Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

3 de abril de 2012

A CONFESIÓN DE PARTE…



La “logorrea” suele sufrir malas jugadas del subconsciente: “Donde va la oposición, ahí va la violencia”… ¿detrás? ¡Por supuesto! La violencia chavista sigue a la oposición como el zumbido a la abeja. Y son tantas las evidencias, criminales inclusive, que causa hilaridad en el pueblo llano esa proyección hacia el movimiento opositor, pues en demasiadas ocasiones ha sido protagonista de los actos vandálicos – el golpe con una viga doble T a la cabeza del diputado Rafael Marín o el garrafón de agua potable lanzado contra el parabrisas del carro de Marta Colomina - inherentes a la condición genética del chavista originario, que se encuentra, de lo más cómodo, representado en la orgía de “con Chávez todo sin Chávez plomo”.


Contra la ciudadanía despojada de su condición humana por el discurso violento de Chávez, que decidió que éramos “escuálidos” y no seres humanos, padres y madres de familia, sino cosas, reses que sus energúmenos sedientos de sangre - y de plata mal habida - pueden asesinar sin cargos de conciencia, como lo hizo “el caballero” Joao Gouveia, en nombre de la revolución, con la hermosa joven Keyla Guerra, doña Josefina Inciarte y el profesor Jaime Giraud Rodríguez, a quienes recordamos como mártires de la lucha por la libertad.


De la difunta Lina Ron – exponente de primera línea del “salte pa´juera coño e´tu mae” de aquella hora de sus albores – Chávez, antes de ordenar meterla presa por amenazar la estabilidad de su gobierno, dado su extremismo – “cuando digo muerte, es muerte” - opinaba que era “una excelsa representante de la mujer venezolana”, porque Chávez es un hombre violento, formado para la violencia – en su familia las cosas se arreglan a batazos - que siente una atracción fatal por la violencia como medio para dirimir las diferencias e imponer sus caprichos – la violencia del 4F - pivotado sobre un profundo resentimiento, por haber vendido “arañas” en Sabaneta – “aunque la mona se vista de seda, mona se queda” -que ha asumido, como lo estipula la estupidez marxista, que “la violencia es la partera de la historia” – será de la violencia, porque es la paz la partera del progreso en la historia - a lo que Fidel ha contribuido con su violenta ponzoña insidiosa.


El lenguaje que estructura el violento discurso de Chávez - freídor de cabezas de adecos, que amenaza borrar de la faz de la tierra a la burguesía, con desmontar piedra a piedra y desangrar arteria por arteria al este de Caracas, y atacar rodilla en tierra a quien ose desconocer su triunfo a juro – ¿anuncia fraude? - es una invocación a la violencia más procaz.



Los “periodistas” de Ávila TV – que no sé por qué intríngulis esotérica no se llama Guaraira Repano TV – se especializan en patear periodistas de verdad para impedir que la noticia refleje la contundencia de la realidad. Y así podemos continuar, en kilómetros de páginas, recordando la barbarie incivil del chavismo. Recientemente, en respuesta a la confrontación de la diputada María Corina Machado, y para calmar los ánimos exaltados de una peligrosa chavista, presta a zurcir con una pico é loro el honor deshilachado por la verdad de su comandante, Chávez le recomendó dejar eso “en manos del pueblo”, lo que fue inmediatamente traducido por la horda portátil que seguía los acontecimientos en pantalla plana a las puertas de la Asamblea, como una orden para siquitrillar a la irreverente opositora que se salvó de chiripa.


Porque la ignorancia con poder es tan atroz que dice al pueblo fanatizado lo que puede hacer, con las consecuencias previsibles para la civilización, pues en su maldad obvia que su palabra crea y si dice incendia, la masa imbecilizada incendiará. Bastaba que Trujillo, el tirano dominicano, preguntara, así como por casualidad, si un crítico a su estilo asesino de gobernar había muerto, para que al día siguiente la prensa reseñara el asesinato del infeliz en un “accidente”, y de esa manera ese psicópata ordenó el homicidio a garrotazos de las hermanas Mirabal – Patria, Minerva y María Teresa - que deberían tener un monumento en cada capital americana, como recordatorio perenne, para estos pueblos sin memoria histórica y de una ingenuidad conmovedora, insuflada por la ignorancia, el fanatismo y el miedo, del inmenso peligro que representa cualquier especie de autoritarismo, por muy seductor y generoso que parezca, pues la violencia es, en puridad, su base de sustentación.


¿Me lo echo jefe?


Todas los tiranos, en realidad capos de una mafia, se han servido de enfermos mentales “¿me lo echo jefe?” para acabar con sus oponentes, pero ahora en Venezuela se ha reeditado el caso escalofriante de ver una masa amorfa de zafios patibularios violentos, en pueblo mimetizados, lanzarse como fieras contra todo quien no se arrodille, para servir a la inmensa codicia del amo obsesionado por el poder como fin, que, además, en el más puro estilo fascista, estimula el patrioterismo criminal, al acusar a quienes lo adversamos, con toda razón por su demostrable y evidente ineficiencia, de “apátridas” – que ignorante - y de ser racistas, para azuzar su jauría, alarmante acción de violencia inaudita que sirve de corolario a su intrínseca realidad.


En conclusión


La violencia es tan asunto de chavistas que prácticamente es su sinónimo y el degradado lenguaje presidencial – espejada proyección de sí - es una abrumadora confesión de parte, así que tiene toda la razón, “donde va la oposición va la violencia”… tratando de impedir el arrollador avance de la democracia y de la dignidad de la nación que debe ser libre por el trabajo, el estudio y la responsabilidad, sin necesidad de rastreras sumisiones por la precaria supervivencia basal que ofrece el fidelismo del cual Chávez es el ungido continuista que debemos parar en seco el 7 de Octubre, voto mediante, porque “¡es la patria, carajo!”.


Rafael Marrón González


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