“Chavismo” es una derivación que comenzó significando “seguir a Chávez” para terminar como “seguir a Fidel a través de Chávez”, es decir como comer pasto mediante la ingesta de vaca. En sus inicios ese seguir a Chávez estaba inspirado por su verbo tremendista – diseñado por Luís Miquilena, fíjense que así hablan Teodoro y José Vicente - con el cual colocó en primer plano el abandono del pueblo y la corrupción de la dirigencia política y empresarial que usufructuó la democracia en los últimos veinte años de su ejercicio y su pensamiento de entonces no tenía la menor relación con el desaforado comunista de hoy, como lo declaró en sendas entrevistas a los periodistas Jaime Baily y Jorge Ramos Avalos – en su campaña electoral de 1998 – a los cuales juró que no era socialista, que no estatizaría y respetaría la propiedad privada, que se la llevaría muy bien con el empresariado y apoyaría su fortalecimiento, que jamás atentaría contra un medio de comunicación, que solamente gobernaría cinco años y que consideraba a Fidel un dictador. Fue su precariedad formativa – y la desconfianza que generó en la intelectualidad venezolana - lo que lo llevó a ponerse en las avaras garras del moribundo Fidel Castro – cuya revolución boqueaba en oscuros callejones repletos de escombros, prostitutos y jineteras – quien le diseñó un proyecto para apoderarse del poder indefinidamente por un sinuoso golpe de Estado inédito – en cierto modo parecido al de Fujimori y que paga Chávez para que lo asuman en América Latina - sustentado en una Constituyente que la ignorancia venezolana apoyó sin presentir que le estaba hipotecando su alma al diablo
El Socialismo Siglo XXI
Y así, la irresponsable munificencia del venezolano le abrió a Fidel de nuevo las puertas de América Latina - escenario que ya lo había olvidado – al extenderle a sus plantas - sigilosamente - la soberanía de Venezuela para experimentar con su marquilla “Socialismo Siglo XXI” – de “baratija ideológica” la calificó un partido aliado - que fue el título de una propuesta reformista, presentada al partido comunista cubano por el sociólogo y politólogo Aurelio Alonso, miembro del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) de La Habana, un supuesto intelectual burocratizado que - paralizado de terror por la inminente muerte de Fidel sin cuya luz y voz deduce el final de todo lo posible - propone “reinventar” el socialismo incorporando “diversas formas de propiedad” (¡qué coincidencia con la ley de propiedad social chavista!) – para no admitir que el fracaso del socialismo real es precisamente por la ausencia de propiedad privada – aunada a la colectivización del individuo que castra su fuerza moral - como acción desesperada para tratar de revertir la vergonzosa depauperización integral del que fuera uno de los pueblos más prósperos del Caribe y de América Latina - evidencia del fracaso de esta monstruosidad política que no puede persistir si no es por la fuerza represiva de las armas portadas por criminales sedientos de privilegios, pero que a fuerza de discurso utópico – zarpa de uñas retráctiles - ha logrado convocar exégetas entre románticos ingenuos, ignorantes ansiosos, mediocres resentidos y desadaptados violentos a pesar de la incontestable imagen telarañenta que refleja su historia universal.
Socialismo, patria o muerte
Así también el lema furibundo que destila odio y ansias homicidas “Socialismo, patria o muerte: venceremos” - que indigna las fachadas de nuestros cuarteles y repiten obligados nuestros oficiales y soldados violando el artículo 328 de la Constitución - que la nomenclatura militar justifica “porque aquí hay una revolución”, es decir, que según ellos no hay Constitución –– es de la autoría personal de Fidel Castro, cuyo origen se remonta al 4 de marzo de 1960 cuando milicianos cubanos inexpertos en labores de estiba militar, provocaron la explosión del carguero de bandera francesa La Couvre que transportaba armas y municiones adquiridas por el gobierno cubano en Amsterdan, ocasionando la muerte de más de un centenar de espectadores en el puerto de La Habana y por supuesto de todas las personas en el interior del barco. Al día siguiente durante las exequias, Fidel manipuló la desgracia culpando a los Estados Unidos de haber ocasionado la explosión “con un rayo laser disparado desde un avión invisible” – por eso les interesa un pueblo ignorante y fanatizado sin acceso a la verdad - y utilizó por primera vez el “Patria, socialismo o muerte” - al que años después agregó el “venceremos” - que hoy el chavismo repite sin el menor decoro por la confesión de sumisión ideológica que representa asumir este infame lema extranjero que propugna el crimen contra toda diferencia.
Todo es de Fidel, Chávez sólo pone los reales
Así que ni una sola idea original se le puede atribuir a Chávez – Mercal, Barrio Adentro, las misiones educativas, la eliminación de los sindicatos y las convenciones colectivas – socialismo no paga prestaciones sociales – y el control de la sociedad por la dependencia gubernamental– subsistencia por la sumisión - fueron diseñadas por Fidel, lo mismo que el malbaratamiento de los recursos en la exportación del modelo para preservar la indigencia, porque sin pobres no hay socialismo posible. Así que, debo insistir: “Chavismo” es el apodo que tiene el fidelismo en Venezuela; porque el pueblo esperanzado – que rechaza en un 86% al gobierno cubano y cuyas necesidades y sufrimientos se aferran a una engañosa oferta de justicia que lleva a Venezuela al despeñadero - no lo tiene claro y hay que demostrárselo con contundencia, señalándole que la presencia de decenas de miles de milicianos cubanos desplazando venezolanos que deben emigrar – ya hay un millón en el extranjero entre ellos 9 mil científicos - ejerciendo como si en verdad fueran entrenadores deportivos y médicos – dos de estos últimos violaron a una paciente en Mérida - y son muchas las denuncias por mala praxis silenciadas - y los primeros tragan dólares sin mostrar una sola medalla para Venezuela - constituye en realidad una avanzada de milicianos invasores que han tomado por asalto funciones de inteligencia y policial, la Onidex, el Ministerio de Educación, los Registros Subalternos, la CANTV, Fuerte Tiuna, el aeropuerto de Maiquetía, el aparato de seguridad presidencial y la responsabilidad de conducir a Chávez por el mundo en aviones con siglas de Cubana de Aviación, diáfana demostración de quien es el que manda en Venezuela, país que debe – como subalterno - sufragar ese protectorado militar diariamente con unos 90 mil barriles de petróleo y derivados que la satrapía isleña coloca en mercados centroamericanos y caribeños por intermedio de comercializadoras que actúan como corredoras de la empresa petrolera de los hermanos Castro – el producto monetario de la venta se deposita en paraísos fiscales a nombre de esta pareja de facinerosos - mientras en Cuba se aplica el racionamiento eléctrico.
El eje Caracas – La HabanaPor esto, señores, el tal eje ideológico Caracas – La Habana que amenaza las democracias del continente ante la arrobada complicidad - por codicia u omisión – de la OEA, es en realidad el proyecto fidelista – derrotado por Rómulo Betancourt durante 40 años – financiado por los petrodólares venezolanos que lo oxigenaron para exportar su fórmula miserable a los pueblos latinoamericanos, incluyendo a Venezuela, convertida en cabeza de playa de esta expansión que parecía indetenible hasta que la bravía Honduras le propinó su Waterloo de un solo tequeñazo. Por eso la desesperación hormonal de quienes ya se saben viudas del chavismo, pues es cosa cierta que Honduras ha hecho reflexionar a muchos pueblos sobre el peligro escalofriante que significan los petrodólares de Chávez comprando sus naciones para subordinarlas al coloniaje fidelista. Pero una luz comienza a alumbrar sendas de rebeldía en Venezuela en la voz de un negro de Curiepe que – enfrentado a golpe de tambor a los fusiles del agente represor – declaró: - “Aquí nadie va a vení a imponenos ná”. Así que… psst, psst… Fidel Castro: ¡Sale pa´llá! Y llévate tu cachivachero.
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