“Sean Penn es conocido en Estados Unidos por su activismo de extrema izquierda. Visita con regularidad a Chávez en Venezuela y es uno de los más conspicuos defensores de la tiranía de los hermanos Castro”. Recientemente pidió prisión para los periodistas norteamericanos que llamen dictador a Chávez, en la tónica que ha caracterizado su profundo odio por los periodistas. Sean Penn es un consentido de Hollywood – que se asocia con Chávez y Danny Glover – otro comunista envidiable - para acabar con la tiranía de Hollywood - que contribuye con sus excelentes actuaciones a la expansión capitalista y que fue esposo de Madonna – su boda con la estrella del pop se recuerda por haber disparado contra los helicópteros de la prensa que filmaban desde el aire - a quien jamás escatimó puntuales golpizas – se dice que le daba duro y curbero con un bate de béisbol - como tampoco se las ha negado a los reporteros gráficos que osan inmortalizar sus célebres peas y que pasó 32 días en chirona por patear a un humilde extra de una de sus exitosas películas, en símil con la también defensora de Chávez, la comunista Naomi Campbell, famosa por las profusas patadas igualitaristas que aplica a su servidumbre, taxistas, mesoneros y aeromozas.
Me imagino la pena de este humilde proletario por la pérdida en un incendio colectivo, de su humilde rancho valorado en tres millones de euros, es que Dios no tiene compasión con los comunistas como Sean Penn, el adolescente que demostró su rebeldía persiguiendo olas en las playas de Malibú, hijo de madre actriz y padre director, ambos de TV, que se crió en las penurias de la mansión familiar en North Hollywood, y reside en San Francisco, en una mansión valorada en $15 millones, apertrechada con todo lo que usted se imagina que pueda caber en quince millones de dólares de pulido espacio techado, que habita desde que otro incendio acabó con su casa en Los Ángeles - que manía del fuego, perseguir sus propiedades, ¿será por el seguro? Sean Penn, el moderno rebelde – al estilo James Dean – que viajó a Bagdad en diciembre de 2002, cuando aún gobernaba Saddam Hussein, y encontró todo tan maravillosamente democrático – ni se percató de los crímenes contra los kurdos - que, a su regreso, se opuso a la invasión a Irak pero que no dice ni pío contra Obama que descalcifica a Afganistán. – y al que robaron un precioso Buick de 1987 con todo original y dos pistolas, una Glock 9mm y una Smith & Wesson .38, en la guantera.
Sean Penn, que despreció el Oscar hasta que se lo concedieron como “mejor actor”, que al retirar su estatuilla, dijo: "Si hay algo que los actores saben tan bien como que no hay armas de destrucción masiva, es que no hay una mejor actuación". Nadie lo entendió, pero su reputación de rebelde – esa que lo impele a defender a tipos como Chávez y Fidel - quedó intacta. Me gustaría ser comunista como Sean Penn... sin la catajarria de contradicciones.
Me imagino la pena de este humilde proletario por la pérdida en un incendio colectivo, de su humilde rancho valorado en tres millones de euros, es que Dios no tiene compasión con los comunistas como Sean Penn, el adolescente que demostró su rebeldía persiguiendo olas en las playas de Malibú, hijo de madre actriz y padre director, ambos de TV, que se crió en las penurias de la mansión familiar en North Hollywood, y reside en San Francisco, en una mansión valorada en $15 millones, apertrechada con todo lo que usted se imagina que pueda caber en quince millones de dólares de pulido espacio techado, que habita desde que otro incendio acabó con su casa en Los Ángeles - que manía del fuego, perseguir sus propiedades, ¿será por el seguro? Sean Penn, el moderno rebelde – al estilo James Dean – que viajó a Bagdad en diciembre de 2002, cuando aún gobernaba Saddam Hussein, y encontró todo tan maravillosamente democrático – ni se percató de los crímenes contra los kurdos - que, a su regreso, se opuso a la invasión a Irak pero que no dice ni pío contra Obama que descalcifica a Afganistán. – y al que robaron un precioso Buick de 1987 con todo original y dos pistolas, una Glock 9mm y una Smith & Wesson .38, en la guantera.
Sean Penn, que despreció el Oscar hasta que se lo concedieron como “mejor actor”, que al retirar su estatuilla, dijo: "Si hay algo que los actores saben tan bien como que no hay armas de destrucción masiva, es que no hay una mejor actuación". Nadie lo entendió, pero su reputación de rebelde – esa que lo impele a defender a tipos como Chávez y Fidel - quedó intacta. Me gustaría ser comunista como Sean Penn... sin la catajarria de contradicciones.
0 comentarios:
Publicar un comentario