Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

13 de marzo de 2010

Bloqueo a Cuba: Leyenda urbana

Cuando el presidente de la Ford Motors visitó a Fidel en La Habana, le ofreció reemplazar gratuitamente el parque automotor de su marca, de los años ´50 y ´60, que todavía circulan en la isla gracias al ingenio de los “mecaniqueros”, con el fin de exhibirlos en los Estados Unidos, pero Fidel se negó rotundamente.

Eso hubiera develado el sainete político que logró edificar con la estupidez del bloqueo norteamericano, iniciado el 7 de febrero de 1962, que prohíbe las relaciones económicas, financieras y comerciales - excepto de alimentos y medicinas - con normas extraterritoriales que sancionan a terceros países o sus empresas, esto último puramente enunciativo, pues Europa – que consume el 60% de la producción de habanos cubanos - Canadá y América Latina han mantenido relaciones con Cuba sin consecuencias, como fue el caso de Carlos Andrés Pérez, el creador de la triangulación comercial que perjudicaba a los venezolanos para ayudar a los cubanos, como hace ahora Chávez.

Esa resolución fue precedida por la declaración pública de Fidel en 1961, - luego del torpe fracaso de Bahía de Cochinos- asumiendo la construcción del primer Estado marxista de América, en plena Guerra Fría y a 90 millas de las costas de Estados Unidos, país que no podía aceptar con indiferencia la existencia de un peligroso enclave soviético frente a sus limites marítimos – el intento de colocar misiles nucleares en manos de este radical descontrolado les dio la razón.


La soberbia de Castro al asumirse marxista derivó de un generoso crédito de cien millones de dólares – no de rublos – además de firmar tratados para la compra – a precio superior al mercado, para Rusia y los países satélites de la URSS, - del 80% del azúcar que producía la isla y la venta de aluminio, cemento, papel y petróleo - que Fidel revendía como hace hoy con el venezolano - que el gobierno de Khrushchev le concedió a finales de 1960, luego de que Fidel tratara inútilmente de que Eisenhower lo recibiera.

Con ese aporte inicial comenzó la extravagancia soviética de mantener una colonia esclava en el continente americano, para alardear frente a Occidente de su infiltración ideológica, cuyo costo durante 30 años superó con creces los bienes de capital de toda la época republicana de 1902 a 1959, sin incluir el inmenso gasto militar que permitió a Fidel organizar el ejército más poderoso de América Latina para usarlo como fuerza mercenaria en África y para sofocar la libertad en la isla y ahora para liquidar la democracia en Venezuela.

“Solamente entre 1981-1990 el valor de los bienes de capital recibidos – entre 120 y 150 mil millones de dólares - fue dos veces mayor que todas las inversiones norteamericanas existentes en la Isla hasta 1959”, suficientes para que una república, estancada en once millones de habitantes, se empinara hacia el progreso sin mayores contratiempos. Pero Fidel, acostumbrado al dinero fácil y ensimismado en su megalomanía comediante, destruyó el aparato agro-alimentario, sometiendo a la población cubana a una dependencia indigna, y arruinó el comercio, la industria, la infraestructura, la producción azucarera – orgullo de la cubanidad: Primer exportador de azúcar del mundo desde 1818 - y los sistemas de salud y educación de la nación, estos últimos bandera propagandística del régimen. Por eso sus aullidos por el asunto del bloqueo se han intensificado desde que se le acabó la papaya rusa, aunque ahora está chupando sangre viva a la pobreza venezolana, que analistas calculan en siete mil millones de dólares anuales.

El bloqueo es una leyenda urbana

En anterior artículo escribí, que el bloqueo a Cuba sigue vigente en los Estados Unidos – a pesar de las voces disidentes en el senado y en el gobierno que lo consideran un fracaso - por el temor de los demócratas y republicanos a perder el voto de los cubanos en Miami que se oponen a la normalización del intercambio comercial, que, paradójicamente también perjudica al comercio estadounidenses.

Y ha sido un fracaso porque, contradictoriamente, fortaleció a Fidel Castro al nuclear al pueblo cubano en torno a su liderazgo por la especulación de una amenaza – supuestamente inminente – de una intervención militar del imperio, lo que fue capitalizado por el comunismo internacional que resumió el embargo como una forma de guerra económica con la intención de devolver a los monopolios norteamericanos la riqueza de la isla, además de proveer a los hermanos Castro de una justificación ante la miseria general que han causado sus políticas y prácticas comunistas y gangsteriles.

Y, por supuesto, ha cubierto a Fidel del manto de víctima heroica de un poderoso imperio – la fábula de David contra Goliat – cuya “inmensa dignidad es una estrella solitaria en la pléyade de rastreras naciones pitiyanquis que se postran ante el poderoso coloso del Norte”.

Discurso que conmueve profundamente el alma ingenua de los adolescentes tardíos del socialismo, que no se atreven a investigar la realidad de esta leyenda urbana que nutre el discurso de la idiotez congénita, por temor a descubrir que la alimentación del pueblo cubano depende en un 40% de los odiados Estados Unidos. Y ha servido también este bloqueo para neutralizar los argumentos de los liberales frente al ejemplo de desarrollo de naciones que han elegido el camino de la libertad económica y de respeto al individuo. Porque, “si no fuera por el bloqueo, Cuba sería…” supuestamente, una vaina grandísima.

La idiotez del comunismo espanta

Los fidelorrágicos se niegan a admitir la contradicción de su discurso antiimperialista con la exigencia de que los gringos mantengan a Cuba como cuando Batista, porque supuestamente es la falta de dólares yanquis – los del enemigo - lo que ocasiona el estruendoso fracaso del comunismo en Cuba, aunque entren profusamente a su gobierno dólares rusos, europeos, africanos, chinos, japoneses, latinoamericanos en los bolsillos de empresarios de toda índole – hasta del narcotráfico – y de tres millones anuales de turistas – la miseria estructural y la prostitución juvenil son atractivos turísticos (“con dólares aquí todo se puede, yo vendo todo, hasta la dignidad por unos dólares”, confiesa una estudiante de Historia, que se prostituye a los turistas).

Según informaciones ofrecidas por el gobierno de Cuba, en su página de Internet: “Al cierre del 2002, 53 hoteles y 18.390 habitaciones operaban bajo contrato de administración extranjera, con 16 cadenas de reconocido prestigio internacional, como Sol Meliá, Accor, Barceló, IberoStar, LTI, Red Deer, Sandals y Superclub.

Al cierre de 1998 existían 220 operadores de zona franca procedentes de 26 países, entre los que se encuentran España, Italia, Canadá, Panamá y México.

A fines del año 2000 había 392 asociaciones económicas con capital extranjero, ubicadas en su mayor parte en minería, exploración petrolera, turismo, desarrollo hotelero, pesca de arrastre (camaroneras), azúcar, industria (ligera, alimentaria siderúrgica, metalmecánica, pinturas y químicos), industria energética, gas, sector financiero, exportación de habanos, construcción, cemento, aviación civil. Los capitales provienen de más de 60 países entre los que resaltan España, Canadá, Italia, Inglaterra y Francia".

Hasta el famoso ron “Havana Club” pertenece, desde 1993, a la empresa francesa Pernod Ricard. Y la familia Castro, en sociedad con transnacionales, es propietaria del Palacio de Convenciones, del conglomerado de tiendas al por menor CIMEX y Medicuba, que exporta vacunas y otras patentes farmacéuticas producidas en Cuba. Y para que el pueblo reciba los beneficios de esta bonanza, la Ley de Inversión Extranjera, estipula que la mano de obra de estas inversoras solo puede ser contratada a través de una agencia del Estado, que cobra salarios integrales, en dólares, pero paga salario social, en pesos cubanos, previa deducción de la contribución “voluntaria” del trabajador para el “disfrute” de los inexistentes “servicios públicos”.

En conclusión

Así que, si Cuba puede asociarse con cualquier transnacional, comprar lo que necesite o vender sus exportaciones a cualquier país del mundo, entre ellos aliados firmes de los Estados Unidos como Inglaterra y Colombia ¿cuál es el bloqueo – si no es mental – al que se refieren los comunistas como culpable de la miseria que Fidel le ha propinado a Cuba? Y, además, lo mínimo que se le pide a esta gente es coherencia: Si su comunismo es tan machete, ¿por qué se desgañitan pidiéndoles piedad a los yanquis a quienes odian y juran exterminar? Sale pa´llá.

Nuestra solidaridad con el periodista cubano Guillermo Fariñas, en huelga de hambre y sed, por la libertad, desde el 24 de febrero.

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