Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

4 de junio de 2010

DICCIONARIO CHAVISTA

II

Neoliberalismo

El neoliberalismo no existe. Se trata de una etiqueta negativa muy hábil, aunque falazmente construida. Es, citando a Carlos Alberto Montaner, “en la acepción que hoy tiene la palabreja en América Latina, un término de batalla creado por los populistas para descalificar sumariamente a sus enemigos políticos.

¿Quiénes son los populistas? Son la izquierda y la derecha estatistas, lo que traduce “intervensionistas”, y adversarias del mercado. El neoliberalismo, pues, es una demagógica invención de los enemigos de la libertad económica - y a veces de la política, como es el caso de Chávez-, representantes del trasnochado pensamiento estatista, con frecuencia llamado “revolucionario”, acuñada para poder desacreditar cómodamente a sus adversarios atribuyéndoles comportamientos canallescos, actitudes avariciosas y una total indiferencia ante la pobreza y el dolor ajenos.

Tan ofensiva ha llegado a ser la palabra, y tan rentable en el terreno de las querellas políticas, que cuando Chávez acusa a sus contrincantes de “neoliberales”, estos, en lugar de llamarle “fascista” o “gorila”, epítetos que se ganara a pulso con su sangrienta intentona cuartelera de 1992 (y con los crímenes del 11 de Abril y subsiguientes), responden diciéndole que el neoliberal es él”.

La pregunta que debemos hacernos los habitantes de estos países carcomidos por la miseria, es ¿por qué las naciones que practican el liberalismo económico, Japón, Francia, España, China, Alemania, Chile, Costa Rica, Colombia, etc., aunque en algunos casos específicos como Chile, hablen de “liberalismo socialista”, mantienen elevados niveles de vida para sus ciudadanos o están en vías de lograrlo, y en cambio los estatistas, intervensionistas, como Cuba, los países árabes o Venezuela, cada día empeoran la situación de sus pobladores.

Rusia, con 70 años de intervensionismo asfixiante, colapsó porque al final ya no podía dar de comer a su pueblo, y su enemigo jurado, los Estados Unidos, tuvo que enviar barcos de trigo para que no muriera de hambre ese supuesto poderoso país.

Lo que la gente como Chávez, que como astuto es muy diestro pero como inteligente es de lo más torpe que hemos tenido por estos lares, confunde con “neoliberalismo” es la especulación, que tiene aliados en el acaparamiento y en el control de la producción para mantener en alza la demanda, y no en el libre mercado que apunta a lo contrario. Y además el “neoliberalismo” más salvaje es la inflación, que es un impuesto perverso que solo pagan los pobres, y que en este gobierno ha sido una constante junto con la devaluación de la moneda que miserabiliza el salario de los trabajadores.

La reciente devaluación de la moneda, injustificable desde todo punto de vista por la elevada suma de ingresos que el Estado recibe por el alza del precio del petróleo y el cobro compulsivo de impuestos, y las reservas internacionales que sobrepasan el costo de las importaciones de todo un año, no es otra cosa que un acto especulativo que generará inflación. Un acto lesivo a los más pobres que enriquece aún más a los más ricos. Lo que devela el carácter farsante del discurso chavista que mantiene una ilusión de “igualdad” mientras practica su populismo discriminatorio, llevado al paroxismo con la lista fascista de esa macabra figura gris llamada Luis Tascón.

Socialismo

Para empezar, cuando Chávez decreta que su gobierno es “socialista”, está violando la Constitución Nacional que en su artículo 6, establece: “El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables”.

Sin embargo a Chávez hay que creerle porque ha materializado todo lo que ha dicho, y si ahora se le ocurrió que Venezuela será “socialista” lo será. Ya José Vicente Rangel declaró a un diario de Lima que Venezuela será socialista en el corto plazo, porque el capitalismo no ha logrado resolver el problema de la pobreza.

¿No lo ha resuelto en Alemania, Japón, Tokio, Estados Unidos, Italia o España? ¿No es capitalista China con su doble discurso político, miseria interna – opulencia externa? ¿No sobrevive Cuba gracias a los dólares del capitalismo?, porque los antiimperialistas odian a los Estados Unidos pero cómo aman sus dólares. Luego de once años en el poder y manejando los más ingentes recursos que recuerde la historia financiera del país, no es posible entender que alguien que ha gobernado con plenos poderes dictatoriales, hable como si estuviera recién llegado.

Chávez es comunista y comunistas son todos los que lo rodean, y los que no lo son, y están por estúpida codicia, pronto serán defenestrados. Si Chávez fuera Felipe González, Tony Blair, Miterrand, Lagos o Lula, socialistas de origen que mantienen esta adjetivación como un timbre electoral, pero que han impulsado el desarrollo de sus pueblos profundizando la propiedad privada y el libre mercado, no tendríamos porque preocuparnos, porque ellos han entendido que el liberalismo es la salida aun cuando lo adjetiven como socialista.

Pero Chávez es un embelesado cultor del mito Fidel Castro. Así que cuando Chávez dice “socialismo” lo que quiere decir, y tenemos que entender, es COMUNISMO FIDELISTA, es decir, absolutamente todo lo opuesto al liberalismo: liquidación de la propiedad privada, estatización de los medios de producción, es incierto que pasen a manos colectivas, y restricción de las libertades individuales, que en el caso del chavismo será, aunque ya es, a través del TSJ al servicio de la revolución, como en Cuba.

El programa económico de Chávez se reduce a la destrucción del aparato productivo empresarial interno para sustituirlo por transnacionales “que no se meten en política”, convirtiendo a la nación en mano de obra barata, como la de Cuba, la más barata del continente, todos empleados, niños incluidos, de las empresas extranjeras, como en Filipinas o Indonesia a cambio de salarios mínimos que no molesten la rentabilidad de las maquiladoras foráneas; y, como elemento propagandístico de “respeto y ampliación de la propiedad privada”, como dice Rangel, masificar la economía de subsistencia, conucos, gallineros verticales, bodegas, buhonerización colectiva.

Todo cobijado por un Estado paternalista, muy diferente al Estado Benefactor liberal de los ´80, que decide sobre la vida y obra de todos los ciudadanos. Aunque los “reproductores del CD de Chávez” andan como locos tratando de convencer al mundo de que el “socialismo a lo Chávez” no es “comunismo a lo Fidel” sino una “nueva versión a la venezolana ajustada al siglo XXI”, eso sí, bien alpargatizada y decorada a lo iraní, a quien hay que creerle es a Chávez que es comunista a lo Fidel y punto. Y COMUNISMO es esclavitud social. Sometimiento de la sociedad a la prepotencia del Estado. Y esa retrógrada aberración solo puede existir con un régimen militarista, represivo, imputador y criminal. Como el de Fidel.

Desarrollo endógeno

El llamado “desarrollo endógeno” enunciado por Chávez y repetido por sus coral polifónica de voces aluvionales, no es otra cosa que el fracasado programa de sustitución de importaciones que sucumbe por la limitación del mercado interno que impide el crecimiento competitivo y debe trasladar los cada vez más altos costos de producción al consumidor venezolano, mientras los productos de importación, aunque son más baratos, deben ser protegidos arancelariamente para impedir el colapso de la empresa nacional parasitaria y con productos de mala calidad.

Estamos condenados a comprar, por ejemplo, los vehículos más caros que en las islas del Caribe porque hay que blindar las ensambladoras criollas. Los bluyines que usa el pueblo tendrían un precio inferior si los importáramos de Asia. Pero el nacionalismo nos obliga a comprárselos bien caros a los industriales venezolanos, que como obtienen jugosas ganancias con poca producción no se preocupan por modernizar sus plantas ni ampliar sus mercados hacia el exterior.

Para Chávez “desarrollo endógeno” es el trueque de pobres cambiándoles a pobres casabe por pantaletas. Es decir, que mientras para nosotros, la oposición civil venezolana, “desarrolló endógeno” es crecimiento económico mediante el fortalecimiento del aparato productivo nacional y la transformación interna competitiva de nuestras materias primas en productos terminados destinados al mercado nacional e internacional, que creará fuentes de empleo y bienestar colectivo por el trabajo de la gente, para Chávez y los chavistas es minimalismo económico: gallineros verticales, conucos y cultivos organopónicos en calles y avenidas para la producción de limosneros atados al botalón demagógico del gobierno.

Utilidad pública

La Constitución Nacional, que la ignorancia chavistas llama “bolivariana” cuando es de TODOS LOS VENEZOLANOS, establece en su artículo 115 referente a la garantía sobre el derecho a la propiedad privada, que solamente por causa de “utilidad pública” o de interés social, “mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes”.

Pero ¿qué significa para el chavismo “utilidad pública”? Cuando los nuevos sucesos de Vargas se procedió a expropiar edificios privados en zonas específicas de Caracas, habitadas por la clase media, para alojar a los damnificados, sin atender las características tanto de los inmuebles como de los usuarios, lo que denota que para el chavismo “utilidad pública” se define como “lo que le conviene al gobierno”.

Para ellos “público” quiere decir “propiedad del gobierno” y no de toda la sociedad. Para nosotros “lo público” es todo aquello de acceso colectivo, gratuito o no, del estado o privado, y “utilidad pública” es todo uso que tenga como fin el beneficio de la sociedad en su conjunto sin daños a terceros.

De utilidad pública es, por citar algunos casos, un hospital general, una carretera o una universidad. Expropiar dictatorialmente para beneficiar a un sector, por muy necesitado que esté, causando daños patrimoniales a terceros, es propio de situaciones extremas como guerras o devastaciones generales como las sucedidas recientemente en Asia. De no ser así es un insufrible abuso de autoridad.

Solidaridad

Desde la visión moral, la solidaridad es conciencia filantrópica, caridad, pero referida a un cuerpo social, es interdependencia de los individuos de una misma clase económica que toman conciencia de sus obligaciones recíprocas.

La solidaridad, desde el punto de vista sociológico, es “cohesión social”, consistencia interna de un grupo social. Chávez, y los chavistas, se ufanan de ser “solidarios”, y me pregunto ¿qué significa solidaridad para ellos? Escuchando detenidamente sus discursos “pobrecitistas”, de exaltación de la pobreza como un valor, deduzco que para ellos la solidaridad es mecánica y no orgánica, es decir, incondicionalmente impuesta como conciencia colectiva de la nación uniformada, bluyinizada, no igualada, sometida al servilismo por la subsistencia, bajo un derecho represivo; por ello el Ministro de Educación, fiel exponente del pensamiento comunista de “la igualdad por encima de la libertad”, establece que “la educación no debe ser para la competencia, y por ende para la meritocracia, sino para la “solidaridad”.

Más claro ni un gallo. Para nosotros la solidaridad es orgánica, según la definición de Durkheim, “creada por la división del trabajo, que reposa en las diferencias de las funciones y su interdependencia, en la que el derecho es cooperativo y hace más libre e independiente al individuo”. Continuará.

0 comentarios: