¿Qué entenderán
estos tipos por “pensamiento” –
“conjunto de las operaciones cognitivas: análisis, síntesis intuición,
discurso, invención, asociación, etc., por la cual el juicio forma los
conceptos” – para crear, nada menos, que un Instituto de “altos estudios” -
¿funcionará en una azotea? – del “pensamiento” político del extinto – “vamos a
freír cabezas de adecos”, “váyanse al carajo yanquis de mierda”, “esta revolución… está armada” – un
devoto creyente en la sagrada palabra de Fidel – “maestro, lo digo sin
complejos, tú eres el padre de los revolucionarios de este continente. Padre
nuestro que estás en la tierra, en el agua y en el aire” (noviembre 2007) -
cuyo “pensamiento” puede ser de todo menos “político”, pues no existe nada
político en preservar el poder por el terror de un formidable aparato represivo
engordado con la miseria del pueblo cubano.
Y no me extraña que en cada
consulado del planeta se instale una cátedra de este instituto dirigida por
aspirantes a vivir sin trabajar, que aquí se estila, pero hay que hacer cola,
en las cuales se pagará salarios en dólares a los cursantes.
Hay que ver las horas que he
dedicado en radio y prensa, desde el mismísimo 4F, a combatir esta
artesanía totalitaria, hecha en el Inces, que, en nombre de la ignorancia
ha destruido las posibilidades de desarrollo que, hasta el aciago 1999, estaba
construyendo Venezuela con su gente pensante y con el concurso de las
universidades internas y externas – programa de becas Gran Mariscal de Ayacucho
mediante – sin encontrar ni la más leve presunción que en justicia pudiera
llamar “pensamiento”, en aquel vendaval de excesos verbales – “Marisabel esta
noche te doy lo tuyo” – ditirambos rocambolescos – “… del éxito de nuestra revolución puede
depender la salvación del mundo" (20 de mayo de 2006) - y promesas imposibles – “si en un año hay
niños en la calle me cambio el nombre” - que brotaban de las vísceras del
encantador de ingenuidades esperanzadas por la promesa de tener padre para
siempre.
A menos que se considere
“pensamientos” la colección de perogrulladas recopiladas por el MINCI en un ejercicio
de adulancia sin precedentes, que se pueden sintetizar en “todos los poderes
soy yo. Yo soy el pueblo. Yo soy Venezuela”. Pero este es uno entre tantos
disparates – trueque, comunas, “colectivos”, magnicidios, atentados,
conspiraciones intergalácticas,
invasiones colombianas con los aviones de combate en un hangar de Bogotá,
guerras económicas y bacteriales, sancochos vecinales institucionales, gallineros
verticales, cultivos abonados con excremento, conucos en techos, ministerios de
la felicidad y la buena fortuna, fundos zamoranos, expropiar empresas para
quebrarlas, y un largo etc. -
A los que nos tiene acostumbrados
el régimen del fenecido, extensivos a su continuidad mimética, que, mientras se
desgañita proclamando “soberanía” frente al “imperio” que le compra el petróleo
y se lo paga, atentando contra los intereses de la nación venezolana, ha
entregado su soberanía política a Cuba, una nación cuya independencia se
la debe a los Estados Unidos y su bandera al venezolano Narciso López.
A Brasil y Argentina la seguridad
alimentaria, violando el artículo 305 de la constitución, que reza: “…la
producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo
económico y social de la Nación. A tales fines, el Estado dictará las medidas
(...) que fueran necesarias para alcanzar niveles estratégicos de
autoabastecimiento”.
La soberanía financiera ha sido
hipotecada a China así como la responsabilidad en la distribución de alimentos
en todo el territorio nacional.
Y ahora la soberanía energética a
Argelia que nos comenzó a suministrar petróleo, patético logro de trastocar el
país de exportador a importador de petróleo, con lo que ya no pertenecerá a la
Opep sino a la Opip, involución bolivariana, que crea felices parásitos
sociales – antes se llamaban flojos y sinvergüenzas - en franca contravención
al postulado de Bolívar: “la sociedad desconoce al que no procura la felicidad
general, al que no se ocupa de aumentar con su trabajo, talentos e industrias
sus riquezas y comodidades propias que colectivamente forman la prosperidad
nacional”.
El
mito como salvoconducto
El único talento
innegable que tuvo el difunto fue… petróleo a cien dólares. Y cierta
inescrupulosidad para colocar los intereses de su delirio revolucionario
por encima de toda norma administrativa, con la anuencia cobarde o
compinchera de los llamados a proteger los intereses de la república. Lo demás
es leyenda urbana. Mito para el afiche enmarcado en la sala de la humilde mujer
que tiene un hijo preso y dos en el cementerio como aporte patriótico a la
inseguridad que ha llegado a límites insoportables en estos quince años de
locura socialcomunista, solo comparable a los índices de inflación que han roto
la barrera del sonido, la desaparición del aparato productivo, el desvanecimiento
de la empresa privada, la depauperación de PDVSA.
Lo cierto es que
el fulano “pensamiento” digno de un instituto de altos estudios gracias a la
insondable veleidad de los incondicionales, le dejó a Maduro el desastre
político, social y económico más estruendoso de la historia, un país con su
infraestructura vial en ruinas y sus ciudades y pueblos llenos de
telaraña y malos olores. Y con la mala leche de que el barril que se mantuvo
arriba durante toda la epopeya del extinto, se le viene abajo a pesar de los
conflictos árabes que ocasionaron su subida en el pasado. Cosas que ponen la
piel de gallina.
Pero el mito,
sustentado por los desconsolados herederos, como burbuja histórica lo protege
de las mentadas ante cada “no hay” y “esto si está caro” pues rebotan y le caen
a Maduro en pleno rostro, que no tiene otra opción que seguir sacando brillo a
la burbuja, contra su propia historia – mayor acto de amor, imposible - aunque
ganas no deben faltarle de decir unas cuantas verdades, sobre todo al observar
como en sus narices Raúl Castro le elige suplente y lo obliga a comisionarla en
la ONU para que vaya cogiendo luces. No lo hace porque a estas alturas de su
inmolación nadie le va a creer. ¿Cómo va a tener la culpa de este
desastre el altar mayor? Sale pa´llá.
Rafael Marrón González
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