Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

6 de febrero de 2010

Como sapos a punto de hervir

Sinceramente no logro comprender la posición de la llamada “oposición oficial” frente a los desplantes patoteros de Chávez y la obediencia perruna de su corte de aduladólares, que le sancionan todas las leyes que la Sala Situacional cubana de Miraflores redacta y envía a la Asamblea Nacional cada vez que Chávez desea conculcar un derecho ciudadano – con efecto retroactivo - y en las cuales pivota su autoritarismo.

Contradictoriamente cobijada bajo la esperanza de ganar las elecciones del difuso septiembre, permite en silencio que Chávez desarrolle toda la arquitectura de un fraude leguleyizado, por miedo a que si se protesta en la calle con la contundencia imprescindible, y emprende una campaña por radio y prensa y pintas callejeras señalando el obsceno abuso de poder de Chávez, el autócrata suspenda las elecciones y, al contrario, emite a los electores una falsa seguridad, con la consigna triunfalista que perjura la derrota chavista, “haga lo que haga” Chávez.

Los líderes “cara de vidrio” aconsejan no hacerle caso a los “trapos rojos” ni “lloriquear” por el abusivo cambio de los circuitos electorales, que favorece groseramente al oficialismo, pues para realizarlos no se aplicaron criterios técnicos sino políticos, evidenciado esto con la aplicación de fórmulas distintas para realidades idénticas, como el caso de Ciudad Guayana vs Valencia y Maracaibo, para inclinar la balanza hacia el chavismo; ni por la ley electoral - que legaliza la violación al precepto constitucional que establece la equidad del voto - mediante la cual con el 45% de los votos Chávez obtendría el 80 % de los cargos – el voto chavista vale el doble del voto opositor; ni por el nombramiento vulgar de dos rectores del CNE reclutados de las filas del PSUV, “al cual renunciaron”, lo que produce preocupación en la ciudadanía que está recibiendo mensajes triunfantes de sus líderes, sin relación alguna con la realidad, lo que puede derivar en una inmensa abstención, porque las encuestas señalan seriamente que los llamados “ni ni” - electores no alineados - aglutinan el 52% del electorado y por lo tanto representan el poder decisorio en estas elecciones, por lo tanto hay que hablarles claro y mostrarles las estrategias que permitirán derrotar las trampas de un Chávez que amenaza con guerra si pierde la mayoría en la Asamblea Nacional, solamente porque con ella perderá la careta democrática – Constitución plegable mediante - que le ha permitido sojuzgar el Estado de derechos con leyes instantáneas, con la complicidad de los poderes que han traicionado el orden republicano de la nación, y tendrá, entonces, que declararse dictador, como las lacras Mugabe, Fidel y Omar el Bashir, y renunciar a sus viajecitos internacionales a mimetizarse entre la idiotez democrática mundial, que por petróleo da el menor.

El suicidio de las ballenas

Esa actitud del liderazgo opositor partidista nos permite escuchar nítidamente como crece la yesca sobre las libertades del pueblo venezolano chavista y no chavista, pues es insólito su pasivo ajuste a la reducción farisea de su espacio político, suicidamente indiferente al procedimiento para hervir sapos que Chávez le está aplicando – incluyendo la llegada, y que a asesorar en “materia energética”, del feroz exterminador cubano Ramiro Valdés, experto en represión, fusilamientos, tortura, espionaje y censura, responsable de miles de desapariciones forzadas en Cuba, lo que marca la entrega oficial de nuestra soberanía a una nación extranjera – justificado con la esperanza de cambiar el rumbo autocrático de Chávez derogando las leyes espurias en las que está pivotando sus violaciones constitucionales obviando que Chávez se repasa por el forro el sistema legal íntegro, amparado en el poder omnímodo de su inescrupulosidad, Amargo será el arrepentimiento de quienes por connivencia, ignorancia, cobardía o resentimiento social, se están prestando para legitimar las acciones antidemocráticas de este régimen corrupto e ineficiente.

Empresariado a fuego lento

En esta absurda posición autista que espera que Chávez “reflexione” – hay que ser bien romántico para creer que alacrán suspira – tenemos el caso del empresariado - industrial, bancario y comercial – que, pretendiendo segregar piedad al verdugo, se dedicó a negociar con Chávez el fogón que los sancocha, mientras se negaron, por oportunismo, a apuntalar las trincheras comunicacionales de la lucha democrática, sobre todo en las regiones, argumentando que “su responsabilidad era con sus empresas”, que de todos modos van a perder, pero con el desdoro de la complicidad por omisión, propiciando tangencialmente la agonía de medios impresos y programas radiales críticos, estos últimos censurado también por la tortura social del racionamiento eléctrico.

Y mientras el empresariado actúa como gallina empollando huevos de caimán, Chávez ha ido creando toda la infraestructura leguleya – como la recién sancionada Ley de Depabis, que elimina las garantías constitucionales de la propiedad privada y, por lo tanto, la libre empresa - para asumir directamente desde el Estado, y con los costos operativos cargados al presupuesto nacional, en detrimento de hospitales y escuelas y de todos los servicios públicos, de la importación, distribución y comercialización de equipos, productos e insumos de absolutamente toda la escala de consumo.

La restricción del servicio eléctrico a los centros comerciales tiene como finalidad propiciar la quiebra del comercio para apoderarse por “utilidad pública” – confunde adrede “público” con “gobierno” – de estas instalaciones para la comercialización de sus importaciones, en el desarrollo de su proyecto de control social.

El colmo es que hasta la vetusta imprenta nacional ha sido habilitada para recibir encargos menudos del público. Y como broche de oro, se sanciona la Ley de Contraloría Social que otorga poder a los fanáticos enrojados de furia destructiva, para actuar a su arbitrio contra el empresariado y pequeños comerciantes en nombre del Estado. Pero todavía hay demasiados que siguen en Babia, empecinados en dialogar con Chávez, como si fuera factible ablandar cogote de burro con chamizas.

El mensaje del uniforme

El jueves 28 de enero, Chávez encadenó al país para, con su acostumbrada vulgaridad genética, atacar lo que en su ceguera histórica llama “la oposición”, sin percibir que esa “oposición” que está en la calle es el pueblo indignado que reclama sus derechos, que ya intuye que detrás del señuelo populista se esconde el garrote miserable de la dictadura, que, con la fórmula de hervir sapos, ha ido desatando en la patria de Bolívar.

Y mientras esa oposición traga gas y perdigones y sus hijos son vejados por el odio inquilino de la barbarie criminal chavista - que pretende insultarlos llamándolos “manitas blancas” para contrastar con las suyas tintas en sangre - la otra, la oficial, sin acción para capitalizar políticamente las inmensas protestas que recorren todo el territorio nacional, y pasiva ante las acciones que obstaculizan la limpidez del proceso electoral venidero o la imputación de periodistas o la destrucción de la economía y la vulneración de la libre empresa y de la propiedad privada, parece concentrar toda su atención en llenar planillas para conseguir empleo en la Asamblea Nacional, cuyos sueldos paga Chávez. Pero, lo que deseo destacar de esa cadena, es que por primera vez Chávez lució casaca y arreos de Comandante en Jefe, un grado civil inherente a la presidencia de la república, que manifiesta la subordinación de la estructura militar al poder civil, y que por su psiquis totalitaria y desprecio absoluto por el hilo constitucional, convirtió en jerarquía militar, lo que significó el segundo golpe de Estado contra el orden republicano - el primero fue la Constituyente que cohonestaron los poderes públicos del pasado, con énfasis en la extinta Corte Suprema de Justicia, exactamente lo que impidieron los demócratas con los redaños bien puestos, en Honduras, que sacaron a patadas al émulo de Chávez.
La imagen del jefe de Estado en prendas netamente militares, anunció al país ese día y en esa hora, que el gobierno de la república se ha asumido militar, lo que contradice el espíritu constitucional civilista y viola el artículo 330 que establece que “los o las integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen derecho al sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”. Y ese mensaje implícito en ese uniforme inédito significó que, con el apoyo del ejército invasor cubano, “que ha osado hollar el sagrado suelo de la patria”, ha quedado derogado el sistema democrático. Ojalá nos sirva de algo encomendarnos a Dios.
Rafael Marrón González

0 comentarios: