Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

23 de noviembre de 2009

¿Si vis pacem para bellum? ¡Si vis pacem para pacem!

Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum" - "Así que quien desee la paz, que prepare la guerra" - escribió el escritor romano Vegacio, en su obra “Epitoma rei militaris", publicada aproximadamente en el 383. Como se recordará, Roma fue un imperio expansionista y por ello esta frase corresponde al universo del militarismo, cuyo pensamiento más relevante en la historia de la humanidad ha sido “no cargo preso amarrado”, acompañada del lema “entre tu madre y tu fusil la elección es obvia: el fusil”. Y no es posible ni sensato que la pronuncie un estadista democrático imbuido de la concepción republicana de resolver los conflictos internos por el parlamentarismo y los externos por la diplomacia.
Porque es idiota que en estos tiempos todavía exista alguien – sobre todo civil - que sea capaz de citar ese infame aforismo criminal, adjudicándole consecuencias pacíficas, pues quien desea la paz se prepara para la paz, acondiciona mente y verbo para emitir un aura pacífica, y me parece contradictorio querer demostrar la ausencia de intención guerrerista, usando un lenguaje plagado de términos mortalmente amenazantes, sobre todo si tiene el patio de la casa repleto de armas y soldados: Y en un jefe de Estado, la prudencia es la que debe guiar sus palabras. La actitud de Chávez rechazando la mediación internacional - y su pavoneo a lo “Por un puñado de dólares”, retando a Obama a “que quite las bases” si quiere lograr la deposición de su actitud beligerante - el más contundente mentís a las declaraciones del regañado de Notre Dame amenazando a los medios que osen (¿o será “hozen” como escribe la godarria chavista?) “manipular” las declaraciones de Chávez – ¿como se “manipula” la palabra guerra?

La verdad es que no sabía que este señor tenía tanto poder supranacional, pues no hay diario ni columnista ni comentarista, en todos los idiomas del planeta, que no haya reproducido las palabras, con gestualidad imperiosa incluida – con igual énfasis de: “nube que se me cruce...¡¡zazzzzzzzzzz!!... le dispararé para que bote el agua...” - que pronunció Chávez con la traducción directa de una declaración formal de hostilidades bélicas contra Colombia - graficada con un comentario sardónico: “Andan diciendo que Chávez está moviendo tanques hacia la frontera. ¿No se habían dado cuenta? No se han dado cuenta de muchas cosas” - pero, ¿acaso olvidó el teniente coronel que existen los helicópteros anti tanques que hacen a estos mamotretos inútiles para la guerra? - Así que, por más que reviso el caso, no logro encontrar aquello de “la reflexión sobre un adagio popular” para invocar la paz – “no hay nada mejor para el arrugue presidencial que echarle la culpa a una reflexión” caricaturizó Morfeus: - con lo que pretendió desmentir al Universo que lo vio en directo vía satélite – “quien hable de guerra en América del Sur es, como mínimo, una persona peligrosa” opinó Brasil - ganándose a pulso la décima de Octavio Montiel: “¿Alguien llevará la cuenta, / existirá quien calcula / las veces que usted recula / después que lanza una afrenta? / Ya mucha gente comenta / que su discurso azaroso/ y su recule gracioso / tienen un significado,/ de allí, que lo hayan llamado/ el culillúo mentiroso”.

Y sobre todo por la contradicción de esa posición “yo no fui” con la andanada de descalificaciones que, simulando granadas en racimos, ha lanzado sobre el jefe de Estado colombiano, con lo que insulta de paso a todo el pueblo neogranadino, incluyendo a los descendientes de Girardot y Ricaurte, llegando al extremo en esa explosión de cólera aterrorizada por las 7 bases que, según Fidel Castro, son “7 puñaladas en el costado izquierdo” – le salió bolero ranchero - de la América del Alba antiimperialista - pero vendiéndole al gringo hasta el modo de caminar - de asegurar que Álvaro Uribe “era uno de los papeles de Pablo Escobar”, vaya usted a saber cuál es el papel de un papel de narcotraficante. No quiero imaginármelo.

La oposición apátrida

Pero como los venezolanos no salimos en manada a repetir que “el sagrado suelo de la patria ha sido hollado por la planta insolente del extranjero” – como le escribiera Eloy González al cabito don Cipriano en la hora menguada de su mala paga, la oposición recibió lo suyo con cognomentos excesivos, propios de la psiquis perturbada por el pavor a los aviones Awac - “que están llegando a Colombia y nos van a grabar toditos.

Se acabo la privacidad del presidente, de los ministros o periodistas. Van a grabar a todo el mundo” - tal como cubano en CANTV. Entre las lindezas que, en ¿lenguaje Presidencial?, nos endilgó encontramos “uribista”, “pitiyanqui”, “oposición hedionda”, “sucia”, “apátrida”, “traidora como la oligarquía colombiana”, entre otras demostraciones de la cultura revolucionaria, patentizada en el verbo “adquerir” y en llamar “desgraciado” al canciller colombiano “como desgraciado es su presidente”.

Yo quisiera dejar sentado que una cosa es que la patria sea invadida por fuerzas hostiles - como está hoy en día por faracos, elenos, paracos, malandros, narcos y chavistas efebelistas, que se cogieron buenos trozos de Zulia, Barinas, Apure, Táchira y Bolívar, imponiendo sus crímenes, o como los cubanos – ¡más de 60 mil! - que tratan como perros a los funcionarios venezolanos – ejemplo; gerente de Gosh - o los iraníes que desprecian a nuestros negros, gordos y mujeres – presto estoy a salir en su defensa y agradezco a Chávez me mande mi fusil y las balas, pero gringas – con las instrucciones apuntadas en un papelito - o que él mismo me lo traiga y me enseñe a usarlo, si no es como el buscabulla de Juan Charrasqueado.

Pero no me da la gana de sumar mi apoyo a una provocación miserable aunque sea de buche y pluma – segregada por el miedo - contra una nación hermana que no nos está haciendo nada, pues su lucha es contra terroristas y traficantes de drogas y armas que infectan su territorio, y mucho menos para acatar los dislates de un histérico discurso electorero. Lo que pasa es que Chávez pensó que la nación iba a aglutinarse en torno “a su líder” en una cruzada nacional anticolombiana y que íbamos a salir a perseguir a los casi tres millones de colombianos que circulan por la arterias de nuestra nacionalidad, pero el tiro le salió desviado y le pegó a su ego en pleno plexo solar: 86% del pueblo venezolano – chavista y no chavista – rechaza una confrontación contra Colombia, por tres razones: 1. Porque Colombia es inocente de la imputación de país agresor. 2. Porque el pueblo venezolano y el colombiano han sufrido mucha de la misma vaina juntos, para venirse a matar por una farsa. Y 3. Porque: “Si en verdad la guerra fragua,/ como el tipo lo ha pedido:/ ¿a donde irá cada herido?,/ sin luz, remedio, ni agua” (Luís Manuel Escalante).
La oración que lo descoloca

Leí completo – en la página de Telesur - el Acuerdo de “cooperación y asistencia técnica en defensa y seguridad” entre Colombia y los Estados Unidos, firmado el 30 de octubre de 2009, y no ubiqué el motivo de la tembladera chavista, es falso que se señale en ese texto a “países enemigos de los Estados Unidos”. Recomiendo su lectura analítica antes de opinar al respecto. Sin embargo, en la exposición de motivos del preámbulo, encontré una oración que puede ser la causa de la caída de tensión: “Reconociendo la necesidad de fortalecer la relación estratégica de seguridad entre las partes, (…) así como para enfrentar las amenazas comunes a la paz, la estabilidad, la libertad y la democracia…”. Como para ponerse a pensar.

El dedo en la llaga

Artículo 464º del Código Orgánico Procesal Militar: “Son delitos de traición a la Patria: 3°. Practicar actos de hostilidad contra un país extranjero que expongan a Venezuela a peligro de guerra, ruptura de relaciones diplomáticas, represalias o retorsión. 25°. Intentar por medios violentos cambiar la forma republicana de la Nación. 26°. Ponen en peligro la independencia de la Nación o la integridad de su territorio. 27°. Inducir o decidir a potencia extranjera a hacer la guerra contra la Nación, o atentar en cualquier forma contra la soberanía nacional”. Antes de continuar con los insultos a Jefes de Estado extranjeros, prevalidos del garrote petrolero, y declarar guerras a lo Mambrú, sería interesante el detenido análisis de este artículo. Digo yo, por sí hay quien le ponga el cascabel al gato. Por aquello de, ¡si vis pacem para pacem!

Rafael Marrón González

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