Bolívar, en su Manifiesto de Carúpano,
destrozadas sus fuerzas por los venezolanos fieles a la monarquía, que eran
muchos y muy apasionados seguidores del rey que los mantenía – en la miseria
por supuesto, como el socialismo, pues su sustento no era asunto suyo –
escribió:
“No son los hombres vulgares los que
pueden entender el eminente valor de la libertad”, y eran tan vulgares, en el
sentido de ignorantes, supersticiosos y cobardes – capaces de matar a su padre
en un juego de dominó pero aterrorizados ante la posibilidad de tener que
producir su sustento y el de la familia que engendran - como
lo son hoy – la libertad es vértigo para las almas vasallas.
No hay nada nuevo bajo el sol en estos
tierreros habitados por la desesperación, en los cuales los principios, los
valores humanos, los ideales, los derechos, están sujetos a la más ramplona
supervivencia. Imagínense, entonces, lo que puede lograr un inescrupuloso ávido
de poder que en el colmo de la irresponsabilidad con la condición humana le
diga a la masa – definida como “pueblo” por la codicia - lo que puede
hacer, luego de extirparle de la conciencia la naturaleza humana del adversario
con cognomentos degradantes, como el “gusano” fidelista o el “escuálido”
chavista:
Destruir el pacto social imperativo para
la convivencia pacífica. Elevar a los altares a cualquier cretino con la
suficientes gónadas para imponer, mediante el soborno, la seducción y la
barbarie, la igualdad por encima de la libertad, lo que hace salivar la
aspiraciones de la mediocridad y de la legión de inservibles que solamente
pueden existir adheridos al sudor ajeno, como las garrapatas.
Libertad sinónimo de desarrollo
La libertad - que en su concepción
absoluta es una utopía, pues el individuo en la necesidad de convivir
pacíficamente, resignó en la ley el control de su libertad - es, según mi
personal interpretación, el espacio impune del pensamiento ascensional, el
único posible para el cabal desarrollo de la personalidad y de la inteligencia
- la humanidad debe reconocer a los
Estados Unidos el haber creado un formidable espacio de libertad en el cual ha
florecido la inteligencia universal con las más portentosa creatividad - por
ello se considera la libertad - junto con la vida y la propiedad - un derecho
fundamental, natural, del hombre, y ninguna promesa de dormir comido debe
facilitar la asunción de gobiernos liberticidas por muy generosos que parezcan
en su compra de conciencias, que pretenden imponer la “felicidad” general
controlando las emisiones del intelecto que ha logrado sacar al hombre de las
cavernas y elevarlo al pleno ejercicio como
constructor de su destino.
Y esa es la lucha en la superación del
individuo por la educación, ya que esta siempre estará incompleta si no se
logra la introyección, desde la más temprana edad, del valor libertad – que
incluye el respeto irrestricto al derecho ajeno, pues si no es libertinaje - en
el alma y la mente de los individuos que conforman la concepción sociológica de
pueblo, única forma de conseguir que los flautistas del pan y circo
desaparezcan del escenario político, pues estos hongos indigeribles brotan del
íntimo deseo de los pueblos de mantenerse en la adolescencia – aduldolescentes
– dependiendo de un gobierno “bienhechor” de mano pródiga que sustituya al
padre biológico en su manutención, dado que con las oraciones no logran este
objetivo, traducido en la frase dependiente “Dios proveerá”.
Instrumentos de su destrucción
“Un pueblo ignorante es instrumento
ciego de su propia destrucción”, clamó Bolívar en el desierto ante su
convicción de haber arado en el mar, sin embargo, a pesar de las evidencias en
contra, preferimos pensar que es posible que ese pueblo entienda que debe
depender de sus propias potencialidades, fortalecidas con el trabajo, el
estudio y la responsabilidad, y no del gobierno ni de Dios ni mucho menos
de la suerte, y que la oferta socialista significa coacción, restricción y
servidumbre.
América Latina, con sus pueblos
aterrorizados ante la posibilidad de perder su peroncito, su fidelito, su
chavecito, ha pagado muy caro ignorar que es el individuo, libre de
paternalismos, la base sustantiva del progreso humano, porque es el hombre
libre la conciencia de la nación, y construir hombres libres, de pensamiento y
de acción, es lo que genera repúblicas.
Rómulo Gallegos decía que una república se
mide por la cantidad de hombres libres que tenga. Cuba no es una república,
dejó de serlo hace muchos años, porque carece de hombres libres. Cuba es una
hacienda harapienta obediente a los caprichos de un gobierno desahuciado Sus
habitantes son reses, cosas no deliberantes que “no se meten en política”, y a
esa extraviada isla sumida en el más deplorable atraso científico y
tecnológico, propio de los pueblos esclavos, encomendó su vida Hugo Chávez,
porque no tuvo libertad de elegir, al entramparse en una prédica imposible que
tuvo que mantener a costa de su propia salvación.
Si la ignorancia, que es el azote de la
libertad, no lo hubiera guiado por el camino de la servidumbre, la libertad lo
hubiera provisto de la ciencia necesaria para la prolongación de su existencia
–“su terquedad lo va a matar” dijo Lula indignado ante tanta insensatez. Dicen
que Dios – el ideólogo del libre albedrío - escribe derecho con letra torcida.
Rafael Marrón
González
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