidad de un Chávez decrépito y enloquecido por la nauseabundez de su charca pútrida la ganarán los probos, así que recomiendo encarecidamente a los rabo´epaja alejarse del candelero y darle paso a la vanguardia que ni la debe ni la teme. De ella será la Venezuela digna tan pronto como Chávez termine de disolverse en lodo.
Rafael Marrón González
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