Las ruinas de Vargas continúan amontonadas por allí y la diáspora varguense no ha podido regresar porque no hay lugar a donde volver, sin embargo: “La República Bolivariana de Venezuela comunicó formalmente a la ONU que proyecta realizar aportes a la República de Haití por 2.420 millones de dólares en el lapso 2010- 2016”.
Frente a esta munificencia personal del caudillo de Venezuela, con los reales del pueblo, la Unión Europea (27 países) donó 1.970 millones de dólares, Estados Unidos, 2.050 millones, el Banco Mundial prometió $479 millones. Brasil $172 millones. Y China millón y medio de dólares.
Pero la arruinada Venezuela sin luz, sin agua y sin empleo se da el lujo extravagante de superar el aporte de los países más ricos de la tierra, así como dona combustible para los ricos dueños de los edificios de alquiler de los barrios pobres de los Estados Unidos y para el transporte público de Londres - una de las ciudades más ricas del planeta - y promete financiar el proyecto de limpieza del río Hudson, mientras las viscosas aguas del Guaire apestan mucho más.
Pero así es la conducta de todo nuevo rico por azar, oscuridad en la casa y plantas eléctricas para Cuba y Nicaragua. Barrio adentro colapsado pero hospital de lujo en Uruguay. Con esos dos mil millones de dólares – que no dudo necesita el pobre pueblo haitiano – se pudieran construir dos millones de viviendas para el pobre pueblo venezolano.
Y no es que no me duela la tragedia de una republica inviable como Haití, cuyo mejor destino sería ser estado asociado de alguna potencia generosa, pues hablar de “reconstruir” en esa secular desolación, es una falta de sindéresis con ese depauperado país que, sin duda nos acongoja por su siempre.
Pero, señores y señoras, a pesar de nuestra piedad por la tragedia haitiana, la Venezuela de la actualidad tiene extensos “haitíes” por todos sus rincones. Basta recorrer cualquier barrio de cualquier ciudad de cualquier estado, para presenciar en carne viva la tragedia haitiana.
Niños comiendo basura. Gente viviendo bajo los arcos de los puentes. Delincuencia desatada imponiendo la pena de muerte. Rancherías de supervivencia, más precarias que las haitianas, por todas partes, hacinando millones de seres humanos en invasiones, sin los más elementales servicios públicos, cual víctimas de un terremoto. Como en Haití.
Farol de la calle activo
Ese farol de la calle que, como expresara Oscar Arias, “supera en generosidad a los Estados Unidos”, sin que le tiemble la responsabilidad nacional ha incorporado en masa, a través del disparate político llamado ALBA, a los habitantes de Nicaragua, Cuba, Bolivia, entre otros, al disfrute privilegiado de las exangües arcas del tesoro público de los venezolanos indiferentes al despilfarro de un gobierno que condena al país a un futuro haitiano, sin la solidaridad munífica de Venezuela con Haití.
“La regaladera”, como la bautizó el pueblo, que Chávez insiste en confundir con solidaridad, ha causado irreversible daño a la economía nacional, aunada a la destrucción del aparato productivo nacional - para privilegiar a empresarios capitalistas extranjeros, como los brasileños y argentinos – y a la desaforada compra de armas, en lo que Chávez ha gastado – que se sepa - 10 mil millones de dólares, y sigue comprando compulsivamente – Putin, el vendedor ruso que vino a cobrar la deuda atrasada, se llevó un pedido de $5.000M - hipotecando al país porque no hay dinero para pagar esa desmesura, ¿qué entregará a cambio si ya la Faja no alcanza? ¿Cuántos MW de electricidad se comprarían con ese dispendio? - y habla de producir energía atómica y de ingresar a una nueva carrera espacial, lo que concitó la burla de los gringos, pues no ha podido resolver el problema eléctrico y pretende viajar al espacio.
¿Qué será del satélite chino? Así que Chávez ha sido una bendición del cielo, no solo para los fracasados gobiernos socialistas del planeta, sino para el sistema capitalista internacional que hasta por rebote se beneficia de la telaraña ideológica de un hombre sin mayores luces elevado a la dimensión reservada a los estadistas, por la equivocación popular recurrente, que no cesará en sus errores hasta que se derrote la ignorancia como fuente inagotable de ascenso político para cuanto espontáneo se lance pa´presidente.
Es una actitud nacional
Sin embargo debo aclarar que esa forma de actuar de Chávez – manirrota, pantallera, irresponsable – es una actitud porcentual venezolana, pues demuestra el gentilicio mayor pesar por el sufrimiento extranjero que por el del patio.
Nos acostumbramos a recorrer ida y vuelta un corredor de privilegios, apáticos al tremendo dolor invisibilizado que nos circunda. Sólo quien ha tenido la osadía de acercarse a la realidad hasta quemarse con ella, es capaz de indignarse con esta forma de generosidad de exportación.
No existe dolor ajeno que no cuente con nuestra solidaridad automática. Basta ver las campañas de recolección de fondos para cualquier conmovedora causa foránea como recaudan dinero a montón, pero si la causa es nacional, aunque sea tan estremecedora como la de afuera, da vergüenza lo que se obtiene.
Pero, también se observa en la intimidad familiar: Conocí un mecenas popular que mantenía con su escaso salario un equipo ciclista, y por esa acción recibía pingüe reconocimiento mediático que le inflaban el orgullo. Un día visité su casa para entrevistarlo, lo que encontré fue una pobreza escalofriante: La esposa, apenas cubierta con harapos y descalza - parecía un afiche de la FAO contra el hambre - y los hijos, cuatro o cinco, desnudos o semi desnudos pero todos sucios, demostraban con sus escleróticas saltonas la inmensa desnutrición que padecían. Sobre eso escribí. El dinero de su responsabilidad familiar era dilapidado en obtener la fama.
Exactamente igual que la actitud presidenial de la actualidad. El flamante embajador ante la ONU se regodea con la generosidad sin parangón de su gobierno con Haití – “18 millones de dólares para cubrir operaciones diarias” - mientras seis millones de venezolanos sobreviven entre el desempleo y la buhonería de corre y corre. Es decir, casi el 50% de la fuerza laboral del país. Y el INE certifica que en 14 de las 24 regiones del país, la pobreza extrema ha aumentado.
Es tan disímil la prodigalidad de este gobierno, que mientras concede, por ejemplo, 900 millones de dólares a los ecuatorianos para cultivar cacao, a los venezolanos nos monta una arepera que cierra domingos y feriados para compensar la quiebra de las empresas de Guayana.
Ama a tu próximo como a ti mismo
Por alguna de esas extrañas complicaciones mentales del hombre moderno, se confundió el sentido primigenio de “próximo” – escrito con la “x” equivalente a “j” – y la palabra “prójimo” pasó, de “cercano a ti”, a significar “compromiso con los otros hombres”, que traduce con gente lejana y mejor si extranjera, de por allá… de Palestina, por ejemplo, cuyo drama conmovió a tal grado a los chavistas de la gran godarria, que hasta andaban de trapo en el pescuezo como Arafat, obviando que nuestro pueblo sufre también destierro secular en su propia tierra que le niega el pan, pero carece – en su brava carestía – hasta de símbolo alguno para el lucimiento mediático de chavistas faramalleros, que contrastan sus obscenos lujos contra las franelita colorás con errores ortográficos que porta el pueblo esperanzado que mendiga justicia.
De allí que la cita bíblica “Ama a tu próximo como a ti mismo” en sentido lato significa que - por solidaridad humana - como seas capaz de amarte debes amar a tus seres más cercanos – incluyendo a tus conciudadanos - y si los seres humanos cumpliéramos a cabalidad con ese mandato cristiano – así como con aquel que invita a no hacer lo que desagrada que nos hagan – no tendríamos ninguna necesidad de andar delegando la responsabilidad familiar al Estado - de donde deriva el nefasto paternalismo parasitario - ni metiéndonos en las vidas ajenas como el imperialismo chavista, que chapotea en miserias extraterritoriales teniendo charcas suficientes, fronteras adentro, para chapotear.
En conclusión
Venezuela necesita la inversión de absolutamente todos sus recursos para dar de comer a sus propios hambrientos, cuya desnudez tirita en ranchos insalubres, padeciendo el retorno de enfermedades endémicas y a merced de la ignorancia que sustenta tiranías por la supervivencia.
Por eso es hora de exigir en serio a este gobierno insensato y antinacional, cuyo paso por el poder marca en la escala de Ritcher cifra superior al terremoto haitiano, por la devastación causada, que cese el derramamiento de dólares venezolanos sobre naciones y organizaciones extranjeras y asuma y cumpla su responsabilidad con las necesidades de la patria, que es la gente.
Frente a esta munificencia personal del caudillo de Venezuela, con los reales del pueblo, la Unión Europea (27 países) donó 1.970 millones de dólares, Estados Unidos, 2.050 millones, el Banco Mundial prometió $479 millones. Brasil $172 millones. Y China millón y medio de dólares.
Pero la arruinada Venezuela sin luz, sin agua y sin empleo se da el lujo extravagante de superar el aporte de los países más ricos de la tierra, así como dona combustible para los ricos dueños de los edificios de alquiler de los barrios pobres de los Estados Unidos y para el transporte público de Londres - una de las ciudades más ricas del planeta - y promete financiar el proyecto de limpieza del río Hudson, mientras las viscosas aguas del Guaire apestan mucho más.
Pero así es la conducta de todo nuevo rico por azar, oscuridad en la casa y plantas eléctricas para Cuba y Nicaragua. Barrio adentro colapsado pero hospital de lujo en Uruguay. Con esos dos mil millones de dólares – que no dudo necesita el pobre pueblo haitiano – se pudieran construir dos millones de viviendas para el pobre pueblo venezolano.
Y no es que no me duela la tragedia de una republica inviable como Haití, cuyo mejor destino sería ser estado asociado de alguna potencia generosa, pues hablar de “reconstruir” en esa secular desolación, es una falta de sindéresis con ese depauperado país que, sin duda nos acongoja por su siempre.
Pero, señores y señoras, a pesar de nuestra piedad por la tragedia haitiana, la Venezuela de la actualidad tiene extensos “haitíes” por todos sus rincones. Basta recorrer cualquier barrio de cualquier ciudad de cualquier estado, para presenciar en carne viva la tragedia haitiana.
Niños comiendo basura. Gente viviendo bajo los arcos de los puentes. Delincuencia desatada imponiendo la pena de muerte. Rancherías de supervivencia, más precarias que las haitianas, por todas partes, hacinando millones de seres humanos en invasiones, sin los más elementales servicios públicos, cual víctimas de un terremoto. Como en Haití.
Farol de la calle activo
Ese farol de la calle que, como expresara Oscar Arias, “supera en generosidad a los Estados Unidos”, sin que le tiemble la responsabilidad nacional ha incorporado en masa, a través del disparate político llamado ALBA, a los habitantes de Nicaragua, Cuba, Bolivia, entre otros, al disfrute privilegiado de las exangües arcas del tesoro público de los venezolanos indiferentes al despilfarro de un gobierno que condena al país a un futuro haitiano, sin la solidaridad munífica de Venezuela con Haití.
“La regaladera”, como la bautizó el pueblo, que Chávez insiste en confundir con solidaridad, ha causado irreversible daño a la economía nacional, aunada a la destrucción del aparato productivo nacional - para privilegiar a empresarios capitalistas extranjeros, como los brasileños y argentinos – y a la desaforada compra de armas, en lo que Chávez ha gastado – que se sepa - 10 mil millones de dólares, y sigue comprando compulsivamente – Putin, el vendedor ruso que vino a cobrar la deuda atrasada, se llevó un pedido de $5.000M - hipotecando al país porque no hay dinero para pagar esa desmesura, ¿qué entregará a cambio si ya la Faja no alcanza? ¿Cuántos MW de electricidad se comprarían con ese dispendio? - y habla de producir energía atómica y de ingresar a una nueva carrera espacial, lo que concitó la burla de los gringos, pues no ha podido resolver el problema eléctrico y pretende viajar al espacio.
¿Qué será del satélite chino? Así que Chávez ha sido una bendición del cielo, no solo para los fracasados gobiernos socialistas del planeta, sino para el sistema capitalista internacional que hasta por rebote se beneficia de la telaraña ideológica de un hombre sin mayores luces elevado a la dimensión reservada a los estadistas, por la equivocación popular recurrente, que no cesará en sus errores hasta que se derrote la ignorancia como fuente inagotable de ascenso político para cuanto espontáneo se lance pa´presidente.
Es una actitud nacional
Sin embargo debo aclarar que esa forma de actuar de Chávez – manirrota, pantallera, irresponsable – es una actitud porcentual venezolana, pues demuestra el gentilicio mayor pesar por el sufrimiento extranjero que por el del patio.
Nos acostumbramos a recorrer ida y vuelta un corredor de privilegios, apáticos al tremendo dolor invisibilizado que nos circunda. Sólo quien ha tenido la osadía de acercarse a la realidad hasta quemarse con ella, es capaz de indignarse con esta forma de generosidad de exportación.
No existe dolor ajeno que no cuente con nuestra solidaridad automática. Basta ver las campañas de recolección de fondos para cualquier conmovedora causa foránea como recaudan dinero a montón, pero si la causa es nacional, aunque sea tan estremecedora como la de afuera, da vergüenza lo que se obtiene.
Pero, también se observa en la intimidad familiar: Conocí un mecenas popular que mantenía con su escaso salario un equipo ciclista, y por esa acción recibía pingüe reconocimiento mediático que le inflaban el orgullo. Un día visité su casa para entrevistarlo, lo que encontré fue una pobreza escalofriante: La esposa, apenas cubierta con harapos y descalza - parecía un afiche de la FAO contra el hambre - y los hijos, cuatro o cinco, desnudos o semi desnudos pero todos sucios, demostraban con sus escleróticas saltonas la inmensa desnutrición que padecían. Sobre eso escribí. El dinero de su responsabilidad familiar era dilapidado en obtener la fama.
Exactamente igual que la actitud presidenial de la actualidad. El flamante embajador ante la ONU se regodea con la generosidad sin parangón de su gobierno con Haití – “18 millones de dólares para cubrir operaciones diarias” - mientras seis millones de venezolanos sobreviven entre el desempleo y la buhonería de corre y corre. Es decir, casi el 50% de la fuerza laboral del país. Y el INE certifica que en 14 de las 24 regiones del país, la pobreza extrema ha aumentado.
Es tan disímil la prodigalidad de este gobierno, que mientras concede, por ejemplo, 900 millones de dólares a los ecuatorianos para cultivar cacao, a los venezolanos nos monta una arepera que cierra domingos y feriados para compensar la quiebra de las empresas de Guayana.
Ama a tu próximo como a ti mismo
Por alguna de esas extrañas complicaciones mentales del hombre moderno, se confundió el sentido primigenio de “próximo” – escrito con la “x” equivalente a “j” – y la palabra “prójimo” pasó, de “cercano a ti”, a significar “compromiso con los otros hombres”, que traduce con gente lejana y mejor si extranjera, de por allá… de Palestina, por ejemplo, cuyo drama conmovió a tal grado a los chavistas de la gran godarria, que hasta andaban de trapo en el pescuezo como Arafat, obviando que nuestro pueblo sufre también destierro secular en su propia tierra que le niega el pan, pero carece – en su brava carestía – hasta de símbolo alguno para el lucimiento mediático de chavistas faramalleros, que contrastan sus obscenos lujos contra las franelita colorás con errores ortográficos que porta el pueblo esperanzado que mendiga justicia.
De allí que la cita bíblica “Ama a tu próximo como a ti mismo” en sentido lato significa que - por solidaridad humana - como seas capaz de amarte debes amar a tus seres más cercanos – incluyendo a tus conciudadanos - y si los seres humanos cumpliéramos a cabalidad con ese mandato cristiano – así como con aquel que invita a no hacer lo que desagrada que nos hagan – no tendríamos ninguna necesidad de andar delegando la responsabilidad familiar al Estado - de donde deriva el nefasto paternalismo parasitario - ni metiéndonos en las vidas ajenas como el imperialismo chavista, que chapotea en miserias extraterritoriales teniendo charcas suficientes, fronteras adentro, para chapotear.
En conclusión
Venezuela necesita la inversión de absolutamente todos sus recursos para dar de comer a sus propios hambrientos, cuya desnudez tirita en ranchos insalubres, padeciendo el retorno de enfermedades endémicas y a merced de la ignorancia que sustenta tiranías por la supervivencia.
Por eso es hora de exigir en serio a este gobierno insensato y antinacional, cuyo paso por el poder marca en la escala de Ritcher cifra superior al terremoto haitiano, por la devastación causada, que cese el derramamiento de dólares venezolanos sobre naciones y organizaciones extranjeras y asuma y cumpla su responsabilidad con las necesidades de la patria, que es la gente.
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