El
socialismo es una estupidez inviable, inhumana, degradante de la condición
humana y antinatural, cuyo nombre verdadero es masalismo, pues toda su
arquitectura ideológica – ideología es esquizofrenia - se concentra en la
creación del hombre masa de conciencia colectiva y responsabilidad delegada en
el estado, despojado de su individualidad, obediente y no deliberante, sometido
al control del estado por la subsistencia, y condenado indefinidamente a la
pobreza que es el sustrato que cimenta el discurso socialista. Y tienen el
sarcasmo de llamar a este guiñapo sin alma, “hombre nuevo”.
Esta
infame forma de dominar pueblos ha fracasado históricamente donde ha sido,
incluyendo Cuba, que es hoy el emblema más certero de la realidad de este
sistema de destrucción masiva, que un grupo de resentidos inservibles,
cohesionados por la codicia, ha intentado durante quince años imponer a
Venezuela, con la sorpresa para los verdaderos conductores detrás de la maqueta
nacional, de que ya más de la mitad de la nación, que, además se quedó dentro
de las fronteras patrias a enfrentar estas pretensiones liberticidas, ahora se rebela.
Y
lo que está sucediendo hoy, con manifestaciones turbulentas y agresivas, entre
multitudinarias de carácter pacífico, atribuidas
erróneamente solo a los estudiantes y a la clase media, es apenas la punta del
gigantesco estallido social que se está incubando en la insatisfacción e
incertidumbre que han generado 15 años de mentiras, ineficiencias y
latrocinios. La patria, como escudo de los errores del régimen absolutista, ya
no es suficiente para ocultar la desastrosa realidad que sufre la nación en su conjunto,
a pesar de las largas colas de infelices sin memoria histórica, en pos de unos
kilos de productos subsidiados de la cesta básica, que lo que revelan es la
inmensa crisis de abastecimiento producido por el empeño de dominación social
que caracteriza este tipo de regímenes criminales, ladrones y pervertidores de
menores e ignorantes. Es por eso que este gobierno empecinado en destruir al
empresariado privado, generador de estabilidad laboral y movilidad social, es
inviable.
Venezuela
en este momento es ingobernable para el parasitismo enquistado en el poder que
indujo la quiebra del aparato productivo nacional, y cuyos inmensos dislates en
materia económica redujeron el PIB de manera alarmante, errores desde la óptica
liberal, pues para los socialistas ese es el camino de la redención a través de
la miseria general, porque no existe el criterio de economía en el socialismo,
pues la economía es capitalista y sus leyes, como el libre mercado y la libre
concurrencia, son inexorables, y para ello debe existir la libertad y el
individuo, ambas potencias consideradas insurgentes para el castrismo que
infecta la república, otra entidad imposible para este disparate, puesto que
las voces república y democracia se conjugan para la definición política, y en
socialismo no puede existir democracia, porque esta integra hombres libres que
solo resignan sus derechos por la fuerza, y, como estamos presenciando en este
momento, el gobierno, por llamar así esa entelequia que se reconoce en la
represión, carece de la fuerza necesaria para dominar la reciedumbre de la
protesta de un país que exige un radical cambio de rumbo.
Lula
da Silva, el socialista más hipócrita del orbe, porque ni de vaina impuso las
ruinosas necedades socialistas en Brasil, pero que es un observador lúcido, ya
lo demostró con el caso del cáncer del difunto, advirtió a Maduro que buscara
una salida de consenso a través de una coalición que enrumbara al país hacia
una solución pacífica, pues lo que se vislumbra es muy doloroso para la América
entera.
La
soberbia de los inservibles en función de poder ha llevado a las guerras
intestinas más feroces. La guerra civil de España costó un millón de muertos, y
lo grave fue que todo quien sentía ganas de matar, en cualquier punto
geográfico del orbe, se iba para España a participar en la matazón. Los
comunistas se dieron banquete saciando sus atávicos instintos homicidas. Hasta
un primo de García Lorca aprovechó para cobrar un viejo agravio familiar
asesinando al poeta. Cuarenta años de férrea
dictadura militar – eso sí, por la gracia de Dios – sumió como consecuencia a
España en el dolor. Hasta que a Franco le dio por morir.
Venezuela en el piso
No
hay ni un solo resquicio de la geografía nacional que no sea un chiquero. Todo
es ruina y charco maloliente. Demostración de que la igualdad socialista
cristaliza en la inmundicia. “No hay” y “esto sí está caro” son las frases a
las que se ha reducido el léxico cotidiano de 30 millones de venezolanos.
En
los inicios de este disparate, al que adversé desde el mismo 4F, el extinto,
que en patética idiotez llaman “eterno”, en uso de su carisma estigmático,
invitaba al hambre y a la desnudez como sacrificios necesarios para el triunfo…
del hambre y la desnudez. Pues lo logró en apenas 15 años con el hándicap de
los elevados precios petroleros.
Pero,
además logró, y nadie puede mezquinarle ese tremendo éxito, que en acciones de
sus aliados del hampa perdieran la vida cerca de 155 mil venezolanos – según la ONU somos el 2º
país de América en homicidios - y que la inseguridad jurídica sentara sus
flácidas posaderas sobre el estado social de derecho y de justicia que
garantiza doña Constitución, que ya no usa ropa interior para que no se la
rompan en las masivas violaciones.
En conclusión
No
escaparía a la percepción de un estadista la realidad que estrangula al país en
todos los órdenes, y la razón privaría en su espíritu, evitando con su renuncia
la devastación de su patria. Pero ese no es el caso venezolano: para desgracia
el poder está en manos de una engorilada oligarquía sin escrúpulos, que
prefiere llevar al país a una guerra civil a reconocer la inviabilidad de su
proyecto. Amanecerá y veremos. Por lo pronto llevamos ya los primeros 39…
40…41… muertos...
Rafael
Marrón González
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