Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

6 de enero de 2013

LIBERTAD: CAMINO, VERDAD Y VIDA




Bolívar, en su Manifiesto de Carúpano, destrozadas sus fuerzas por los venezolanos fieles a la monarquía, que eran muchos y muy apasionados seguidores del rey que los mantenía – en la miseria por supuesto, como el socialismo, pues su sustento no era asunto suyo – escribió:

“No son los hombres vulgares los que pueden entender el eminente valor de la libertad”, y eran tan vulgares, en el sentido de ignorantes, supersticiosos y cobardes – capaces de matar a su padre en un juego de dominó pero aterrorizados ante la posibilidad de tener que producir su sustento y el de la familia que engendran - como lo son hoy – la libertad es vértigo para las almas vasallas.

No hay nada nuevo bajo el sol en estos tierreros habitados por la desesperación, en los cuales los principios, los valores humanos, los ideales, los derechos, están sujetos a la más ramplona supervivencia. Imagínense, entonces, lo que puede lograr un inescrupuloso ávido de poder que en el colmo de la irresponsabilidad con la condición humana le diga a la masa – definida como  “pueblo” por la codicia - lo que puede hacer, luego de extirparle de la conciencia la naturaleza humana del adversario con cognomentos degradantes, como el “gusano” fidelista o el “escuálido” chavista:

Destruir el pacto social imperativo para la convivencia pacífica. Elevar a los altares a cualquier cretino con la suficientes gónadas para imponer, mediante el soborno, la seducción y la barbarie, la igualdad por encima de la libertad, lo que hace salivar la aspiraciones de la mediocridad y de la legión de inservibles que solamente pueden existir adheridos al sudor ajeno, como las garrapatas.   

Libertad sinónimo de desarrollo

La libertad - que en su concepción absoluta es una utopía, pues el individuo en la necesidad de convivir pacíficamente, resignó en la ley el control de su libertad - es, según mi personal interpretación, el espacio impune del pensamiento ascensional, el único posible para el cabal desarrollo de la personalidad y de la inteligencia - la humanidad debe reconocer a los Estados Unidos el haber creado un formidable espacio de libertad en el cual ha florecido la inteligencia universal con las más portentosa creatividad - por ello se considera la libertad - junto con la vida y la propiedad - un derecho fundamental, natural, del hombre, y ninguna promesa de dormir comido debe facilitar la asunción de gobiernos liberticidas por muy generosos que parezcan en su compra de conciencias, que pretenden imponer la “felicidad” general controlando las emisiones del intelecto que ha logrado sacar al hombre de las cavernas y elevarlo al pleno ejercicio como constructor de su  destino.

Y esa es la lucha en la superación del individuo por la educación, ya que esta siempre estará incompleta si no se logra la introyección, desde la más temprana edad, del valor libertad – que incluye el respeto irrestricto al derecho ajeno, pues si no es libertinaje - en el alma y la mente de los individuos que conforman la concepción sociológica de pueblo, única forma de conseguir que los flautistas del pan y circo desaparezcan del escenario político, pues estos hongos indigeribles brotan del íntimo deseo de los pueblos de mantenerse en la adolescencia – aduldolescentes – dependiendo de un gobierno “bienhechor” de mano pródiga que sustituya al padre biológico en su manutención, dado que con las oraciones no logran este objetivo, traducido en la frase dependiente “Dios proveerá”.

Instrumentos de su destrucción

Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”, clamó Bolívar en el desierto ante su convicción de haber arado en el mar, sin embargo, a pesar de las evidencias en contra, preferimos pensar que es posible que ese pueblo entienda que debe depender de sus propias potencialidades, fortalecidas con el trabajo, el estudio y la responsabilidad,  y no del gobierno ni de Dios ni mucho menos de la suerte, y que la oferta socialista significa coacción, restricción y servidumbre.

América Latina, con sus pueblos aterrorizados ante la posibilidad de perder su peroncito, su fidelito, su chavecito, ha pagado muy caro ignorar que es el individuo, libre de paternalismos, la base sustantiva del progreso humano, porque es el hombre libre la conciencia de la nación, y construir hombres libres, de pensamiento y de acción, es lo que genera repúblicas.

Rómulo Gallegos decía que una república se mide por la cantidad de hombres libres que tenga. Cuba no es una república, dejó de serlo hace muchos años, porque carece de hombres libres. Cuba es una hacienda harapienta obediente a los caprichos de un gobierno desahuciado Sus habitantes son reses, cosas no deliberantes que “no se meten en política”, y a esa extraviada isla sumida en el más deplorable atraso científico y tecnológico, propio de los pueblos esclavos, encomendó su vida Hugo Chávez, porque no tuvo libertad de elegir, al entramparse en una prédica imposible que tuvo que mantener a costa de su propia salvación.

Si la ignorancia, que es el azote de la libertad, no lo hubiera guiado por el camino de la servidumbre, la libertad lo hubiera provisto de la ciencia necesaria para la prolongación de su existencia –“su terquedad lo va a matar” dijo Lula indignado ante tanta insensatez. Dicen que Dios – el ideólogo del libre albedrío - escribe derecho con letra torcida.

Rafael Marrón González


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