Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

3 de abril de 2015

“QUIEN TRABAJA NO COME PAJA”



El título de este texto, el más preclaro de los pensamientos liberales,  convertido en tradicional axioma popular, refleja la realidad de un pueblo generoso, amplio, soberbio, libérrimo pero políticamente confundido y económicamente dependiente del papá Estado.

Medio siglo de dirigencia contaminada por el virus del populismo socialcomunista ha dejado impronta en la psiquis de un pueblo al grado de confundir “justicia social” con promesa exclusivamente comunista. Por ello es que he combatido esta propuesta facilista que saca de contexto la realidad de la pobreza para colocarla en un plano maniqueo que achaca las culpas de ella a la riqueza.

Hablo siempre de justicia, que es “darle a cada quien lo que le corresponda”, como lo enunció el emperador bizantino Justiniano en la lejanía del año 533, y que constituye la esencia del sistema liberal, y que no puede diseccionarse para privilegiar una parte sacrificando el todo, como pretende el socialismo. En nombre de la “justicia social”, que no es otra cosa que “asistencialismo oficial” opuesto a “filantropía privada”, gobiernos totalitarios de izquierda conculcan derechos fundamentales de la sociedad, lo que traduce en lenguaje común “te doy de comer, pero amarrado al botalón de la servidumbre”. Por intuición el pueblo venezolano, aunque repita consejas comunistas y haya sido convertido en público por la charlatanería, sospecha que la solución a sus problemas económicos está en el libre desarrollo del individuo que generará progreso colectivo.

Mientras que el socialismo propende a la reducción del individuo en pro de la masa, lo que ha generado el fracaso estrepitoso de este sistema, porque sin el estímulo del desarrollo individual los individuos pierden su capacidad de producir, el liberalismo, el de hoy, el de la racionalidad social que practica el socialismo noruego, estimula las potencialidades del individuo en función del progreso de la sociedad. Una buena parte de los venezolanos, mayoría antes de la llegada del nefasto chavismo al poder, es progresista a lo liberal, desea el desarrollo de sus hijos, invierte en mejorar su calidad de vida; trabaja con la esperanza de lograr ascender en la escala social, es competitivo y busca afanosamente, a través de la educación y de la formación y estabilidad laboral  la manera de superarse individualmente, es decir posee un conciso pensamiento liberal en lo referente a su individualidad. Pero se confunde en la terminología pobrecitista del socialismo, que en Venezuela tiene profundas contradicciones entre discurso y praxis de sus líderes.

Comunistas con un tren de vida que ya quisieran para sí los que nos confesamos liberales sin sonrojo, y que ni en sueños podríamos tener 15.000,00 millones de dólares en cuentas en Suiza, pero que  intentan convencer al pueblo de las bondades de ser pobre, vivir en una eterna cola en procura de alimentos,  y de lo excelente que resulta que a los ricos los mude el Estado a vivir en los barrios marginales.

La historia nos develó la opulencia en la que vivían los líderes del soviet supremo,  pero el pobre pueblo ruso, ignorante, ebrio y sin derechos, tenía que sufrir el rigor igualitarista del régimen. Comunismo, traducido en carencias, limitaciones y esclavitud, para el pueblo, como en China y Cuba y ahora en Venezuela, pero capitalismo del bueno  para el macromillonario entorno íntimo del extinto, cuyas hijas persiguen estrellas pop por todos sus conciertos internacionales.              
El liberalismo desde lo social
Para comenzar es el liberalismo, Rousseau, el que establece que la soberanía reside en el pueblo, con la misión de limitar el poder del rey. Es el liberalismo quien logra la igualdad de la mujer y de las minorías raciales como los negros y los indios. Es el liberalismo el que permite a todos el libre acceso a los bienes y beneficios de la sociedad. Es al liberalismo al que se debe que usted, hombre o mujer, rico o pobre, blanco, negro o verde, con dos apellidos o con uno, pueblerino o citadino, pueda: ir a un dentista, ser operado y salvado, adquirir propiedades, tener cuentas y créditos bancarios, volar en avión, etc.

Fue un capitalista, empresario liberal, Eugenio Mendoza Goiticoa, el primero que pagó utilidades en Venezuela mucho antes de existir la primera ley del trabajo. Es el pionero del capitalismo con racionalidad social. Carlos Marx se disuelve en la nada definitivamente en el instante cuando se firma un contrato colectivo entre patrón y trabajador, que es un acto liberal, porque socialismo no paga prestaciones sociales.

La sanción de la primera constitución liberal, como la de Venezuela en 1961, porque la actual es militarista, acaba de una vez por todas con el segmento socialista de la igualdad de oportunidades y los derechos ciudadanos. La descentralización es liberal. Es un liberal, Antonio Guzmán Blanco, quien promulga, diez años antes que en Francia, la educación gratuita y obligatoria. Y es un liberal civilizador, Dalla Costa, quien la decreta en Ciudad Bolívar, primero que Guzmán Blanco. Y es Bolívar quien se gratifica en Angostura por “el gobierno liberal y justo que proclamó mi patria”

¿Por qué es tan vituperado el liberalismo y tan ensalzado el estatismo?

Precisamente por el título de esta página: Quien trabaja no come paja. Es decir que el que no trabaja no come. Y hay que ver la cáfila de flojos, viciosos y maleantes con derechos iguales a los trabajadores, estudiosos y responsables que pululan en el populista universo socialista caracterizado por comidas gratuitas, dádivas, becas, y ahora misiones asistencialistas. Pero también hay el empresario que juega garrote haciéndose multimillonario enchufado al estatismo populista socialista.

En el sistema liberal hay que trabajar, estudiar y ser responsable de sus actos, consigo, con los suyos, con la sociedad y punto. Y eso da como flojera. Mejor es que papaíto Estado le dé a uno. Mientras el estatismo produce parásitos sociales, el liberalismo hombres libres, dignos y orgullosos de su movilidad social y de su condición de constructores de la elevada definición de patria.  Sale pa´llá.


Rafael Marrón González

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