Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

27 de marzo de 2011

¿Por qué a los cuerdos les gustan los locos?

“Loco” es por estos lares el sujeto atrabiliario, jodedor, irresponsable, simpaticón, inescrupuloso que consigue lo que quiere obviando la moral pública, la decencia o las convenciones sociales. Las frases que lo definen tienen una carga semántica alarmante, pero a la vez atrayente, como: “Este si es loco de verdá verdá”. “Cuidado, mira que ese le mete al loco de frente”, es decir es temerario, importamepoco. Locos que se la pasan ensangrentado las carreteras de Venezuela y enlutando sus hogares. Asesinando y suicidándose, bajo los efectos del alcohol y del exceso de velocidad, justificado socialmente con lo de “accidente”. Locos levanta carajitas que han llenado al país de hijos sin padres, pero las carajitas, sobre todo en los barrios, enloquecen por ellos, a pesar de la supuración de la experiencia ajena. Locos que privilegian la imagen sobre los principios y cuyos vicios son superiores a sus ingresos. Regularmente estos locos se asientan como resultado de una buena paliza. Pero como son divertidos – almas de las fiestas – y en secreto todos queremos ser como el loco, nadie se las da y así el loco va cogiendo alas y puede llegar hasta presidente de la nación. Como Berlusconi, en Italia, quien se autodefine: - “Soy valiente, temerario, quizá también un poco heroico y loco”. Con lo de “loco” justifica su inmoralidad. Recuerdo que el 11 de Abril las paredes recogieron el sentir popular: “Ese loco es nuestro”. “Devuélvanme mi loco”. Y es que padecer de esa singular forma de irresponsabilidad moral prodiga no pocas satisfacciones y evasiones de carácter ético. Todo se le perdona porque es loco. Qué será, qué será Lo cierto que la suerte de estos locos los cuerdos la desean. Fíjese usted que ninguno de nuestros gobernantes llega al poder por la vía del consenso social con sus propuestas económicas, sino que las triunfadoras son las consignas, entre más disparatadas mejor. Los comandos de campaña se estrujan las neuronas buscando el eslogan matador. Y eso definitivamente es un reflejo de la sociedad que tenemos. Y luego el pueblo - que para Chávez es la parte de la sociedad que lo sigue como perro lamedor de manteca - se queja del desastre ocasionado por haber preferido a un cantinero al que llamaban “el loco” para administrar la cosa pública. Y el colmo es que existen analistas que coinciden en afirmar que esta loquera era necesaria para que nuestra sociedad aprendiera, pero parece que nada ha aprendido, porque insiste en pensar – y tiene razón, dolorosamente – que quien ofrezca caminos cuerdos no gana elecciones. Es hora de formar el antiloco Pienso, y a lo mejor sigo en mi mundo utópico – aunque utopía para mí es realidad potencial – que es hora de emprender una tarea para formar ciudadanos capaces de elegir por la razón y no por las emociones. Que el pueblo elija por contraste con su realidad y no por el parecido del candidato con sus carencias intelectuales. “Si alguna violencia es necesaria es aquella que permite a los hombres ser honrados y felices”. Y esa forma de violencia se llama educación. Que al no ser permisiva, frustra – o tiene que frustrar - la germinación de locos, pues su misión es formar para el ejercicio de la racionalidad y el pensamiento crítico, para enseñar a reflexionar antes de actuar, que es el verdadero significado de “arrepentimiento” - que es la búsqueda del perdón social del “loco” - para, precisamente, tomar decisiones por el análisis crítico del orden interno de la realidad. De allí, se supone, que el mundo académico debería suministrar los líderes antilocos, pero parece que el atractivo del loco es demasiado poderoso. Opino que estas elecciones del 2012, las más cruciales que ha tenido la República, son ideales para seleccionar un antiloco que, provisto de un viable programa consensual de gobierno, basado en la productividad, se dedique, con lenguaje claro y raspao, a convencer al pueblo de la necesidad de elegir un cuerdo para dirigir los destinos de la nación. El antiloco es una necesidad de supervivencia nacional. O el despotismo ilustrado. Rafael Marrón González

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