Un fantasma recorre la espina dorsal del chavismo de la
godarria... el de la honestidad asesinada a mansalva durante quince años de
puñaladas traperas contra el tesoro y la moral pública. Agradezco a los
chavistas pendejos – “pata en el suelo” según el sociólogo Maduro - no se den
por aludidos porque me daría risa de la buena, pues una cosa es ser chavista y
otra, muy otra, ser cómplice por imbecilidad – como los que pasan la dentera
por el jugoso jobo que otro se comió - tanto los que sufren los rigores de los
bajos salarios que les destruyeron el sueño de ser clase media – aquellos que
creían que socialismo era capitalismo pa´los obreros - como los ingenuotes - de todas las revoluciones desde
Guaicaipuro para acá - de la cola del gas o de la harina pan, en la del papel
tualé no están, porque a ellos les importa muy poco esa sifrinería burguesa
antirrevolucionaria.
Y ese fantasma irrumpe en el escenario, avivando las
peores pesadillas de la inmensa corruptocracia de los albañales chavistas, por
una sencilla razón: el dinero se delata en los detalles, que pasan
desapercibidos en tiempos de zafra, pero cómo hieren cuando el condumio
escasea. Y hay que ver que de detallazos circulan de boca en boca estimulando
la fuerza indetenible del asco popular, que hasta hace poco consideraba
nuestras denuncias de corrupción como artilugios de oposición, cuando el ánimo
era investigativo, basados en el artículo 49 de la Ley contra la corrupción que
establece: “Cuando por
cualquier medio, el Ministerio Público conozca de la existencia de indicios de que se ha incurrido en un presunto enriquecimiento ilícito,
acordará iniciar, por auto motivado, la investigación correspondiente y
ordenará practicar todas las diligencias encaminadas a demostrar dicho enriquecimiento”, pero, como
todo cochino gordo, los corruptos suelen obviar que les puede llegar su sábado
– Menem tampoco lo creía - tal el desprecio que por sus propias leyes siente la
impunidad disfrutada a cambio de incondicionalidad perruna.
Pero al rasgarse el velo sacrosanto del carisma cuasi
religioso del liderazgo omnipresente del fallecido – “pobre de quien en pueblo
fíe” - tras el cual se escondía la cáfila de ladrones godarriudos camisa
colorá, bajo la premisa “quien me acusa de ladrón/ ofende la revolución”,
na´guará, las gallinas de Guzmán blanco han comenzado a cantar como gallos. Y
el espanto es general, más bien de teniente pa´rriba.
Aunque en las primeras ráfagas caerán civiles, como
sacrificios rituales al severo dios de la honestidad restituida, gracias a la
pega loca. Ya por los predios de Guayana, en los cuales hay el muerto
recogiendo basura que juega garrote, se pegaron, como cabeza de turco, al ex
presidente de Ferrominera - sin tocar, no vaya a ser cosa, la cadena ascendente
de complicidad necesaria - personaje cuestionado por todos los flancos de la
opinión pública, pero defendido a misil batiente por los poderosos jefes de la
tribu vándala que ha hecho de esta Guayana sin dolientes, su botín de guerra y
que, por supuesto, permanecerán incólumes, si a Maduro no le tienta probar si
en verdad es jefe y encuentre quien le obedezca su ferviente y súbito deseo de
“fusilar corruptos”, cosa que nunca asomó cuando el pajarito era su jefe y
amontonaba expedientes para la extorsión de su piara de pillos, aunque
conociendo la retorcida retórica madurista – heredada por supuesto – puedo
inferir que es más una amenaza a los opositores procesados por la justicia
chavista, que una indignación legítima contra tantísimo choro procesional que
sufre lo que el mismo Maduro califica de “ninfomanía por el dólar”.
El verbo “fusilar” usado por influencia del sistema cubano,
que de esa manera expedita no deja margen a la duda, en democracia traduce
“juzgar” - voz que hace temblar el alma revolucionaria - y sería de lo más
interesante que los supuestamente verticales revolucionarios cubanos, en cuyas
manos el finado puso el Registro Subalterno, comenzaran a develar el entramado de
propiedades adquiridas por los ilustres limpios de tradición que integran el
universo de la godarria chavista, porque de lo contrario estamos en el deber de
pensar que esa acción de dudoso patriotismo tuvo como fin proteger la
asociación para delinquir que por esos rumbos llaman “cubazuela”.
Deshonestidad por definición
Y es que el enriquecimiento ilícito en estos tiempos de
suertudos paracaidistas espontáneos es ya un alérgeno social de características
endémicas: En esta revolución las preseas procerosas, merecedoras de bustos en
el Paseo Los Próceres – Danilo como ejemplo - son camiones de dólares
legitimados en paraísos fiscales. Y roba el padre y roba el hijo y roba el
espíritu santo en este aquelarre de la deshonestidad de Louis Vuiton hasta los
pies trajeada. Pero, además de las graves consecuencias sociales de una
corrupción institucionalizada y socialmente legitimada por el desempeño, con
placé de la jai en la Lagunita CC, cabe destacar que la deshonestidad está
intrínsecamente fusionada al ser político de esta farsa depredadora que ha
arruinado la patria de Bolívar a niveles dantescos.
Pues, es deshonestidad, por ejemplo, no asumir virilmente
y como gobernante probo que busca soluciones plausibles, que las causas de la
inflación y de la escasez que azotan al país, han sido las erradas políticas
económicas implementadas sistemática y obsesivamente por fracasadas razones
ideológicas, y, por el contrario, declarar bolserías, como que existe
“acaparamiento doméstico” - ¿qué salario lo aguanta? – o que es “sabotaje de la
ultraderecha” – inmenso poder solo comparable a tener con qué adquirir “18
aviones de combate” para derrocar al gobierno - o “culpa de los medios” – de
los cuatro gatos independientes que sobreviven a punta de gónadas y que no han
sido comprados por inversionistas con síndrome alka seltzer.
Y es deshonestidad y de la peor clase, azuzar al pueblo
ingenuo – ignorante voluntario – a odiar a los Estados Unidos y a los
estadounidenses, cuando es de empresarios de ese país de donde provienen los
dólares que alimentan la improductividad autoinmune del rentismo petrolero,
ahora comunista e hiper corrupto para remate de garaje. Sale pa´llá.
Rafael Marrón González
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