Una sola pregunta acaba
con la duda de si es comunista – o socialista que en la práctica es la misma
vaina – o demócrata liberal: ¿Respeta usted la propiedad privada como derecho
fundamental del ser humano junto con la vida y la libertad? Si guabinea es
comunista. Y punto.
La oposición a
Chávez nos tiene revueltos a tirios y troyanos. Y lo peor es que hay políticos,
de probada vocación democrática, que sienten aversión por defender la propiedad
privada, por la posibilidad de no caerle bien a la masa ignara: Esos les hacen el
juego a los comunistas ávidos de robarse el esfuerzo ajeno, del que tiene
mucho, por donde comienza el robo, como del que tiene poco, cuando la
destrucción de la productividad comienza a generar hambre colectiva.
Y es que, a pesar
del esfuerzo colectivista de los comunistas – una secta de asesinos, ladrones y
pervertidores de menores - la propiedad privada es un derecho fundamental
en el mundo moderno – y un valor vital de la democracia - indefectiblemente
unido al concepto político de libertad, en su definición de “no dependiente” o
fuera del estado de servidumbre, es decir que la propiedad libera al
hombre de su dependencia de un amo privado o público, lo que genera un poderoso
estímulo para la creatividad como ingrediente activo para la prosperidad individual
que genera el progreso general, y es en conocimiento de esto que Chávez
perversamente engaña al pueblo ingenuo fingiendo cumplir sus aspiraciones de
propietarios, entregándole tierras y viviendas bajo una supuesta propiedad que
está condicionada exclusivamente al uso, sin disfrute - facultad de percibir los frutos y los productos
que la cosa genera - y sin disposición - facultad de disponer o decidir el destino de la cosa, esto es, derecho
a destruirla, consumirla, enajenarla, gravarla o conferirle a otras personas,
total o parcialmente, prerrogativas sobre la cosa, como la herencia, por
ejemplo –
Por ello, en su
discurso populista, para engatusar débiles mentales, el comunismo insiste en
que la tierra es para quien la trabaja – en realidad el producto del trabajo
del campesino es para el Estado - y la vivienda para quien la habite, pero con
mucha justeza, lo que explica la estúpida ley de inquilinatos chavista que ha
logrado eliminar la vivienda de alquiler, pues en el socialismo los
espacios excedentarios o de uso no imprescindible deben ser asignados a
familias deshabitadas.
Allí está la otrora
pujante Cuba convertida en criadero de parásitos sociales, gracias a la
espléndida visión colectivista de un ilusionista de la necedad, mutada en
vedette de boudeville de la gran estupidez universal. Lo cierto es que el crecimiento y desarrollo de los pueblos se
puede explicar por su actitud frente al principio de propiedad privada.
Corea del
Norte no tiene respeto al principio de propiedad privada…y está en la miseria.
Hong Kong respeta el principio de propiedad privada y es una de las economías
más prósperas del mundo. La República Popular China ha sorprendido al mundo al
introducir en su Constitución que la propiedad privada es un principio sagrado,
promovido y defendido por el Estado. Con esta enmienda han enterrado el viejo
proyecto comunista.
Ahora los
chinos son los líderes en la construcción de economía de mercado. Y es que
hasta los mandamientos de la ley de Dios implícitamente reconoce la
propiedad privada y prohíbe su violación: En ellos se incluye “No robarás”,
porque “robar” es “tomar para sí lo ajeno”, es decir lo que es propio de otro.
Una propuesta
concreta
Y aquí, entonces,
contrarío la tradición, porque considero que es hora de revisar la definición
del término” absoluto”, como “lo que no tiene excepciones”, pues por su
afectación a derechos como el de la vida, la propiedad y la libertad, es
necesario ampliar hasta lo que debe obedecer a complejos procesos
constitucionales y legales para poder ser revocado.
En el caso de la
propiedad privada tiene como excepción única la utilidad pública o el interés
general – por lo que no se considera absoluta en nuestra legislación - aunque
para aplicar esta excepción el Estado tiene que cumplir con un mandato
constitucional previo – lo que el chavismo prepotente y envalentonado obvia -
que es poseer una sentencia firme de un tribunal - probando que no existe
alternativa - y para lograr ésta debe tener aprobado el proyecto
que afecta la propiedad, con su financiamiento presupuestado, y, después del pago justo y oportuno del bien, se ejecutará la expropiación.
Por lo tanto, como el
gobierno no puede expropiar sin cumplir previamente con los requisitos
señalados, la propiedad privada debe ser considerada absoluta - para impedir
que los abusos de gobiernos forajidos se cubran con un velo de legitimidad -
tomando en cuenta que la Constitución establece que la expropiación procede
solamente por “utilidad pública – no significa “del gobierno” - o interés
general” es decir, para aquello que beneficie a toda el conjunto poblacional.
Un caso similar
ocurre con el derecho a la vida, que es inviolable, es decir es un derecho
absoluto, sin embargo por una “ficción jurídica” el estado reconoce “la defensa
propia”, el “pánico insuperable” y la “defensa de la familia o de la propiedad”
como excepciones a la aplicación de la pena, pero eso no altera la
inviolabilidad constitucional de la vida.
Así que procede la
calificación de “absoluta” aplicada a la propiedad, si en la Constitución se
establece que solo puede ser vulnerada en casos especialísimos o estrictamente
excepcionales. Y esta propuesta tiene, y por estricto sentido común, que ser
una bandera política de amplio espectro para luchar con un discurso
aglutinante, contra el perverso colectivismo comunista, que Chávez encarna en
Venezuela. Ya basta de poses veleidosas, ser o no ser es la consigna, no hay
espacio para la diplomacia, los enemigos de la propiedad privada deben ser
desenmascarados, así pasen eventualmente como aliados, pues lo que está en
juego es demasiado importante para la república democrática que aspiramos
restituir.
Rafael Marrón González
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