Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

11 de junio de 2011

¿QUÉ SIGNIFICA “NO HABRÁ CACERÍA DE BRUJAS”?

Antonio Ledezma es un funcionario público profesional, exitoso, ha sido diputado, gobernador del Distrito Federal, Acalde del Municipio Libertador y ahora Alcalde Mayor, aunque con sus funciones disminuidas por la vocación dictatorial de Chávez, que suele pasarse por sus caprichos legislaciones y tradiciones aunque la tierra se hunda, pero ni aun así ha podido derrotar la calidad gerencial de Ledezma, quien lo ha abofeteado – y a su pueril e ineficiente equipo de gobierno – con la voluntad de servicio y amplitud de miras.

Ledezma aspira la candidatura presidencial, y si alguien tiene condiciones – sin desmerecer a ninguno, aunque coincido con Ramos Allup con que no queremos un “candidato fofo, elusivo, endeble – al que le hayan comido los testículos los ratones, añado - sino un candidato recio que lo rete (a Chávez), que lo encare, que lo confronte abiertamente, que denuncie las barbaridades de este gobierno y proponga soluciones verdaderas” – es este adeco de formación que no vaciló en montar tienda aparte en lo que empezaron las lluvias que trajeron estos barriales ineficientes y corrompidos.

En una entrevista – entre otras reflexiones – Ledezma aseguró que “aquí no habrá cacería de brujas”, y en ese punto quisiera extenderme: ¿Qué significa en la voz de un avezado político como Antonio Ledesma esa afirmación? ¿Qué habrá impunidad para ladrones, traficantes y traidores o que no se perseguirá a nadie por el solo hecho de ser chavista, como hace Chávez con todo quien no lo sea? Pregunto, porque una cosa es trabajar por la paz y la reconciliación nacional, alteradas por esta estridente destrucción de la identidad nacional y del orden republicano para cubanizar al país, dividiendo a los venezolanos entre patriotas – nosotros – y piticubanos, y otra continuar con la estúpida práctica de perdonar crímenes – como hicieron los adecos con los asesinos del gobierno de Pérez Jiménez - que ha permitido que los errores se repitan incesantemente en esta América Latina que ni es América – sino Colombia - ni es latina – sino ibérica.

Argentina y Chile han demostrado que perdonar crímenes es nefasto para la paz y la reconciliación nacional. Por ello arriaron la bandera del perdón y enjuiciaron y enjuician a todos los criminales y ladrones como Videla y Pinochet. Esta nación, para enrumbarse por el camino del progreso, la paz y la reconciliación nacional, debe pasar por una seria investigación sobre las actuaciones de este equipo gobernante - aunque sabemos que el tal “equipo” es la santa voluntad de un solo hombre, la responsabilidad es individual, allá los que no lo sepan - sobre el manejo de las finanzas públicas y su despilfarro en compras de solidaridades internacionales y financiamiento de candidaturas cómplices, la destrucción de PDVSA y de las empresas de Guayana, la adquisición exagerada, por corrupción, de alimentos perecederos o vencidos – el caso Pudreval es la punta del iceberg - la inducción a la quiebra del aparato productivo nacional para privilegiar al empresariado capitalista extranjero, las confiscaciones disfrazadas de expropiaciones, la intromisión de gobiernos extranjeros en los asuntos nacionales – uno de los cargos contra Carlos Andrés Pérez fue que se descubrió que su secretaria privada era colombiana, imagínense lo de Chávez con los cubanos – entre muchas averiguaciones sobre familias e individualidades asquerosamente afortunadas de la noche a la mañana y la utilización del sistema judicial para penalizar la disidencia o la oposición.

Y, aparte pero como materia de Estado los casos de narcotráfico y relaciones con las FARC, ETA y otras organizaciones terroristas internacionales, lo cual hay que investigar exhaustivamente por el bien general de la nación y la pulcritud de su imagen internacional.

Hay que develar al ladrón

“Fuerza, fuerza” dijo Chávez al ministro de la Presidencia, Antonio Palocci, a su llegada al Palacio Presidencial en Brasilia, que está acusado de haber incrementado su patrimonio – al mejor estilo kirchneriano - 20 veces, durante los últimos 4 años. Como un “lapsus diplomático” lo consideró la prensa, sin embargo tengo mis reservas: Está tan acostumbrado a dejar pasar denuncias de corrupción a cambio de fidelidad incondicional, que “se le salió” lo que acostumbra aconsejar a sus acólitos acusados por la oposición.

Pues, como en Brasil con este corrupto, un nuevo gobierno debe comenzar por un operativo de rastreo de cuentas bancarias nacionales e internacionales – legitimación de capitales es el delito – con la finalidad de llevar a tribunales a presentar recaudos sobre el origen de sus fortunas y castigar con todo el peso de la ley a quienes se han enriquecido con el dinero de todos los venezolanos.

Aquí se ha hecho costumbre el sistema contralor del gato, le echan tierra a la podredumbre del que pasó para que el que venga le eche tierrita a la del que está. En una obscena sucesión de impunidad que permite que conspicuos ladrones del erario continúen tan campantes aspirando nuevos cargos de la administración pública. Y que se muera un señor, hijo de humildes labriegos con males de fortuna, cuyo salario fue siempre el de funcionario público – que jamás fue mucho que digamos - y al morir deje una herencia en dólares imperiales que envida Bill Gates.

Y en similitud hay herederos que ostentan el privilegio de ser ricos de cuna, pues su padre fue ladrón como lo fue también el abuelo. Y es tal la pérdida de la moral pública, derivada de la impunidad con la corrupción oficial, que a nadie importa la evidencia del enriquecimiento ilícito y se escriben luengos panegíricos laudatorios sobre la honestidad del difunto señor ladrón.

La reconciliación pasa por la justicia

Los tiempos son ideales para dar comienzo al rescate de la moral pública por la imposición social de la honestidad. En este tierrero conceptual en el que Chávez ha convertido a Venezuela, ser ladrón es una vaina exquisita y el resultado de la honestidad es anatomizado, así me lo confirmó una persona refiriéndose a cierto ex gobernador en difícil situación económica: - Si Fulano está limpio es un güevón. Y pasa la gente honesta su vida trabajando para vivir modestamente cómodo, y debe sufrir la afrenta de ser comparado, hasta por su familia, con el enriquecimiento de imbéciles sub humanos cuya inescrupulosidad los colocó en la administración pública y se dedicaron a robar.

Porque el sudor opaca el brillo inmanente del trabajo honesto destacando la ostentación del lujo procaz del ladrón. Y la cosa ha llegado al colmo brutal de la obtención de la medalla al mérito al trabajo mediante el pago de cierta suma a la mafia encargada de listar a los merecedores, lo que ha denigrado ese reconocimiento. Y es esa perversión a la que llevan los sucesivos “aquí no habrá cacería de brujas”, pues debe haberla. Hay que abrir la necesaria temporada de caza de ladrones, que deben recibir el desprecio público como pena accesoria.

Porque esa aplicación de la justicia es la que enaltecerá el trabajo digno, motivo de orgullo y reconocimiento, para que quienes suelen deslumbrarse con el oropel de lo mal habido, entiendan, hasta en carne viva, que la única vía para la riqueza es el trabajo, el estudio y la responsabilidad. Y es a través de esa fase necesaria, en la que impere la ley, como llegaremos a la auténtica reconciliación nacional, no con perdones alcahuetas ni olvidos del pasado.

En conclusión

Son muchas las decisiones fuertes que debe tomar un nuevo gobierno – si la lucidez se impone sobre la estupidez – pero la más severa debe ser la concerniente a la moral pública y por lo tanto “todo funcionario público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o tomado para sí de los fondos públicos…” será penado con la sanción que la ley estipule.

Y, además, dada la situación de las finanzas públicas es imperativo revertir a la nación los fondos robados, cualquiera sea su monto, y aquellos depositados en bancos extranjeros en países como Cuba, Nicaragua, Bielorrusia, Libia, Irán, Bolivia, Ecuador, islas caribeñas y en los Estados Unidos. Esa suma puede determinarse restando a lo percibido por venta de petróleo y por la recaudación impositiva, todo lo gastado por este gobierno, y los sorprenderá el faltante.

Buscar ese dinero amerita una eficaz “cacería de brujas”. Si quien gane la presidencia no aprovecha esa oportunidad para develar al pueblo, con pruebas y los juicios correspondientes, la verdad sobre este gobierno, será un cómplice más de la destrucción de la nación, pues volverán, por lo tanto hay que hacer todo lo que esté al alcance de la ley para impedir que vuelvan. A “cazar brujas” se ha dicho, que es temporada.

Rafael Marrón González

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