Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

10 de diciembre de 2013

¿QUÉ PASA CON EL ESEQUIBO?




Con total impunidad y desparpajo el gobierno guyanés, ante el ominoso silencio del venezolano – que en derecho internacional equivale a aquiescencia - anuncia el inicio de perforaciones petroleras en la fachada Atlántica venezolana por parte de compañías transnacionales – una de sus naves de exploración fue interceptada en aguas territoriales - “violación inadmisible de nuestra soberanía e integridad territorial” – oración que por insustituible asumo - pero que fue devuelta graciosamente y hasta con disculpas, al parecer.

Recuerdo que en los primeros años del gobierno del extinto se generó una expectativa con el asunto de la reclamación del territorio Esequibo, y aquí en Guayana unos exaltados grafitaban las paredes con convocatorias a la toma armada de ese territorio venezolano en poder extranjero. Luego la euforia nacionalista se evaporó en los éteres de la corrupción y la godarria roja rojita, al grado de correrse el rumor sobre una supuesta negociación de nuestra cancillería con la de Guyana a cambio del voto para el Consejo de Seguridad de la ONU, y el embajador de esa nación usurpadora de nuestro territorio cometió el desmán de exigir al finado en nombre de la solidaridad comunista que diera por cancelada la Reclamación y otorgara pleno derecho a los guyaneses sobre el territorio venezolano, lo que sería de grave incidencia sobre la posesión y soberanía de los mayores yacimientos gasíferos venezolanos, ubicados precisamente en la zona del Delta.  


Y nos parece que esta pretensión ha sido respondida afirmativamente, de manera tácita, porque – violando el artículo 13 de la Constitución - se le ha permitido al Gobierno guyanés la explotación de las riquezas del suelo y subsuelo que se encuentran en la zona en reclamación, lo que equivale a entregarlo a través del silencio.

Evidencia es que, en los últimos años, está apareciendo el mapa de Venezuela, oficial, mutilado, sin su Zona de Reclamación, lo que debe ser combatido porque esa debilidad de identificación con nuestras realidades geográficas permitió que perdiéramos la Guajira. Venezuela ha sido, de todo el Continente americano, el país que en su historia  ha sufrido la mayor agresión geopolítica, a pesar de que en la delimitación de sus fronteras ha esgrimido a su favor documentos como las Cédulas Reales que acreditan sus derechos históricos desde tiempos coloniales. Demarcado su territorio con la creación de la Capitanía General de Venezuela el 8 de septiembre de 1777, quedó fijado en una extensión de 2.100.026 Km2. Y perdimos Trinidad en 1797 por la invasión armada de Inglaterra. Y cuando se concreta la separación de Colombia en 1831, nuestro territorio quedó reducido a 1.552.741 Km2 de los cuales solamente podemos contabilizar hoy, y gracias a un trabajo de triangulación hecho en el Sur por Cartografía Nacional que nos permitió crecer algunos metros, 916.445 Km2. Hemos cedido en laudos y concesiones 1.183.581 Km2.

Y todavía Colombia, no conforme con el usufructo de  una cuantiosa porción territorial  desde la Guajira hasta los límites con el Estado Bolívar, que por arte de magia hizo binacional  al Orinoco, también quiere la mitad de nuestro Golfo de Venezuela; y Brasil, inconforme con haberse apoderado en 1965 del Pico La Neblina, de 3.014 metros de altura y 2,2 millones de hectáreas, que conforman hoy el mayor conjunto ecológico del mundo, pretende continuar su expansión con su política de fronteras móviles, es decir creando pueblos fronterizos que se encargan por dinámica natural de invadir espacios ajenos.

Genera profunda arrechera visitar Santa Elena de Uairén y sufrir la prepotencia de los brasileros usufructuarios de inconcebibles privilegios otorgados por la debilidad nacionalista de los llamados a defender la integridad de la patria en esa frontera.    

La importancia del Esequibo

En la Zona en Reclamación se focaliza el interés mundial por su capacidad geopolítica y geoestratégica  representada por minas de bauxita y manganeso, 25.000 toneladas de oro en reservas probadas,  diamantes, caolín, arenas, arcilla, sílice, mica, cromo, cobre, uranio, hierro, hematita, cinita entre otros minerales metálicos, no metálicos y radiactivos (uranio), granito de diversos colores, petróleo y gas natural, y un potencial hidroeléctrico de unos 3.500 megavatios.

En la región de tierras altas los bosques forestales ocupan más de ocho millones de hectáreas que contienen más de 1.000 especies diferentes, una fauna diversa y  un porcentaje significativo de tierras agrícolas. Todo en manos de la segunda nación más pobre de América Latina después de Haití, y que, salvo por la geografía,  no tiene la menor afinidad histórica o cultural con Venezuela, que tiene penetrada una quinta columna de sesenta mil nacionales en San Félix, estado Bolívar.

En conclusión

Dada la sospechosa inactividad, y hasta complicidad por afinidad ideológica cubana del régimen comunista que se apoderó de la República  con las abusadoras autoridades guyanesas – el extinto aseguraba, para justificar su connivencia con este despojo, que la reclamación venezolana era un ardid de los Estados Unidos para enfrentar a los pueblos “hermanos”, hideputa habemus, Sancho - es imprescindible la toma de conciencia del pueblo venezolano sobre esta sostenida agresión geopolítica que pretende usupar un derecho titular inobjetable a esta porción de territorio patrio - no olvidemos que la isla de Aves está en riesgo y que los terroristas colombianos aspiran formar una nueva nación con territorio colombo - venezolano.

Por lo tanto corresponde a las altas jerarquías militares, académicas, sociales y políticas de la República, ya que el “bravo pueblo” está en una cola de Mercal, tomar las acciones pertinentes para impedir esta traición a la patria en progreso por intereses políticos. El Esequibo, incluyendo el río, es venezolano y punto.     

Rafael Marrón González


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