El Planeta está contaminado con no pocas voces autoritarias, muchas, contradictoriamente, del mundo del periodismo, de la cultura y del intelecto, que no pueden existir sino en libertad, algunas disfrazadas de pontificadoras sobre las deficiencias de la democracia, sin el menor intento por separar, como se ha hecho en este espacio, el perfectible sistema de libertades, que pauta el equilibrio entre la libertad y la autoridad, y los desastres económicos de los gobiernos elegidos por el pueblo ignorante en ese sistema, causante real de la miseria y de la corrupción de estas empobrecidas latitudes.
He tratado de dilucidar la diferencia sustantiva entre democracia y “gobiernos en democracia”, que son los culpables de la injusticia que corroe a la sociedad, por su corrupción, ineficiencia y sectarismo, perversiones que se exponencian en los gobiernos totalitarios, conducta agravada por su natural criminalidad contra los derechos humanos. Porque todo dictador es un asesino. Pinochet o Fidel son dos entre tantos ejemplos.
No es posible que sigamos confundidos, y confundiendo a los menos capacitados, permitiendo que voraces apetencias de poder se justifiquen con la supuesta incapacidad de “la democracia” para solucionar los graves problemas de supervivencia de la humanidad.
Los pueblos latinoamericanos, y en especial el venezolano, deben comenzar a asumir que es a través de desarrollo individual de sus potencialidades, bajo la tríada trabajo – estudio – responsabilidad, como se alcanza el progreso y que solo en democracia es factible ese desarrollo.
Cuando la política se concentra exclusivamente en la apetencia de poder, cuyo único interés es el voto del ciudadano, descuida a propósito la formación intelectual del pueblo, para dominarlo o seducirlo por su ignorancia. Es imperativo que la dirigencia política asuma el compromiso de inculcar la responsabilidad con la familia como fin último del trabajo para impedir, como ha sucedido en Venezuela, sobre todo en los grandes centros industriales, que el trabajo produzca miseria familiar. Y los gobiernos deben también asumir que su función en democracia es generar el bienestar colectivo, no con dádivas populistas que producen pan para hoy y hambre para mañana, sino con oportunidades ciertas y permanentes de crecimiento individual, en democracia y en libertad.
Los regímenes dictatoriales de izquierda y derecha solo han servido para magnificar la democracia. Los pueblos con sus voluntades sometidas por el terror pierden su capacidad de discernimiento y no pueden distinguir lo posible.
En democracia el hombre es su propia responsabilidad, por ello los pusilánimes y cobardes le temen, porque en ella cada quien debe vivir, según su voluntad, del cultivo de sus potencialidades. El estruendoso fracaso del socialismo en el mundo, aunque pervivan dictaduras horrorosas de ese corte, como la china, que es comunista para reprimir al individuo pero capitalista para lo económico, y el costo que para la humanidad ha tenido esta infame experiencia política, nos impele a difundir el sistema de libertades que privilegia los derechos humanos, políticos y sociales, y a exigir a la escuela que lo introyecte en la juventud estudiosa, que la enseñe a pensar, a discernir, no como en Cuba que se adoctrinan borregos incondicionales para que deliren por el sátrapa barbudo, porque es inaudito que Venezuela siga generando individuos, formados en democracia, que deseen la imposición de un sistema totalitario.
Todo se puede lograr con la libertad, nada sin ella. Los que propugnan la igualad por encima de la libertad son fariseos que no están dispuestos a permutar la suya.
Democracia vs socialismo
"La democracia extiende la esfera de la libertad individual, el socialismo la restringe. La democracia le da todo el valor posible a cada hombre; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un número. La democracia y el socialismo no tienen nada en común sino una palabra: igualdad. Pero observen la diferencia: mientras la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en la restricción y la servidumbre". Tocqueville, 1848.
Hay que insistir
“Si hemos fallado en nuestro intento por crear un mundo de hombres libres, tenemos que tratar otra vez. Pero lo que no debemos olvidar nunca es que una política de libertad para el individuo es la única verdaderamente progresista, y que esto sigue siendo tan cierto hoy como lo fue en el siglo XIX”. Friedrich A. Hayek
La patria es la suma de libertad, virtud y ciudadanía
“La patria no puede subsistir sin la libertad, ni la libertad sin la virtud, ni esta sin los ciudadanos; todo lo tendréis si formáis ciudadanos, sin ellos no tendréis más que esclavos desgraciados comenzando por los mismos jefes de estado”. J.J., Rousseau, Economía Política.
El llanto de los ilusos
“El universo comunista se deshizo por si solo (…), deja al descubierto una tabula rasa sin relación con lo que habían dejado el fin de la Revolución francesa o la caída del imperio napoleónico…Lenin, por el contrario, no deja ninguna herencia…En el momento en que se disgrega, el Imperio Soviético no deja nada en pie: ni principios ni códigos, ni instituciones: ni siquiera una historia. Como sucedió antes con los alemanes, los rusos son ese segundo gran pueblo europeo, incapaz de dar un sentido a su siglo XX y, por lo mismo, inseguro sobre todo su pasado” (Francois Furet “El pasado de una ilusión”).
Libertad económica igual a prosperidad
El Cato Institute, conjuntamente con el Fraser Institute de Canadá y más de 50 institutos de investigación en todo el mundo, publica el Informe Anual sobre Libertad Económica en el Mundo, 2003. Basado en información reciente, este informe presenta un ranking de 123 naciones, de acuerdo a su grado de libertad económica.
Este año, Hong Kong retiene el primer lugar en libertad económica, seguido de cerca por Singapur en segundo lugar y los Estados Unidos en tercer lugar. Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá, Australia, Irlanda, Suiza y Holanda completan las 10 primeras economías del ranking. Haciendo uso de 38 diferentes variables para cada país, los autores del informe sostienen que los aspectos primordiales de la libertad económica son la elección personal, el intercambio voluntario, la libertad para competir, y la protección de las personas y de la propiedad privada.
De cada quien según sus capacidades
“Que lejos estamos en Venezuela de esta aspiración tan importante y clave para el bienestar de la sociedad y para la superación de la pobreza! Justamente la pobreza — individual y colectivamente— consiste en tener la mayor parte de las capacidades humanas enterradas sin poderlas utilizar. El desarrollo económico se produce cuando más y más gente utiliza más y mejor su talento productivo y su capacidad de generar valor agregado en la producción de bienes y de servicios. (…) Si la capacidad humana impreparada y ociosa se pudiera cuantificar, seguramente tendríamos el trágico panorama de que en Venezuela supera el 80%.
Si cada uno prepara sus capacidades —y la sociedad le ayuda a ello—, las pone a producir y recibe en pago conforme a su aporte, la riqueza se incrementa de manera impresionante y tiende a nacer mejor distribuida. Igualmente se fortalecen el bien común y el Estado con el aporte de todos. Entonces la tarea de ajustar los desequilibrios (que siempre los habrá) es menor. (…) Marx pensó que él había dado con la clave científica para hacer realidad esta utopía.
De acuerdo a las "leyes" descubiertas por él, en la sociedad comunista cada quien aportará conforme a sus capacidades y recibirá conforme a sus necesidades. Lo primero ocurrirá porque el trabajo dejará de ser alienado y será la mayor realización del hombre; se trabajará por puro placer, por deporte. Lo segundo, por el desarrollo de la tecnología y de las fuerzas productivas sin apropiación privada de los medios de producción. Esa será una sociedad de abundancia donde cada uno recibirá conforme a sus necesidades y nadie sentirá el deseo de acaparar propio de la escasez.
Los gobiernos de "dictadura del proletariado" pronto descubrieron que ese horizonte no estaba al alcance de la mano e implantaron el principio capitalista (o de sentido común) de "a cada quien según su aporte", pues veían que era la única manera de que la gente trabajara para crear riqueza…”. Luis de Ugalde
Los demagogos y la justicia social
Esa fauna perversa que logra el poder sobando al pueblo, exaltando como virtudes sus vicios y falencias individuales, y achacándole la culpa de las consecuencias de sus limitaciones personales al imperialismo, la religión, el pasado o a cualquier cosa que les ocurra, han deformado el concepto de “justicia social”, al grado de que la mayoría cree, y jura, que justicia social se refiere a “dar o “conceder privilegios por la simple existencia”: Nací, por lo tanto me tienen que dar lo mismo que el otro ha adquirido con su esfuerzo. Eso sí, sin trabajar. Porque la flojera es el requisito. Y así se exime de esta manera el individuo de toda responsabilidad con su destino personal.
La verdad es que la “justicia social” no es otra cosa que filantropía o caridad estatal. Conducta ejemplar en el área privada, individual, pero nefasta en lo público y perversa en lo político. Sobre el particular Michael Novak escribe: “La "justicia social" presupone: (1) que la gente está guiada por directivas externas específicas en vez de por reglas de conducta interiorizadas sobre lo que es justo. Y (2), que ningún individuo debe ser considerado responsable por su posición en la sociedad. Afirmar que es responsable sería "echarle la culpa a la víctima".
En realidad, la función del concepto de justicia social es echarle la culpa a otro, echarle la culpa “al sistema”, echarle la culpa a los que míticamente “lo controlan”. Como ha escrito Leskek Kolakowski en su magistral historia del comunismo, el paradigma fundamental de la ideología comunista: usted sufre, su sufrimiento es causado por personas poderosas; hay que destruir a esos opresores, lo que tiene garantizado un inmenso atractivo”. Y continúa: “Friederich Hayek reconoció que a fines del siglo XIX, cuando el término "justicia social" ganó prominencia, se usó al principio como un llamamiento a las clases dirigentes para que atendieran las necesidades de las nuevas masas de desarraigados campesinos que se habían convertido en obreros urbanos. Pero los pensadores descuidados olvidan que la justicia, por definición, es social.
Semejante descuido se vuelve positivamente destructivo cuando el término de "social" ya no describe el producto de las virtuosas acciones de muchos individuos sino más bien el objetivo utópico hacia el que todas las instituciones y todos los individuos "deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible'' mediante la coerción. En ese caso, el "social" de la "justicia social" se refiere a algo que no emerge orgánica y espontáneamente del comportamiento respetuoso de la ley de individuos libres sino más bien de un ideal abstracto impuesto desde arriba”.
John Stuart Mill en su famoso libro Utilitarismo, definió la justicia social: “La sociedad debería de tratar igualmente bien a los que se lo merecen, es decir, a los que se merecen absolutamente ser tratados igualmente. Este es el más elevado estándar abstracto de justicia social y distributiva; hacia el que todas las instituciones, y los esfuerzos de todos los ciudadanos virtuosos, deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible".
He tratado de dilucidar la diferencia sustantiva entre democracia y “gobiernos en democracia”, que son los culpables de la injusticia que corroe a la sociedad, por su corrupción, ineficiencia y sectarismo, perversiones que se exponencian en los gobiernos totalitarios, conducta agravada por su natural criminalidad contra los derechos humanos. Porque todo dictador es un asesino. Pinochet o Fidel son dos entre tantos ejemplos.
No es posible que sigamos confundidos, y confundiendo a los menos capacitados, permitiendo que voraces apetencias de poder se justifiquen con la supuesta incapacidad de “la democracia” para solucionar los graves problemas de supervivencia de la humanidad.
Los pueblos latinoamericanos, y en especial el venezolano, deben comenzar a asumir que es a través de desarrollo individual de sus potencialidades, bajo la tríada trabajo – estudio – responsabilidad, como se alcanza el progreso y que solo en democracia es factible ese desarrollo.
Cuando la política se concentra exclusivamente en la apetencia de poder, cuyo único interés es el voto del ciudadano, descuida a propósito la formación intelectual del pueblo, para dominarlo o seducirlo por su ignorancia. Es imperativo que la dirigencia política asuma el compromiso de inculcar la responsabilidad con la familia como fin último del trabajo para impedir, como ha sucedido en Venezuela, sobre todo en los grandes centros industriales, que el trabajo produzca miseria familiar. Y los gobiernos deben también asumir que su función en democracia es generar el bienestar colectivo, no con dádivas populistas que producen pan para hoy y hambre para mañana, sino con oportunidades ciertas y permanentes de crecimiento individual, en democracia y en libertad.
Los regímenes dictatoriales de izquierda y derecha solo han servido para magnificar la democracia. Los pueblos con sus voluntades sometidas por el terror pierden su capacidad de discernimiento y no pueden distinguir lo posible.
En democracia el hombre es su propia responsabilidad, por ello los pusilánimes y cobardes le temen, porque en ella cada quien debe vivir, según su voluntad, del cultivo de sus potencialidades. El estruendoso fracaso del socialismo en el mundo, aunque pervivan dictaduras horrorosas de ese corte, como la china, que es comunista para reprimir al individuo pero capitalista para lo económico, y el costo que para la humanidad ha tenido esta infame experiencia política, nos impele a difundir el sistema de libertades que privilegia los derechos humanos, políticos y sociales, y a exigir a la escuela que lo introyecte en la juventud estudiosa, que la enseñe a pensar, a discernir, no como en Cuba que se adoctrinan borregos incondicionales para que deliren por el sátrapa barbudo, porque es inaudito que Venezuela siga generando individuos, formados en democracia, que deseen la imposición de un sistema totalitario.
Todo se puede lograr con la libertad, nada sin ella. Los que propugnan la igualad por encima de la libertad son fariseos que no están dispuestos a permutar la suya.
Democracia vs socialismo
"La democracia extiende la esfera de la libertad individual, el socialismo la restringe. La democracia le da todo el valor posible a cada hombre; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un número. La democracia y el socialismo no tienen nada en común sino una palabra: igualdad. Pero observen la diferencia: mientras la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en la restricción y la servidumbre". Tocqueville, 1848.
Hay que insistir
“Si hemos fallado en nuestro intento por crear un mundo de hombres libres, tenemos que tratar otra vez. Pero lo que no debemos olvidar nunca es que una política de libertad para el individuo es la única verdaderamente progresista, y que esto sigue siendo tan cierto hoy como lo fue en el siglo XIX”. Friedrich A. Hayek
La patria es la suma de libertad, virtud y ciudadanía
“La patria no puede subsistir sin la libertad, ni la libertad sin la virtud, ni esta sin los ciudadanos; todo lo tendréis si formáis ciudadanos, sin ellos no tendréis más que esclavos desgraciados comenzando por los mismos jefes de estado”. J.J., Rousseau, Economía Política.
El llanto de los ilusos
“El universo comunista se deshizo por si solo (…), deja al descubierto una tabula rasa sin relación con lo que habían dejado el fin de la Revolución francesa o la caída del imperio napoleónico…Lenin, por el contrario, no deja ninguna herencia…En el momento en que se disgrega, el Imperio Soviético no deja nada en pie: ni principios ni códigos, ni instituciones: ni siquiera una historia. Como sucedió antes con los alemanes, los rusos son ese segundo gran pueblo europeo, incapaz de dar un sentido a su siglo XX y, por lo mismo, inseguro sobre todo su pasado” (Francois Furet “El pasado de una ilusión”).
Libertad económica igual a prosperidad
El Cato Institute, conjuntamente con el Fraser Institute de Canadá y más de 50 institutos de investigación en todo el mundo, publica el Informe Anual sobre Libertad Económica en el Mundo, 2003. Basado en información reciente, este informe presenta un ranking de 123 naciones, de acuerdo a su grado de libertad económica.
Este año, Hong Kong retiene el primer lugar en libertad económica, seguido de cerca por Singapur en segundo lugar y los Estados Unidos en tercer lugar. Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá, Australia, Irlanda, Suiza y Holanda completan las 10 primeras economías del ranking. Haciendo uso de 38 diferentes variables para cada país, los autores del informe sostienen que los aspectos primordiales de la libertad económica son la elección personal, el intercambio voluntario, la libertad para competir, y la protección de las personas y de la propiedad privada.
De cada quien según sus capacidades
“Que lejos estamos en Venezuela de esta aspiración tan importante y clave para el bienestar de la sociedad y para la superación de la pobreza! Justamente la pobreza — individual y colectivamente— consiste en tener la mayor parte de las capacidades humanas enterradas sin poderlas utilizar. El desarrollo económico se produce cuando más y más gente utiliza más y mejor su talento productivo y su capacidad de generar valor agregado en la producción de bienes y de servicios. (…) Si la capacidad humana impreparada y ociosa se pudiera cuantificar, seguramente tendríamos el trágico panorama de que en Venezuela supera el 80%.
Si cada uno prepara sus capacidades —y la sociedad le ayuda a ello—, las pone a producir y recibe en pago conforme a su aporte, la riqueza se incrementa de manera impresionante y tiende a nacer mejor distribuida. Igualmente se fortalecen el bien común y el Estado con el aporte de todos. Entonces la tarea de ajustar los desequilibrios (que siempre los habrá) es menor. (…) Marx pensó que él había dado con la clave científica para hacer realidad esta utopía.
De acuerdo a las "leyes" descubiertas por él, en la sociedad comunista cada quien aportará conforme a sus capacidades y recibirá conforme a sus necesidades. Lo primero ocurrirá porque el trabajo dejará de ser alienado y será la mayor realización del hombre; se trabajará por puro placer, por deporte. Lo segundo, por el desarrollo de la tecnología y de las fuerzas productivas sin apropiación privada de los medios de producción. Esa será una sociedad de abundancia donde cada uno recibirá conforme a sus necesidades y nadie sentirá el deseo de acaparar propio de la escasez.
Los gobiernos de "dictadura del proletariado" pronto descubrieron que ese horizonte no estaba al alcance de la mano e implantaron el principio capitalista (o de sentido común) de "a cada quien según su aporte", pues veían que era la única manera de que la gente trabajara para crear riqueza…”. Luis de Ugalde
Los demagogos y la justicia social
Esa fauna perversa que logra el poder sobando al pueblo, exaltando como virtudes sus vicios y falencias individuales, y achacándole la culpa de las consecuencias de sus limitaciones personales al imperialismo, la religión, el pasado o a cualquier cosa que les ocurra, han deformado el concepto de “justicia social”, al grado de que la mayoría cree, y jura, que justicia social se refiere a “dar o “conceder privilegios por la simple existencia”: Nací, por lo tanto me tienen que dar lo mismo que el otro ha adquirido con su esfuerzo. Eso sí, sin trabajar. Porque la flojera es el requisito. Y así se exime de esta manera el individuo de toda responsabilidad con su destino personal.
La verdad es que la “justicia social” no es otra cosa que filantropía o caridad estatal. Conducta ejemplar en el área privada, individual, pero nefasta en lo público y perversa en lo político. Sobre el particular Michael Novak escribe: “La "justicia social" presupone: (1) que la gente está guiada por directivas externas específicas en vez de por reglas de conducta interiorizadas sobre lo que es justo. Y (2), que ningún individuo debe ser considerado responsable por su posición en la sociedad. Afirmar que es responsable sería "echarle la culpa a la víctima".
En realidad, la función del concepto de justicia social es echarle la culpa a otro, echarle la culpa “al sistema”, echarle la culpa a los que míticamente “lo controlan”. Como ha escrito Leskek Kolakowski en su magistral historia del comunismo, el paradigma fundamental de la ideología comunista: usted sufre, su sufrimiento es causado por personas poderosas; hay que destruir a esos opresores, lo que tiene garantizado un inmenso atractivo”. Y continúa: “Friederich Hayek reconoció que a fines del siglo XIX, cuando el término "justicia social" ganó prominencia, se usó al principio como un llamamiento a las clases dirigentes para que atendieran las necesidades de las nuevas masas de desarraigados campesinos que se habían convertido en obreros urbanos. Pero los pensadores descuidados olvidan que la justicia, por definición, es social.
Semejante descuido se vuelve positivamente destructivo cuando el término de "social" ya no describe el producto de las virtuosas acciones de muchos individuos sino más bien el objetivo utópico hacia el que todas las instituciones y todos los individuos "deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible'' mediante la coerción. En ese caso, el "social" de la "justicia social" se refiere a algo que no emerge orgánica y espontáneamente del comportamiento respetuoso de la ley de individuos libres sino más bien de un ideal abstracto impuesto desde arriba”.
John Stuart Mill en su famoso libro Utilitarismo, definió la justicia social: “La sociedad debería de tratar igualmente bien a los que se lo merecen, es decir, a los que se merecen absolutamente ser tratados igualmente. Este es el más elevado estándar abstracto de justicia social y distributiva; hacia el que todas las instituciones, y los esfuerzos de todos los ciudadanos virtuosos, deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible".
0 comentarios:
Publicar un comentario