Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

12 de octubre de 2011

SAULO DE SABANETA

La anécdota bíblica del verdugo de San Esteban, el judío romanizado Saulo de Tarso, que fue derribado de su caballo por un rayo, en pleno solazo, fenómeno que lo sobrecogió de terror místico y lo pasó de perseguidor de cristianos a uno de los pilares del cristianismo, puede aplicarse, con sus bemoles, al perseguidor de demócratas Hugo Chávez, a quien un cáncer derribó de la soberbia mutándolo en tierno lobezno de colmillos de leche, frente a sus huestes bárbaras, estupefactas y sumidas en religiosidad profunda, mismas prestas hasta hace unos días a degollar en el sanguinolento altar del comunismo a todo cristiano que se negara a comulgar con la gauaratara chavista, o a negar las dotes taumatúrgicas del otrora vendedor de pastelitos de la abuela Rosinés, allá en Barinas la vieja.

Gracias a ese fenómeno imponderable e inesperado – como todo acontecimiento negativo que afecta a la ignorancia con poder – ha estallado la realidad y toda la crudeza de su pésimo gobierno despilfarrador y corrupto se ha volcado sobre su obesidad alucinada, y cual peregrino que recoge sus doce años de indolencia popular, con los más extraordinarios ingresos petroleros, que son los más conspicuos, pero a los que hay que sumar el IVA – que es un impuesto igualitario que supera los ingresos petroleros – y la inmensa masa de dinero proveniente del ISLR – lo que calculado como si petróleo fuera, nos daría un precio de $300 por barril - se da cuenta – entre muchísimos - de un par de detallitos que halan la proa de su revolución hacia los abismos insondables de una derrota aplastante en cuanto comicio electoral se presente de aquí a su eternidad, Dios mediante.

Detallito uno…

“Ahora tengo más conciencia. Esta enfermedad me ha hecho topar con la alta necesidad de contar lo más pronto posible y que todo nuestro pueblo cuente con un gran sistema nacional de salud, y por eso no ahorraremos esfuerzos y recursos”.

Hay una frase deliberadamente enfática que los venezolanos usamos mucho en casos como este, que dejo a imaginación del lector: Doce años la ciudadanía sufriendo las calamidades de un pésimo servicio de salud pública, y el responsable de ese sufrimiento sale ahora a decir que porque le dio tos va a repartir expectorantes. Desmanteló el sistema formal de salud – apenas le asigna el 2% del presupuesto - con sus perfectibles ambulatorios y su red de hospitales del IVSS – al que acude todavía el 80% de los pacientes - para crear una magalla publicitaria ideológica, en la realidad traga dólares para mantener a Fidel Castro – que hace su agosto vendiendo medicinas toderas hechas para cubanos - que llamó Barrio adentro y que no pasa de la orilla cuando pasa porque PDVSA no puede seguir financiándola, por lo que hay miles de módulos cerrados y los médicos cubanos espantados por el malandrero, cerraron las consultas, y cuyos escombros han sido recogidos por el desconcertante Ministerio de Salud cuya incompetencia todavía no asume que el 68% de los venezolanos no está adscrito a ningún sistema de seguridad ni pública ni privada y que por eso están abarrotados de pacientes los hospitales, sin insumos ni médicos ni equipos y a merced del hampa. Pero como Chávez se enfermó, ahora sí es que vamos a ver salud a chorros.

Detallito dos…

“Nos hemos descuidado con el tema de la electricidad”. ¡Carajo!, diría mi abuela india ante tamaño “por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”, y no me dirán ustedes que en esto no se siente un estremecimiento sobrenatural: Que tamaña grandiosidad - acostumbrada a acusar al imperio o a los gobiernos anteriores o a la oposición apátrida, de todos sus dislates, ineficiencias e irresponsabilidades - reconozca, por lo menos, que el inmenso desastre del sistema eléctrico nacional ha sido por descuido - ¡por descuido! - ya es bastante, y me imagino el respiro de alivio de las iguanas, la sequía o los aguaceros y el fenómeno del Niño que habían cargado con el sambenito hasta la fecha, de la falta de inversión, mantenimiento, adecuación y sustitución de obsoletas unidades de generación.

Y de haberle dado a los cubanos – que de oscuridad sabrán mucho, no lo niego, pero de luz nada que ver – el manejo de las plantas termoeléctricas de Planta Centro. Y de haber centrado su preocupación allende la patria, como por ejemplo en La Habana – que ahora está como una pepa, toda de luz radiante iluminada – o Nicaragua – donde se alumbra con las plantas termoeléctricas adquiridas para el estado Bolívar - o Gambia, cuyo presidente es un manojo de flores para la munificencia lumínica del gran derrochador eléctrico, que no paga multa por exceso de consumo, que no me explico de donde se deriva si todo está apagado por fuerza mayor, pues Venezuela entera vive las penurias de “los alambrones” tipo cubano con los que la excelsa revolución de la felonía socialista pretende regresarnos a los juegos de “quiminduñe” con paraparas y a los cuentos de aparecidos y a la apurruñadera en el traspatio oscurito, mientras estallan los últimos transformadores y Guri – pronto a convertirse en colonia penitenciaria - se disuelve como una vieja fotografía de un momento Kodak.

Otro sí…

La vuelta a la patria de Carlos Andrés Pérez desestabilizó de tal manera al primer enfermo del país, que en aterrorizada cadena nacional destruyó todo vestigio de hidalguía que le quedara a su minusvalía moral. Se creció CAP en su retorno frente a la iracundia de esa patética figura que recibió repulsa continental: Bienvenido a su patria señor Presidente. Y perdone la infamia. Que a todo cochino gordo le llega su 2012.

Rafael Marrón González

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