Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

30 de octubre de 2011

Trabajo, sudor y dignidad…

Si yo fuera candidato…


Prometería la eliminación de raíz de toda clase de “misiones” asistencialistas – parasitarias - y estimuladoras de la mediocridad, impuestas perversamente por el gobierno para reducir las aspiraciones de bienestar de la ciudadanía, ajustándolas por debajo, contando con el conformismo patológico de los endémicos pueblos latinoamericanos, que afecta en demasía al venezolano de la pobreza profesional: El taburetito portátil para la cola de Mercal o la creatividad derrochada en la cachucha-sombrilla para vender tostones en la autopista con el título de bachiller, de la Misión Ribas, bajo el brazo, lo grafica todo.

Esas misiones, como la Casa de la Mujer o la Organización protectora del niño de la calle, expresan el quiebre de la institucionalidad formal de la república como de la familia y de la moral pública: La Misión Barrio Adentro es una magalla inservible – encuesta del Cetro Gumilla refleja su rechazo en el pueblo al que dice servir - que se traga el presupuesto del sistema de salud, que sigue recibiendo la legión de necesitados de asistencia médica, sencillamente porque aquella es una operación política, demagógica, publicitaria, imposible de sostener en el tiempo.

Porque la responsabilidad del Estado con lo social debe enfatizarse en la generación de servicios públicos básicos eficientes, oportunos y de calidad, y en cuanto a la asistencia, debe concentrar su esfuerzo en apoyar a los pobres porque no pueden: Ancianos, minusválidos (que no puedan producir) y niños en situación de riesgo.

Todo individuo en capacidad productiva debe y tiene que trabajar, sudar a gota gorda el pan de la dignidad: El Estado tendrá como uno de sus fines primordiales fomentar el empleo. El trabajo no lo hizo Dios como castigo, ese es un invento de un flojo creativo.

Si yo fuera candidato….

Ofrecería respeto absoluto por la vida, la libertad y la propiedad, esta última solo podrá ser afectada bajo especialísimos casos de beneficio colectivo, porque la propiedad privada – y su disfrute, disponibilidad y disposición – es el fundamento de la libertad. Y mi propuesta de progreso colectivo – el progreso no puede ser ni sectorial ni individual – estaría sujeta al desarrollo cabal del individuo – exaltando la individualidad – por el trabajo – no empleo necesariamente, sino trabajo - y el estudio - en ese orden - para sentar las bases de una ciudadanía productiva, consciente de sus derechos y responsable de sus deberes para consigo, la familia y la sociedad, bajo el imperio de un impecable estado constitucional de derecho que garantice la única igualdad posible: Ante la ley – el hombre de verdad no pide igualdad, se la procura.

Porque si algo hay que combatir en esta nación, si en realidad se desea reducir la pobreza, es el parasitismo social – derivado de las prácticas asistencialistas del socialismo - que ha generado la perversión de la pobreza como oficio rentable para millones de eunucos voluntarios y felices, que, con tal de vivir sin trabajar – umbilicados al botalón munífico del Estado paternalista, que hasta de sus vicios se ocupa - obstaculizan las posibilidades ascensionales de la pobreza en tránsito – como aupando gobiernos retrógrados como el actual, a cambio de una ración gratuita de nepe - y precarizan aún más la pobreza de quienes no pueden, por succionar ingentes recursos en satisfacer la insaciable voracidad de bienes y servicios gratuitos de esta masa poblacional inconsciente, desidiosa e improductiva.

La evolución – la palabra revolución está degradada por el crimen implícito en su definición - más prodigiosa que pueda darse en esta tierra de desgracias acumuladas, es que cada individuo sea totalmente responsable de las consecuencias de sus actos.

Si yo fuera candidato…

Ofrecería un gobierno pobre para un pueblo rico: Ese 30% del ingreso petrolero, que se apropia el gobierno en nombre del pueblo, ordenaría sea repartido directamente a cada ciudadano mayor de 18 años. El gobierno tiene suficientes ingresos por el impuesto sobre la renta - que incluye el petrolero - el IVA - superior al ingreso petrolero -y los impuestos aduanales para realizar todas las obras que el país requiera, probado está que ese dinero se dilapida en regalos a países plañideros, en lujos estrafalarios para los burócratas de la godarria – oficinas, vehículos blindados, aviones, guardaespaldas, viajes al exterior, corrupción, etc. – y de esta manera se utilizaría para mejorar ostensiblemente el nivel de vida de los ciudadanos.

Si yo fuera candidato…

Mi discurso sería frontal contra el comunismo – que es una secta de asesino, ladrones y corruptores de menores – agotando las instancias necesarias para convencer al pueblo de la necesidad de crear una nación de ciudadanos que coadyuven al progreso nacional por su esfuerzo individual.

Es el trabajo y la creatividad de su gente lo que hace a los pueblos grandes, las riquezas naturales, como en el caso venezolano, suelen ser un ancla al cuello del desarrollo, pues en lugar de un empresariado independiente genera un contratistariado parasitario, con las excepciones de rigor mortis.

Ese Estado hipertrofiado a cuyo aliento todo debe moverse, pero no lo hace porque la inercia basal de sus engranajes lo lentifica, debe desaparecer si queremos un país fuerte y soberano. Si yo fuera candidato… no mentiría para obtener votos, convencería para tener aliados.

Rafael Marrón González

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