Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

10 de diciembre de 2013

¿ESTADO DE DERECHO O DERECHO DE ESTADO?



No sé si el partido gobernante está enterado que el artículo 2 de la Constitución Nacional, que es “la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico” de la nación, establece irrevocablemente que “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia…”, y que esa definición no es socialista, sino la más reciente evolución del Estado liberal moderno de derecho, llevado a la práctica por los partidos socialdemócratas, que es un concepto más amplio que el Estado de Bienestar al integrar en su seno, además de lo  económico y social de aquel, aspectos políticos, ideológicos, y jurídicos contemplados ya en la denostada Constitución venezolana de 1961. La más adelantada de todos los tiempos.

Lo traigo a colación por el alerta de un inteligente columnista nacional que arguye que en Cuba también existe un Estado de Derecho utilizado para reprimir legalmente la disidencia y perpetuar a un par de decrépitos tiranos en el poder.

Lamento disentir, pero cuando hablamos de Estado de Derecho, nos referimos al marco jurídico normativo para proteger el ejercicio de  la democracia y de la libertad del abuso y la transgresión del individuo y del propio Estado. Lo que existe en Cuba, y en los países totalitarios, es un Derecho de Estado que pivota en leyes ilegítimas, según el ordenamiento jurídico moderno, la supresión de libertades y derechos.
Para ejemplarizar, mientras los sátrapas que en el mundo han sido, han manifestado: “El Estado soy yo” – como aquel “el pueblo soy yo”, pronunciado por el fallecido – para graficar que tenían el “derecho” a redactar la ley, aplicarla e interpretarla, y cuando se equivocaban era ley que se considerara que la ley había sido modificada, en nuestro ordenamiento jurídico el Estado está dividido en instituciones subordinadas a poderes autónomos subordinados a su vez a la soberanía popular consagrada en la Constitución de la República.

Esto indica que por definición, el Estado de Derecho excluye la imposición unilateral de la voluntad de unos sobre otros, y la aplicación leyes que no han sido sancionadas. Es decir, que todos reconozcan que los derechos son individuales  y, de parte de quienes están al turno de gobierno, que las leyes no tienen efecto ni a priori ni retroactivo. Sólo el Estado de Derecho permite el despliegue en libertad de las potencialidades y talentos de cada individuo, y de la sociedad en su conjunto, respetando siempre el derecho ajeno.

El Derecho surge de la libertad

La arqueología ha demostrado que la humanidad desciende de una mona única llamada Lucy. Ella fue la mona que se paró en dos patas. Y al hacerlo tuvo que encontrar utilidad para sus extremidades superiores, y así esa libertad le desarrolló el cerebro. Y no al contrario, como se suponía, que fue el cerebro el que nos hizo bípedos.
Así también es fundamental que el pueblo, como nación sujeta de deberes y derechos, conozca a cabalidad que es la libertad la que ha generado los derechos. Así como son los delitos y los abusos, del individuo y del Estado, los que generan constituciones, leyes y  normas.

No fue que un tipo con poder se levantó inspirado una mañana y se dijo, por ejemplo: -¿Y qué tal si esta gente vota? No. Fue la voluntad de millones de hombres y mujeres, que forzando la barrera de su libertad generaron ese derecho. Así como los derechos laborales surgieron del ejercicio de la libertad para declararse en huelga y hasta para morir por sus ideales de millones de obreros en el mundo.  

Por eso me irrita cuando unos ignorantes entregan sus derechos a cambio de una promesa o por el babieco encantamiento de un desaprensivo. Y cuando un baboso politiquero incondicional propone la igualdad por encima de la libertad, cuando la primera es consecuencia de la segunda.    

Las debilidades del Estado de Derecho

En los países totalitarios, como Cuba o Norcorea o Zimbabwue, el derecho protege y garantiza a los incondicionales comunistas, mientras que  proscribe y encarcela y fusila a los disidentes – la ley es inexorable para los enemigos. Porque así es el Derecho de Estado: Omnímodo y absoluto.

En cambio aquí, en la Venezuela democrática – no en la actual, por supuesto - o en cualquier Estado de Derecho, un comunista,  sabiendo nosotros que de obtener el poder destruiría nuestra libertad obligando y prohibiendo, goza de los mismos privilegios y libertades que nosotros.

Tiene garantizada su libertad de expresión para difundir sus esquizofrénicos postulados liberticidas. Y a nadie se le ocurriría fusilarlo, deportarlo o encarcelarlo. Esa es una debilidad de nuestro Estado de Derecho – por eso sus enemigos, antiguos encapuchados y terroristas urbanos están enchufados en el poder - pero es la diferencia fundamental con el Derecho de Estado.

Las armas del Derecho de Estado

Julio César solía decir que sus legiones conferían legalidad a sus leyes. Así definía para la posteridad lo que hoy conceptúo como Derecho de Estado. En cambio las armas del Estado de Derecho son las leyes y su acatamiento define su legitimidad.

Hoy en Venezuela está vigente el Derecho de Estado – los últimos acontecimientos que lanzan a la cadena comercializadora del país al ludibrio público – luego de la sistemática destrucción del aparato productivo -  obviando el debido proceso, lo confirman -   pues, la omnipotencia del Poder Ejecutivo, controlado por superministros militaristas,  pivotada en el “dejar hacer” del TSJ y la obsecuencia canalla del Poder Legislativo, que en acto “autosuicida” delega sus funciones vía habilitante, a quien por ley debe controlar, anuncia el retorno inminente de aquella atrocidad incivil de Curruco, el policía de mi pueblo en el gobierno de “mi general Marcos Pérez Jiménez”/ presidente constitucional/ elegido por el pueblo/ para gloria nacional”: - ¡Cédula en la boca y culo contra la paré, suidadano! 

Rafael Marrón González


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