IV
Patria
Por el origen militarista de Chávez, “patria” es la palabra más común de su escaso léxico y en difusa definición la confunde hasta con su propia persona. En pasional actitud enarbola la palabra patria como un garrote contra sus propios conciudadanos o como un estandarte de guerra a muerte contra cualquier gobierno u organismo internacional que ose cuestionar su particular estilo de gobernar.
Habla de soberanía y de gobierno soberano mientras depende hasta del aire extranjero para sobrevivir, otorga concesiones a dedo a transnacionales, flexibiliza la negociaciones petroleras, fortalece economías extranjeras como la española, brasilera y cubana, por mencionar solo algunas, sin olvidar la silenciosa invasión de cubanos mercenarios disfrazados de hermanitas de la caridad que toman posiciones bélicas a favor de su contratante dentro de las fronteras patrias, es decir se disponen a matar venezolanos indefensos, tal como hicieran en su oportunidad contra los negros angoleños en Angola para imponer el comunismo en aquel miserable país.
La “patria” así concebida es “el último reducto de los canallas”. Alrededor de ella se aglutinan desde malhechores hasta corruptos, pasando por depredadores, oportunistas, ignorantes y lacayos de toda índole que han sido inoculados con la falsa premisa de que, sin deber alguno, por el solo hecho haber nacido azarientamente en Venezuela esta patria es suya, solamente suya, y por lo tanto tienen “derecho” a destruirla, pisotearla, ensangrentarla y mancillarla entregándosela a un gobierno extranjero en nombre de la soberanía.
El Ministro de educación, por ejemplo, vocifera que su propuesta educativa revolucionaria es para eliminar a los “apatridas” – que en realidad define a quienes no tienen patria, pero así es la ignorancia - lo que debemos traducir como una severa contradicción si tomamos en cuenta que tanto él como su líder inmarcesible y los hijos de ambos, son producto de ese modelo educativo, que ha producido más venezolanos integrales que el modelo cubano, cubanos.
Indudablemente que para nosotros el concepto de patria es también territorial, pero se fortalece con los valores históricos y culturales que debe emitir su gentilicio, porque la patria es la gente y si queremos mejor patria debemos tener mejor gente.
Patriotismo
Para Chávez y los chavistas, patriotismo es cercar a cal y canto la patria con un muro impenetrable, imponiendo tradiciones inventadas por folcloristas y nacionalistas de medio pelo. Ser patriota para ellos es preferir el ascenso de la mediocridad por despreciar todo lo que no sea de aquí. Así se agigantó el ego argentino en las dictaduras de Perón y subsiguientes.
Sin posibilidad de ver lo que ocurría en el exterior llegaron a creer que el sol salía porque ellos se levantaban. Ese es el patriotismo de las tiranías, el que inventa invasiones truculentas para soliviantar el odio contra otras naciones y así aglutinar el patriotero sentimiento nacional a su alrededor. Es el patriotismo de la canalla astrosa y vil.
Para nosotros, los demócratas civilizados, patriotismo es hacer progresar la patria por el desarrollo de su gente, porque la patria es la gente y si queremos mejor patria tenemos y debemos tener mejor gente. Y eso se logra insertando al país en los adelantos científicos y tecnológicos del mundo, abriendo puertas y ventanas, como decía Ghandi, para que penetre toda la brisa del universo, pero sin dejar que nos arrastre.. Para nuestra visión mundialista del patriotismo, que profesionales venezolanos anden por todas las naciones demostrando su talento es motivo de orgullo nacional.
Como lo ha sido Galárraga, en su campo, o el doctor Fernández Morán, por ejemplo. Para nosotros patriotismo es democratizar el conocimiento, combatir la ignorancia para que no haga metástasis en estupidez y formar ciudadanos libres de mente plural y generosa, que busquen el progreso por su propio desarrollo a través del estudio, el trabajo y la responsabilidad.
Pobreza
Para Chvaez y su chavismo delirante, la pobreza significa la justificación de todos sus desmanes. Por colocar a la pobreza en el primer plano de su discurso político y permitir que “los pobres” desmantelen el activo cultural de la república, ha logrado Chávez el apoyo incondicional de toda la izquierda trucutusta del planeta.
Sin embargo, luego de 72 meses haciendo gárgaras con la pobreza, ésta ha crecido en casi un 11 por ciento, el costo de la cesta básica está por el millón y medio de bolívares y la inflación roe los raquíticos aumentos de sueldo que compulsivamente le otorga. Pero la pobreza es el sustento de su inmenso poder y mientras ella exista exponenciada por la ignorancia, sabe que “está seguro” en su satrapía.
La pobreza, en su declive miserable, no en su definición de forma modesta de vivir, es una realidad social que me conmueve. La mayoría de los estudios están enfocados hacia la parte económica de la pobreza y su solución, por lo consiguiente, a través de proyectos económicos, que siempre derivan en dádivas populistas que gangrenan el problema, porque obvian la inmensa responsabilidad del factor cultural del individuo.
Solo la Universidad Católica Andrés Bello realizó un estudio multidisciplinario, al que nadie con poder decisorio le ha hecho caso, que yo sepa, que incorpora científicamente el problema cultural al económico en el problema de la pobreza. Y prescinde del lenguaje “pobrecitista” de la pobreza que considero el primer paso para entendernos cabalmente.
Una generación que ha tenido la oportunidad de superar la escolaridad de sus mayores, debe ser una generación productiva. Sin embargo, cualquier encuesta nos revela que los abuelos, analfabetos en su mayor proporción, de los pobres de hoy, en su mayoría con hasta bachillerato completo, fueron menos pobres y mucho más productivos y proactivos.
Para emprender una eficiente labor en contra de la pobreza, debemos comenzar por analizarla en su contexto individual. ¿Cuánto inciden en la miseria de una comunidad, los vicios, la irresponsabilidad, la flojera, el machismo, la insolidaridad, el egoísmo, la frivolidad, la envidia, el manirrotismo, la reproducción desordenada, la carencia educativa y de instrucción y la falta de objetivos, de los individuos que la conforman? La mitad de la culpa, siendo generoso, la tiene el individuo. La otra mitad, la herencia, el clima, los políticos, el estado, la economía, el gobierno, Dios, el desempleo, los bajos salarios, la codicia, las “revoluciones”, y agregue usted lo que falte.
Para empezar Es imperativo analizar la pobreza en su propio contexto, en este caso Venezuela, un país de abundantes ingresos petroleros en el que el populismo de ayer exponenciado hoy, ha exacerbado el problema. No es la misma la pobreza de Haití que la de Venezuela. ¿Dónde están los pobres de aquí?, preguntaba un curtido sociólogo extranjero que ha pateado leguas de pobreza en todo el mundo.
¿Con el que no tiene? ¿O con el que no puede? ¿Se ha preguntado usted si el que no tiene es porque no quiere o porque dilapida lo que obtiene? Es imperativo formar una sociedad involucrada, es decir, inmersa en la solución de sus problemas sociales, políticos, jurídicos, económicos y culturales, con la perspicacia suficiente para poder discernir entre solidaridad y dádiva irresponsable. Debemos ser solidarios con los que no tienen por que no pueden.
A los pobre entre los pobres, como decía la Madre Teresa de Calcuta. A esos hay que darles el pescado porque sí. Pero todo el que pueda debe aprender a pescar para que produzca y enseñe. La dignidad es un asunto de conciencia. Llegó la hora de las definiciones en Venezuela.
Venezolanidad
Para los chavistas con Chávez a la cabeza, “venezolanidad” y patriotismo es la misma cosa. Basta nacer en Venezuela y ya. No importa la conducta que se observe si tiene cédula bolivariana tiene derechos y punto. Para nosotros “Venezolanidad” es RESPONSABILIAD CON EL GENTILICIO.
Libre determinación de los pueblos o soberanía
Bajo esta impecable premisa democrática, que confiere a los nacionales de un país la plena libertad para decidir su destino, se han impuesto en el planeta despiadados regímenes de fuerza que han asesinado a cientos de millones de seres humanos, conculcando libertades y oprimiendo salvajemente la disidencia. Como es el caso de Cuba donde un obseso maniático decrépito insiste en mantener a su pueblo en la ignominia. Y todo ello bajo la mirada indiferente de las naciones civilizadas, que se niegan a intervenir porque se violaría el principio de soberanía basado en la “libre determinación de los pueblos”. Como si en realidad estos pueblos tuvieran alguna opción ante la ferocidad de estos engendros del infierno.
Invocando ese precepto, este gobierno, que bordea ya la traición a la patria, según los artículos 128 (“Cualquiera que, de acuerdo con una Nación extranjera o con enemigos exteriores, conspire contra la integridad del territorio de la patria, o contra sus instituciones republicanas, o la hostilice por cualquier medio para alguno de estos fines, será castigado con la pena de presidio de veinte a treinta años”) y 138 (“El individuo que, encargado por el Gobierno de la República para tratar de negocios de Venezuela con un Gobierno extranjero, traicione su mandato perjudicando los intereses públicos, será castigado con presidio de seis a doce años”) del Código Penal venezolano vigente, pretende establecer la fidelización de Venezuela, supuestamente aceptada por la libre decisión de los venezolanos, cuando la está imponiendo por la fuerza y la más obscena compra de conciencias militares obligadas por la ley a defender la integridad de las instituciones republicanas que es exactamente lo mismo que decir democráticas.
Para nosotros la soberanía basada en la libre determinación de los pueblos está subordinada al respeto a los derechos humanos. Las naciones libres del mundo tienen la responsabilidad moral de intervenir contra cualquier gobierno forajido que pretenda violar los derechos naturales y políticos de su pueblo.
Meritocracia
Los chavistas odian a muerte esta palabra. Nada les exacerba más el resentimiento que esta voz derivada del ascenso natural de los mejores. Y así un humilde maestro de cuarto grado, que jamás se preocupo por perfeccionar su profesión, es Ministro de Educación. Y luego se extrañan del resultado desastroso de su gestión, en la que creció la deserción escolar.
Para Chávez, por encima de lo académico está “el compromiso social”, es decir, la capacidad de organizar movimientos aclamacionistas para presentarlos en Aló Presidente. El Ministro de Educación elabora un proyecto anti natural que castra la meritocracia en aras de la solidaridad, porque en su universal ignorancia las cree antagónicas.
Para nosotros, que creemos que la solidaridad debe ser orgánica y no mecánica, solo es posible la solidaridad eficiente a través de la eficacia. Solamente quienes conocen mejor pueden producir con más rentabilidad. El ascenso de los peores es camino seguro hacia el fracaso. Como le ha sucedido al chavismo. Con una que otra excepción que solo confirma la regla. Así que meritocracia es palabra civilizada, para el progreso por desarrollo de los pueblos. Por lo tanto no puede ser chavista, que es una contradicción con el término. FIN
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