Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

18 de marzo de 2011

La muerte de Lina Ron

Aunque parezca cruel resaltarlo – a nadie puede alegrar la muerte de un ser humano - la desaparición repentina de esta violenta dirigente chavista, generó una sensación de alivio en la sociedad, pues el miedo que inspiraba en quienes no comulgan con Chávez o se atreven a criticarlo, era una contundente realidad.

Su simple nombre era una amenaza y ella lo disfrutaba, lo que demostraba con su andar agresivo y su jaquetonería sin exclusiones y sus declaraciones destempladas, con mentadas de madre incluidas. Su radicalismo violento fue rubricado cuando, rodeada de hombres armados, confesó: “Patria, socialismo o muerte, y cuando digo muerte, es muerte”, aclarando con ello que no se trataba de una consigna, sino de una amenaza cierta de muerte violenta para quien no se someta a los designios de Chávez – transmutado en “la patria” – “con Chávez todo, sin Chávez plomo”.

Las tomas violentas del Palacio Arzobispal y de Globovisión, son referentes indiscutibles de su absoluto desprecio por el estado de Derecho. Y Chávez, que la azuzaba con sus elogios, haciéndole creer que sus desmanes eran revolucionarios, manipulando su personalidad devota a su figura autoritaria, se vio obligado a encarcelarla para intentar domesticar la furia que le lanzó al resto de los venezolanos. La sugerencia debió partir de Freddy Bernal, que se quitó de encima otra mujerona violenta, que usurpaba el apellido Manuit, y aterrorizaba con una pistola de alta potencia al cinto, sometiéndola a un juicio que la aventó a la cárcel por varios años.

Porque Bernal, aunque se diga revolucionario, es un hombre de mente policial, formado exhaustivamente por los gobiernos adecos, que conoce el alcance destructivo de la psiquis criminal, que debe mantenerse sujeta por el imperio de la ley. Personas como estas abundan en este país, sin embargo pueden pasar su vida limitando su violencia e intemperancia en el reducido campo de su vecindad, en el cual se hacen temer y odiar o drenan hacia la delincuencia.

En el caso de Lina Ron, el discurso violento de Chávez y su peligroso convencimiento de que la “violencia es la partera de la historia” – un anacrónico eslogan comunista, cuando lo es la libertad - le amplió su campo de acción, permitiéndole imponer su violencia como axioma político, apoyada en un poderoso grupo armado, dotado de impunidad que ahora queda en estado de anarquía, y cuyas acciones pueden ser más temerarias y terroríficas que las capitaneadas por la extinta, lanzados a la liquidación física de todo quien tenga lo que ellos envidian.

La violencia ha sido la partera del chavismo

Y es que desde aquella memorable presentación en sociedad, intentando derrocar un gobierno democráticamente electo y violando la Constitución que había jurado defender, pasando por su promesa de “freír las cabezas de los adecos”, la partera del chavismo, dada su salvaje condición, ha sido la violencia. Su supuesto amor por los pobres no pasa de ser un subterfugio para ganar adeptos en las clases más susceptibles de asumir su propuesta de permanencia eterna en el usufructo del poder, que es lo único que lo anima.

Es la misma violencia que usó Lenín para imponer su Estado totalitario: El terror de masas. Y para ello usaba sin escrúpulos al lumpen, que debió ser a su vez destruido porque amenazaba acabar con la revolución. Todos los tiranos están convencidos de la eficiencia del terror. Eso lo sabe Chávez y por ello amenaza con las armas de su revolución – “que es pacifica pero está armada”, es decir es violenta.

Pero esa violencia es variopinta

El chavismo usa la violencia primitiva que caracterizó la vida pública de Lina Ron, de formas más sutiles, como obligar a los empleados público a demostrar lealtad a la revolución so pena de ser despedidos, sin prestaciones sociales. O usando los inmensos recursos del poder para sus campañas electorales. O utilizando el sistema judicial para criminalizar la disidencia o la protesta popular. O silenciar medios de comunicación por el expedito sistema de excluirlos de las pautas publicitarias del Estado. O expropiando fincas productivas y terrenos urbanos y propiciando la invasión de edificios particulares.

Así que la violencia de Lina Ron era la imagen pública de la autentica naturaleza de Chávez. Ahora debe asumir su función. Aunque aún le queda Soto Rojas – no olviden su promesa de “caerles a carajazos a los opositores”. Y aunque por la cercanía del 2012 la actitud de Chávez se encuentre distendida, recordemos siempre que alacrán no suspira.
Rafael Marrón González

0 comentarios: