Como “fichas de la burguesía que le dan lástima” calificó Chávez a los trabajadores que le presentan batalla en la defensa de sus derechos de la mano de sus sindicatos. Es que para las entidades totalitarias como Chávez, toda disidencia es un acto de guerra y sólo de los obedientes perrunos será el reino de su diestra.
La respuesta de los sindicalistas - los verdaderos – fue contundente: “Trabajadores defienden su empleo y no a la oligarquía”, aunque incurren en el mismo anacronismo que Chávez, porque hablar de oligarquía y burguesía – como de “izquierda y derecha” - es patético por la confesión del grado de atraso intelectual que sufre esta gente al citar definiciones superadas por la historia con perversos fines violentos.
Pero, y a pesar de lo trágico que puede llegar a ser, lo más risible de estos cognomentos de Chávez, es que son producto de la ignorancia, pues, por ejemplo, la palabra “oligarquía” – que Chávez usa como sinónimo de “capitalista” - refiere al sistema político en el cual la soberanía es detentada por un pequeño grupo de individuos que gobiernan en su propio interés y tiende a perpetuar el estatus privilegiado de sus miembros: O sea el chavismo mismo. Y esto es tan cierto, que en la reforma que pretendió Chávez imponerle al país figuraba endosar la soberanía popular al Poder Popular que, adivinen, dependería del poder Nacional, es decir de Chávez. Con ese sencillo acto de prestidigitación, el poder constituido adquiría preeminencia de poder constituyente.
Así que cuando tilda de oligarca a todo quien ose reclamar sus derechos, Chávez actúa como lo que es, todo un oligarca uña en el rabo defendiendo con toda la fuerza de su poder carismático sus privilegios y los de sus incondicionales. Exactamente igual ocurre con sus desplantes contra el empresariado, al que llama burguesía – si es de oposición, por supuesto – siguiendo la teoría marxista, absurda en nuestros días, de la lucha de clases – pobres contra ricos - entre los propietarios de los medios de producción y el proletariado asalariado, obviando que el marxismo que la proclama fue derrotado por tres instituciones democráticas: La Constitución liberal, la Ley del Trabajo y los Contratos Colectivos.
Ignora u obvia Chávez que la sociología encontró una denominación menos política y menos polémica para definir la clase socioeconómica que se formó entre los capitalistas y los asalariados: Clase media. Que se formó con los hijos de los asalariados gracias a la gratuidad de la educación superior y a la libre empresa. Pero lo que importa es el discurso dominante del odio capitalizado hacia los planes totalitarios del gobierno, y así el empresario provenga del proletariado, como suele suceder y mucho por el trabajo, el estudio y la responsabilidad, para la mentalidad retrógrada es un burgués y, por lo tanto, despreciable explotador.
Todo funcionario es burgués
Sin embargo, para aclarar un poco el panorama y colocar a Chávez en su justo lugar, aunque en la actualidad, el término “burgués” o “burguesía” engloba todos los grupos e individuos cuyos intereses están más o menos directamente ligados con los de los propietarios de los medios de producción; en el sentido más amplio, se llama “burgueses” a todos aquellos cuya profesión no es principalmente manual: Industriales, hacendados, ganaderos, banqueros, comerciantes y militares, pero también los relacionados con las profesiones liberales como los funcionarios públicos (como Chávez), abogados, médicos, ingenieros, periodistas y, hasta, artesanos acomodados.
Manipulación satánica
Lo grave de este discurso es que está dirigido al sector menos informado de la población generando furia hacia el objeto al que se le atribuyen maldades extremas, como la explotación de los obreros, la especulación con los precios, el tráfico de divisas y el acaparamiento de bienes esenciales, en un proceso de satanización que se le puede ir de las manos a Chávez.
En estos días se realizó una marcha amenazante de oficialistas bustransportados portando consignas que derivan de la proyección de Chávez, culpando a los empresarios de los problemas que las equivocadas políticas económicas del gobierno, como la escasez y la inflación, han ocasionado, y nada menos que el vicepresidente de la república declara “respaldar plenamente las acciones de los trabajadores – era el Frente de Trabajadores Socialistas - contra la oligarquía”.
Tanto esta marcha, de muy escasa participación obrera para el inmenso poder que dice representar, como el apoyo político del partido burocrático, tuvieron como fin simular apoyo popular a la “guerra económica contra la burguesía” que al día siguiente Chávez decretó contra el empresariado privado, lo que persigue en primer término levantar su alicaída popularidad, pero cuyo trasfondo, siguiendo instrucciones de Fidel Castro, es controlar toda la cadena de producción, distribución y comercialización de alimentos con el fin de someter a la sociedad a la sumisión por la subsistencia, despojándola de la capacidad de lucha política que ha frenado sus ansias desmedidas del poder omnímodo que solamente la esclavitud comunista puede segregar.
Si tomamos como guía que “solo en un año, mayo 2009 –mayo 2010, se han perdido, dañado o podrido 79 mil toneladas documentadas de alimentos importados” - y otras 24.000 (aprox.) recién descubiertos en Cojedes y Carabobo - sin incluir 50 mil de leche en polvo china, contaminada con melamina sabremos lo que nos espera con este delicado asunto en manos de Chávez
Influencia irresponsable
Chávez ejerce su poderosa influencia sobre una masa seducida por el poder carismático y de manera irresponsable la induce a fijar como temores propios los miedos que lo atosigan, como el de señalar a Lorenzo Mendoza como desestabilizador del gobierno porque supuestamente pretende este empresario disputarle el poder, cuando éste es un actor económico exitoso que ha contribuido a que el impacto negativo de las medidas de Chávez, no haya afectado de forma más implacable a los más necesitados.
Pero, como su contraste agiganta su ineptitud evidenciando la superioridad del capitalismo sobre el socialismo, Chávez necesita que se marche del país como lo hicieron los grandes empresarios cubanos, pero allá sucedió porque Fidel ganó una guerra y no hubo alternativa, pero aquí existe la opción de resistir.
La satanización del empresario por parte del universo socialista es una de las inmensas contradicciones de este “error intelectual”, como lo califica Hernando de Soto, pues se sustenta es “la repartición proporcional de la riqueza”.
Pero para repartir algo, sean dólares o toletes de ñame, hay que producirlos con el trabajo, la constancia y el riesgo. Y allí sí es verdad que no está dispuesto a llegar el socialismo. Primero muerto que trabajando. Más fácil es institucionalizar el robo: Robarse por decreto lo que otros han producido y luego, cuando se acabe, pasar al siguiente estadio de todos los socialismos que en el mundo han sido: El hambre hereje. Como en Rusia. Como en Cuba. Como en Corea del Norte. Como el Viet Nam de antes. Como en China la vieja. Pero eso sí con mucho espíritu revolucionario. Y el que se queje es oligarca.
Empresariado vigoroso país robusto
Que conste que cuando hablo de “empresariado” no me refiero al contratistariado que brota abonado por la corrupción en las economías estatistas mono productoras, que crean riqueza inorgánica focalizada, que no genera empleo ni crecimiento ni contribuye al progreso del país, sino a hombres de empresa, que asumen riesgos, investigan y obtienen la información que equipara su producción con la dinámica del mercado, invierten en nuevas tecnologías y crecen para hacer crecer al país y precisamente son estos los que están siendo barridos por la ignorancia ideologizada que en verdad cree que el trabajo es una maldición y que ser rico es malo y que la utopía comunista puede hacerse realidad sin el crimen.
En conclusión
Definitivamente este régimen ha llegado a su punto de quiebre con la cordura. Ahora arremete contra los trabajadores que defienden sus puestos de trabajo, como debe ser en un país en el cual la empresa privada genera 8 de cada 10 empleos y que ha visto como las expropiaciones de Chávez han destruido empresas productivas.
Sería muy interesante para el futuro del movimiento obrero que los trabajadores asuman que el trabajo es un factor dependiente de una economía de libre mercado, competitiva y diversificada y que Chávez arrastra al país hacia el naufragio y la esclavitud, mientras, paradójicamente, “tiene muy contentos a los capitalistas - oligarcas - de Brasil”.
La respuesta de los sindicalistas - los verdaderos – fue contundente: “Trabajadores defienden su empleo y no a la oligarquía”, aunque incurren en el mismo anacronismo que Chávez, porque hablar de oligarquía y burguesía – como de “izquierda y derecha” - es patético por la confesión del grado de atraso intelectual que sufre esta gente al citar definiciones superadas por la historia con perversos fines violentos.
Pero, y a pesar de lo trágico que puede llegar a ser, lo más risible de estos cognomentos de Chávez, es que son producto de la ignorancia, pues, por ejemplo, la palabra “oligarquía” – que Chávez usa como sinónimo de “capitalista” - refiere al sistema político en el cual la soberanía es detentada por un pequeño grupo de individuos que gobiernan en su propio interés y tiende a perpetuar el estatus privilegiado de sus miembros: O sea el chavismo mismo. Y esto es tan cierto, que en la reforma que pretendió Chávez imponerle al país figuraba endosar la soberanía popular al Poder Popular que, adivinen, dependería del poder Nacional, es decir de Chávez. Con ese sencillo acto de prestidigitación, el poder constituido adquiría preeminencia de poder constituyente.
Así que cuando tilda de oligarca a todo quien ose reclamar sus derechos, Chávez actúa como lo que es, todo un oligarca uña en el rabo defendiendo con toda la fuerza de su poder carismático sus privilegios y los de sus incondicionales. Exactamente igual ocurre con sus desplantes contra el empresariado, al que llama burguesía – si es de oposición, por supuesto – siguiendo la teoría marxista, absurda en nuestros días, de la lucha de clases – pobres contra ricos - entre los propietarios de los medios de producción y el proletariado asalariado, obviando que el marxismo que la proclama fue derrotado por tres instituciones democráticas: La Constitución liberal, la Ley del Trabajo y los Contratos Colectivos.
Ignora u obvia Chávez que la sociología encontró una denominación menos política y menos polémica para definir la clase socioeconómica que se formó entre los capitalistas y los asalariados: Clase media. Que se formó con los hijos de los asalariados gracias a la gratuidad de la educación superior y a la libre empresa. Pero lo que importa es el discurso dominante del odio capitalizado hacia los planes totalitarios del gobierno, y así el empresario provenga del proletariado, como suele suceder y mucho por el trabajo, el estudio y la responsabilidad, para la mentalidad retrógrada es un burgués y, por lo tanto, despreciable explotador.
Todo funcionario es burgués
Sin embargo, para aclarar un poco el panorama y colocar a Chávez en su justo lugar, aunque en la actualidad, el término “burgués” o “burguesía” engloba todos los grupos e individuos cuyos intereses están más o menos directamente ligados con los de los propietarios de los medios de producción; en el sentido más amplio, se llama “burgueses” a todos aquellos cuya profesión no es principalmente manual: Industriales, hacendados, ganaderos, banqueros, comerciantes y militares, pero también los relacionados con las profesiones liberales como los funcionarios públicos (como Chávez), abogados, médicos, ingenieros, periodistas y, hasta, artesanos acomodados.
Manipulación satánica
Lo grave de este discurso es que está dirigido al sector menos informado de la población generando furia hacia el objeto al que se le atribuyen maldades extremas, como la explotación de los obreros, la especulación con los precios, el tráfico de divisas y el acaparamiento de bienes esenciales, en un proceso de satanización que se le puede ir de las manos a Chávez.
En estos días se realizó una marcha amenazante de oficialistas bustransportados portando consignas que derivan de la proyección de Chávez, culpando a los empresarios de los problemas que las equivocadas políticas económicas del gobierno, como la escasez y la inflación, han ocasionado, y nada menos que el vicepresidente de la república declara “respaldar plenamente las acciones de los trabajadores – era el Frente de Trabajadores Socialistas - contra la oligarquía”.
Tanto esta marcha, de muy escasa participación obrera para el inmenso poder que dice representar, como el apoyo político del partido burocrático, tuvieron como fin simular apoyo popular a la “guerra económica contra la burguesía” que al día siguiente Chávez decretó contra el empresariado privado, lo que persigue en primer término levantar su alicaída popularidad, pero cuyo trasfondo, siguiendo instrucciones de Fidel Castro, es controlar toda la cadena de producción, distribución y comercialización de alimentos con el fin de someter a la sociedad a la sumisión por la subsistencia, despojándola de la capacidad de lucha política que ha frenado sus ansias desmedidas del poder omnímodo que solamente la esclavitud comunista puede segregar.
Si tomamos como guía que “solo en un año, mayo 2009 –mayo 2010, se han perdido, dañado o podrido 79 mil toneladas documentadas de alimentos importados” - y otras 24.000 (aprox.) recién descubiertos en Cojedes y Carabobo - sin incluir 50 mil de leche en polvo china, contaminada con melamina sabremos lo que nos espera con este delicado asunto en manos de Chávez
Influencia irresponsable
Chávez ejerce su poderosa influencia sobre una masa seducida por el poder carismático y de manera irresponsable la induce a fijar como temores propios los miedos que lo atosigan, como el de señalar a Lorenzo Mendoza como desestabilizador del gobierno porque supuestamente pretende este empresario disputarle el poder, cuando éste es un actor económico exitoso que ha contribuido a que el impacto negativo de las medidas de Chávez, no haya afectado de forma más implacable a los más necesitados.
Pero, como su contraste agiganta su ineptitud evidenciando la superioridad del capitalismo sobre el socialismo, Chávez necesita que se marche del país como lo hicieron los grandes empresarios cubanos, pero allá sucedió porque Fidel ganó una guerra y no hubo alternativa, pero aquí existe la opción de resistir.
La satanización del empresario por parte del universo socialista es una de las inmensas contradicciones de este “error intelectual”, como lo califica Hernando de Soto, pues se sustenta es “la repartición proporcional de la riqueza”.
Pero para repartir algo, sean dólares o toletes de ñame, hay que producirlos con el trabajo, la constancia y el riesgo. Y allí sí es verdad que no está dispuesto a llegar el socialismo. Primero muerto que trabajando. Más fácil es institucionalizar el robo: Robarse por decreto lo que otros han producido y luego, cuando se acabe, pasar al siguiente estadio de todos los socialismos que en el mundo han sido: El hambre hereje. Como en Rusia. Como en Cuba. Como en Corea del Norte. Como el Viet Nam de antes. Como en China la vieja. Pero eso sí con mucho espíritu revolucionario. Y el que se queje es oligarca.
Empresariado vigoroso país robusto
Que conste que cuando hablo de “empresariado” no me refiero al contratistariado que brota abonado por la corrupción en las economías estatistas mono productoras, que crean riqueza inorgánica focalizada, que no genera empleo ni crecimiento ni contribuye al progreso del país, sino a hombres de empresa, que asumen riesgos, investigan y obtienen la información que equipara su producción con la dinámica del mercado, invierten en nuevas tecnologías y crecen para hacer crecer al país y precisamente son estos los que están siendo barridos por la ignorancia ideologizada que en verdad cree que el trabajo es una maldición y que ser rico es malo y que la utopía comunista puede hacerse realidad sin el crimen.
En conclusión
Definitivamente este régimen ha llegado a su punto de quiebre con la cordura. Ahora arremete contra los trabajadores que defienden sus puestos de trabajo, como debe ser en un país en el cual la empresa privada genera 8 de cada 10 empleos y que ha visto como las expropiaciones de Chávez han destruido empresas productivas.
Sería muy interesante para el futuro del movimiento obrero que los trabajadores asuman que el trabajo es un factor dependiente de una economía de libre mercado, competitiva y diversificada y que Chávez arrastra al país hacia el naufragio y la esclavitud, mientras, paradójicamente, “tiene muy contentos a los capitalistas - oligarcas - de Brasil”.
Rafael Marrón González
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